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Mostrando las entradas con la etiqueta CHILE. Mostrar todas las entradas
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31 julio 2009

Chile: Una ciudad sobre el Estrecho de Magallanes

Lo primero que hay que hacer en Punta Arenas, en el extremo sur de Chile, es pararse en la plaza Muñoz Gamero, corazón de la ciudad, para mirar alrededor. De un lado se huele el mar, los muelles del puerto y los barcos. A pocas cuadras, el Cerro de la Cruz tiene la mejor vista hacia el casco histórico: los techos rojos típicos, a orillas del Estrecho de Magallanes y, a lo lejos, la costa de la isla de Tierra del Fuego. Alrededor de la plaza, los palacios y monumentos hablan del esplendor de una ciudad que -allá por 1906- era frecuentada por los barcos de diez líneas interoceánicas -no existía el Canal de Panamá- y se enorgullecía de su red de teléfonos y luz eléctrica, su teatro de ópera, el hipódromo y las filiales bancarias. Aún hoy se pueden ver frente a esta plaza los imponentes palacios afrancesados de los "reyes sin corona" de la Patagonia de comienzos del siglo XX, como José Menéndez, Mauricio Braun, Jean Blanchard y Adolfo Stubenrauch, entre otros.

Así es, tanta magnificencia se explica porque hasta la década de 1920 -cuando se derrumbó la cotización mundial de la lana de oveja y se abrió el Canal de Panamá- esta ciudad fue la capital comercial, política y cultural de la Patagonia. "Es una Montevideo del sur", dijo el escritor argentino Roberto J. Payró en 1899 cuando visitó Punta Arenas para hacer la crónica del encuentro de los presidentes de Chile y Argentina, Errázuriz y Roca. Un testigo de aquellos años domina hoy la plaza Muñoz Gamero, es el monumento al navegante Hernando de Magallanes, que pasó por aquí en 1520 rumbo al Océano Pacífico. El monumento fue pagado por José Menéndez y ahora los turistas, por cábala, le tocan el pie al indio que acompaña a Magallanes en el bronce: así, se dice, seguramente se repetirá la visita.

Leyendas sureñas

Después de Magallanes pasaron muchos otros marinos. En 1671 el inglés John Narborough la bautizó "Sandy Point" -punta arenosa, origen del nombre actual- contento de encontrar en las solitarias aguas del estrecho un puerto natural, agua potable, carbón, buena caza y tehuelches amigos. Darwin y Fitz Roy navegaron en 1832 con el bergantín "Beagle" los canales fueguinos y vivieron para contarlo. De aventuras está hecha la historia de Punta Arenas, que se inició en 1848 cuando el gobierno de Chile estableció allí una colonia penal cerca del viejo Fuerte Bulnes. Desde entonces, chilenos e inmigrantes europeos llegaron a Punta Arenas atraídos por sucesivas "fiebres": la caza de lobos marinos y ballenas en 1860, el descubrimiento de oro en 1880, el auge de la cría de ovejas entre 1884 y 1920, la fiebre del petróleo desde 1945 y luego la pesca, el carbón y el turismo.

Otro testigo de aquel esplendor es el céntrico Museo Regional Braun Menéndez, ubicado en el edificio de estilo francés construido en 1905 para Sara Braun. A pocas cuadras, el Museo Salesiano cuenta la vida de los indios de la región en la implacable Patagonia de finales del siglo XIX, un tema que inspiró relatos del popular escritor chileno Francisco Coloane. Punta Arenas es hoy una moderna ciudad de 120.000 habitantes, pero su mitología vuelve de muchas maneras. Por caso, en estos días culmina el Carnaval de Invierno, un desfile de carrozas, murgas y comparsas con temas del folclore local. La época pionera revive en el Museo del Recuerdo -con carruajes y objetos del siglo XIX- creado por el historiador Mateo Martinic en el Instituto de la Patagonia, de la Universidad de Magallanes.

Por cierto, habrá turistas fascinados con las ofertas de la Zona Franca local: son trece hectáreas de locales comerciales, visitados diariamente por miles de personas que pueden hacer compras sin impuestos, o deleitarse ante un plato de centollas, cordero o salmón. No faltan los turistas europeos fascinados por el cementerio de la ciudad: sus bóvedas barrocas, como la de Sara Braun, recuerdan a la Recoleta. Y están los turistas que se preparan para navegar por canales fueguinos con los cruceros Australis - que van y vienen entre Ushuaia y Punta Arenas- tras las huellas patagónicas de Darwin y Fitz Roy.

El Milodón y las montañas

Hay más para ver, si se aprecian las leyendas. Bruce Chatwin cuenta en su libro "En la Patagonia" que su fascinación con el sur nació al oír la historia de la Cueva del Milodón, un animal prehistórico -algo así como un oso gigantesco- que hace 15.000 años vivió en la zona de Puerto Natales, bien al norte de Punta Arenas. En 1895 el explorador sueco Nordenskjold recorrió la cueva, que hoy es un sitio turístico en un desvío del camino al parque Torres del Paine.

En 1898 el científico argentino Ameghino dijo que aún debía haber un Milodón vivo. Desde Londres llegaron los científicos del British Museum y los periodistas. Nadie encontró un Milodón vivo pero muchos se maravillaron con las Torres del Paine, un paisaje de montañas, lagos, ríos, glaciares y bosques que hoy visitan los entusiastas del trekking. Así es, Punta Arenas también se ha construido con leyendas.

21 julio 2009

Chile: Diario de viaje "Al otro lado de los Andes"

El viaje a Chile cobra sentido antes de llegar a destino. En el preciso instante en que el avión sobrevuela los picos nevados de los Andes, uno siente que para describir la sensación de volar sobre esta maravilla natural no alcanzan las palabras. O sobran. Y después de un sinfín de reflexiones, comienza una compulsión por fotografiar las montañas. ¿El resultado? Imágenes preciosas, con el sol dorando las nieves eternas, que aparecen como una maqueta pintada a la perfección sin lograr hacerle justicia al paisaje real.

Es posible que esta vista -la aérea- sea la más espectacular e intimidante, pero lo cierto es que la Cordillera estará en todo momento en el horizonte de Santiago. Una ciudad marcada por los contrastes entre su casco histórico y los barrios modernos; con próceres familiares -empezando por el mismísimo San Martín- y los anuncios de festejos para el Bicentenario en 2010; y la gran demanda del turismo de negocios y convenciones. Pero al mismo tiempo, la capital chilena funciona como la puerta de entrada para la mayoría de los destinos turísticos, con rutas que parten hacia el desierto del norte, los lagos del sur, los cercanos centros de esquí y la diversidad que presenta el Valle Central, con sembrados agrícolas y viñedos, desde las montañas hasta la costa marina.

Aun para quienes ya conocen la ciudad, lo mejor es recorrer primero el Centro Cívico de Santiago. Se trata del área donde se concentran las principales dependencias y edificios de gobierno, como el emblemático Palacio Presidencial La Moneda de cara a la Plaza de la Constitución. En tanto, frente a la fachada sur de La Moneda -como se lo llama en forma coloquial- se sitúa la Plaza de la Ciudadanía, en cuyo subsuelo fue inaugurado un centro cultural, que posee exposiciones permanentes e itinerantes.

