Claro que una cosa no se separa de la otra, y el hecho de recibir muchos visitantes tiene que ver con que estén amenazadas. Es la interminable dicotomía entre que todos podamos disfrutar y apreciar las reliquias, y que éstas puedan perdurar para las generaciones venideras.
Las ruinas del Machu Picchu en Perú y el complejo monolítico de Stonehenge en Inglaterra, son quizá los sitios más afamados de la lista. Pero hay otros.
Entre los restantes miembros de la lista, encontramos el valle de Wadi Rum, en Jordania; la orografía de Yangshuo, en China; las ruinas mayas de Tulum, en México; la ciudad de Jaisalmer, en India; la icónica ciudad sahariana de Timbuktu, en Mali; la Bahía de los Fuegos, en Tasmania.
Sitios que merecen que se los cuide y respete, comenzando por los operadores turísticos y finalizando por los mismos viajeros, que deben cuidar el lugar que están visitando.