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01 febrero 2010

La Cumbrecita, un pueblo alemán en Argentina

En el corazón del Valle de Calamuchita, una de las zonas más turísticas de la provincia de Córdoba, cubierta de cerros y valles, se encuentra La Cumbrecita, una pequeña localidad que parece salida de otro contexto, tal vez de algún verde prado de Alemania o Suiza. Quizá de Austria.

Lejos de la postal típica de cualquier pueblo argentino, los orígenes de este maravilloso lugar se remontan a los inmigrantes europeos que llegaron al país y poblaron esta zona de la provincia. Sus fundadores eligieron un espacio desnivelado y cubierto de bosques y así fue como construyeron un pueblo peatonal, cubierto de casas que repiten la arquitectura típica de Europa Central.

Mucha madera, flores por doquier y techos a dos aguas dieron vida a La Cumbrecita y desde entonces los habitantes manifestaron gran recelo para conservar el pueblo en buenas condiciones, preservando la flora de la zona y cuidando que su crecimiento sea sostenido y con el menor impacto posible.

Helmut Cabjolsky fue quien comenzó esta historia cuando en 1934 construyó el hotel La Cumbrecita, un hospedaje que aún sigue en pie y es un referente del lugar. Luego diseñó otras construcciones y la belleza natural del lugar junto a la tranquilidad sirvieron de mecha para que el turismo comenzara a llegar.

Desde entonces La Cumbrecita se ha transformado en un destino muy elegido pues allí se pueden pasar unos días sin mayores contratiempos, caminando por las calles sinuosas de tierra, visitando las cascadas o degustando un sabroso plato típico de la cocina centroeuropea en alguno de los restaurantes del lugar.

Entre los paseos, se destacan la visita a la hoya, la cascada y el casco histórico, pequeño aunque muy bonito, para luego elegir alguna de las muchas propuestas relacionadas con el turismo aventura. Otra opción es descansar en los numerosos saltos de agua y balnearios naturales que se forman en torno al río del Medio y los arroyos Almbach y Wilbach.

En lugar de establecer su estancia en La Cumbrecita, algunos turistas eligen visitar el pueblo en una excursión de jornada completa que les permite apreciar los sitios más atractivos del lugar. También están los que aprovechan los jueves de verano cuando un conjunto de establecimientos gastronómicos arman sus mesas sobre las calles del centro histórico al aire libre para ofrecer una selección de platos típicos de la cocina alemana de la mano de un show en vivo de música tirolesa.

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