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28 julio 2010

Viajes: Cruzando en tren el desierto de Atacama

En Sudamérica una nueva aventura aguarda a quienes estén dispuestos a encararla, se trata de Transatacama, un tren que cruza el interminable desierto de Atacama. Al norte de Chile se extiende esta vastedad de 105.000 kilómetros cuadrados, que al mismo tiempo es el terreno más árido del mundo.

Sin embargo, sus particulares características de suelo y geográficas hacen que en toda su extensión se dibujen paisajes majestuosos, con un halo tan peculiar que parezca de a ratos que son imágenes surrealistas. Al paso del tren Transatacama se hallan antiguas salitreras, los geoglifos de Cerro Pintado, minas abandonadas, cementerios, estaciones de tren detenidas en el tiempo.

Este tren turístico se toma en la ciudad chilena de Iquique y tiene un recorrido de 100 kilómetros, con distintas paradas, que demanda unas cuatro horas y media. Termina en los geoglifos del Pintado.

Entre los servicios que se ofrecen encontramos desayuno, aperitivo, almuerzo bajo un milenario árbol de Tamarugo, en un paraje que recrea las antiguas chozas quechuas.

En este sitio web encontrarás toda la información que necesitas para subir a este maravilloso tren, que lleva a los viajeros por rincones de la Tierra remotos pero de una gran belleza, y permite además conocer la historia de los intentos de conquista del hombre de esos parajes tan hostiles.

Viajes: Bucear en Costa Rica, opción de verano

Si te gusta el buceo y tienes pensado ir al caribe un gran destino de buceo y snorkel en este rincón del mundo es Costa Rica. Bucear en Costa Rica no tiene igual ya que debido a la gran cantidad de plancton y otros organismos que hay en las aguas del Pacífico hay una gran variedad de vida marina, mucha, tanta que es increíble. Y lo mejor es que las aguas tienen gran visibilidad y buenas temperaturas. ¿Pero en qué sitios de Costa Rica hay que bucear? Bueno, los mejores destinos de buceo en Costa Rica son los siguientes:

. Guanacaste: sus costas sobre el lado noroeste ofrecen una vida marina diversa con pequeños peces fluorescentes, mantarrayas y tiburones y ballenas tiburones. Además, hay acantilados, cañones y túneles submarinos. Aquí están las Playas del Coco, Playa Hermosa y Playa Ocotal. Bajo sus aguas verás peces de todos los colores y mantarrayas gigantes.

. Bahía de Drake: está sobre la costa del Pacífico, en la provincia de Puntarenas y es la puerta de entrada para visitar el famoso Parque Nacional Corcovado.

. Isla del Caño: es una reserva biológica a unos 20 km de la costa de la península Osa, en la Bahía de Drake. s de gran importancia arqueológica y geográfica y es aquí donde sobre la tierra podrás ver unas esferas de piedra perfectamente talladas y muy misteriosa. Sus aguas tienen una gran transparencia y en cualquier día puedes nadar entre delfines, tortugas, mantarrayas, barracudas, ballenas y muchos otros peces. Hay además 18 especies de corales, 3 especies de delfines y 57 especies distintas de crustáceos.

Bueno, yo que tu no me perdería por nada del mundo la maravillosa experiencia de bucear en Costa Rica.

Yellowstone y Yosemite: Ecoturismo en Estados Unidos

En esta ocasión vamos a conocer algunos de los más importantes parques nacionales de Estados Unidos. Iniciaremos nuestra ruta quizás en el más famoso. Nos referimos al Parque Nacional de Yellowstone, el cual se ubica en el estado de Wyoming. Este atractivo parque de territorio montañoso de bosques y humedales, considerado como uno de los más antiguos a nivel mundial, tiene una extensión de nada menos que 8,983 kilómetros cuadrados. Aquí encontraremos variedad de géiseres y fuentes calientes, que forman espectáculos geotérmicos espectaculares.

Si piensas visitar Yellowstone debes saber que e clima, durante la temporada de verano es de 25 grados en promedio, mientras que durante el invierno puede bajar hasta los 0 grados centígrados.

Si eres un fanático del trekking, nada mejor que caminar por horas mientras apreciamos los paisajes de lagos, estanques y ríos, que adornan las diversas zonas del parque. Vale la pena mencionar que aquí encontraremos variedad de animales, donde sin duda los que más llaman la atención son los osos y las águilas.

Otro de los parques nacionales más famosos de Estados Unidos es Yosemite, el cual se declaró como tal en el año 1890. Este parque que recibe anualmente a más de 3 millones de visitantes, tiene una extensión de 3,081 kilómetros cuadrados. Es importante destacar que hoy forma parte de los patrimonios de la humanidad por parte de la UNESCO. Para visitarlo, debemos trasladarnos hacia California, a unos 320 kilómetros de la ciudad de San Francisco. Si te animas a dar un paseo por aquí podrás apreciar magníficos paisajes de acantilados de granito, cascadas, ríos y variedad de plantas silvestres.

24 julio 2010

Turismo: El Barrio Chino en Manhattan

La ciudad de Nueva York está llena de barrios muy pintorescos, y cada uno de ellos merece al menos un día para perderse por sus calles y explorarlo a fondo. Hoy nos ocuparemos del Barrio Chino o Chinatown, uno de los más conocidos y populares entre los turistas, y uno de los más antiguos de Manhattan.

Se trata de un área de tres kilómetros por uno y medio de lado. Actualmente, los límites de Chinatown son: al norte la calle Delancey (limitando con el East Village y Soho), al este, la calle East Broadway (hasta el Williamsburg Bridge), al oeste, la calle Broadway (limitando con Tribeca), al sur, la calle Chambers (limitando con el City Hall y la Zona Cero).

Este barrio se consolidó durante el siglo XX, recibiendo a los inmigrantes que llegaban desde China, principalmente desde provincia de Guangdong y de Hong Kong. Con el tiempo fue creciendo mucho y formando una parte muy especial de esta ciudad. Hoy es un distrito tanto comercial como residencial, a diferencia de otros barrios chinos del mundo, y por supuesto que recibe un importante número de turistas.

Se destacan los comercios donde se encuentran cosas típicas de China, como los más de 100 restaurantes, tiendas donde comprar vajilla como tazones y palillos tradicionales, y también se encuentran rarezas como frutos curiosos o herboristerías donde comprar las medicinas tradicionales chinas. Todo aquí es poco convencional para el ojo occidental, así que simplemente hay que conocerlo.

Sin dudas que el Chinatown de Manhattan bien merece la pena una recorrida.

Turismo: Cruceros a la Antártida

Una de las travesías más clásicas a la hora de hacer un crucero es viajar a la Antártida, ¿no es cierto? Bueno, uno en general tiene mas presente los cruceros al Caribe o el Mediterráneo pero en los últimos años los cruceros a la Antártida se han vuelto muy populares. Y claro, si no es a bordo de un crucero… ¿cómo llegas hasta allí? Los cruceros llegan hasta la Península Antártica dejando atrás la ciudad mas austral del mundo, la argentina Ushuaia, pasando por las aguas peligrosas del Pasaje Drake hasta arribar a la lengua del continente antártico que es el accidente geográfico más grande que éste tiene en toda su superficie.

Una vez allí se organizan muchas actividades fuera del barco, aunque todo depende del clima, del viento, el hielo, la fauna y demás. El crucero incluye un paseo en gomón o bote inflable para visitar las colonias de pingüinos, ver de cerca los imponentes témpanos de hielo y la fauna. Realmente es un viaje estupendo y los hay de distintos días de duración. Algunos cruceros parten desde Buenos Aires pero si no hay que acercarse hasta Ushuaia para embarcar directamente. Por supuesto, se pasea por la ciudad y el Canal del Beagle cuyo cruce suele ser agitado.

Un crucero más o menos completo desde esta ciudad incluye en el precio la noche de estadía en el hotel, si es de Buenos Aires el traslado hasta la ciudad austral, el hospedaje a bordo con servicio de limpieza diario, las tres comidas, un guía, un DVD de fotos, té y café las 24 horas, traslados, equipos impermeables y todos los gastos y servicios portuarios. Hay muchas empresas dedicadas a hacer cruceros a la Antártida así que puedes elegir la que mas esté a tu alcance.

Viajes: Asunción, una síntesis de lo mejor de Paraguay

Paraguay es un país sudamericano donde se mezcla su naturaleza y su historia. Su identidad es una resultante de la fusión de sus bosques y de sus campos, de su cielo, de sus vientos, de las razas que lo habitan, de sus hombres representativos y de su pueblo.

Nuestra Señora Santa María de la Asunción, conocida popularmente como “Asunción” es la ciudad más poblada de Paraguay. Podría decirse que esta capital resume nítidamente los encantos de este atractivo país americano.

Muchos de los vuelos a Asunción son realizados por personas que viajan atraídas por las oportunidades de negocios que ofrece la capital. En esta ciudad se centralizan las entidades económicas, diplomáticas, sociales, culturales, gremiales e industriales del país.

La ciudad de Asunción es sede del Museo Godoi, la Iglesia de La Encarnación, y el Panteón Nacional de los Héroes, una versión modesta de Les Invalides en París, donde descansan los restos de muchos héroes nacionales.