A pocos metros se encuentra la histórica Plaza de Armas -surgió con la fundación de Santiago de Nueva Extremadura, en 1541-, flanqueada por la Catedral Metropolitana y el Museo Histórico Nacional. Imperdible, su recorrido se remonta a la Conquista Española y termina en una vitrina con los restos de los anteojos de Salvador Allende y la portada del diario El Mercurio de 1973: "Junta militar controla el país".

Muy recomendable, para conocer el Parque Metropolitano hay que tomar un funicular y subir por el cerro. La primera estación es el zoológico, y luego, sigue hasta la cima. Allí encontramos una cantidad insospechada de ciclistas, contemplando la panorámica de la ciudad y mezclados con extranjeros que compran souvenirs y el típico mote con huesillo.

En plena hora "del taco" (hora pico) y un tránsito caótico, llegamos a Sanhattan. Así llaman los chilenos a la zona más moderna de la ciudad, proponiendo un juego de palabras entre Santiago y Manhattan. Un ejemplo de esta cara santiaguina es el flamante hotel W, con un concepto innovador, urbano y sofisticado. En el rubro gastronómico se destaca Puerto Fuy, que ofrece detalles como cata de cervezas y de sales, una carta de aguas, ocho tipos de azúcar y perfumes para postres.

Hacia Viña del Mar y Valparaíso

En una hora y media de auto llegamos a Viña del Mar, moderna, alegre, balnearia, soleada. En "la ciudad jardín" (siempre hay flores) se respira un aire de veraneo permanente, aunque estemos en invierno. También junto al Pacífico se encuentra Valparaíso, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Recuerda a Nueva Orleans, a las construcciones sobre los morros de Río de Janeiro, a la bahía de San Francisco, a Nápoles... Tiene algo de todos y de nadie que la hace única. Como los ascensores para subir o bajar de los cerros, las calles de los ateliers, el Paseo Atkinson y el famoso Café Turri. Aquí -como en La Chascona de Santiago, o en Isla Negra-, están presentes las huellas de Pablo Neruda. La Casa Museo La Sebastiana tiene escaleras angostas, objetos personales, rarezas -hasta un caballo de calesita en el comedor- y ventanales hacia las casas coloridas y el mar.

Entonces, un fragmento del autor de "Una casa en la Arena" lo resume todo: "El Océano Pacífico se salía del mapa! No había dónde ponerlo. Era tan grande, desordenado y azul que no cabía en ninguna parte. Por eso lo dejaron frente a mi ventana".

Se asciende al parque metropolitano de Santiago en funicular, y desde la cima se aprecia la ciudad con la Cordillera de fondo.

03 junio 2009

Isla de Pascua, un tesoro chileno.

La Isla de Pascua es una pequeña isla volcánica,situada a 3700 kilómetros al oeste de la costa de América del Sur. Te cuento que la isla fue anexada a chile en el año 1888, bautizada por el holandés Jacob Roggeveen, el mismo que llegó a la isla en el año 1722.

Mucho antes que los europeos se fijaran en ella,existía en la Isla de Pascua una floreciente población polinésica,que llamaba al lugar "el ombligo del mundo".

Los nativos dejaron algunos monumentos espectaculares, los conocidos "moais" que son estatuas monolíticas con cabezas enormes talladas en una piedra volcánica blanda: la toba.Algunas alcanzan los 23 metros de altura y pesan casi 60 toneladas. Las más antiguas han estado allí por cerca de mil años y las más recientes son del siglo XVII.

Muy pocos descendientes de los talladores de piedra sobreviven hoy en día en la isla, ya que la trata de esclavos realizada por los peruanos entre 1862 y 1863, combinada con graves epidemias, diezmó virtualmente la población polinésica.Misioneros cristianos llegados en el siglo XIX contribuyeron a que la cultura indígena declinara.

La mayoría de los 2770 habitantes se concentra en la aldea de Hanga Roa,en la protegida costa oeste.Tradicionalmente se dedican a la agricultura, y también a la cría de ovejas dando origen a un pequeño comercio de la lana.Desde mediados de 1980 el turismo, sin embrago, se ha convertido en la principal fuente de ingresos de la isla.Por eso te recomiendo que visites cuanto antes este maravilloso lugar en el mundo.

Via: viajesudamerica


23 mayo 2009

Santiago de Chile, “el legado inca”

La zona de providencia es otro de los lugares de copas y diversión, sobre todo para los trabajadores y turistas. Una de sitios más de moda es la zona de Nuñoa, con locales modernos y a también locales donde disfrutar de una copa tranquilamente.

La edad mínima para consumir alcohol es de 18 años, no hay una etiqueta de vestimenta preestablecida aunque algunos locales suelen exigir vestimenta un poco elegante para entrar. La mayoría de los locales no cobran entrada exceptuando algunas discotecas que cobran un precio mínimo por la entrada.

La ciudad dispone de un casino donde poder realizar sus apuestas. Hay que ser mayor de edad y vestir elegantemente. Para los extranjeros es requerido el pasaporte para el acceso. El Casino Viña del Mar es el más conocido de la ciudad.

Para escuchar música en directo puede ir hasta el Boomerang Pub, en la calle General Holley 2285 o al Santiago Jazz Club para escuchar artistas locales e internacionales. Y para ver como se vive una tradición española en otro país puede ir a El Tablao, donde podrá disfrutar de espectáculos de flamenco en directo.

Y para los más pequeños (y los no tanto) Santiago de Chile posee un gran parque de atracciones, Fantasilandia, único en su tipo en toda América latina. Con más de 8 hectáreas de terreno y que recibe más de un millón de visitas anualmente.

Y ya como actividad más relajada siempre podrá ir hasta el Parque Metropolitano, el parque más grande de Chile y uno de los más grandes del mundo. Con unas infraestructuras adaptadas para todo el mundo, zona de pic-nic, piscinas, ludotecas, miradores, senderos para pasear y hasta un zoológico.

Indudablemente Santiago de Chile es un lugar que suele pasar desapercibido en las agendas de los viajeros pero que esconde muchas sorpresas que están esperando a ser descubiertas.

Via: actualidadviajes

23 abril 2009

Maitencillo: relájate en la costa chilena

Escrito por David

Uno de mis mejores amigos se casó hace tan sólo un mes en la capital chilena, Santiago. Fue una suerte y honor poder estar presente en tan señalado día de su vida gracias al periplo que llevo realizando por el continente sudamericano, pero el chaval -Richard- nos pagó el esfuerzo a todos con creces y nos preparó una gran semana de actividades por los alrededores de Santiago a todos los extranjeros que acudimos a la boda.

El día en que llegaron los amigos de Francia en un avión de Air France fuimos al aeropuerto a recogerlos para poner rumbo a Maitencillo, un pequeño pueblo del litoral chileno que se encuentra a tan sólo hora y algo de Santiago y una media hora de Valparaíso; un lugar en la costa chilena ideal para relajarse.

Richard había reservado dos bungalows en primera línea de playa por unos 70.000 pesos -unos 80 euros- entre los dos. El precio no estaba nada mal teniendo en cuenta de que estaban en primera línea de playa, -de hecho, estaban ya en la arena- tenían barbacoa y cabían unas 12 personas entre los dos.

El pueblo es bastante pequeño y lo exploramos mientras buscábamos restaurante dónde comer y nos aprovisionábamos de bebida, carbón, palas de playa y demás cosas básicas para pasar unas buenas 24 horas en aquel remanso de tranquilidad con vistas al Océano Pacífico.

