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21 enero 2010

Las diez maravillas más amenazados en este momento

La revista inglesa de viajes Wanderlust ha publicado su listado anual de las maravillas del mundo cuya preservación está en peligro, incluyendo sitios arqueológicos que son verdaderas mecas del turismo.

Claro que una cosa no se separa de la otra, y el hecho de recibir muchos visitantes tiene que ver con que estén amenazadas. Es la interminable dicotomía entre que todos podamos disfrutar y apreciar las reliquias, y que éstas puedan perdurar para las generaciones venideras.

Las ruinas del Machu Picchu en Perú y el complejo monolítico de Stonehenge en Inglaterra, son quizá los sitios más afamados de la lista. Pero hay otros.


Entre los restantes miembros de la lista, encontramos el valle de Wadi Rum, en Jordania; la orografía de Yangshuo, en China; las ruinas mayas de Tulum, en México; la ciudad de Jaisalmer, en India; la icónica ciudad sahariana de Timbuktu, en Mali; la Bahía de los Fuegos, en Tasmania.

Sitios que merecen que se los cuide y respete, comenzando por los operadores turísticos y finalizando por los mismos viajeros, que deben cuidar el lugar que están visitando.

Argentina: Lago Puelo, el paisaje de los ensueños

Desde el puente colgante que lo atraviesa, el río Azul es un camino manso que arrastra el agua de las altas cumbres. A la izquierda, el perfil del cerro Currumahuida dibuja el límite oriental del valle. A la derecha está la cordillera andina y no muy lejos, la frontera con Chile. Abajo, en la orilla, los chicos mojan los pies y sus risas se pierden entre las laderas de las montañas.

La naturaleza no se ahorró nada en Lago Puelo, al noroeste de Chubut, casi pegado a Río Negro. Esta villa cordillerana alterna sus días entre la producción de frutos finos y el creciente turismo, atraído por la variedad de actividades que ofrece. Su posición geográfica, al oeste de la Comarca Andina del Paralelo 42°, la ubica a las puertas de la selva valdiviana, con especies únicas, verdes intensos y parajes apenas alterados por la mano del hombre. Si bien la villa brinda opciones recreativas todo el año, la primavera y el verano marcan el protagonismo de los paseos a pie, cabalgatas y actividades deportivas que tienen al lago como escenario.

Sabores artesanales

Los alojamientos son muy variados, en un rango que va desde camping (agreste u organizado, en el Parque Nacional Lago Puelo) hasta hosterías y cabañas. Lo mismo vale para los paseos: hay sencillos y familiares (como travesías en carruaje y chacras de agroturismo) y con más dificultad, como circuitos de escalada en roca de granito o sobre las laderas del cerro Currumahuida.

Todo parece caber en esta zona, que también se jacta de la actividad de sus artesanos y productores: desde vitrales y tejidos hasta chocolate y cervezas, sin descuidar una gastronomía típica que incluye repostería con frutos cordilleranos y ahumados de ciervo, trucha y jabalí. Al norte del pequeño casco urbano, la pasarela sobre el río Azul es el punto de encuentro para distintas excursiones a pie. A menos de una hora se encuentra, por ejemplo, el mirador orientado hacia los saltos rocosos del río Blanco. Hay paseos más largos, como el que lleva a través del bosque rumbo a la laguna Huemul.

Lejos de cualquier ruido, se escucha el discurrir de los arroyos y el susurro entre las copas siempre verdes de los coihues. Casi al final del recorrido, el filo del cerro deja apreciar una hermosa panorámica de la villa.

Paseos y excursiones

Tras otros quince minutos de caminata, se llega a la laguna. Solitaria, sin ríos ni arroyos, se alimenta de las nieves del invierno y tiene por única compañía los cerros y los bosques de lengas y ñires que la rodean. En otoño, el contraste entre el anaranjado de los árboles y el verde del agua hace de éste uno de los paisajes más encantadores de la región. Aquí es donde se almuerza antes de volver. También se puede acampar, pero -atención- no está permitido encender fuego.

Cuatro kilómetros de ripio separan la villa de la entrada al Parque Nacional. Muchos turistas que paran en la localidad visitan la zona más de una vez. Por acá, cerca de los campings, se encuentra "la playita", una suerte de balneario sobre la orilla, ideal para hacer picnic. En el parque se ofrecen travesías en bicicleta por el bosque, paseos en carruaje y recorridos en lancha por el lago.

Quienes desean un viaje corto pueden optar por el paseo costero, que bordea la margen oeste del Puelo. Dura poco menos de una hora y cuesta 40 pesos. Un paseo más largo desde un muelle incluye una caminata de media hora por senderos entre la selva valdiviana, muy cerca del límite con Chile.