El centro de la ciudad se localiza cerca de la bahía y se constituye en el casco histórico de la ciudad. En la actualidad es una zona eminentemente comercial, aunque originariamente era sede de las residencias de las familias más representativas y elitistas de la época.

20 julio 2010

Viajes: Destinos más costosos a nivel mundial

En esta ocasión vamos a visitar algunos de los destinos más costosos a nivel mundial. Si de ciudades caras se trata, salta a la vista indudablemente Tokio. En esta ciudad al parecer se vive un ambiente de total júbilo y diversión que resulta muy interesante para los turistas. Así también, la ciudad japonesa Osaka se ubica dentro de las más caras.

Mencionar sobre altos precios es inevitable hacer referencia a Moscú. Esta ciudad se consolida con mucha firmeza como una de las ciudades más caras del mundo ya que el turista puede encontrar habitaciones con precios de 239 euros por noche. Además, también ha presentado variaciones sus tarifas pues se han incrementado en un 2%.

En lo que a Europa se refiere, exactamente en Europa Occidental, Monte Carlo se ha posicionado como el destino más caro. Además, ha presentado una variación en tarifas de modo que se paga un 7% más de lo acostumbrado.

Una región que también sorprende con sus altos precios para las visitas es Escandinavia; sus tarifas son bien altas, tales como en Noruega en la cual se puede encontrar habitaciones con precios de 149 euros. Del mismo modo, Suiza no se queda atrás ya que sus precios tampoco son nada baratos. Es más, ha presentado un incremento de precios consistente en un 2%.

Nueva York, conocida como la capital del mundo, se ubica en una ubicación importante entre las ciudades más caras del mundo para los turistas. Estas altas cifras se basan principalmente en los precios sorprendentes de las habitaciones por noche, un aproximado de 219 euros por noche.

Turismo: La ruta del arroz en Uruguay

En breve podremos disfrutar de un nuevo recorrido turístico en Uruguay, la ruta del arroz. Es un proyecto para Región Este, un nuevo producto turístico regional que involucra los departamentos uruguayos de Treinta y Tres y Rocha.

Ya habíamos hablado de otra interesante ruta cultural e histórica, el Camino del gaucho, que Uruguay comparte con otros países, y ahora se suma esta nueva iniciativa que seguro potenciará el turismo de naturaleza en un país que tiene mucho que ofrecer al respecto.

La ruta del arroz, tiene como objetivo mostrar el proceso de siembra, cosecha y finalmente los diferentes trabajos que se realizan con el arroz tanto en molinos como en los campos para que el turista tenga una opción más al visitar la región.

Uruguay cuenta con atractivos como Colonia del Sacramento o sus afamadas playas de Punta del este, lugares de los que ya os hemos hablado en alguna ocasión.

La próxima ruta del arroz en Uruguay nos dará una perspectiva diferente del país y de la región en la que el arroz constituye una forma de vida. Se me ocurre que en Valencia podría haber unas cuantas rutas del arroz muy interesantes también… ¡con paella incluida, cómo no!

Viajes: Miami, en plan familiar

Más allá de sus espléndidas playas, la movida nocturna o sus tentadores centros de compras, la ciudad de Miami ofrece una importante variedad de opciones para disfrutar en familia. Hay entre otras propuestas, museos, reservas animales o grandes acuarios. Todo parece planeado hasta el último detalle en lugares como el Seaquarium, el espectacular zoológico Jungle Island o el Miami Children’s Museum, las principales atracciones infantiles de Miami. Por ejemplo, los chicos que se dejan llevar de la aleta de un delfín siempre llegan a buen destino luego de ese vertiginoso paseo o incluso pueden fabricar dinero falso sin tener encima a los sabuesos del FBI.

Si gustan, en el camino también hay sorpresas, retazos de un mundo salvaje y desinhibido que no da cuentas de horarios ni de rejas. Hay monos que chillan cuando ven a su cuidadora acercarse a la jaula, cocodrilos que sobrevivieron a accidentes y canguros cachorros, que cuando se acaba el biberón de leche con el que se los alimenta no tienen inconvenientes en cebarse con los cordones de las zapatillas hasta dejarlos inservibles.

Seaquarium

El Miami Seaquarium está ubicado a orillas del mar y desde la playa que lo rodea hay una impresionante vista de los rascacielos del centro de la ciudad. Por supuesto, tiene todas las atracciones habituales de los grandes acuarios –orca, delfín, tiburón, cocodrilo, tortuga gigante, pescaditos de colores– y algún que otro animal marino sorprendente. Abrió sus puertas el 24 de setiembre de 1955 y por aquel entonces no tenía parangón con ningún otro acuario del mundo, al menos en tamaño. Bebe, el primer delfín que nació en este parque, fue una de las estrellas del programa de televisión Flipper durante la década del 60. Todavía hoy, los delfines son las estrellas del acuario.

En una pileta de unos 30 metros, tres de ellos te sacan a pasear. Las órdenes de los entrenadores son sencillas. Hay que agarrarse de la base de la aleta rodeándola con el brazo y ellos te llevan a nadar.

La piel del lomo, al tocarla, parece un material sintético. Los ojos de estos mamíferos, por algún motivo, te convencen de que pueden ser animales dóciles pero que es mejor no bromear. Cruzan, con la gente de lastre, a un ritmo de récord mundial. Con la tarea cumplida, muestran sus dientes parejos y chatos. Se les da un pescadito y lo dejan resbalar por la lengua hacia abajo, sin masticar.

Menos acrobáticos, pero igual de fascinantes, son los manatee, también conocidos como vacas marinas. ¿Qué hacen? No mucho, flotan como boyas en una pileta circular, a veces abren la boca y se tragan una zanahoria que flota en el estanque. Y sobre todo dejan que les crezca una fina capa de musgo en el lomo, como si fueran enormes piedras con aletas. Pasan la mitad de sus días durmiendo, viven en aguas poco profundas y son una especie autóctona de la Florida. Tienen algo hipnótico y la mayoría de los que se resisten a pasar de largo este estanque, terminan quedándose durante un rato largo.

Children’s Museum

Cruzando uno de los tantos puentes que unen las distintas lenguas de tierra de la Bahía con el Centro, y de ahí dirigiéndose hacia la pequeña Watson Island, está el Miami Children’s Museum (MCM). Se creó como un pequeño local dentro de un centro comercial hace 27 años, pero hoy ocupa su propio edificio.

El recorrido pretende presentar el mundo adulto en escala bajita: primero un banco donde se les enseña lo importante que es el ahorro y donde incluso pueden fabricar con crayones sus propios billetes; luego, un supermercado a escala en el que cargan pequeños carros con toda clase de alimentos y conservas hechas en plástico; al final, un escaparate de oficios. También hay un estudio de televisión, en el que se graba un noticiero en directo.

Jungle Island

La parada imperdible para recorrer Miami con chicos es Jungle Island. En su momento fue “La isla de los loros”, pero han sumado más animales, sobre todo un gran elenco de simios y reptiles archiconocidos pero poco vistos, como la cobra.

El parque lo creó un carpintero de origen austríaco, Franz Scherr, en 1936. La idea era que fuera un lugar donde los pájaros pudieran ser vistos fuera de jaulas. Setenta años después, el espectáculo Winged wonders (Maravillas aladas) sigue siendo la carta ganadora de este parque.

Durante media hora, en un pequeño auditorio, se ven pasar toda clase de pájaros que hacen pruebas increíbles: un loro anda en bicicleta, un casoar se come de un solo bocado una manzana que el entrenador tira al aire y un cóndor abre sus enormes alas y pasa volando al ras del público.

En el recorrido también hay un corral lleno de canguros y los cachorros se acercan a los visitantes para que los alimenten con biberones llenos de leche.

Más allá, los chimpancés se hamacan en cubiertas de tractor, los lémures dan vueltas y te saltan en la cabeza cuando se deja de alimentarlos. El mono capuchino, con su cabeza blanca, se mueve displicente por la jaula hasta que se acerca a la reja una chica de pelo negro y muy buen porte. Parece –explican después– que ella es muy parecida a su cuidadora y eso solamente saca al animal de su letargo.

El mono pega saltos y se lanza contra la reja para demostrarle su afecto. Para alguien que no conoce mucho más de animales, esto bien podría ser la verdadera bienvenida a la selva.

17 julio 2010

Los errores que no hay que cometer cuando se viaja al Machu Picchu

Cada año miles de turistas de todo el mundo se deciden a visitar las impresionantes ruinas arqueológicas de Machu Picchu en la región de Cuzco, en Perú. Como todo destino concurrido, la experiencia de muchos debe servir para que el viajero advertido no cometa los errores más comunes que hacen que no aproveche al máximo su visita.

Por ello veremos los errores más comunes de los turistas y así, mientras das con un buscador de vuelos baratos para prepararte para ir hacia Perú, aprendes lo que no debes hacer una vez allí.