Fue un día perfecto.

En estas latitudes el agua del Pacífico es bastante fría pero nos dimos un buen baño después de sudar como cerdos jugando al volley. Después comenzamos el fuego de la barbacoa mientras dábamos cuenta de las primeras de las muchas cervezas y copas que caerían esa noche. La playa y el pueblo estaban casi desiertos -justo al final de la temporada veraniega- y disfrutamos el lugar como los únicos reyes de un hermoso reino.

Comenzó la música, la carne se doró y las conversaciones en inglés, francés -yo desconectaba- y español se entremezclaban con el Reggae, Yves La Rock y demás repertorio mientras el ron se enfriaba en la nevera. La decoración de la zona de la terraza con velas, la luna llena y la vista nocturna del mar hicieron el resto para una noche playera en toda regla.

La anécdota de la noche fue la gran partida de dominejkique nos hicimos Richard y yo -gran pareja de dominó de antaño- contra Folicué -francés con ascendencia africana y española- y Erik -cubano cantante de éxito afincado en Francia y que se convirtió en gran amigo después de esta semana-. No me creí lo que me dijo Erik de que en Cuba se juega con fichas ¡hasta el doble 9!. Parece que es cierto pero, aunque se veía que era un gran jugador de dominó, Foli estaba más atento al ron y les dimos pal pelo. ¡Un vicio el dominó!

Al día siguiente, al amanecer, nos despedimos con pena de aquella casa en la que habíamos pasado tan poco tiempo pero tan bien aprovechado. Nos esperaba Valparaíso.

Para mí, mucho mejor lugar que Viña del Mar para quien busque unos buenos días tranquilos de playa.

Via: viajablog



17 abril 2009

Consejos para viajar en autobús por Chile

Ya dice el refrán que nunca es tarde si la dicha es buena y bueno, aunque no siempre el tema es verdad -¿quién no ha ido detrás de su amor cuando se dio cuenta de que ella o él era lo que buscaban, y ya no pudo ser?- en esta ocasión sí que me sirvió de algo ahondar un poco en el funcionamiento de la web de la compañía chilena de autobuses Tur-Bus que he utilizado un par de veces para desplazamientos tanto nacionales como internacionales en el país donde expresiones como Po y Weón forman parte del castellano diario.

Así como ocurre con la compañía de buses brasileira Pluma, sólo se pueden reservar billetes de autobús mediante su web si utilizas un número de carnet de identidad nacional. O sea, que necesitas a un amigo chileno -o brasileño en el caso de Pluma- que te preste su número de carnet y datos -nombre y apellidos tan sólo, en el caso chileno- para poder hacer la compra por internet.

Mi gran amigo de la infancia medio francés medio español, Richard, se casó el día 14 de Marzo con su mujer chilena, Gloria - en un festón que espero poder contar aquí con algo más de tiempo aunque las fotos quedarán para el autor- y al estar casado ya por lo civil no tuvo ningún inconveniente de darme sus datos para poder comprar el pasaje que me llevaría de Santiago a Arica en mi camino hacia Perú.

Para retirar el pasaje necesitas mostrar el carnet de identidad aunque no quedó muy claro sí tenía que ser el mío o el de Richard. Sacamos los dos -yo no llevaba mi pasaporte encima- y la chica eligió el chileno, aunque por teléfono me aseguraron que lo único que necesitaba para retirar el billete sería el código de compra. Minutos después de realizar la compra recibí el email que me comentaba lo de la presentación del carnet de identidad, pero no especifica si del viajero o del registrado en la web.

Una gran ventaja fue que no tuve que ir a la terminal para comprarlo pero además al hacerlo por la web obtuve un 10% de descuento. Así que si tenéis amigos en el país no dudéis en pedirle este favor. ¡De las 30 horas de bus ya ni me quiero acordar!

14 abril 2009

Chile: El desierto, la cordillera y los volcanes

Entre lo inhóspito y lo bello, el pueblito chileno de San Pedro de Atacama cautiva a quienes se le atreven. Sus asombrosos paisajes de volcanes, géiseres, lagunas, dunas y minas de cobre, son la prueba de transformaciones geológicas milenarias y el resultado de un escenario que no conoce la lluvia. Convertido en uno de los suelos más secos del mundo, su asentamiento nace a la vera del río que lleva el mismo nombre, y donde algunas excursiones invitan al fascinante mundo del desierto.

Silencio y aridez

Poco menos de 100 km separan a San Pedro de Calama (ciudad y aeropuerto más cercano) y unos 1.670 km de Santiago. Ubicado a 2.470 metros sobre el nivel del mar, en el altiplano de la II Región de Chile, unas 5.000 personas forman parte de su poblado estable. Además de la pequeñez y lejanía de las grandes metrópolis, su atractivo radica también en la importante cultura atacameña, por la cual la zona es considerada una capital arqueológica del país trasandino. Claro que ante semejante paisaje, el turismo se ha establecido como la mayor fuente de ingresos del lugar, y el pueblo se organiza para prestar servicios a los más visitantes de todo el mundo.

Desde el centro varias agencias suelen recomendar un guía para la aventura, que permite descubrir los secretos de algunos interesantes sitios para quien pueda contar con sus servicios. Para cualquiera de las excursiones se recomienda una camioneta, ya que los circuitos son plenamente off road.

Desde Awasi, un hotel rústico que se erige como un antiguo solar rodeado de un muro histórico, parten excursiones a las entrañas del desierto, donde todo es fascinación, y la amplitud térmica entre el día y la noche otro impredecible del viaje.

Océano blanco

Las salidas comienzan en general por la mañana, y alcanzan unos pocos kilómetros para comenzar a ver siluetas de volcanes, lagunas y géiseres, sobre un blanco radiante de la salina. La rareza del suelo escupiendo vapor llama la atención de los más inconmovibles, y es una de las paradas predilectas de cada excursión.

De allí, se parte al perfecto espejo de agua formado por el emergente del salar. Hay que hacer otros 40 km hasta los volcanes Licancabur y Lascar, como paso previo al poblado de Toconao, famoso por sus construcciones en piedra liparita. Llegar aquí implica una visita de medio día, y la parada obligada en los puestos artesanales permitirán obtener regalos a muy buen precio. Para el regreso queda la Quebrada de Jere, el cañón por el cual corre el único cauce de agua dulce en los alrededores, y las ruinas de antiguos huertos de pobladores originarios, que se encontraban en pleno desierto.

Pero si se pretende explotar al máximo la estadía, no hay como llegar al Valle de la Luna, un bucólico anfiteatro a cielo abierto y frente a la Cordillera de la Sal, apenas a 15 minutos del pueblo. Allí el reto consiste en caminar por el "hilo" que parece su sendero trazado en su duna principal. Mirador de lujo, desde ahí es posible apreciar una extraordinaria superficie "lunar", y las insólitas formaciones geológicas que siguen su remodelación por la permanente acción del viento.

Géiseres y piletas

Para una visita de día completo hay que llegar al Tatio, un campo geotérmico ubicado en plena cordillera andina y a 4.200 metros de altura. La excursión dura unas ocho horas (incluye almuerzo) y acerca a las extrañas e incesantes fumarolas de vapor que brotan de los cráteres. Cerquita, aguarda el piletazo en las termas de Puritana, unos pozos de agua a 30 grados centígrados, ideales para recuperar la energía.