Bajo el techo que forma la vegetación, el musgo se extiende por las rocas y el suelo húmedo. En la zona crecen ulmos, que esperan hasta fines del verano para vestir su copa de flores blancas. La excursión de tres horas tiene una tarifa de 120 pesos; sin la caminata, se cobra 100 pesos.

Dicen los lugareños que el lago Puelo es ideal para que experimentados y principiantes puedan practicar buceo. El bautismo tiene un valor de 80 pesos. También se contratan salidas de pesca y paseos en kayak con guía.

La premisa es la misma: ya sea en bote, en vehículo o a pie, todo vale para explorar los secretos de este hermoso rincón de la comarca andina, un sitio perfecto para ir al encuentro de esa paz que allí florece naturalmente.

18 enero 2010

Río de Janeiro recolecta fondos para restaurar el Cristo Redentor

La ciudad de Río de Janeiro tiene por delante años en los cuales recibirá un numeroso caudal de turistas del mundo, ya sea por la Copa del Mundo del 2014 o por los Juegos Olímpicos del 2016.

Por ello, tienen la necesidad de poner en condiciones el emblema de la ciudad: la estatua del Cristo Redentor en la cima del cerro Corcovado. Es la misma Iglesia Católica carioca la que encabeza la campaña para reunir fondos para las obras, que requerirán unos siete millones de reales – 2,6 millones de euros –.

La campaña se llama “Yo soy de Cristo”, y pide la colaboración voluntaria de siete reales por persona en las iglesias de la urbe.

Cabe destacar que el Cristo Redentor forma parte de las nuevas maravillas del mundo y recibe nada menos que dos millones de turistas al año. Asimismo, su contrucción fue también iniciativa de los fieles de la década del 20’, de la misma forma que ahora planean la puesta en condiciones que el emblemático monumento necesita tras tantas décadas en la cima de Río.

La estatua de concreto revestida en piedra porosa, no es inmune a las inclemencias del sol y la lluvia a 710 metros de altura, y por ello es necesario darle mantenimiento. La señalización en varios idiomas en las rutas de acceso a la estatua también está considerada dentro de la reforma que se tiene prevista, teniendo en cuenta los muchos turistas que llegarán en los años venideros.

Peru: Iquitos, puerta de entrada al Amazonas

La ciudad de Iquitos, en Perú, es realmente una ciudad construida a los pies de una selva, acaso una de las más codiciadas por la mano del hombre durante años, y una de las que mejor resistió sus embestidas para dominarla.

Desde Iquitos es posible sumergirse en las entrañas de la selva del Amazonas, disfrutando de su naturaleza salvaje e inexplorada. Los orígenes de esta moderna urbe se remontan siglos atrás en la historia, cuando se trataba de una aldea primitiva. Era un asentamiento indígena ocupado por una tribu selvática que dio su nombre a la ciudad: la tribu de los iquitos. Se llamó de ese modo desde su fundación colonial, en 1864.

Iquitos es accesible en avión desde Lima. Una vez allí, las excursiones para realizar son inagotables. Una de las más impresionantes es, sin dudas, la que nos lleva al corazón del Amazonas, en donde además es posible hospedarse en albegues o lodges. También los cruceros por las aguas del río Amazonas son una manera muy popular de conocer estos paisajes intrincados y fabulosos.

La Reserva Nacional Pacaya Samiria, también conocida como la Selva de los Espejos, es otro de los destinos privilegiados. Este espacio de protección se extiende a lo largo de 2 millones de hectáreas, en las que habitan infinidad de especies de flora y fauna en estado natural. Se encuentra a 180 kilómetros de Iquitos, en la reunión de los ríos Marañón y Ucayali.

Más cerca de la ciudad, en la periferia de Iquitos, la naturaleza sigue teniendo un rol principal. El complejo turístico de Quistococha es un sitio dedicado a la conservación de la biodiversidad local; Santo Tomás es un pueblo situado a orillas de una magnífica laguna, y el río Momón bordea un buen número de comunidades nativas de Perú, como los Boras y los Yaguas.

Puerto Rico: Tierra de sol, salsa y ron

Prácticas de surf o buceo, alimentación absolutamente omnívora, vida silvestre, paseos históricos, una arquitectura colonial en envidiable estado de conservación, mucho ron, salsa y una población conjurada en obsequiarle al turista un recuerdo imborrable. Puerto Rico es esto y bastante más, pero cualquier síntesis que se pretenda hacer resulta injusta para esa isla ubicada en el corazón del Caribe y llamada, justamente, "la isla de los encantos". ¿Una exageración? Venga: hagamos una recorrida y despejemos dudas.

