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19 mayo 2009

Argentina: 48 horas en Puerto Madryn

El mar planchado y celeste deslumbró a los primeros 157 colonos galeses que llegaron a la costa norte de Chubut en 1865. Dos meses de supervivencia en ese páramo de estepa recortado en la playa fueron suficientes para que los pioneros sentaran las bases de Puerto Madryn. Mientras la ciudad crecía lentamente, frente a sus ojos estallaba un espectáculo único que les regalaba la naturaleza en el océano: las piruetas de las ballenas y sus ballenatos en medio de multitudinarias colonias de pingüinos, orcas, toninas, lobos y elefantes marinos.

La instalación de la fábrica de aluminio Aluar en 1972 generó una explosión demográfica. Madryn fue reinventada y su pulso cambió de ritmo. La pesca, los negocios, la gastronomía y el turismo se transformaron en los motores que sustentan el crecimiento. Esta agenda de 48 horas sugiere hitos urbanos y regionales, una ruta tentativa para apreciar una escenografía multicolor.

PRIMER DIA

8:00 Cielo limpio, brisa suave y sol a pleno. Amaneció a pedir de los turistas, que desandan el Paseo Costanero extasiados con el mar. El desayuno de tostadas, queso crema, mermeladas, café y licuado en el parador Vernardino se torna más agradable desde los ventanales copados por el Atlántico, en el que resaltan inmóviles enormes buques y barcazas amarillas de pescadores artesanales.

9:00 Es tal el entusiasmo por el pejerrey, que los pescadores apostados con sus cañas a los costados del muelle Piedrabuena no reparan en la salida a escena de las primeras ballenas de la temporada. Visitantes de inequívocas facciones europeas corren los 800 metros de largo del brazo de hormigón extendido en el mar, para llevarse de muestra -al menos- la imagen digital de una cola, el lomo o la cortina de agua que levantan los saltos de cada ejemplar de la variedad franca austral.

10:00 Antes de procurar la confianza de cualquier especie marina o voladora, conviene nutrirse de información de primera mano en el Museo Oceanográfico de Ciencias Naturales. Puede considerarse la posta obligada para aspirar a distinguir entre decenas de tipos de aves, peces y cetáceos.

11:00 Rumbo a Península Valdés, la propuesta de la familia de pescadores artesanales De Francesco obliga a adelantar el horario razonable para almorzar. En el restaurante Mariscos del Atlántico -en el Club Náutico Atlántico Sud-, la falta de apetito sucumbe ante un suculento plato de vieiras gratinadas y una paella de mariscos, rebajada con un glorioso tinto cabernet sauvignon.

13:00 Desde el mirador del Centro de Visitantes del Area Natural Protegida Península Valdés (se ingresa pagando $ 14), un telescopio apunta hacia un montículo, que parece temblar en el agua helada del océano. Es la Isla de los Pájaros, poblada de aves que planean sobre el terreno minúsculo y enseguida se posan sobre el primer claro que encuentran.

14:00 A 2 km de la playa de Puerto Pirámide, las ballenas se agazapan bajo el mar agitado, a la espera de los turistas, que parecen empujar con la ansiedad los tractores que arrastran las embarcaciones desde la playa hasta la orilla.

15:00 A 80 km, en Punta Norte, la orilla está copada por los lobos marinos, atentos a sus harenes y crías y con un ojo puesto en el más allá, implorando no cruzarse con una orca, su temible depredador.

16:00 Tierra adentro, la península refleja la aridez de la meseta patagónica. Sólo maras, guanacos, reptiles, choiques y águilas se sienten a sus anchas entre las plantas arbustivas. Al final de un camino de ripio de 25 km que envuelve en polvo las combis y camionetas, en Caleta Valdés resurge la fauna costera. Elefantes marinos se asolean a los bostezos sobre la playa de piedras, bajo los vuelos rasantes de cormoranes y ostreras y empapados por la marea alta.

17:00 Para volver a asomarse al mundo moderno, hay que tomar distancia de ese santuario de la naturaleza, volver a atravesar el istmo de 7 km de ancho y recién en El Doradillo encontrar un esbozo de Madryn. Chalés y cabañas de última generación interrumpen la monotonía de la estepa desolada, de cara al mar y sus habitantes naturales.

19:00 La tarde se va irremediablemente. Desde la espectacular panorámica del montículo que sostiene el Monumento al Indio Tehuelche, tonalidades ocres y anaranjadas funden la ciudad y el mar en un sólo cuadro. El esbozo de una pintura magistral.

20:00 La sala de arte Espacio Real permite, precisamente, comprobar de qué manera el entorno inspira y condiciona las obras de los artistas locales. Los cuadros decoran la galería, donde también se lucen diseños de vanguardia de creadores de moda.

21:00 La cartelera señala que me encuentro en el lugar indicado a la hora precisa: está por comenzar un recital del dúo Welsh-Argentine Guitar (que integran el galés Adam Khan y el argentino Luis Oriaz Diz) y también se anuncian un ciclo de músicos independientes y danzas a cargo de bailarines amateur, organizado por la Casa de la Cultura.

23:00 También es arte mayor la especialidad de Angel Silveira, chef del restaurante Los Colonos: un abadejo con champignon, cebolla, tomate, crema, hierbas aromáticas y mariscos. Para completar su magistral obra, sirve el postre Mar y Cordillera (mousse de chocolate y salsa de frutos rojos).

01:00 Un paseo por la costanera corona una jornada por demás relajada. Es hora de pesca nocturna y el mar brilla con las luces de los barcos, que titilan cruzados en haces con el fulgor de los edificios costeros.

SEGUNDO DIA

08:00 Desayuno en un ámbito de silencio, todo un hallazgo en el pub Margarita. Su fama se asocia con la noche, los tragos y la música, que marcan el ruidoso lugar de encuentro de vecinos y turistas.

09:00 En La Loma, al sur de Madryn, se conservan siete cuevas que perforaron los galeses adelantados para constituir su primera morada lejos de su terruño. Desempleados por el cierre de las minas de carbón en su país, llegaron aquí en el barco "La Mimosa" hace 144 años.

10:00 La impronta galesa resurge en el diseño de una construcción de madera, sostenida sobre un acantilado. En realidad, el Ecocentro no es más que otro anzuelo para refrendar el vínculo con el mar y, de paso, instruirse a través de una visita guiada por científicos y naturalistas, expertos conocedores de toda esta región luminosa.

12:00 Improviso a las apuradas una vianda de hamburguesa casera con pan de sésamo y cerveza artesanal en Mr. Jones. El almuerzo en el minibús viene bien camino al puerto de Rawson, punto de partida del avistaje en gomón de toninas overas. Media docena de espigadas toninas se dignan a mostrarse seguido a babor y estribor.

15:00 El circuito paleontológico de Trelew vincula el yacimiento de Bryn Gwyn con el Museo Feruglio, que exibe réplicas de dinosaurios del Triásico y el Jurásico.

17:00 La milenaria cultura galesa aporta un toque de distinción en Gaiman. Sobrias y pulcras, las casas de té llenan los ojos y el estómago con té, tortas y panes caseros y dulces de fruta fina.

20:00 De regreso en Madryn, las casas históricas del norte sugieren un recorrido que escapa a los paseos más publicitados. Construcciones de chapa y madera rodean el Chalet Pujol, en pie desde 1917.

22:00 Un cordero asado humea en Antigua Patagonia. Digno preludio de la despedida junto al mar.

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