Administrados por el Hotel Explora, los bañados están abiertos a todo público. Y si el baño salado es una debilidad, otro día de aventura tiene como objetivo las lagunas Miscanti y Miñique, espejos de agua ubicados a más de 4.000 metros sobre el nivel del mar y parte de la Reserva Nacional Los Flamencos.

Para cerrar un día de nado pleno y con el marco de la cordillera de los Andes, el destino será ese conjunto de tres lagunas llamado Laguna Cejar. Allí, además de contemplar esa belleza, es posible realizar una curiosa prueba: la imposibilidad de hundirse, como sucede en el Mar Muerto de Israel.

Antes del adiós, San Pedro propone una caminata por el pueblo, la plaza, la iglesia mayor y el museo, son un resumen de un asentamiento que conjuga a la perfección su pasado con el creciente turismo moderno. Rico en artesanías, el asentamiento ha seguido esta tradición como un rito ancestral.

Esta historia se encuentra resguardada en el museo Arqueológico Gustavo Le Paige, que cuenta con 380.000 piezas que corresponden a los orígenes de la cultura sanpedrina. Esas cerámicas, tejidos, cesterías, tallados en madera, cobre y bronce, llegan desde los pueblos originarios, hoy a la venta en muchos de sus locales. Tejidos de lana de llama, alpaca y oveja, y las creaciones en piedra volcánica de la localidad de Toconao, son el regalo ideal para la vuelta a casa.

11 marzo 2009

Chile: El archipiélago de las leyendas

Las islas de Chiloé y sus bellísimos paisajes. Un territorio de singular identidad, con fantásticas historias y el intenso sabor de su cocina.

Esta extensa y desolada playa en la que rompen, furiosas, las olas del Pacífico sur, parece el sitio ideal para que aparezca el Caleuche, al que, aun sin atrevernos a decirlo expresamente, ansiamos ver. Pero no, parece que hoy tampoco se deja ver. Está sí esa densa bruma que confunde los contornos del mar y el cielo, están el silbido del viento, las constantes nubes que dejan ver el sol entre chaparrón y chaparrón y la silueta de los acantilados con los que la Cordillera de la Costa se zambulle en el mar. Y están los gaviotines, que los habitantes originales llamaban chelles y que, por su paso al castellano (chillwe quiere decir "lugar de chelles" en idioma mapudungun o mapuche) terminó dando nombre a esta tierra tan extraña como fascinante: Chiloé, en el extremo sur de Chile.

Tierra de brujos, leyendas y pescadores, de campesinos y corsarios, Chiloé es un hechizo de praderas verdes, fiordos y canales; un raro paisaje que remite a las colinas de Irlanda o de las highlands escocesas, al sur del Pacífico.

Para ser exactos, hay que decir que Chiloé no es una isla sino un archipiélago que, además de la Isla Grande, comprende un gran número de otras islas e islotes de menor tamaño, que hospedan en total unos 160 mil habitantes. Y albergan, sobre todo, una particular historia, una cultura muy propia -por la mezcla de tradiciones indígenas e hispánicas, por el medio ambiente insular, por el aislamiento en que vivió la zona por mucho tiempo- y una cantidad de leyendas y mitos que asombran por su originalidad y su inventiva.

Como la del Caleuche, ese barco fantasma que, dicen todos aquí, recorre permanentemente los fiordos y canales. Tiene aspecto de velero antiguo, es de color blanco, su cubierta principal está llena de luces, y en él se oye siempre música de fiesta. Para pasar desapercibido, puede transformarse en tronco de árbol, roca o animal marino, o navegar bajo el agua. Según la versión del mito, su tripulación está formada por los brujos de Chiloé, por los muertos en el mar, por esclavos o por quienes pactaron con los brujos para obtener riquezas.

En la Isla Grande

Es raro ver una ruta que siga derecho hasta hundirse -literalmente- en el mar. Pero es lo que pasa con la ruta 5 chilena, que nace bien al norte -límite con Perú- y recorre el país a modo de columna vertebral. Pero en el puerto de Pargua, frente a la Isla Grande de Chiloé, la lengua de asfalto se sumerge en el canal de Chacao. Allí atracan los ferries que cruzan este célebre canal -en otros tiempos temible para los navegantes, y escenario de más de un naufragio legendario-, para depositar, 35 minutos más tarde, autos, motos, colectivos, camiones y peatones en la otra orilla, donde la ruta 5 emerge de las aguas para seguir viaje hacia el sur.

Llegar a Chiloé al anochecer puede no ser recomendable si no se conoce la ruta -el tránsito de buses y camiones es intenso-, aunque puede ser una ventaja si se tiene la suerte, por ejemplo, de ver aparecer la luna tras la Cordillera de los Andes, reflejada mágicamente en las aguas. O llegar a última hora a una cabaña encaramada en la cima de una colina de las afueras de Castro, para contemplar las lucecitas tintineantes en el fiordo y sorprenderse con el paisaje de las primeras luces de la mañana: praderas verdes que se hunden en un mar azul surcado por coloridos barcos de pescadores, casas de madera como de cuento y esbeltas torres de iglesias -de madera, como todas las iglesias de la isla-. Aquí afortunadamente la modernidad parece haber llegado -asfalto, autos cero km, señal de celular en todos los rincones, bancos, servicios- suavemente, como con respeto, sin destruir lo que en tantos años logró conservarse.

Castro y los palafitos

La mayoría de los pueblos y ciudades del archipiélago se concentran en la Isla Grande, como Castro, que con cerca de 40 mil habitantes, es la capital de la provincia de Chiloé desde que, en 1982, le arrebató ese título a Ancud. Fundada en 1567 en la zona central de la isla, Castro es la tercera ciudad más antigua de Chile con existencia continuada, y su historia mezcla huilliches y chonos -habitantes originarios de la zona- con conquistadores españoles, jesuitas, franciscanos y piratas: en el año 1600, la población fue ocupada durante dos meses por el corsario holandés Baltazar de Cordes, para ser luego nuevamente arrasada por otro holandés: Hendrick Brouwer.

En Chiloé, además, se construyó la goleta Ancud, primer buque de guerra fabricado en Chile, que desde el archipiélgo partió para tomar posesión, en 1843, del Estrecho de Magallanes, a nombre de la naciente república. La tripulación, compuesta fundamentalmente por chilotes, fundó el Fuerte Bulnes, actual Punta Arenas.

Hoy, las callejuelas en subibaja de Castro concentran comercios y servicios, entre las clásicas construcciones en madera tapizadas con vistosas tejuelas de alerce, dotadas de balcones y miradores y pintadas de colores. El centro neurálgico es la plaza central, frente a la Iglesia de San Francisco -Patrimonio de la Humanidad-, cuyo templo primitivo fue destruido por un incendio en 1902 y reconstruido en 1912. Para protegerla, el exterior fue cubierto con chapas, pero su interior se conserva totalmente de madera -incluidos el vía crucis y los ornamentos-, y es deslumbrante. Sus torres se elevan a 42 metros de altura, y se ven desde varios km a la redonda.

Un encantador paseo es el que desanda la avenida Pedro Montt, a dos cuadras de la plaza pero varios metros más abajo, a orillas del mar. El paseo visita el puerto, la feria artesanal y los palafitos, singulares construcciones de madera sobre pilotes enterrados en el fondo del mar, que surgieron para aprovechar mejor la ribera durante la expansión comercial del siglo XIX, y de los que hoy sólo quedan algunos ejemplos en Castro y en Mechuque, una de las islas Chauques. Una bellísima postal de los palafitos, y del centro de Castro encaramado en la cima de la colina, se consigue desde la península de Ten-Ten, un par de km al norte.

