Entre las ciudades de Corrientes que se recuestan sobre el río Uruguay, la Ruta de los Jesuitas es una presencia mágica, llena de mitos y leyendas, donde conviven relatos sobre los guaraníes, restos de las misiones fundadas por la Compañía de Jesús y recuerdos de los crueles ataques de los cazadores de esclavos brasileños. A cada paso se hace presente la historia, en los trazados originales de los pueblos, en los antiguos túneles y murallas que los defendían, en las casas con sus muros de piedras acarreadas y talladas por los indios.
El circuito de reducciones fundadas por los jesuitas en Corrientes recorre el extremo oriental de la provincia, sobre las márgenes del río Uruguay, y es también un paseo por sus playas y estancias. Pasa por cuatro ciudades que fueron importantes misiones jesuíticas: Yapeyú, La Cruz, Santo Tomé y San Carlos. Cada una en su estilo, todas conservan una gran riqueza cultural y arqueológica, pero se han modernizado al punto de ser destinos que ofrecen buena infraestructura y atractivas opciones de turismo alternativo.
La higuera de San Martín
En más de un siglo, hasta la expulsión de la Compañía en 1767, los jesuitas fundaron misiones y estancias, construyeron iglesias y viviendas, cultivaron yerba y algodón y crearon un comercio a gran escala. Luego de la expulsión, muchos poblados fueron destruidos, pero varios conservan restos del trazado original y reliquias de riqueza histórica y arqueológica.
La primera ciudad del circuito jesuítico correntino, Yapeyú ("fruto maduro", en guaraní), fue una de las misiones más importantes del continente y también el pueblo natal de José de San Martín, motivos ambos de gran orgullo para sus pobladores, que aportan manteniendo calles y casas con una limpieza inmaculada y contestando a cada consulta, amables e informadísimos. Uno de los grandes hitos de Yapeyú es el higuerón de 300 años bajo cuya sombra, dicen, jugaba el Libertador de niño, y que aún sigue en pie en la plaza principal. También se puede visitar la casa donde nació San Martín, en la que están las cenizas de su padre; el Museo Jesuítico Padre Furlong, con una importante colección de documentos históricos y objetos de la antigua reducción; el Museo Sanmartiniano, con la cama que ocupaba el general; la iglesia San Martín de Tours, donde había una capilla de la época jesuítica y donde hay una talla en madera de una Virgen Morena. Por toda la ciudad sobrevuelan los vestigios del pasado, cuando Yapeyú era epicentro cultural, religioso y económico de los padres jesuíticos, y funcionaban allí una escuela de música, talleres de carpintería y tornería, tejeduría, panadería, zapatería, molino, astillero.
Pero Yapeyú no es sólo historia: hermosas chacras en los alrededores ofrecen alojamiento y actividades rurales. Y la costa del río Uruguay, con playas de arena y de fondo los montes correntinos, es ideal para la pesca de bogas, dorados y surubíes.
Pocos km al norte está La Cruz, fundada en 1630, la ciudad más antigua de la provincia, junto con la capital. En varios puntos todavía se pueden ver restos de la muralla original, y en la plaza principal se conservan algunas luminarias -columnas de piedra que se usaban para alumbrar-. La Cruz rebosa de elementos del pasado, vasijas, pedazos de tejas, imágenes religiosas. La cortada Primer Centenario, en el casco histórico, es impactante: calle de arena y paredes y pisos de casas hechas con piedras talladas por los guaraníes. Detrás de la iglesia hay un reloj de sol de 18 pies de altura, una de las reliquias más famosas de las misiones. También hay buenas playas sobre el río y un lindo lugar para el turismo aventura: Los Tres Cerros.
Historia y fiestas de carnaval
Siguiendo hacia el norte por la ruta 14 se llega a Santo Tomé, donde se instalaron los jesuitas en 1683. El poblado fue incendiado por tropas portuguesas y refundado en el siglo XIX, y hoy es una ciudad moderna, con excelentes hoteles y varios balnearios y campings a orillas del río. Al igual que en las otras ciudades de este recorrido, aquí los carnavales son una gran fiesta, con comparsas desfilando por la avenida San Martín acompañadas por un hervidero de gente.
En el museo Pablo Argilaga de Santo Tomé hay numerosos objetos de la época jesuítica, como restos de columnas, tallados en piedra y un reloj de sol. En la iglesia Inmaculada Concepción se conserva también una pila bautismal y una campana fundida en 1688. Otros lugares interesantes son la plaza San Martín y el monumento a Andresito Guacurarí, el caudillo mestizo que luchó contra los portugueses e impuso reglas más justas para su pueblo.
A 9 km del límite con Misiones está San Carlos, fundada en 1631 y tal vez el pueblo que mejor conserva el trazado original de la reducción: se ven claramente la iglesia, la plaza y los túneles, y se conservan muros de 2 m de altura. Hay casas coloniales con galerías y calles de tierra colorada. Y no hay que perderse el museo de Arte Jesuítico, con cerámicas europeas e indígenas, piedras para boleadoras y candelabros; un Centro de Documentación, con bibliografía y piezas y trabajos de herrería; y la iglesia San Carlos Borromeo, ubicada sobre el templo jesuita del siglo XVII.
