
Tras cruzar la Patagonia argentina de norte a sur, parando en Bariloche y en Calafate antes de llegar a Ushuaia, lugar popularmente conocido como ‘el fin del mundo’ al tratarse de la ciudad más austral del planeta, tocaba volver hacia arriba; de forma que me crucé Chile de sur a norte, primero atravesando la Patagonia chilena bordeando la cordillera de los andes, para después seguir rumbo hacia Bolivia costeando el océano Pacífico.
Por carretera hasta Puerto Montt, y un ‘ferry’ para cruzar el canal Chacao. Así fue como llegué a Chiloé, un archipiélago al sur de Chile, que además de un gran número de islas de menor tamaño, comprende a la Isla Grande de Chiloé.

También me pasé por Ancud, que fue la capital de la provincial hasta 1982 y es la segunda ciudad más importante de la isla. Paseando por una de sus playas me paré a conversar con los pescadores locales. Me hablaron de un pequeño islote que no se hallaba demasiado lejos de la costa y en el que al parecer se ‘alojaban’ varias familias de pingüinos. Conseguí convencerlos para que me acercaran hasta allí con una de sus zodiacs para verificarlo. Y efectivamente, tras unos minutos rumbo mar adentro, llegamos hasta un pequeño peñon ‘habitado’ por un montón de graciosos pingüinos que se dedicaban a pasear de un lado a otro con ese curioso caminar y a tirarse al agua en busca de algo con lo que llenarse la tripa. Realmente una divertida experiencia la ‘visita’ a los pingüinos de Ancud.

Si te pasas por Chile, Chiloé es sin ninguna duda un buen lugar para perderse y relajarse durante unos cuantos días.
Via: viajablog