Pero hay que ir atento, porque si a la vera del camino se aparece un hombre pequeño y deforme cuyas piernas terminan en muñones, porta un hacha de piedra o bastón de madera y luce un gorro cónico, es el Trauco. Este personaje mitológico, se dice, habita en los bosques cercanos a las casas y se dedica a enamorar a las mujeres, aunque no es tan atento con los hombres: con su aliento, puede dejarles la boca torcida o condenarlos a muerte.

El mercado de artesanías Lillo se luce con trabajos en madera, vistosos tejidos en lana y cestos y canastas hechos con fibras vegetales. Además, en el mercado del puerto se encuentra una gran variedad de mariscos, y los varios restaurantes de Castro son una buena opción para adentrarse en la rica gastronomía chilota, que utiliza la papa en casi todas sus versiones y se basa en mariscos, pescados y carnes de vacas, cerdos y corderos que se crían en el campo.

Durante el verano, y los domingos durante el resto del año, varios sitios ofrecen curanto en hoyo, el plato más típico de Chiloé. Se prepara en un hoyo en la tierra donde se colocan piedras calientes y, encima, donde se colocan piedras calientes y, encima, capas de pescados, mariscos, carnes, embutidos, vegetales y legumbres, cada capa separada por hojas de una planta típica llamada pangue o nalca o, en su defecto, de parra o repollo. Un espectáculo no sólo por su sabor, sino también por su larga y compleja preparación.

La ciudad de los tres pisos

La ruta 5 serpentea hacia el sur por lo alto de la meseta, y 15 km al sur de Castro, un desvío baja hasta Chonchi, un puerto conocido como "la ciudad de los tres pisos" por sus fuertes desniveles, con la llamativa iglesia celeste y amarilla de San Carlos de Borromeo, que hace equilibrio en la pendiente.

Cerca de Chonchi parte la ruta -asfaltada hace poco- que se interna 40 km hacia el oeste, hasta el Parque Nacional Chiloé, a orillas del Pacífico abierto. Desde el puesto de guardaparques parten senderos que se internan en el bosque valdiviano, una densa vegetación formada por árboles siempreverdes, arbustos y plantas trepadoras, donde habitan el pudú, uno de los ciervos más pequeños del mundo, y el zorro chilote o de Darwin, en peligro de extinción. Aquí está la extensa y desolada descripta playa en el comienzo de esta nota, que remite al fin del mundo.

Sólo 19 km al norte de Castro está Dalcahue, un encantador pueblo estirado sobre la costa, que deslumbra con la Iglesia de Nuestra Señora de Los Dolores y su portal de 9 arcos, Patrimonio de la Humanidad. Y una feria de más de cien años de tradición, donde los artesanos de las islas exhiben una gran variedad de tejidos de lana y artesanías en madera tallada.

El transbordador es el medio que todo el mundo utiliza para cruzar a la isla Quinchao -5 minutos de viaje-, con los vistosos poblados de Curaco de Velez -famoso por sus maestros carpinteros, constructores de casas y barcos- y Achao, con Santa María de Loreto, la más antigua de las iglesias chilotas que permanecen en pie, construida alrededor de 1730. En la corta avenida costanera se suceden restaurantes que, dicen, permiten saborear las mejores ostras de todo el archipiélago.

Brujerías

Hace miles de años, Chiloé era tierra firme, dice la leyenda. Hasta que apareció, desde sus dominios marinos, Caicai Vilu, la serpiente del mal, enemiga de la vida terrestre, e inundó el territorio. Entonces Tenten Vilu, la serpiente del bien, diosa de la tierra y la fecundidad, elevó el nivel de la tierra. Producto de esta lucha, que duró muchos años, los valles quedaron sepultados bajo el mar, y los cerros convertidos en bellas islas.

Este origen mitológico parece haber marcado a fuego la historia del lugar. Se dice, por ejemplo, que aún hoy la Fiscalía de Castro recibe de tanto en tanto denuncias por brujerías, una práctica que en Chiloé tiene una larga tradición, que se remonta a la llegada de los españoles, cuando la zona estaba habitada por chonos, cuncos y huilliches, quienes no abandonaron completamente sus ritos pese a adoptar el catolicismo. Muchos de estos mitos, así como los conocimientos sobre el uso de las plantas como medicina o veneno, se mantuvieron en secreto.

Y tanta fue su influencia que, en 1880, el gobernador de Chiloé decidió llevar a juicio a varios acusados de integrar "La Recta Provincia", una sociedad de brujos que regulaba la hechicería en el archipiélago, que contaba con numerosos integrantes y ejercía gran influencia entre los campesinos. Acusados y encarcelados varios de sus miembros, la brujería fue perdiendo poder oficialmente, pero sus mitos perduran hasta hoy en parte de la población.

Al sur del Parque Nacional Chiloé se extienden densos bosques que, para la mente del viajero ávido de leyendas, bien pueden ser el hábitat perfecto para el Trauco, el Invunche, la Fiura, la Voladora o la Viuda, entre muchos otros personajes mitológicos.

Más al sur, la larga ruta 5 encuentra su fin en Quellón, ciudad fundada en 1905 por una compañía que extraía alcohol de la madera de los bosques. Hoy es el principal puerto de la Isla Grande, base de la poderosa industria salmonera y de la extracción de productos de mar. Habría que ver si los tripulantes del Caleuche acuerdan con el fuerte desarrollo industrial que, a partir del famoso salmón del Pacífico, está adquiriendo este mítico archipiélago.

01 marzo 2009

Chile y su misteriosa Laguna Roja

¿Quieren conocer un lugar verdaderamente sorprendente?… Si la respuesta es afirmativa entonces deben viajar hasta el norte de Chile, a la localidad de Camiña al interior de la ciudad de Iquique para visitar la misteriosa Laguna Roja.

Esta zona del territorio chileno, ubicada a 3.500 metros de altura, históricamente ha sido poblada por la cultura aymara y que como toda antigua civilización han sabido conservar los secretos y leyendas de su tierra que se han ido develando recientemente.

Un caso muy particular se manifiesta en la Laguna Roja, que según cuenta la historia, es dueña de una maldición que cubre a quien se acerca a sus aguas de color rojo. Es por esto que nadie sabe donde queda exactamente ya que no figura en los mapas ni tampoco que profundidad tiene y se toma como explicación de la desaparición de miles de aymaras que en otros tiempos bebieron de sus aguas.

Muy cerca de la Laguna Roja se encuentran otros dos espejos de agua, pero en este caso son de color amarillo y verde de las cuales se dice que comienzan a burbujear al verse rodeadas de gente desagradable, por lo cual se cree que todas estas acumulaciones de agua coloreada son propiedad del mismo diablo.

Muchos estudios han sido realizados en este lugar por expertos biólogos que aseguran que el color se debe a diferentes especies de algas que viven en sus profundidades, pero el misterio aún sigue en pie por lo que se recomienda realizar las excursiones a la zona acompañados por personas que conocen la región.