Error: no aclimatarse. Por más que se esté en muy buena forma, la altitud en la zona de las ruinas es de casi 2.500 metros sobre el nivel del mar, y es importante dejar al organismo acostumbrarse a la misma, para evitar sufrir el mal de altura. De todas formas, muchas agencias de viajes recomiendan aclimatarse en Cuzco, que está a 3.400 metros de altura, así que hay que tener esto en cuenta. Si vas a realizar el Camino del Inca como senderista, definitivamente debes quedarte en Cuzco un par de días antes de comenzar.

Error: tomar el tren directamente en Cuzco. Puede parecer que la forma más simple de llegar a las ruinas es ésta, subir al tren directamente, pero demora mucho más que si tomamos un taxi o un autobús hasta Ollytatambo en el Valle Sagrado – y más si tenemos en cuenta que parte de las vías aún están afectadas por los derrumbes de principios de año. Una vez allí, puedes tomar el tren hacia las ruinas y habrás ahorrado al menos una hora de viaje.

Error: tomar el tren Vistadome. Si bien ofrece comodidades y unos enormes ventanales con las vistas más hermosas, el Vistadome es un tren más caro que el Tren de los Mochileros. Este último permite viajar con comodidad y también da la posibilidad de hacer hermosas fotografías de las vistas. Puedes ahorrarte unos 40 euros en esta opción. Solamente hay que tener en cuenta que en esta opción más económica de tren no dan bebidas ni bocadillos, pero teniendo en cuenta que el trayecto es de sólo una hora y media, no necesitamos tanto y además podemos llevarlo nosotros mismos.

Luna de miel de regalo para la primera pareja gay que se case en Argentina

En Argentina se aprobó la ley que autoriza el matrimonio homosexual, y por ello el gobierno de la ciudad de México ofrece a la primera pareja que dé el sí un viaje a la capital azteca con todos los gastos pagos.

La iniciativa tiene por objetivo incentivar el turismo gay friendly en México, y el secretario de turismo mexicano Alejandro Rojas explicó que no sólo es un reconocimiento a la tolerancia puesta de manifiesto en la nueva legislación argentina sino que además el regalo incluye unos días en un destino de playa.

El gobierno de la ciudad de México correrá con los billetes de avión y busca apoyo de hoteleros y restaurantes para el resto de los gastos.

De esta forma, México busca ser un destino de referencia en el turismo gay, un segmento que consume un 47% más que otros, interesándose por el arte, la cultura, la gastronomía y las compras.

Breve ruta por Río de Janeiro

En esta ocasión vamos a visitar la ciudad brasilera de Río de Janeiro, considerada como una de las ciudades más turísticas no solo del país sino de Sudamérica. Sin duda la época en la que más gente llega hasta aquí es en el mes de febrero, fecha en la cual se lleva a cabo el famosísimo Carnaval, a donde las mejores escuelas de zamba muestran sus comparsas a público.

En Río de Janeiro tenemos la posibilidad de descubrir maravillosas playas como Copacabana e Ipanema.

Además en Río no podemos dejar de visitar una de las 7 Nuevas Maravillas del Mundo Moderno. Nos referimos al monumento del Cristo Redentor, el cual se ubica en lo alto del Cerro Corcovado.

Es importante mencionar que si te animas a viajar a Río de Janeiro, debes llevar contigo buena cantidad de dinero pues hoy en día es considerada como la ciudad más cara de América, posicionándose a nivel mundial en el puesto 28. Aunque no lo creas, Río de Janeiro ha logrado posicionarse antes que la ciudad de Nueva York, como uno de los lugares con mayor coste de vida. ¿Puedes creerlo?

Otro dato curioso sobre la ciudad es que según la Revista Forbes, Río de Janeiro es considerada como una de las ciudades más felices a nivel mundial, y es que aquí la fiesta parece nunca acabar.

Una nueva forma de turismo que se ha puesto de moda en Río de Janeiro es la visita a las favelas, callejones a donde encontramos las casas más pobres de la ciudad, donde los derechos fundamentales de las personas parecen no existir pues la población vive entre pobreza, suciedad y violencia.

13 julio 2010

Los Esteros del Iberá un laberinto de lagunas, ríos y arroyos

Es el reino de los pantanos, el junco, el yacaré de fauces abiertas, el carpincho y las balsas lentas del atardecer; las islas de plantas entrelazadas y el aguará guazú. Los Esteros del Iberá están conformados por cientos de riachos, arroyos, lagunas, bañados y embalsados, al norte de Mercedes, Corrientes ( Argentina).

Asentado sobre antiguos lechos del río Paraná, Iberá ocupa más de un millón de ha, lo que lo convierte en el segundo humedal más grande del mundo detrás del Pantanal brasileño. Pese a las distancias que los separan de los centros urbanos, acceder a los esteros resulta relativamente sencillo. Lo ideal es desde Colonia Carlos Pellegrini, la “puerta de entrada al humedal”. Este poblado rural –con menos de mil habitantes– se ubica sobre Iberá, una de las mayores lagunas de las sesenta que tienen los esteros. Desde allí es posible internarse a caballo en los pantanos, recorrer senderos que cruzan malezales y navegar las lagunas cuya profundidad varía de uno a tres metros, en botes que guían baqueanos.

Area protegida

Favorecida por las características geográficas que permitieron conservar en gran medida la virginidad natural, la fauna es muy variada. Especies amenazadas encontraron aquí un sitio protegido para su reproducción, como el ciervo de los pantanos, el venado de las pampas, el lobito de río, el yacaré overo, el carpincho, el mono aullador y el aguará guazú, una extraña especie de lobo de costumbres esquivas que sólo puede ser visto de noche, cuando sale a cazar roedores. Hay proyectos que intentan recuperar el yaguareté, extinguido hace casi cien años en Iberá y del que quedan pocos ejemplares en zonas cercanas, como Misiones y Chaco.

En la flora de los esteros, diversa y particular, se destacan el camalote y el irupé, especies acuáticas que toman parte activa en la formación de embalsados, unos conglomerados de vegetación y tierra que flotan a la deriva como grandes islas móviles. Tienen su origen en camalotales, en cuyo entrelazado de raíces se acumula tierra que luego termina convirtiéndose en un islote esponjoso sobre el que viven algunos animales e, incluso, crecen nuevas especies vegetales. Arrastrados sobre el agua por el viento y las corrientes, los embalsados cambian la geografía constantemente y dan lugar a leyendas sobre tierras que aparecen y desaparecen mágicamente de un día a otro.

No hay mejor manera de conocer los esteros que navegándolos. Explorarlos sobre un bote o una piragua permite no sólo vivenciar a pleno la geografía de la región, sino también entrar en contacto directo con los animales y disfrutar de la paz de la naturaleza. Pilotados por baqueanos que los deslizan sobre la superficie ayudados por largas varas de madera, los botes se mueven lentos, orillando los embalsados en la búsqueda de ciervos, carpinchos y yacarés, que suelen asolearse en las riberas. Sobre el agua quieta, el cielo se refleja como en un descomunal espejo, remitiendo a la voz guaraní de la que deriva el vocablo iberá, que significa “agua brillante”. Los guaraníes habitaban la zona a la llegada de los españoles, en el siglo XVI, pero se estima que antes se asentó aquí la etnia amazónica kaingang –“hombres de los bosques”–, que habría llegado a la Mesopotamia en el primer milenio aC.

El epílogo perfecto

Hacer pie sobre los embalsados resulta una experiencia inolvidable: hundido por el peso de los cuerpos, el terreno fangoso de los islotes parece ceder a cada paso. A veces, las piernas se sumergen en un pequeño bañado, en otras se pierde ligeramente el equilibrio tras haber sorteado un malezal. También sentimos que flotamos sobre un insólito colchón, hasta que un ciervo se nos aparece a corta distancia, entre unos pajonales cercanos. Admirándolo, es imposible no pensar en un premio para tanto juicioso andar sobre tierras de dudosa firmeza.

Tras los yacarés de fauces abiertas, aguas convertidas en espejos y ciervos de los bañados, el atardecer es siempre el epílogo perfecto para cualquier navegación por el Iberá. A la hora del último sol, los esteros se van perdiendo en las sombras agigantando ese carácter mítico del que hablan viejos pobladores. Tierras que hoy están y mañana desaparecen, islotes a la deriva; todo es posible en esta geografía cambiante.

Viajes: Echa un vistazo a las playas de la Florida desde la Web

Si te gustan las webcams y la posibilidad de espiar parajes lejanos, ya sea que los hayas conocido alguna vez o no, esta vez te traemos el dato de que puedes ver desde tu ordenador las hermosas playas de la Florida, al sur de los Estados Unidos.

Este sitio tiene por finalidad llevar tranquilidad a los futuros viajeros, preocupados por la forma en la que el derrame de petróleo en el Golfo de México pudo haber afectado estas playas.

Para ello se dispuso del micrositio Florida Live, que permite ver en vivo las playas de la Florida.

La Oficina de Turismo de Florida adicionó – además de las cámaras web –, reportes del clima en todos los destinos cubiertos, condiciones de las playas, y un videodiario realizado por un blogger de Florida Live.

