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18 agosto 2009

Argentina: Cerro Catedral, la vigencia de un clásico

A simple vista, las postales de Bariloche parecen siempre las mismas. El Nahuel Huapi con sus aguas frías y cristalinas. Los cerros Catedral, Otto, López y Tronador mostrando su irresistible magnetismo blanco. El Centro Cívico, punto de encuentro de todo el mundo. Colonia Suiza, con sus ritos y productos artesanales. Y el hotel Llao-Llao, que sigue deslumbrando con su ubicación privilegiada y un estilo exquisito.

Sin embargo, la diferencia está en la renovada oferta de servicios y las ampliaciones de los existentes. Si bien este año la temporada comenzó "algo rara" debido a la crisis y la gripe A (se tomó casi una docena de medidas de prevención), los operadores confían en que se llegará a un nivel de vi-sitas similar al de 2008.

El ingrediente central para los turistas, la nieve, ya envolvió con una buena capa la ladera de los cerros y cubrió la base del Catedral, el principal centro invernal de Sudamérica, con 70 años de historia. En la base hay unas 5.000 camas para alojamiento, locales de alquiler de equipos y ropa, una amplia oferta gastronómica, shopping, discotecas, casino, centros asistenciales y todos los servicios de una pequeña ciudad.

Las condiciones para esquiar están dadas. Y la principal novedad en Cerro Catedral es la apertura de la pista de esquí nórdico o de fondo -de unos 4.000 metros- cerca de la estación superior de la telecabina Amancay y rodeada de un bosque de lengas, ideal para principiantes y avanzados.

El Terrain Park, para practicar saltos y piruetas, cuenta con renovados circuitos con cajones, barandas y un multimódulo para novatos, avanzados y expertos. Estos sectores integran las 600 ha de pistas y caminos del centro invernal, que se suman a otras 600 de bosques, cañadones y zonas fuera de pista, una pasión para cultores tanto del esquí y como del snowboard.

Una de las facilidades para los esquiadores esta temporada es el pase online, que permite comprar los pases con tarjeta de crédito a través de Internet. Se carga automáticamente en la keycard o tarjeta de proximidad, que se activa al pasar por el primer molinete de los medios de elevación. En temporada media (hasta el 28/08), los pases diarios cuestan $ 150 para mayores y $ 125 para menores. Por 3 días, $ 410 y $ 335; y por semana, $ 815 y $ 675, respectivamente. También pueden alquilarse snowbikes (bicicletas para nieve), trineos y raquetas para caminar en la nieve.

Uno de los mayores atractivos son las excursiones en cuatriciclos 4x4 y motos de nieve, que permiten una vista diferente al trepar por un desnivel de unos 600 metros hasta el mirador de la pista Amancay. De 9 a 16 se realizan salidas cada hora. Con la asistencia de guías, se arranca sobre cuatris y en la mitad del recorrido se cambia a las motos. La salida cuesta $ 450 y pueden ir dos personas. La vista y las sensaciones son tan placenteras como deslizarse con las tablas por la montaña.

Un toque de distinción del lugar lo da una mezcla de sabores patagónicos y aventura: una cena en La Cueva. Allí, a las 19 y a las 21.30, sólo 17 comensales llegados en estos vehículos especiales pueden disfrutar de una noche mágica, en un pequeño restaurante cavado en la piedra, rodeado de lengas y con la música de casi 50 cascadas de arroyos cercanos. Se pueden disfrutar tablas de ahumados, sopas, cordero patagónico y postres regionales, con bebida libre, por $ 680 por persona, transporte incluido.

Un curanto al dente

A casi 70 años de su segunda inauguración -la primera construcción se incendió-, el hotel Llao-Llao puso a pleno el ala Moreno, un nuevo edificio con habitaciones más amplias, enormes ventanales y aire acondicionado (paquete de tres noches, base doble, $ 4.400).

Es un buen punto de partida para disfrutar la clásica, pero al mismo tiempo poco conocida, ceremonia gastronómica del curanto, palabra de origen araucano que significa "piedra caliente". Quienes tienen el secreto de su preparación son los descendientes de la familia Goye (recuerde a la abuela chocolatera), en Colonia Suiza. ¿Cómo se prepara? Se hace un hoyo en la tierra y se colocan piedras bochas (redondas, típicas de los lagos sureños) previamente calentadas en una hoguera.

Sobre ellas se pone un colchón de hojas de nalca o maqui, y sobre éstas, los ingredientes: carne de vaca, de cordero, cerdo, pollo, achuras, papas, batatas, manzanas y zapallos rellenos con queso, crema, arvejas y choclo. Se tapa con las hojas, sobre éstas se colocan bolsas de arpillera, y se cubre todo con tierra. Unas dos horas y media después se descubre la comida en una particular ceremonia -no apurar ni demorar la cocción es uno de los secretos fundamentales-. ¿El resultado? Carnes y vegetales con sabor y aroma muy particulares. Para no perdérselo.






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