Vía: Locura Viajes

09 enero 2009

Chile: Chiloé un descanso para el viajero en

Me encontraba en Mendoza (Argentina) disfrutando del gran ambiente con el que se viste esta espléndida ciudad durante el Festival de la Vendimia. En el hostal en el que me hospedaba, situado en la calle de Las Heras, conocí a un chileno procedente de Chiloé, y me habló tan bien de su tierra natal, que no dudé ni un instante en pasarme por allí cuando me recorrí toda la costa de Chile.

Tras cruzar la Patagonia argentina de norte a sur, parando en Bariloche y en Calafate antes de llegar a Ushuaia, lugar popularmente conocido como ‘el fin del mundo’ al tratarse de la ciudad más austral del planeta, tocaba volver hacia arriba; de forma que me crucé Chile de sur a norte, primero atravesando la Patagonia chilena bordeando la cordillera de los andes, para después seguir rumbo hacia Bolivia costeando el océano Pacífico.

Por carretera hasta Puerto Montt, y un ‘ferry’ para cruzar el canal Chacao. Así fue como llegué a Chiloé, un archipiélago al sur de Chile, que además de un gran número de islas de menor tamaño, comprende a la Isla Grande de Chiloé.

Pasé tres días en Castro, ciudad puerto capital de la provincia de Chiloé desde 1982 y tercera ciudad más antigua de Chile. Un lugar tranquilo y pintoresco, en el que se puede gozar de largos paseos con vistas maravillosas. Una mención especial merecen sus iglesias, costruídas durante los siglos XVIII y XIX y que destacan por haber perdurado a pesar de estar hechas de madera.

También me pasé por Ancud, que fue la capital de la provincial hasta 1982 y es la segunda ciudad más importante de la isla. Paseando por una de sus playas me paré a conversar con los pescadores locales. Me hablaron de un pequeño islote que no se hallaba demasiado lejos de la costa y en el que al parecer se ‘alojaban’ varias familias de pingüinos. Conseguí convencerlos para que me acercaran hasta allí con una de sus zodiacs para verificarlo. Y efectivamente, tras unos minutos rumbo mar adentro, llegamos hasta un pequeño peñon ‘habitado’ por un montón de graciosos pingüinos que se dedicaban a pasear de un lado a otro con ese curioso caminar y a tirarse al agua en busca de algo con lo que llenarse la tripa. Realmente una divertida experiencia la ‘visita’ a los pingüinos de Ancud.

Disfrutar de las delicias del pisco sour, bebida local por excelencia, es otra de las experiencias de las que guardo un magnífico recuerdo a mi paso por Chiloé (y por Chile en general…), aunque de ello os hablaré en otra ocasión...

Si te pasas por Chile, Chiloé es sin ninguna duda un buen lugar para perderse y relajarse durante unos cuantos días.

Via: viajablog

20 diciembre 2008

Isla de Pascua: maravilla de Chile.

Es una isla de Chile, pero está situada en Polinesia. Isla de Pascua es una de las más remotas porciones de tierra en el Océano Pacífico, y también una de las regiones más misteriosas. Isla de Pascua también se conoce como Rapa Nui, en el idioma original de los nativos de la isla, el pueblo rapanui. La isla de Pascua es uno de los destinos turísticos más emblemáticos de Chile, gracias a la fama global de sus moáis, las esculturas gigantes que custodian la isla como si fuera un enorme museo a cielo abierto.

La isla de Pascua, está situada a 3.526 kilómetros de distancia del continente americano, aunque mucho más cercana, están las islas Sala y Gómez, el punto más oriental de Oceanía. De origen volcánico, la Isla de Pascua es el resultado de la erupción de tres volcanes submarinos que emergieron a superficie hace más de tres millones y medio de años. Los tres volcanes al elevarse, conformaron una isla de forma triangular con un volcán en cada uno de los vértices. El volcán Maunga Terevaka, con 539 metros sobre el nivel del mar, es el más alto de la isla.

De un aspecto virtualmente deforestado, en donde un antiguo bosque originario ha desaparecido por completo a lo largo de miles de años, en la Isla de Pascua apenas hay unos pocos árboles y un paisaje ondulado de costas abruptas bajo un clima tropical de gran influencia oceánica. La isla, apenas poblada, varía permanentemente su cifra gracias a la llegada de turistas. El principal centro poblado se encuentra en Hanga Roa. La única ruta de vuelo que conecta con la Isla de Pascua a diario proviene de Santiago de Chile, la capital del país.


La isla de Pascua, con sus playas desiertas y los gigantescos moáis dispersos y agrupados en sectores de la isla, fue declarada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 1995. Las estadías en la isla, permiten realizar excursiones de exploración y jornadas de sol y playa. El principal evento de la isla, es la fiesta de Tapati, durante la primera quincena de febrero. En el festival de Tapati se realizan rituales ancestrales, además de competencias tradicionales de gran atractivo. La isla de Pascua, marcada por la cultura y tradiciones de los rapanui, es sin dudas un destino que deja marcado a cada visitante.

17 diciembre 2008

Chile: ¿Flores en el desierto?

Llegaremos hasta el continente americano, más exactamente a América del Sur para conocer un curioso lugar que se encuentra al norte de Chile entre la Cordillera de los Andes y el Océano Pacífico: el Desierto de Atacama.

Cuando mencionamos la palabra “desierto” automáticamente viene a nuestra mente la imagen de una sediento paisaje, de climas extremos y de difícil acceso, y aunque en el caso de Atacama no estaríamos equivocados ya que se trata de uno de los más áridos del planeta registrando en su parte central hasta 400 años sin recibir lluvias.

Pero en otros puntos de este llamativo desierto, como por ejemplo desde el norte de la ciudad de Vallenar hasta Copiapó, cuando caen pocos milímetros de agua, dan paso a un extraño fenómeno natural que se convierte en un bello y atractivo espectáculo para quienes tienen la oportunidad de observarlo.

El agua que llega al suelo -generalmente entre los meses de septiembre y noviembre- provoca que las semillas y bulbos que se encontraban bajo el suelo en estado latente comiencen a germinar formando una increíble cubierta de flores y hierbas entre las que predominan la malvilla, la garra de león y la pata de guanaco, que trae aparejado la visita de diferentes especies de aves, insectos y otros animales.

En la zona también podemos mencionar otros lugares muy recomendables como una visita al Parque Nacional del Pan de Azúcar, el bosque de Fray Jorge, la Laguna Verde o el Valle del Río Elqui. Cabe señalar que el desierto de Atacama será proximamente atravesado por el Rally Dakar.

Vía: Vuelta al Mundo


10 diciembre 2008

Valle del Elqui, una escapada alternativa al Norte de Chile

Hoy te propongo un viaje hacia las estrellas en Chile. El Valle del Elqui, a unos 90 km de La Serena y 470 km al norte de Santiago, goza dicen de los cielos más claros del hemisferio sur, razón por la cuál organizaciones internacionales han instalado observatorios astronómicos en las cumbres de algunos de sus cerros.

Considerado un polo energético está también asociado a los OVNI por las comunidades que realizan actividades espirituales en él. El Valle del Elqui es además cuna de la poetisa chilena Gabriela Mistral, ganadora del Premio Nobel de Literatura el año 1945.