Viajes: Escenas de un mundo perfecto por las islas de Tahití, Huahine y Moorea

Allá abajo, en Papeete, es casi medianoche. Hemos seguido en vano a un sol anaranjado en su derrotero hacia el oeste. Y ahora desde la ventanilla del avión, la isla apenas se muestra como un puñado de luces desparramadas al azar. Ninguna seña de identidad, ninguna imagen que deje intuir lo que vendrá. Es casi medianoche en Papeete y en el aeropuerto igual hay un revuelo de rituales. “Ia orana, maeva”, dice una mujer alta y flaca, toda vestida de blanco, a modo de bienvenida. Y coloca un collar de flores multicolores. A un costado, un trío toca el ukelele y entona canciones algo dulzonas, mientras otra mujer con una canasta colgando del brazo sale al paso y entrega una flor blanca y perfumada –tiare, la flor nacional, bastante parecida al jazmín– que hay que colocarse, como lo indica la tradición, detrás de la oreja. Hemos llegado finalmente a Papeete, capital de la isla de Tahití, epicentro de la Polinesia Francesa, luego de un largo vuelo con escalas en Santiago de Chile y la Isla de Pascua. Y nada calma la ansiedad. No es igual a cualquier aeropuerto, el aeropuerto que te han dicho que te deposita en las puertas del paraíso. Ni las flores ni el sonido del ukelele ni las sonrisas genuinas de las mujeres, nada calma las ganas de verlo y comprobarlo todo. Uno cree –lo ha escuchado, lo ha leído, se lo han dicho con decenas de adjetivos– que en esta geografía ahora cubierta por el manto negro de una noche cerrada, aquí, al otro lado del planeta, se acomoda un mundo casi perfecto.


Uno ha escuchado que aquí el mar es el mar más bello de todos los mares del mundo; que los atardeceres desprenden colores nunca antes vistos; que las mujeres que cautivaron a Paul Gauguin y Marlon Brando entran en trance cuando bailan; que los peces de colores saltan por encima de las olas; que los paisajes parecen una ensoñación; que las flores son gigantes; que los habitantes de las islas parecen ser felices. Uno supone, entonces, que aquí, en los remotos mares del Pacífico Sur, se esconde el paraíso. Y espera el momento para comprobarlo.
Del aeropuerto partimos en una combi y atravesamos Papeete. La ciudad, con 180.000 habitantes, es la más poblada de la Polinesia. Con sus casas bajas y una extensa costanera, podría ser a primera vista cualquier pueblito del Caribe. Las calles están llamativamente vacías. Apenas un puñado de jóvenes tomando cerveza en una plazoleta. “La Polinesia se disfruta de día”, aclara el conductor de la combi. Llegamos al hotel Radisson. Las olas rompen con furia a metros de la habitación. Es la una de la mañana en Tahití y habrá que intentar dormir algunas horas, aunque el reloj interno aún ajustado al tiempo de Buenos Aires, marque que recién son las seis de la tarde.

Bajo el sol tropical

Las islas de la Polinesia Francesa son las más aisladas del planeta. Basta con chequearlo en un mapamundi. Tahití queda a 9.000 km de Buenos Aires; a 6.000 de California; a 9.000 de Tokio y a 17.000 de París. Más cerca, la rodean Hawai, Pascua, Samoa, Fiji, Nueva Guinea y Australia.
Bajo el paralelo del Ecuador, la Polinesia es un conjunto de cinco archipiélagos formado por 118 islas dispersas en medio del Pacífico Sur. En total, la superficie de los cinco archipiélagos suma 4.200 km2, que flotan en medio de 4 millones de km2 oceánicos (superficie similar a la del continente europeo). Tahití es el epicentro de las llamadas Islas de la Sociedad, que además incluyen a Moorea, Bora Bora, Maupiti, Tahaa, Huahine y Raiatea, entre otras perlas que flotan entre el cielo y el mar.

Tahití es el punto de llegada y partida de cualquier viaje a la Polinesia. Se le suele dedicar sólo un día de estadía. Es algo así como la antesala del paraíso.

Partimos en una combi por la mañana para recorrer el centro de Papeete. Visitamos primero el James Norman Hall Museum, instalado en la antigua casona donde vivió el escritor de la novela Motín del Bounty, protagonizada en cine por Clark Gable, Marlon Brando y más recientemente por Mel Gibson.

Luego visitamos el Wan Museum Pearl, donde se explican los distintos pasos del cultivo de perlas y se exhiben ejemplares, que en algunos casos llegan a un precio de medio millón de dólares.

Saludos y camisas hawaianas

Al final del recorrido llegamos al mercado, uno de los puntos más genuinos de la ciudad. Es una enorme construcción de dos plantas, estilo galpón, que ocupa una manzana donde se amontonan productos de todo tipo, en medio de un desbordante ambiente de voces, aromas y colores.
Hay entre cientos de mesas apiñadas todo lo que uno se puede imaginar: aros, collares de caracoles, caracoles, remeras con el nombre de las islas, pareos, frutas, frutos de mar y pescados enormes, conservas, aceites para el cuerpo, tikis de todos los tamaños (unos tótems bastante feos, que tienen el supuesto don de proteger a las casas y sus habitantes), perfumes, bolsos, sombreros y varios locales de tatuadores, que están siempre llenos de gente.

Al salir del mercado, un hombre de baja estatura, con un collar de flores y vestido con camisa de mangas cortas, se abre paso, gallardo, entre la gente a pura sonrisa y saludos, aunque no le sean devueltos. Detrás del señor que reparte saludos, cuatro hombres corpulentos lo acompañan hasta un auto. “Es Gaston Sang, el presidente de la Polinesia Francesa. Vino al mercado para la apertura del Congreso del aceite de coco”, apunta el guía de la secretaría de Turismo local, Albert, un gigantón con una camisa hawaiana negra con flores blancas también gigantonas.
Albert dice que estuvo con algunos ex presidentes argentinos; que integró la comitiva que guió por la isla a Carlos Méndez –sí, Méndez repite risueño cuando se le pregunta qué dijo– y a Néstor Kirchner, que aquí también se escapaba de sus custodios, siempre según las incomprobables palabras de Albert.

Hacia Huahine

Las hélices del avión de Air Tahití nos impulsan con rumbo a la isla de Huahine. En el trayecto, nos preguntamos –medio en broma y medio en serio– cómo hará el piloto entre tantas islitas desparramadas en medio del mar, para saber cuál es la indicada para el aterrizaje. A la media hora del despegue, sobrevolamos Huahine.
La vista, ahora sí, a pleno sol, es conmovedora. Desde el aire, la isla parece un cuadro impresionista, con sus montañas tapizadas de un verde brillante y la increíble gama de colores del mar que la abraza. Entre la costa y los anillos de coral, el agua de la Polinesia es celeste y muy calma, al punto que a ese sector se lo llama laguna; pasando los arrecifes, el mar se vuelve esmeralda, turquesa, azul profundo.

Huahine, que en lengua local significa sexo de mujer, es una de las islas más autóctonas de la Polinesia. Para llegar al hotel Te Tiare, uno de los dos grandes resorts de la isla, abordamos un lanchón en el pequeño pueblo de Fare. “Huahine es como Bora Bora hace 50 años, antes del turismo masivo”, se enorgullece un nativo en la lancha.

Atravesamos un mar obscenamente transparente y a los diez minutos llegamos a Te Tiare, construido en una bahía de arenas blancas y aguas turquesas al pie de una montaña selvática. Nos recibe un nativo en el muelle haciendo sonar un caracol gigante. Y otra vez aceptamos inclinar la cabeza y que nos coloquen un collar de flores multicolores.

A la mañana siguiente, nos encontramos con Armando para hacer una excursión náutica alrededor de la isla. Armando es nativo de Huahine, lleva un pareo anaranjado y una escandalosa corona de flores y grandes hojas. Armando juega al “buen salvaje”, aunque a cada rato se olvide del papel. Lleva tres tatuajes: dos guardas en el antebrazo derecho y una en el izquierdo. “Antes los tatuajes hablaban de la historia de una persona. Ahora no, es moda, uno mira un catálogo y se hace el que más le gusta. Son lindos, ¿no?”, dice y se mira los brazos.
La excursión incluye un almuerzo en un motu (isla desierta). Armando prepara los platos a metros del mar turquesa: mahi-mahi (el pescado típico de las islas), lomo de atún frito, cerdo, pollo y una deliciosa ensalada con pez espada cortado en dados, pepino, tomate y zanahoria, condimentada con limón y jugo de coco. Luego arroja restos de comida al mar y a los segundos empezamos a almorzar a metros de centenares de peces de todos los colores y tamaños que sacuden el agua cristalina.

Antes de partir, toca el ukelele y canta, pero repentinamente suena el celular que lleva en su pareo anudado a modo de chiripá, pide un momento y se pone a hablar dándonos la espalda. ¿Quién era?, preguntamos. “Nadie, nadie”, cambia de tema.

Entre tiburones

La lancha avanza sigilosa como un pez por las aguas turquesas. Estamos en medio del mar más bello de todos los mares. Calmo como una pileta y enorme como un desierto. En algunos tramos, el agua se confunde con el cielo, y el mar entonces parece marcar que luego de él ya no hay nada. Y sobreviene una rara sensación de que cualquier cosa puede estar ocurriendo en el mundo en este mismo momento en el que uno sigue concentrado en los colores que la lancha va dejando atrás. Pero Armando pega un grito y anuncia que nos llevará a nadar con tiburones.


