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23 marzo 2009

Argentina: San Luis el encanto de las sierras

Los paisajes de Potrero de los Funes conforman una postal que seduce a primera vista. Ya desde la entrada, la imagen del dique es impactante. La ruta 20 se interna por la Quebrada de los Cóndores, un angosto desfiladero entre las sierras de San Luis, tallado como a hachazos sobre las inmensas paredes de roca desnuda. Luego, el paisaje se transforma y aparece la serena imagen del lago y el valle serrano, con su hermosa paleta de colores -el ocre de la tierra, el azul de las aguas y el verde de la vegetación- y las casas desparramadas en las laderas, el centro cívico y el enorme hotel.

El Potrero, como lo llaman los puntanos, está ubicado a 17 kilómetros de la capital de San Luis y es uno de los destinos turísticos que más está creciendo en la provincia. La zona goza de un microclima privilegiado: pocos vientos, temperaturas agradables casi todo el año, cielo límpido y mucho sol, y todo conjugado con las sierras, el lago, las hosterías, los balnearios y los circuitos para emprender caminatas.

Los Funes fueron una de las primeras familias que se instalaron en el valle, a comienzos del siglo XIX y le legaron el nombre. En 1860 se construyó el dique sobre el río Potrero (destruido por una creciente, reconstruido en 1876 y reemplazado en 1927 por el dique actual), que dio origen al lago, a cuyo alrededor crecieron balnearios, recreos, hosterías, cabañas y el hotel internacional Potrero de los Funes, casi un emblema de la villa.

El lago es un derroche de serenidad y vida, con chicos jugando, chicas tomando sol y grupos haciendo picnic, porque hay varios sitios forestados en las orillas, además de bungalows, campings con todos los servicios (varios con piscina) y bares para saborear platos típicos. Las aguas son cálidas, ideales para practicar deportes náuticos. Ya desde la mañana temprano hay gente practicando esquí acuático, buceo, windsurf, navegación a vela y jet ski o pescando pejerreyes y carpas.

De noche, algunos recorren la costanera en bicicleta, mientras las calles se pueblan de espectáculos artísticos, artesanos y restaurantes con mesitas en la calle.La villa es típicamente serrana, con casitas y pequeñas hosterías escondidas entre las arboledas y, dominando el paisaje, el hotel, donde se alquilan canoas, motos de agua, mountain bike, caballos y equipos de pesca.

Programas para todos

Entre las actividades que se pueden realizar en la zona, son típicos los recorridos en botes y canoas por el lago, las travesías en bicicletas de montaña por las planicies de los valles, las cabalgatas por las sierras -entre quebradas y arroyos bordeados por una tupida vegetación- y las caminatas, con vistas panorámicas increíbles.

Para los más osados, la Quebrada de los Cóndores ofrece escarpadas laderas de granito de 350 metros de altura, una delicia para los amantes del rappel y la escalada, que pueden disfrutar además del espectáculo de los halcones que surcan el cielo siempre azul.

El rumor de las cascadas

Una botella de agua, protección para el sol y un traje de baño es todo lo que se necesita para remontar la pendiente del río Potrero, un paseo de dos horas que ofrece una fantástica panorámica de la villa y varios piletones naturales para nadar o pescar. Por atrás de la capilla del pueblo sale el camino que desciende al río Los Molles, un afluente del Potrero que atraviesa pintorescas quebradas. El río Las Balsas -también afluente del Potrero- nace en las sierras como manantial y corre por un cauce muy estrecho, formando saltos como el del Arco Iris y el de la Moneda. Un badén atraviesa el río Potrero y aparece un sendero que conduce aguas arriba hasta el salto, en un paseo de dos horas.

Por el camino entre vallecitos y quebradas, de pronto se escucha el rugido del salto de agua de entre 12 y 15 metros, que cae en dos ollas transparentes y frescas. Queda claro por qué se lo llama Salto de la Moneda: la luz del sol produce sobre las rocas con alto contenido de mica el efecto de una infinidad de monedas plateadas bajo el agua.

Dando la vuelta completa al lago sale el camino que lleva a El Volcán, una localidad con hotel y camping. Allí, el balneario La Hoya ofrece piletas naturales y saltos de agua de poca profundidad, una suerte de jacuzzi de la naturaleza rodeado de sierras.

Los lugareños aseguran que "a El Volcán siempre se vuelve". Desde allí se llega a Cruz de Piedra, el segundo embalse de la región, con un pequeño centro náutico y club de pesca. Si el estado físico lo permite, algunas travesías a los cerros valen la pena, como la del cerro Valle de Piedra, uno de los más altos del Potrero (conviene ir con guía, porque hay que caminar unas ocho horas por una huella que bordea el río Los Molles) o la del Retana y el San Ignacio, a los que se accede a caballo o trekking.

No conviene perderse la travesía a las Cumbres, una ruta de montaña de 11 km que une Potrero de los Funes con Las Puntas, entre las majestuosas panorámicas de las sierras de San Luis.

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