Me encontraba en La Serena, localidad chilena situada a 474 Kilómetros al Norte de Santiago, y no sabía muy bien hacía dónde ir. Bolivia me esperaba, pero no me apetecía abandonar Chile todavía. Durante una de las inumerables conversaciones nocturnas acompañadas de pisco sauer que con Francisco, conocido como Pancho y zapatero de profesión, solíamos mantener en Marias Casa, esa cómoda y confortable casa de hospedaje en La Serena que él mismo regenta, apareció su nombre, el Valle del Elqui.

Mi amigo chileno me habló de la paz y la tranquilidad que reina en esa pequeña aldea situada a 107 km Este de La Serena. Mi estancia en esta localidad había sido de todo menos eso, serena, por lo que no dudé ni un instante y seguí su recomendación; empaqueté la mochila y me subí al primer autocar que partía desde La Serena a Pisco Elqui.

Pancho me había proporcionado la dirección de un amigo suyo que vivía en la pequeña aldea y que alquilaba habitaciones a viajeros como yo. No fue difícil encontrarlo; se alegró de recibir noticias de su amigo en La Serena mientras compartíamos, cómo no, unos tragos de pisco sauer. El precio que me cobró por hospedarme en su casa fue, nunca mejor dicho, de amigo; además me dio permiso para utilizar su cocina, de modo que me pude permitir ahorrar algunos pesos más.

Pasé cuatro días en el Valle del Elqui, y créeme, nunca había vivido bajo un cielo tan limpio y tan claro, tanto de día como de noche. Los paseos nocturnos después de la cena se convirtieron en mi actividad favorita; jamás en mi vida había presenciado un cielo tan estrellado como el que cubre las noches en el Valle del Elqui, verdaderamente parecía que pudieras tocar las estrellas con la mano. Cómo diría el bueno de Obélix, parecía que el cielo se nos fuera a caer encima.

En fin, que la breve escapada al Valle del Elqui fue una fantástica parada en el camino, perfecta para recargar pilas antes de adrentarme en el Desierto de Atacama, última estación en Chile antes de penetrar en tierras bolivianas.

Via: viajablog

20 noviembre 2008

Chile, La ruta del vino en tren

Entre los increíbles atractivos que nos brinda Chile, sin duda se destacan sus paisajes combinando la montaña con el océano y por supuesto su destacada producción de vinos famosos en todo el mundo.

Es con este objetivo de seguir conociendo su riqueza vitivinícola que los turistas pueden disfrutar de un paseo en el Tren del Vino en un sorprendente recorrido de un día entero de duración por el Valle de Colchagua.

En un viaje a unos 30 o 40 kilómetros por hora, es posible elegir entre 3 tipos de rutas pudiendo observar entornos diferentes y las cuales salen desde Santiago los sábados por la mañana.

Un paseo ideal para aquellas personas que disfrutan de la fotografía ya que los ambientes son maravillosos, y antes de subir al tren también podrán degustar deliciosos vinos y quesos de la región.

Vía: Nuestro Rumbo

03 noviembre 2008

Argentina: Por la Ruta del arriero

Un proyecto que recrea las travesías de los baqueanos que cruzaban de Argentina a Chile hasta hace un siglo.

La iniciativa apunta a brindar la posibilidad de recorrer los caminos que transitaban los arrieros en tiempos de la Colonia y durante el siglo XIX y principios del siglo XX.

Estos experimentados pobladores de las zonas montañosas próximas a la Cordillera unían el Valle Central con los departamentos del este y el oeste a través de huellas y senderos de la Puna, para transportar mercadería y arriar ganado. Llevaban vacas, caballos, mulas y burros, además de tejidos, hasta llegar a Chile por el Paso de San Francisco y a Bolivia, a través de Antofagasta de la Sierra. La travesía se inicia en San Blas de los Sauces y, entre otros pueblos, atraviesa Cerro Negro, La Punilla, Tinogasta, Fiambalá y Las Tamberías.

De acuerdo al mapa presentado por la Secretaría de Cultura provincial, este circuito se complementa con la "Ruta del adobe", que, a lo largo de 50 km desde Tinogasta hasta Fiambalá, exhibe centenarias construcciones de piedra, madera, adobe y paja.

15 octubre 2008

Argentina y Chile: Por la Ruta de la Araucaria

El serpenteante lago Aluminé aparece este atardecer extraordinariamente "planchado", un espejo al que casi da pena surcarlo, para no deformar esos reflejos perfectos de cumbres nevadas y bosques de araucarias. Pero la excursión en kayak por esta inmensa geografía es demasiado tentadora. Bajo la guía de Hernán Gallina, los kayaks se deslizan suavemente y nos regalan postales inolvidables desde la superficie del lago, con el volcán Batea Mahuida como fondo, blanquísimo, destacándose sobre el cielo rojizo.

Estamos en Villa Pehuenia, al oeste de la provincia de Neuquén. Desde aquí hasta Curacautín, en la región de la Araucanía de Chile, no hay más de 150 km, aunque los inabarcables paisajes de montaña y la gran variedad de actividades que se pueden practicar se empeñen en hacer que la zona parezca mucho mayor, enorme. Montañas, lagos, ríos cristalinos, volcanes, parques nacionales, centros de esquí y un sinnúmero de actividades al aire libre se combinan a través de esta Ruta de la Araucaria, que fue presentada recientemente. El recorrido une la zona cordillerana de Neuquén con la de la Araucanía chilena, a la sombra de las araucarias o pehuenes, esos hermosos y milenarios árboles, sagrados para los mapuches -esta es la única región del mundo con bosque nativo de araucarias-. Un reciente estudio realizado en Chile dice que la mayoría de los turistas llegan aquí en busca de naturaleza y aventura, y en segundo lugar, por la gran oferta termal.

Para ver la zona en toda su magnitud ascendemos las laderas del Batea Mahuida -la cima está a 2.000 metros-, a cuyos pies se encuentra el pequeño centro de esquí administrado por la comunidad mapuche puel. Mate de por medio, el cacique -lonco- de la comunidad, Manuel Calfuqueo, me cuenta los planes para crear más pistas e instalar nuevos medios de elevación, y pienso que nada mejor que estas alturas para captar este mágico lugar en toda su dimensión: el lago Aluminé y la península donde se asienta Pehuenia, poblada de araucarias, los volcanes Lanín, en Argentina -dentro del Parque Nacional Lanín-, y Villarrica, Llaima e Icalma en Chile, y ahí abajo el estrecho paso La Angostura, que une los lagos Aluminé y Moquehue. Precisamente hacia allí nos dirigimos al bajar del cerro, en busca de una actividad bastante nueva en la zona: canopy, en un recorrido creado por Fernando López, de cinco etapas que permiten "volar" en tirolesa por distintos cables colgados entre las araucarias, y deslizarse haciendo rappel contra sus añosos troncos. Y todo a la orilla del lago, con el cerro El Colorado enfrente.

En Argentina, esta zona de bosques naturales de araucarias se extiende hacia el sur hasta Aluminé -con un caudaloso río, ideal para la pesca y el rafting-, y al norte hasta Caviahue, cuyo centro de esquí acaba de cerrar una temporada invernal récord. La cercana villa termal de Copahue, en tanto, se prepara para su próxima apertura, en noviembre, con sus reconocidas aguas mineromedicinales, fangos, algas y vapores, que se aplican en distintos programas de prevención y salud. Actividades de aventura y excursiones en el bellísimo entorno del Parque Provincial Copahue complementan a la perfección el relax termal.