”Vamos a ver a Claude”, grita. Claude es un francés sesentón que hace 20 años abandonó París, se radicó en Huahine y adoptó un oficio al menos raro. En un viejo barco anclado a un km de la costa, Claude vive ahora de alimentar tiburones y mostrárselos de cerca a los turistas. Hay que ubicarse detrás de una soga, a unos cinco metros del barco y desde allí con snorkel se puede observar cómo Claude le da de comer a los tiburones. La indicación es tajante: no se puede pasar del otro lado de la soga, donde sólo estarán él y los tiburones.

Los más audaces ya están ubicados en primera fila. Claude golpea el agua con enormes trozos de pescado y a los segundos empiezan a aparecer aletas grises por todos lados. Los tiburones deben tener dos metros de largo. Se pasean desafiantes. Aunque no parecen muy interesados en los turistas que los miran desde cerca, snorkel de por medio. Alguien advierte que los tiburones se pasaron del otro lado de la soga y nadan a nuestras espaldas. Volvemos dando largas brazadas al barco, aunque los tiburones que se nos cruzan cambian de rumbo más rápido que nosotros. Armando ríe con ganas. “Nunca se han comido a un turista”, asegura.

A la noche hablamos del encuentro con los tiburones, mientras disfrutamos de un sahimi de atún rojo y frutos de mar, acompañados por un frutado blanco francés. De sobremesa, aun habrá tiempo para disfrutar desde un ventanal con vista al mar de una enorme mantarraya que se mueve a centímetros de la superficie, tal vez atraída por la luz del hotel.

Otra isla, el mismo mar

El vuelo 261 de Air Tahití nos deposita en media hora en Moorea, la segunda isla en importancia turística luego de Bora Bora. A la mañana siguiente, tomamos otra excursión náutica, que promete llevarnos a un santurario de delfines. La travesía va descubriendo una sucesión de bahías con fondo de montañas de curiosas formas y espesa vegetación. En cada bahía, un hotel con bungalows construidos sobre el agua. En esas habitaciones rústicas por fuera y a todo confort por dentro, hay pisos de cristal para espiar a toda hora la vida acuática.

A la media hora de navegación, llegamos finalmente a una zona donde un centenar de delfines nada en círculos, a menos de un kilómetro de la costa. “Están nadando dormidos, por eso no saltan”, dice Harold, timonel de la embarcación. Más adelante, llegamos a un piletón cercano a la costa. Apenas se detiene la lancha, desde todos lados se acercan mantarrayas.

Están acostumbradas a que las alimenten desde los barcos y acuden a toda velocidad. Como los perros de Pavlov, pero bajo el agua. Apenas se pone un pie en la arena, se vienen encima. Tienen el lomo áspero y la panza algo gelatinosa. Son inofensivas, pero hay que cuidarse de no pisarlas; en ese caso, atacan.


A la noche, asistimos al Tiki Village Theatre, dirigido por Olivier Briac, un coreógrafo francés que acredita haber dirigido a Moria Casán en el Tabarís de Buenos Aires. Ahora comanda un cuerpo de 60 bailarines y un complejo a orillas del mar que aspira a mostrar la auténtica vida de los antiguos habitantes de la Polinesia. Hay tiendas donde se puede ver cómo trabajan los artesanos y viviendas típicas. Todo huele un poco a espectáculo for export, pero el cierre con danzas típicas justifica la visita.

Final del juego

Ultimas imágenes del paraíso. Un ferry nos lleva hasta Tahití. Hay que empezar a pensar en la partida. Pero aún quedan algunas horas de playa. Otra vez, los paisajes hipnotizan. Desde la cubierta, la isla de Tahití parece una ensoñación. Tras el mar azul, entre la bruma, aparece la silueta de la isla con sus casitas colgando de la ladera de la montaña. A la tarde, llueve en el paraíso. Y uno igual no le puede sacar la vista al paisaje. Está nublado y ahora el mar parece haberse vuelto plateado. Las gotas repiquetean contra el piso y las palmeras se zarandean.

Todo dura unos cuantos minutos. Hasta que el sol vuelve a brillar y el mar se convierte otra vez en una pileta turquesa que muere en la arena fina y negra de Papeete. El agua está tibia y los peces nadan en fila india cerca de la costa: azules, rojos, amarillos, anaranjados, fucsias. El mar retiene, aplaza la despedida. Y uno quiere unos minutos más. Y se da el último chapuzón.

Mientras preparo la valija, miro el paisaje por última vez; miro como quien sabe que ya no verá y trato de retenerlo todo. Ha empezado a caer el sol. El mar está planchado, exótico en su inmensidad. En medio de esa nada inabarcable, diminutas, aparecen dos piraguas. Sólo ellas y el sol anaranjado sobre el mar. ¿Qué se sentirá estando tan solo en medio del paraíso? Miro ya en descuento, cuando la partida es un hecho inevitable. Y las últimas imágenes de la Polinesia me siguen pareciendo una ensoñación. No es fácil acostumbrarse a tanta belleza. No es fácil acostumbrarse a la Polinesia.

09 julio 2010

Viajes: Minneapolis - St.Paul, las ciudades gemelas

Las dos ciudades más grandes del estado de Minneapolis son Minneapolis y St. Paul. Juntas son conocidas como las Ciudades Gemelas, y en la zona se las llama simplemente “The cities“. El Río Mississippi divide las dos ciudades y,cada una tiene un estilo diferente.

Minneapolis, es una metrópolis moderna y St. Paul, con su ambiente histórico, es más a la vieja usanza. Ambas comparten algunas cosas, como los equipos deportivos. El equipo de fútbol americano Los Vikingos, el equipo de básquetbol Timberwolves y el equipo de béisbol Twins juegan en Minneapolis, mientras que el equipo de jockey Wild, juega en St. Paul.

¿Qué ver en Minneapolis-St.Paul?

Jardín de Esculturas de Minneapolis, una atracción gratuita con la reconocida escultura llamada “Puente de Cuchara con Cereza“ de Claes Oldenburg. A poca distancia está el Museo de Arte Walker, con programas y exhibiciones de arte contemporáneo, visual e interpretativo.

Zona de Uptown: esta es la zona gastronómica por excelencia. Si el clima lo permite, podrás comer en alguna terraza al aire libre. Esta zona tiene muchas opciones de comida y no está lejos de …

Cadena de los Lagos, cuatro lagos que son fantásticos para divertirse al aire libre. Hay un circuito para bicicletas que rodea los lagos y siempre está lleno de ciclistas y personas patinando o corriendo. Se pueden alquilar canoas y kayaks. En el Escenario Cubierto del Lago Harriet siempre tiene alguna clase de espectáculo musical en vivo.

Llegando a St.Paul, cruzando el río, veremos dos grandes edificios con cúpulas redondas. La cúpula blanca y dorada pertenece al Capitolio Estatal de Minnesota y la otra, situada sobre una colina, es la Catedral católica de St. Paul. Hay visitas guiadas por la catedral de lunes a viernes a las 13 hs, son gratuitas.

Avenida Summit: donde se encuentran las antiguas mansiones victorianas nacidas a la luz del dinero del ferrocarril, allá por mediadis del siglo XIX. Algunas de las casas más antiguas de la región se encuentran aquí, por ejemplo la James.J.Hill House, de un magnate ferroviario y que puede ser visitada.

El Parque Zoológico y Conservatorio Como en St. Paul es, aunque no lo crea, un zoológico gratuito, aunque te pidan una donación de 2 dólares. La exhibición más nueva es la “Odisea del Oso Polar“. Este verano, el zoológico recibió a dos osos polares mellizos, Buzz y Neil.

Las Ciudades Gemelas son famosas por su gigantesco Mall de América, con más de 520 tiendas, cuatro tiendas principales: Macys, Bloomingdales, Nordstrom y Sears, y un montón de opciones para divertirse: el Universo de Nickelodeon y un parque de diversiones cubierto en el centro del mall. En la planta baja está el Acuario Aventuras Bajo el Agua. También encontrarás un cine, una cancha de golf de miniatura con 18 hoyos y el un Laberinto de los Espejos. Este centro comercial se encuentra en el barrio de Bloomington.

¿Qué ver en la zona?

Minnesota, la tierra de los 10.000 lagos (aunque son mas de 11.000) es conocida por sus peculiares atracciones turísticas junto a la ruta, muchas de las cuales se pueden explorar con un corto viajecito de un día por los afueras de las Ciudades Gemelas.

El Museo de SPAM está unos 160 km al sur de las Ciudades Gemelas, en el pueblo de Austin, al este de la autopista interestatal 35. Un museo dedicado al picadillo de carne enlatado (!)

En Darwin, Minnesota, a 75 km al oeste de Minneapolis, está La Bola de Hilo Más Grande del Mundo Enrollada por un Hombre. Esta bola fue iniciada y acabada por Francis A. Johnson, quien trabajó enrollando hilo cuatro horas por día. Hoy en día, la famosa bola de hilo está en exposición 24 horas al día, en una exhibición cubierta.

