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23 febrero 2009

Argentina un recorrido a la Patagonia profunda

Sólo, y tan sólo, 700 habitantes del oeste de Santa Cruz gozan, cada día, del cielo de El Chaltén; ven recortarse los cerros Torre y Fitz Roy y escuchan el rumor de los ríos cristalinos con una cotidianidad que resulta llamativa y admirable. Ese pequeño casco urbano, fundado hace dos décadas a 220 km de El Calafate y cerca del esplendoroso lago Viedma, en el Parque Nacional Los Glaciares, recibe cada temporada a unos 80 mil turistas ansiosos de devorar sus paisajes vírgenes.

Considerada "La capital del trekking", El Chaltén tiene todas las modalidades para recorrer con comodidad y seguridad los numerosos itinerarios que proponen los bosques, ríos, lagos y la fabulosa "montaña que humea", como llamaron los pueblos originarios al pico Fitz Roy, adorado eternamente por nubes etéreas.

La capital del trekking

El Chaltén resume el legado patagónico: la naturaleza emerge en su estado más puro, construyendo un paisaje de ensueño a partir de los valles y los majestuosos picos de la parte más austral de la cordillera de Los Andes.

El poblado ha experimentado un importante crecimiento durante los últimos años para dar abasto a la creciente demanda de servicios por parte de los turistas. Sin embargo, no ha perdido su estampa de aldea de montaña, de casas bajas de madera, con techos a dos aguas, y pequeños jardines dando la bienvenida.

La mayor parte de los visitantes que llegan hasta este paraje remoto de la Patagonia lo hacen para disfrutar de los numerosos senderos de trekking que parten desde El Chaltén. Entre los paseos más encantadores y accesibles se destacan el de la Laguna Torre, que dura toda una jornada en la que se atraviesan mágicos bosques de lengas y ñires, y el del río Eléctrico, que es un poco más largo e invita a pasar una noche de camping. Un poco más difícil para quienes no estén duchos en las actividades de montaña es el paseo hacia la Laguna de los Tres, un recorrido maravilloso entre bosques, ríos y cascadas que culmina en una hermosa laguna donde se tiene una excelente vista de los cerros Torre y Fitz Roy.

De regreso a El Chaltén una opción muy recomendable es realizar una excursión al cercano glaciar Viedma una mole de hielo cuyas paredes se elevan 40 metros sobre el nivel del lago homónimo. Se trata del glaciar más grande de la Argentina y brinda la posibilidad de peregrinar sobre su lomo con el uso de grampones, una experiencia que permite auscultar grietas, indagar en las cuevas de hielo y sumergirse en los sumideros con infinitas tonalidades azuladas. Estas excursiones por el glaciar suelen complementarse con paseos embarcados por el lago Viedma o con un día de campo en alguna de las magníficas estancias de la zona, donde no sería un pecado perderse la oportunidad de degustar un chivito al asador.

Otra excursión imperdible es la que culmina en la Laguna del Desierto, un lugar soñado para el avistaje de flora y fauna y a un paso -es un decir-, de la sorprendente alfombra blanca de los hielos continentales.

Cuatro días en El Chaltén conforman una breve visita al paraíso. Hoteles, hosterías, cabañas, campings y alternativas gastronómicas para todos los gustos y presupuestos, agencias de viajes, taxis y locutorios con Internet completan la oferta.

Si bien El Calafate, al sur de El Chaltén, es el gran imán de los viajeros, menos conocidos pero igualmente maravillosos son los paisajes del noroeste de Santa Cruz, junto a la mítica ruta 40.

Más de 500 km al norte de El Chaltén, por un largo camino de ripio se llega a Lago Posadas. Dejando el trazado de la mítica ruta 40 a la altura de Bajo Caracoles se gira hacia el oeste y el camino trepa lenta y sugestivamente hasta esta localidad, situada a apenas 6 kilómetros del lago homónimo y al pie de la meseta El Águila.

En la Patagonia profunda

Dicen que Lago Posadas, que oficialmente se llama Hipólito Yrigoyen, es uno de los secretos mejor guardados de la Patagonia y el visitante primerizo comprende el porqué. Este pequeño jardín de 250 pobladores y un mínimo entramado de calles de tierra, está a sólo 110 m sobre el nivel del mar. Sus montañas abrazan los lagos Posadas y Pueyrredón, separados por un istmo muy angosto y unidos por un pequeño arroyo que marida la naturaleza mansa y las aguas turquesas del primero, con el agitado temperamento y los azules profundos del Pueyrredón.Ambos comparten el idilio con las truchas, salmones y percas, que enamoran a los pescadores más exigentes.

Cerca del istmo, sobre las orillas del lago Pueyrredón, la estancia Suyai, dedicada exclusivamente al turismo, y un poco más lejos, la Garganta del Río Oro, son destinos ineludibles. Los más entrenados no deberían perderse una caminata o escalada al monte San Lorenzo, que ofrece una vista espectacular de los lagos y el pueblo.

De regreso a la ruta 40, desde Bajo Caracoles hay 130 km de ripio hasta Perito Moreno. Desde allí, dejando la ruta, se apunta hacia la cordillera. Tras 63 km de asfalto, se llega a un pueblo pequeño de nombre sugestivo: Los Antiguos. Los tehuelches, que supieron recorrer la Patagonia en toda su dimensión, bautizaron a este lugar como "Mis antepasados" o sea, los antiguos. Era el lugar que elegían para vivir sus últimos años aquellos que ya no estaban para montar caballos y desandar esos periplos del mar a la montaña y del norte al sur

Una asombrosa cortina de álamos verdes y orgullos cobija la pequeña urbe y deja ver los picos coronados de nieve de la Cordillera de los Andes, que da marco a este poblado mecido por las aguas del lago Buenos Aires y rodeado por un río cristalino que lleva el mismo nombre del pueblo.

La abundancia de agua fresca corona la principal actividad de Los Antiguos: los frutos rojos. Si bien la reina es la cereza, también compiten el sabor y el perfume de las frutillas, frambuesas, grosellas, corintos, ruibarbos, saucos y calafates. Como es de imaginar, esta producción enriquece mucho la gastronomía de la zona y la elaboración de dulces.

Desde los miradores Uendeunk ("espíritu bueno") se tiene las más hermosas vistas del pueblo y del lago. También se puede seguir el dibujo del río Jeinimeni, que sortea las chacras, obra humana tan bella como la naturaleza avasallante que las rodea.

Entre Lago Posadas y Los Antiguos, los carteles de las rutas insisten con un destino: Cueva de las Manos, la mayor concentración de pinturas rupestres del país, obra de los habitantes originarios de la Patagonia.

Las visitas programadas son muy recomendables y las excursiones se pueden contratar tanto desde Perito Moreno como desde Los Antiguos o Hipólito Yrigoyen. Las cuevas se encuentran en el cañadón del río Pinturas, un escenario natural solitario e impactante que invita a reflexionar sobre cómo era la vida en el corazón de la Patagonia hace cientos y cientos de años.

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