Los cuatro volcanes

Cruzando a Chile por el paso Icalma y tomando la ruta 89, pasamos por Lonquimay y el Túnel Las Raíces, que con sus 4,52 km fue el más largo de Sudamérica hasta 2006. Apenas a la salida está la localidad de Malalcahuello, con termas famosas por sus aguas y su excelente infraestructura; un poco más adelante, Manzanar -nuevamente un centro termal-, y a pocos km Curacautín (significa "Piedra de reunión"), una población de casi 18.000 habitantes que en otros tiempos supo ser paso obligado de los pehuenches que vivían a ambos lados de la cordillera, y que en verano recolectaban piñones (fruto de la araucaria), que siguen siendo un importante alimento en toda la zona. De hecho, muchos chefs los han redescubierto y los utilizan en modernos platos gourmet, e incluso en riquísimos alfajores que se elaboran con harina de piñón.

Esta pintoresca comuna de la región de la Araucanía chilena está rodeada por cuatro volcanes, dos parques nacionales, cuatro centros termales y tres centros de esquí, entre otros atractivos. Desde los jardines del complejo de cabañas se ve asomar, tras la cortina de álamos, la silueta del volcán Llaima, de 3.125 metros, esbelta, perfecta. El volcán está dentro del Parque Nacional Conguillío, que atesora lagos, lagunas, milenarias araucarias y hasta un bosque sumergido. Justo antes de entrar al parque, resulta imperdible la vista del Llaima desde el mirador, una estructura de madera construida sobre un impresionante río de lava, eco de una antigua erupción. Muy cerca están los volcanes Lonquimay, Sierra Nevada y Tolhuaca, y a las puertas de este último, unas termas de película -casi a la misma latitud que Copahue, pero "del otro lado"-, con fumarolas que despiden vapores y aguas que surgen a 96 grados desde las profundidades.
Toda la zona es perfecta para cabalgatas, pesca, avistaje de aves (el Parque Nacional Tolhuaca posee una muy interesante guía de aves) y actividades más aventureras, como trekking (hay numerosos senderos autoguiados en los parques nacionales), canopy o rappel.
Y están, claro, los artesanos, como en todo territorio mapuche, maestros en trabajar madera o lana, como lo demuestra Luz María Yáñez con sus telares-murales hilados con rueca y teñidos con vegetales. O Sergio Abarca, con sus impactantes obras en metal. Ambos participarán en una gran exposición, en diciembre. Obligatorio volver, pienso, camino al paso Pino Hachado, regreso a Neuquén.

Por: Pablo Bizón

25 septiembre 2008

Chile: La piscina más grande del mundo


Esta enorme piscina en el pueblo chileno de San Alfonso del Mar ha sido nombrada como la más grande del mundo por el libro Guinness de los records.

El lago forma una inmensa psicina de más de un kilómetro de largo y cubre ocho hectáreas de terrero. En su interior cobija más de 25.000 metros cúbicos de agua.

Esta especie de piscina o lago artificial ya ha sido abierto al público pero los detalles tecnológicos con los que se ha realizado todavía no se han desvelado. De paso, esperamos que tampoco sean copiados por otro ser con afanes faraónicos...

Vía América Zoom

25 agosto 2008

Ovnis made in Chile

No se podrá asegurar al turista que verá un ovni, pero que los hay, los hay. La semana pasada, el Servicio Nacional de Turismo de Chile (Sernatur) y el municipio de San Clemente -al sur de Santiago- lanzaron la primera ruta de turismo ufológico: un camino que pasa por sitios en los que desde 1995 hay avistamientos de ovnis, como la precordillera de Vilches, El Morrillo y la Reserva Nacional Altos de Lircay.

La zona de "El enladrillado", a unos 2.300 metros y con enormes bloques de piedra volcánica, se conoce entre los locales como pista de aterrizaje de ovnis. "Apoyamos la formación de esta ruta ufológica porque los expertos dicen que es una zona caliente para avistamientos", dijo Oscar Santelices, director de Sernatur, según un cable de AFP. El ufólogo Rodrigo Fuenzalida, presidente de la Agrupación de Investigaciones Ovniológicas de Chile, contó que entre 1995 y 1996 se registraron uno a dos avistamientos por semana. En febrero pasado, Fuenzalida fue testigo del fenómeno: "Era un objeto anaranjado, se ubicó a 400 metros de distancia con movimientos oscilantes".

19 agosto 2008

Traveling santiago de chile


Que bonita Santiago de Chile, tiene todo muy cerca las montañas a unos minutos del centró de la ciudad y el mar a una hora y media de viaje que mas se puede pedir.

02 abril 2008

CHILEN LAS VACACIONES QUE VIENEN: Desde Temuco hasta Chiloé



Desde Santiago hacia el sur (por la ruta Panamericana Norte-Sur)
o cruzando la cordillera por el paso de Puyehue, desde Villa La Angostura o Bariloche, se accede a la bellísima Región de los Lagos, zona de bosques, cerros, volcanes y termas. Temuco, Valdivia, Osorno y Puerto Varas son las principales ciudades desde las que se puede acceder a los espejos de agua de la región. Valdivia está a 840 kilómetros de Santiago, a orillas del río Calle Calle. Desde aquí es muy recomendable la excursión en barco hasta los pueblos de Corral y Niebla. Valdivia es también la puerta de entrada al hermoso lago Panguipulli, uno de "los siete lagos" chilenos, región de gran belleza en la que se realizan variadas actividades de turismo aventura. Otro lago muy visitado es el Villarica, donde se encuentran las localidades de Villarica y Pucón. Flanqueado por bosques y un volcán , y con buena infraestructura y servicios, Pucón es el balneario más concurrido.



Desde la ciudad de Osorno se puede partir rumbo a los bellos lagos Puyehue y Rupanco. Y cerca de Puerto Varas, son imperdibles los lagos LLanquihue (en sus orillas se levanta la colonia alemana de Frutillar) y Todos los Santos, espejo de agua coronado por el volcán Osorno.



De la ciudad de Puerto Montt hacia el sur, las bellezas paisajísticas se suceden sin solución de continuidad. Puerto Montt es famoso por su mercado de artesanías y por las marisquerías de Angelmó, en el puerto, donde se comen los mejores frutos de mar. Sirven de todo, pero la especialidad de Angelmó es el curanto (ver La Buena Mesa).
Unos pocos kilómetros mar adentro comienza el archipiélago de Chiloé, al que se llega tras un breve viaje en ferry. Chiloé es un destino imperdible para recorrer con toda calma. Pueblitos de pescadores con casas levantadas sobre palafitos, antiguas iglesias de madera que son Patrimonio de la Humanidad y un hermoso parque nacional muy verde con extensas playas son los principales atractivos de esta mágica isla. Castro, con su mercado y su iglesia; Ancud, con su bahía, y Cucao, con su extensa playa, son localidades de la isla que no pueden dejar de conocerse.



Durante enero y febrero, en Chiloé se organizan variadas muestras costumbristas, ferias artesanales y festivales folclóricos en las principales localidades. Entre todos ellos se destaca el Festival Costumbrista Chilote, que se hará los días 22 y 23 de febrero y en el que los visitantes, entre muchas otras cosas, pueden apreciar, paso a paso, la preparación de platos regionales.
Algunos precios de esta región: cabañas en Lago Puyehue, desde US$ 50 diarios. En Pucón, una cabaña para 4 cuesta US$ 65.

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