Por lo que ven, las “Ciudades Gemelas” nos pintan un típico retrato americano. Encontrarás todo lo que esperas ver: muy “American style”

El acuario de Oberhausen, donde vive el pulpo Paul

En el Mundial de Fútbol de Sudáfrica 2010, un animalito perteneciente a un acuario alemán ha ganado una notoriedad nunca imaginada. Se trata del pulpo Paul, que vive en Sea Life, un complejo de vida submarina de la ciudad de Oberhausen, al oeste del país.

Es que parece que Paul tiene poderes especiales de videncia, y ha sido capaz de acertar el resultado de todos los partidos que la selección alemana se ha disputado en este mundial, incluyendo la derrota ante Serbia – algo que desde luego era difícil de pronosticar –, y por supuesto el triunfo español en la semifinal.

De hecho, acertó también todos los partidos de la última Eurocopa…menos la final, donde dio ganador al equipo teutón que finalmente perdió ante España.

Turismo: Las mejores playas de Cuba

Cuba es uno de los mejores destinos de vacaciones de verano por los que puedes optar en el Mar Caribe. Es sensacional pues tiene de todo bastante: bastante de naturaleza hermosa, bastante de playas soberbias y bastante de rica e interesante historia. Pero bien, que si se trata de vacaciones de verano no hay como estar acostado en una playa de arenas blancas mirando el mar turquesa manso como una piscina, ¿no es cierto? Por eso, hice una selección de las mejores playas de Cuba:

. Playa Paraíso y Playa Sirena: estas dos playas están conectadas y son espectaculares. Son lenguas de arenas blancas sobre la costa de Cayo Largo del Sur, en el extremo occidental y protegido de la isla. Sobre la playa Paraíso hay un simple restaurante y el hecho de que no hay nada más solo le suma privacidad y encanto.

. Varadero: imposible no nombrar este destino. Es la playa premier que ofrecen todas las agencias. Eso sí, por eso mismo siempre tiene mucha gente, mucho hotel y mucho de todo. Pero es una buena opción ya que está muy cerca de La Habana y tiene una extensión de 21 kilómetros de playa ininterrumpida. Hermoso.


. Playa Ensenachos y Playa Mégano: ambas están situadas en Cayo Ensenachos, una isla muy pequeña que es parte de la Cayería del Norte. Es ideal para nadar porque se forma una piscina natural de casi 100 metros de extensión.

. Playa Ancón: otro clásico. Se trata de una fabulosa playa de arenas blancas que está realmente muy cerca de uno de los mayores tesoros de Cuba: la ciudad de Trinidad. Cultura colonial y naturaleza, una genial combinación.

. Cayo Coco y Cayo Guillermo: mis favoritos. Estos pequeños cayos son lugares hermosos, sobre la costa norte, y están separados de la isla mayor por una carretera artificial que se mete en las aguas, como si viajaras derecho al Paraíso. Son sitios geniales para disfrutar del sol y hacer snorkel y buceo.

. Cayo Sabinal: otro pequeño cayo pero esta vez sobre la costa noreste. Sus playas resplandecen, tiene arrecifes de corales y no hay facilidades para el turismo pero sí una rica flora y fauna.

. Guardalavaca: es un balneario muy bonito y bastante visitado aunque no tanto como Varadero. Hay una interesante zona de arqueología precolombina, mucha vegetación tropical, arenas blancas y aguas color turquesa.

06 julio 2010

Un hotel de lujo para mascotas en Disney World de Florida

Quienes tenemos mascotas domésticas sabemos del cariño y fidelidad que estos animalitos nos brindan y por ello se merecen lo mejor. Ahora, quienes elijan el centro de diversión Disney World de la Florida como destino de vacaciones y viajen junto a sus mascotas, tendrán la oportunidad de alojarlos en un establecimiento a todo lujo para nuestros queridos amigos.

Se trata del hotel Best Friends Pet Care Resort que muy pronto será inaugurado en el Walt Disney World Resort, en Florida, y que será manejado por la compañía Best Friends Pet Care Inc, fundada en 1991, la cual ya cuenta con más de 40 centros de cuidado de mascotas en 18 estados de Estados Unidos, como también cinco hoteles para perros en Walt Disney World Resort, que serán sustituidos con la inauguración del nuevo centro vacacional de mascotas.

El nuevo Hotel Best Friends Pet Care Resort tendrá más de 4.000 metros cuadrados con caminos, áreas de juego y espacio para alojar a hasta 270 perros y 30 gatos por una noche, así como pequeñas mascotas como hámsters, cobayos, conejos y hurones. Pero para animales que les gusta el confort, el hotel también contará con cuatro habitaciones VIP con televisor, camas en alto y patios privados, un parque acuático sólo para caninos de 121 metros cuadrados, un salón de aseo, camas ortopédicas, y atenciones especiales, tales como helados o atún para picar.

Viajes: Bahía, la de los mágicos rincones de Brasil

La emoción y la certeza de llegar a un lugar único se experimenta ya al sobrevolar Salvador de Bahía . Aunque toque el asiento del medio en la fila de tres, la ventanilla del avión dispara la primera impresión de esta ciudad que es puerta de entrada al nordeste de Brasil : un mar brillante por el sol del mediodía y algunos barrios de casas bajas, parejitas, interrumpidos por morros de arena blanquísima.

Una vez en tierra, golpean los 32 grados de sensación térmica. Recién llegados, nos sumergimos en los relatos de Jorge, que además de guía es cantante aficionado y tiene, para cada rincón de Salvador, versos apropiados. Al llegar a la playa de Itapuã , se despacha con un estribillo de Vinicius: “É bom passar uma tarde em Itapoã/ Ao sol que arde em Itapoã/ Ouvir o mar de Itapoã/ Falar de amor em Itapoã”.

Recorremos la costanera y descubrimos esa influencia portuguesa, por ejemplo, en las veredas de piedras blancas y negras. Ese contraste cromático también está en la gente: Bahía tiene un 80% de población negra y la influencia africana es muy fuerte. El sincretismo religioso es una de las pruebas de ello, por el que conviven el catolicismo y los dioses del afrobrasileño culto candomblé. Esas mujeres bahianas con sus vestidos impecablemente blancos, sus collares coloridos, sus pañuelos en la cabeza y esos hombres fibrosos que hacen capoeira son una fiesta.

Luego subimos al Pelourinho, el corazón de Salvador, su casco histórico, en la parte alta de la ciudad. Allí las calles son empedradas y empinadas, por momentos más angostas, por momentos más anchas, como cuando uno se topa con el edificio celeste de la Fundación Jorge Amado, el escritor bahiano que eligió ese paisaje para su novela “Doña Flor y sus dos maridos”.

Casas a dos aguas con muchas ventanas de marcos blancos y vidrio partido, cada una de un color diferente son foco de las fotos mientras algunos vendedores abordan a los turistas: tienen sus brazos llenos de collares, eligen uno para regalar y te lo cuelgan del cuello. El primero te lo regalan, el segundo te lo venden, claro. La tarde va cayendo entre artistas callejeros y negocios de artesanías y souvenirs.

Los pasos desembocan en la iglesia de San Francisco, del siglo XVIII. Su interior está íntegramente trabajado en oro y es realmente deslumbrante. Las iglesias compiten en belleza; cada una con su encanto particular.

El programa indica que hay que ir despidiéndose de Salvador porque Praia do Forte espera, 60 km más al norte. Es hora de volver a la ciudad baja en el Elevador Lacerda, un ascensor público de estilo art decó que recorre los 72 metros que separan a la ciudad alta de la baja. Ya abajo, frente al puerto, el sol desapareció y no ilumina las fachadas coloniales, desperdigadas en esa muralla natural que cae abruptamente sobre la bahía.

Tras una seguidilla de pueblitos por la llamada Ruta de los Cocoteros, Praia do Forte recibe con su brisa húmeda y su esplendoroso horizonte marino del atardecer.

Al día siguiente, este pueblo de pescadores, hoy bastión del turismo ecológico, revela su hermosura al calor del sol. Recostada sobre el mar de agua transparente, “la vila” consta de unas pocas callecitas, con una peatonal principal repleta de árboles, negocios, restaurantes y bares con mesas afuera.La modesta iglesia de San Francisco, con sus dos pequeñas arcadas en la entrada y sus ventanitas que dan a la playa, es otro de los puntos más pintorescos de Praia do Forte, al lado de la arena.

Esa misma iglesia, cuando la noche ya haya caído, se verá iluminada en todo su contorno con pequeñas lucecitas mientras un grupo de mujeres vestidas de blanco canten a cappella con el cura para recordar, una vez más, que la alegría es brasileña.

Pero antes de eso hay una visita al Castillo García D’Avila, uno de los sitios arqueológicos más importantes de Brasil y el lugar que le da nombre al pueblo. Es una casa fortificada que comenzó a ser construida en 1551 y se terminó en 1624, ubicada en la parte más elevada del terreno, a 3 km del mar. Los arqueólogos realizan allí un importante trabajo de restauración de la casa, la iglesia y de más de 30.000 objetos hallados.

De vuelta en Praia do Forte, llegamos al Proyecto Tamar, que protege a las tortugas marinas. Existen siete especies en el mundo y cuatro desovan en estas playas. Además de la preservación de las tortugas, el objetivo del centro es educar sobre la amenaza que representa para estos animales la contaminación de su hábitat.