El circuito de reducciones fundadas por los jesuitas en Corrientes recorre el extremo oriental de la provincia, sobre las márgenes del río Uruguay, y es también un paseo por sus playas y estancias. Pasa por cuatro ciudades que fueron importantes misiones jesuíticas: Yapeyú, La Cruz, Santo Tomé y San Carlos. Cada una en su estilo, todas conservan una gran riqueza cultural y arqueológica, pero se han modernizado al punto de ser destinos que ofrecen buena infraestructura y atractivas opciones de turismo alternativo.
La higuera de San Martín
En más de un siglo, hasta la expulsión de la Compañía en 1767, los jesuitas fundaron misiones y estancias, construyeron iglesias y viviendas, cultivaron yerba y algodón y crearon un comercio a gran escala. Luego de la expulsión, muchos poblados fueron destruidos, pero varios conservan restos del trazado original y reliquias de riqueza histórica y arqueológica.
La primera ciudad del circuito jesuítico correntino, Yapeyú ("fruto maduro", en guaraní), fue una de las misiones más importantes del continente y también el pueblo natal de José de San Martín, motivos ambos de gran orgullo para sus pobladores, que aportan manteniendo calles y casas con una limpieza inmaculada y contestando a cada consulta, amables e informadísimos. Uno de los grandes hitos de Yapeyú es el higuerón de 300 años bajo cuya sombra, dicen, jugaba el Libertador de niño, y que aún sigue en pie en la plaza principal. También se puede visitar la casa donde nació San Martín, en la que están las cenizas de su padre; el Museo Jesuítico Padre Furlong, con una importante colección de documentos históricos y objetos de la antigua reducción; el Museo Sanmartiniano, con la cama que ocupaba el general; la iglesia San Martín de Tours, donde había una capilla de la época jesuítica y donde hay una talla en madera de una Virgen Morena. Por toda la ciudad sobrevuelan los vestigios del pasado, cuando Yapeyú era epicentro cultural, religioso y económico de los padres jesuíticos, y funcionaban allí una escuela de música, talleres de carpintería y tornería, tejeduría, panadería, zapatería, molino, astillero.
Pero Yapeyú no es sólo historia: hermosas chacras en los alrededores ofrecen alojamiento y actividades rurales. Y la costa del río Uruguay, con playas de arena y de fondo los montes correntinos, es ideal para la pesca de bogas, dorados y surubíes.
Pocos km al norte está La Cruz, fundada en 1630, la ciudad más antigua de la provincia, junto con la capital. En varios puntos todavía se pueden ver restos de la muralla original, y en la plaza principal se conservan algunas luminarias -columnas de piedra que se usaban para alumbrar-. La Cruz rebosa de elementos del pasado, vasijas, pedazos de tejas, imágenes religiosas. La cortada Primer Centenario, en el casco histórico, es impactante: calle de arena y paredes y pisos de casas hechas con piedras talladas por los guaraníes. Detrás de la iglesia hay un reloj de sol de 18 pies de altura, una de las reliquias más famosas de las misiones. También hay buenas playas sobre el río y un lindo lugar para el turismo aventura: Los Tres Cerros.
Historia y fiestas de carnaval
Siguiendo hacia el norte por la ruta 14 se llega a Santo Tomé, donde se instalaron los jesuitas en 1683. El poblado fue incendiado por tropas portuguesas y refundado en el siglo XIX, y hoy es una ciudad moderna, con excelentes hoteles y varios balnearios y campings a orillas del río. Al igual que en las otras ciudades de este recorrido, aquí los carnavales son una gran fiesta, con comparsas desfilando por la avenida San Martín acompañadas por un hervidero de gente.
En el museo Pablo Argilaga de Santo Tomé hay numerosos objetos de la época jesuítica, como restos de columnas, tallados en piedra y un reloj de sol. En la iglesia Inmaculada Concepción se conserva también una pila bautismal y una campana fundida en 1688. Otros lugares interesantes son la plaza San Martín y el monumento a Andresito Guacurarí, el caudillo mestizo que luchó contra los portugueses e impuso reglas más justas para su pueblo.
A 9 km del límite con Misiones está San Carlos, fundada en 1631 y tal vez el pueblo que mejor conserva el trazado original de la reducción: se ven claramente la iglesia, la plaza y los túneles, y se conservan muros de 2 m de altura. Hay casas coloniales con galerías y calles de tierra colorada. Y no hay que perderse el museo de Arte Jesuítico, con cerámicas europeas e indígenas, piedras para boleadoras y candelabros; un Centro de Documentación, con bibliografía y piezas y trabajos de herrería; y la iglesia San Carlos Borromeo, ubicada sobre el templo jesuita del siglo XVII.