A las 4 y media de la tarde, nos dirigimos hasta la arena porque es hora de liberar al mar a 23 tortuguitas marinas. Los turistas filman y sacan fotos. Se desplazan con esfuerzo y, cuando la primera llega al mar, se escuchan aplausos y gritos.

También en la vila está el Instituto Baleia Jubarte (ballena jorobada), ligado a la conservación de esos cetáceos. Otro de los encantos del lugar son las piscinas naturales que se forman cuando la marea baja y son ideales para practicar snorkel.

Praia do Forte está inmersa en la gran Mata de São João , ese paraíso tropical que tiene su versión más salvaje en la cercana Reserva de Sapiranga , unas 600 ha protegidas en las que vale la pena internarse para hacer una caminata o un paseo en cuatriciclo para terminar tirándose en una tirolesa sobre el río.

Aunque las actividades de aventura abundan, Praia do Forte también es “o lugar perfeito para fazer absolutamente nada”, sobre todo en este resort 5 estrellas que lleva el nombre del pueblo y en el que todo es perfecto. La estructura en armonía con la naturaleza, las piscinas que son una continuación del océano y un espléndido spa.

Y uno vuelve trayendo esa botella de cachaça con la firme esperanza de revivir aquellos días bahianos, pero, claro, fracasa. Por más que suene el CD de Vinicius y uno le ponga mucha onda a la preparación de la caipirinha, no es lo mismo. Habrá que volver.

Turismo: Coyoacán, bohemia a la mexicana

No fue sino hasta mediados del siglo XX cuando el barrio de Coyoacán quedó inmerso en la Ciudad de México y se convirtió en el corazón bohemio y cultural del DF. De ser la villa de descanso de las familias ricas trasmutó en epicentro mágico de artistas e intelectuales.

Coyacán es, además, el lugar donde nació, amó y murió la pintora Frida Kahlo, un laberinto de calles con aires coloniales donde abundan las librerías, galerías de arte, centros culturales, cafés, restaurantes con terrazas que huelen a tortillas y un zócalo donde la Catedral y el ayuntamiento dan cuenta del barroco mexicano. Grandes mansiones remiten a una fundación franciscana y en una sola calle, la Francisco Sosa, hay al menos 65 edificios que son patrimonio histórico.

Por sus calles empedradas, las caminatas se hacen una aventura a cada paso: aquí, las casonas pintadas de púrpura y amarillo vibrante; allí los jardines con verdes intensos y fuentes de agua. Museos, espectáculos de danza, foros de teatro independiente, el mercado y las tiendas que expresan el ser mexicano en cada detalle impregnan el aire de fiesta. Rico en eclecticismos, se vislumbra en una esquina el fantasma de León Trotsky y en otra, el del poeta Octavio Paz, ambos vecinos ilustres del barrio.

Desde un bar, suena la música del mariachi Vargas. Más adelante –ya cerca del centro– la voz de la gran Chavela Vargas sale de una radio que un viejo sentado en la vereda sostiene contra la oreja. No sólo emociona por su profundo canto. Ella fue testigo de los tiempos en que la Casa Azul, donde vivía el tempestuoso matrimonio de Frida Kahlo y el muralista Diego Rivera, era centro de tertulias ilustradas.

En el refugio de Frida

En la esquina de Londres y Allende está la vivienda –hoy museo– que compartieron estos dos grandes artistas mexicanos. Tras las paredes azul cobalto, con aberturas verdes y ventanas anaranjadas, ellos construyeron su mundo público y privado. Porque su intimidad era, si se quiere, frágil: siempre estaban rodeados de huéspedes o con reuniones a las que concurrían magnates como Nelson Rockefeller, músicos de la talla de George Gershwin, actrices mexicanas como María Félix y Dolores Vidal, así como Chavela Vargas, en el último tiempo.

Aquella época gloriosa acabó con la muerte de Frida, a los 47 años en 1954. Sin embargo, la impronta de la turbulenta y apasionada vida conyugal, así como las costumbres de la sociedad de entonces, están en toda la casa. En el centro está el jardín, repleto de estatuillas con ídolos precolombinos y una exuberante vegetación. El salón y la cocina están decorados con un purísimo estilo mexicano. El dormitorio está junto a la cocina y en un perchero cuelga la ropa de trabajo del gran muralista. Sobre la cama, hay un almohadón bordado por Frida donde reza: “No me olvides, amor mío”. A un costado, el caballete que le regaló Rockefeller y, por todos lados, gran profusión de espejos a los que acudía para pintar sus autorretratos. Su sillón de ruedas está en el estudio, que da al jardín. Cuadros suyos y de Rivera se exhiben junto a películas que proyectan algunos pasajes de su vida, marcada por el compromiso político.

Al menos otras dos casas despiertan gran curiosidad: la de la Malinche y la de Hernán Cortés. La primera está justo enfrente del Jardín de la Conchita, y fue erigida en el siglo XVI. Tiene muros rojos y gruesos, y grandes ventanales con barrotes de hierro. Le dicen “La Colorada”. Se cree que allí vivieron durante un año, hacia 1521 o 1522, Hernán Cortés y su compañera tabasqueña. Actualmente está habitada por los pintores mexicanos Rina Lazo y Arturo García Bustos que abren las puertas al visitante. Está entre las calles Vallarta e Higuera.

La casa de Cortés es la Casa Municipal ubicada en el zócalo, con reformas realizadas en el siglo XVIII. Museos interesantes resultan el de Anahuacalli, ideado por Pedro Rivera, que recrea el mundo prehispánico y el Nacional de Culturas Populares.

El barrio de la cultura

¿Pero cuál es el punto ideal para iniciar el descubrimiento de Coyoacán? Sin duda, la plaza principal llamada Jardín Hidalgo, con su glorieta de cúpula vidriada y, sobre un costado, la parroquia de San Juan Bautista y sus siete capillas. Este es el epicentro de la vida social del barrio. Cerca están las ferias de artesanías y los espacios verdes como el Parque de los Viveros, con su bosque de acacias, el parque Xicotencati, próximo al museo de las Intervenciones y al Centro Nacional de las Artes. También aquí está el Campus de la Ciudad Universitaria –la UNAM, la mayor de América Latina– en la zona Los Pedregales, con un Centro Cultural muy activo.

Con las primeras sombras se encienden las luces de las cantinas, como La Guadalupana, que está en la esquina de Higuera y Caballocalco. Los grupos se van reuniendo y entran a beber cervezas con botanas, nombre que se les da a los platillos que componen una picada a la mexicana. No faltan los taquitos y las enchiladas, los nachos y el guacamole.Pura algarabía, especialmente de viernes a domingo, con peñas donde canta el que quiere y hay músicos que tocan, por ejemplo, “Adiós, muchachos” haciendo caso omiso al 2x4 y convirtiendo el tango en un lamento digno de Cuco Sánchez.

Por las tardes, un buen programa es visitar la Cineteca Nacional con filmes mexicanos de antología. Otro es revisar la cartelera del Centro Nacional de las Artes (CNA) donde dan espectáculos de buen nivel. Puede ocurrir que entre el público veamos a la escritora Ángeles Mastretta o, tal vez, a otra pluma consagrada como Laura Esquivel.

Cuando es época de la Feria del Libro, aunque se monta en el zócalo del DF, Coyoacán se contagia: sus librerías y puestos callejeros de libros y revistas usados, sacan “tesoros” de las estanterías. Para comprar recuerdos está la feria de artesanías, por la calle Aguayo hacia el sur. Allí hay de todo: pintorescos árboles de la vida inspirados en el Génesis, que aunque son originarios de Metepec, a 50 km, son piezas tan típicas como únicas. Otra opción son los amates, tapices coloridos o dorados pintados sobre la parte interna de la corteza de los árboles. Los hay muy delgados, como el papel, y son ornamentos que usaban los aztecas.

Después de un fin de semana coyoacanense, el cuerpo pide una tregua. Debería haber, en alguna parte, un cartel que advirtiera: “Coyoacán, un lugar intenso. Como el buen tequila, bébase con moderación”.

03 julio 2010

Correa de cuello solar para que la cámara no se quede sin batería

¿A quién no le ha sucedido alguna vez durante un viaje, qué justo cuando desea tomar varias fotografías de un lugar de ensueño la batería está agotada? A mi personalmente me ha ocurrido en unas cuantas ocasiones.

A partir de ahora y gracias al diseñador Weng Jie, podremos contar con una correa de cuello solar para nuestras cámaras de fotos.

Esta correa aprovechará las muchas horas que normalmente pasan bajo los rayos del astro rey durante nuestras excursiones.

Quizás las pequeñas placas solares instaladas en la correa no logren recargar por completo la cámara, pero si consiguen mantener la batería y de este modo impiden que llegado el momento nos quedemos sin la posibilidad de continuar sacando fotografías.

Esperemos que este diseño no se quede en un cajón olvidado y un fabricante se lance a producir, la Solar Camera Strap, como ha sido bautizada por su creador.

Turismo: La Habana, tocada por la música

"Echale salsita, échale salsita”, repite la canción, pegadiza como la miel. El quinteto acaba de acomodarse en un rincón del restaurante y ya obliga con su música a mover los pies debajo de las mesas. Estamos en un restorancito frente a la Plaza de la Catedral, que hemos elegido un poco al azar para nuestra primera comida en Cuba y que, según el cartel de la entrada, se llama Don Giovanni pero, según el menú, Doña Isabel.

Días después parecerá que esa elección fue lo que podría llamarse un signo. No por haber sido ésa la primera comida, sino por ser el primer tema musical que escuchamos en Cuba. Echale salsita lo escribió y lo tocó por primera vez en 1933 Ignacio Piñeiro con el Septeto Nacional y hoy muchos le atribuyen a ese título el origen de la palabra “salsa”, que une, entre otros ritmos, merengue, mambo, chachachá, rumba, y desune y confunde a cubanos, dominicanos, venezolanos, estadounidenses de origen latino y todas las nacionalidades que tengan relación con el Caribe. Salsa –me quedo con ésta entre todas las explicaciones que circulan– es una palabra que empezó usándose para marcar cierto sabor de la música del Caribe y que por extensión terminó nombrando de manera imprecisa a una cantidad de ritmos que lo tienen, o presumen de tenerlo.

Como sea, “échale salsita” es la instrucción perfecta en Cuba, la que todos los cubanos aceptan con ganas. Para la comida, para la música, para el baile, para el amor, para la vida. “Salí de casa una noche aventurera, buscando ambiente de placer y de alegría”. Así comienza Echale salsita. Y los cubanos siguen esos versos casi como un mandamiento. Cada noche miles, salen a cumplirlo en las calles de La Habana.

Eso lo sabe uno la primera noche que pisa las calles de la ciudad y se encuentra con pequeñas multitudes reunidas alrededor de la música en el Malecón (la costanera), en los bares, en las plazas o en los cabarets.

Pero antes, durante el día, ha recorrido las maravillas de la Ciudad Vieja, en plena restauración de su patrimonio arquitectónico, y se ha enterado de que la música también reina de día.

Es que todo el tiempo hay grupos –buenos grupos– tocando sones o guajiras en la calle, en los bares y restaurantes, en las plazas. Hay mejores y peores, pero todos tienen nivel profesional. Durante el día, la música de esas decenas de bandas flota en el aire de la ciudad como un aroma, al que no se puede ser indiferente. Nadie pasa por La Habana sin ser tocado por la música.

Así, con ese sonido que, a veces parece la música en off de una película, uno recorre el centro histórico de la ciudad –fundada en 1559 con el nombre de San Cristóbal de La Habana–, unos dos kilómetros cuadrados donde viven 61.000 habitantes. El recorrido por esas maravillas tiene siempre escalas musicales, frente a un grupo que toca en una esquina o en una plaza o siguiendo a una comparsa que desfila por una calle empedrada.

El paseo puede empezar en la Plaza de San Francisco de Asís, frente a la antigua iglesia de San Cristóbal, hoy lugar de conciertos de música clásica. Y dejarse llevar por el oído. Cuando se necesite un descanso del calor y la humedad agobiante, hay varios bares imperdibles. Está la famosísima Bodeguita del Medio, muy cerca de la Plaza de la Catedral, donde se toman los mejores mojitos. Allí, en los dos lugares, seguro hay música: en la Bodeguita y frente a la imponente Catedral.

Pero el lugar donde siempre se quiere volver es el Floridita, el hermoso bar y restaurante donde Hemingway tomaba sus daikiris y ahora lo reemplaza una escultura de bronce, con sonrisa canchera y un brazo apoyado en la barra con su copa cónica de daikiri. Nadie pasa por allí sin sacarse una foto con él. Ahí también hay música, desde luego.

La restauración de La Habana Vieja es un proyecto hoy muy vinculado con el crecimiento del turismo occidental, que comenzó en Cuba en 1993. Hoy, la isla recibe dos millones y medio de turistas cada año, que ya son la principal fuente de ingresos.

Hay sobre todo tres zonas de la ciudad donde se alojan y que recorren los turistas: Miramar y Vedado, dos barrios residenciales, y la Habana Vieja. Y es también en esos barrios donde por la noche se escucha música y se baila. Las opciones para conocer ese circuito son innumerables, y el siguiente es sólo un recorrido posible.

Casa de la Música Miramar (con sows en vivo y baile)
Sobre todo para jóvenes. Conviene llegar antes de las 12 de la noche para encontrar mesa, pero el show en vivo empieza cerca de la una. Aquí, el principal contratiempo es el volumen de la música, que llega a doler en los oídos. Antes del show, todo ocurre en las mesas, donde se charla, se fuma, se toma sobre todo ron. La voz del DJ anima el ambiente con informaciones y saludos entusiastas: “¡Hoy nos acompaña Boris, el tecladista de los Van Van! ¡Hay una mesa de argentinos, saludos para la Argentina! ¡Por allá está Bernardo, el único negro rubio de La Habana!” Después llega la música en vivo, generalmente grandes bandas de jazz latino. Casi todo el mundo baila, sobre todo los cubanos, que son mayoría. Después del show en vivo lo que más suena es el reggaeton. Hora de irse. Calle 20 N° 3308 esq. 35, Miramar, teléfono: (537) 204 6147. La entrada cuesta US$ 15.

La Zorra y El Cuervo (conciertos de jazz y cocteles)
Es un sótano bien de jazz que abrió en 1997, muy tranquilo, con ambiente de pub inglés, muy buen sonido, una barra y alrededor de veinte mesas ocupadas por mayoría de turistas y una minoría de intelectuales, estudiantes, músicos y artistas. Hay un show de 11 a 12.15 y otro una hora más tarde. Nos tocó escuchar al grupo Bellita & Jazz Tumbatá. Bellita es una excelente cantante y tecladista. Buen daikiri, aunque más flojo que el de La Floridita. Calle 23 entre M y N, Vedado, teléfono: 833 2402. La entrada sale US$ 10 e incluye dos tragos.

Habana Café (cenas, boleros y espectáculos de danza)
Dirigido principalmente a los turistas, es un restaurante y café donde se cena a la carta y se escucha excelente música cubana en vivo, con un ambiente que recrea el de La Habana de los años 50, la de los años previos a la Revolución. La decoración incluye una antigua motocicleta Harley-Davidson, un Buick de 1957 y hasta una avioneta, además de antiguos carteles publicitarios (inclusive de Coca-Cola), una rareza en Cuba, donde la publicidad está prohibida por ley. El público es en general mayor de 30 años. Además de música, hay espectáculos de danza y varieté. Nos tocó ver a Racatán, ungrupo de danza de una destreza deslumbrante y a Los Diéguez, una pareja que hizo un espectáculo de circo que podría llamarse “Todo lo que un hombre y una mujer pueden hacer sobre una bicicleta y Ud. ni imaginaba”. Después llegaron la Havana Jazz Band, orquesta de unos veinte experimentados músicos de boleros. Un problema de este lugar: el volumen de la música que hace imposible cualquier conversación. La música llena el espacio. Lo demás es silencio.
Habana Café. Hotel Meliá Cohíba. Paseo y 3a, Malecón, tel: 833 3636. La entrada es de US$10 e incluye dos tragos.

Gato Tuerto (restaurante, boleros y café-concert)
De lo mejor en la noche de La Habana: una antigua casona que resulta un poco chica para la gente que atraen su música y sus artistas. Un lugar para la bohemia de los cubanos y muy amigable para los turistas. Tuvimos la suerte de escuchar a una de las mejores voces de Cuba, la mulata Osdalgia, que llenó la noche de boleros. Pero, sobre todo, de asistir al show de una leyenda viviente de Cuba: Juana Bacallao, una negra de 90 años que a fuerza de canto, humor, presencia magnética y un dominio absoluto de la escena y del público, se hace querer en minutos. Cuando termina su magia, se saca la peluca verde y deja el escenario ayudada por sus músicos, convertida otra vez en una anciana encorvada. Calle 0 esq. 19, Vedado, teléfono: 836 0212. La entrada es de US$ 5 e incluye un trago. Jazz Café (cena, baile y bandas de jazz latino)
Está entre los preferidos por los cubanos de entre 25 y 35 años. Se puede cenar y a las 11 tocan grupos de jazz, sobre todo latino, y se baila. Calle Paseo y 3a, Vedado, tel: 838 3302. La entrada es de US$ 10 e incluye consumición.

Tropicana (shows con músicos, cantantes y bailarinas)
Un cabaret de fama mundial, similar a lo que son en París el Lido o el Crazy Horse, que es una tradición cubana desde su creación en la década del 30. Se lo identifica por su escenario a cielo abierto, –“un paraíso bajo las estrellas”– y por su arco de cristal. Actuaron allí estrellas como Nat King Cole, Josephine Baker o Libertad Lamarque. En el show participan 200 músicos, cantantes y bailarinas de primer nivel. Pero en este siglo le falta un toque de ironía, que le permita sostener esa estética un poco Carmen Miranda, de brillos, flores y frutas en la cabeza. www.cabaret-tropicana.com, tel. (537) 267 1717. Entrada, de US$ 70 a 90, según ubicación.

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