Para entrar en clima, no está nada mal que iniciemos el itinerario por el Viejo San Juan, que conserva, dentro de murallas y fortalezas construidas por los españoles entre los siglos XVI y XVII, gran parte de la riqueza cultural del pueblo boricua.

El distrito histórico de Puerto Rico es un islote unido a San Juan, su capital, por diversos puentes y constituye uno de los pilares turísticos del lugar. Este verdadero museo testimonial de la conquista española (la actual Puerto Rico fue descubierta por el propio Cristóbal Colón, en su segunda expedición a las Américas), se deja recorrer por una infinidad de callecitas adoquinadas. Durante el paseo se verán coloridas casitas coloniales, iglesias, plazas públicas, muelles y monumentos, entre los que se destacan el Fuerte San Felipe del Morro, el Fuerte San Cristóbal y el Palacio de Santa Catalina, también conocido como La Fortaleza, que hoy es la sede de la gobernación.

Las "lechoneras"

Las fortificaciones del Viejo San Juan, una ciudad amurallada que venció al tiempo, constituyeron la principal defensa a los ataques de las potencias extranjeras, y al asedio de las incursiones piratas. Hoy, bellísimas y seductoras calles arboladas, repletas de tiendas, restaurantes y museos, son toda una tentación para el visitante.

La Puerta de San Juan y la Catedral Metropolitana, que conserva los restos de Juan Ponce de León -su fundador-, son puntos obligados en el recorrido. San Juan, la capital actual de la isla, ofrece el atractivo inigualable de la cultura caribeña. El estilo de sus construcciones, paradójicamente, remite a los 60 y 70, un pasado más cercano y singular.

Por muchas de esas calles y avenidas es posible encontrar restaurantes y boutiques de alta gama, y un poco más allá, en los suburbios, el turista puede acceder a una "lechonera", un típico y folclórico local de comida, una especie de "parripollo" a la caribeña, donde se puede comer una porción de lechón, probar el mojito y hasta bailar salsa, si es que el cuerpo soporta semejante hazaña.

Más allá de estos centros urbanos aguardan, todos muy cerca, varios destinos para la fantasía. La facilidad para alcanzarlos tiene que ver con las dimensiones de la isla (160 kilómetros de Este a Oeste y 56 kilómetros, de Norte a Sur), que en auto se la puede cruzar en diagonal -el trayecto más largo posible- en apenas 3 horas y media en total.

Un vergel llamado El Yunque

A media hora de San Juan, el turista puede arribar a una de las perlas portorriqueñas: la reserva natural El Yunque, un bosque tropical pluvioso que cuenta con la protección de la Unesco. Se trata de un ecosistema inigualable de 133 kilómetros cuadrados de extensión, que recibe 400.000 millones de litros anuales de lluvia, lo que conforma numerosas cascadas y piletas naturales, rodeadas de una vegetación fascinante.

En El Yunque (firme candidato a figurar entre las "Siete maravillas naturales del mundo"), abundan orquídeas, helechos gigantes, palmas y cocoteros. El paseo debe incluir una visita a la torre de observación, accesible entre uno de los numerosos caminos posibles, clasificados según el grado de dificultad. Para los más audaces, la recomendación es llegar al cerro de El Toro, que contempla una caminata de 10 kilómetros.

Al salir de El Yunque se puede enfilar a Luquillo, una playa de arenas blancas cercada por palmeras y aguas transparentes y templadas provenientes del Atlántico, como para ir cumpliendo los sueños de los amantes del Caribe. El lugar, además, dispone de áreas para picnic y numerosos bares que ofrecen jugos, frutas y comidas típicas portorriqueñas. Sabemos que Puerto Rico tiene sol, playa e historia para regalar. Para seguir comprobándolo hay que continuar el viaje hacia el noroeste. Cerca de Luquillo -en realidad, todo queda relativamente cerca-, se llega a Fajardo, un poblado que cuenta con un completo menú de opciones acuáticas. Una de ellas es Seven Seas, otra de las playas emblemáticas del lugar, bañada por aguas tan claras que brinda una oportunidad inmejorable a los amantes del snorkel, para disfrutar de una escena subacuática con arrecifes de corales y coloridas especies de peces tropicales.

Si le gusta la navegación y vivir un par de experiencias memorables, no se apure a salir de Fajardo. Desde Puerto del Rey, la zona de muelles, se puede contratar una excursión marítima a Culebra, una isla que se conserva en estado casi virgen y que hoy es una reserva natural. No es raro encontrar delfines en el trayecto, como digno y merecido recibimiento a los viajeros.

La excursión incluye una parada previa en uno de los muchos islotes a medida de los fans del snorkel o el buceo para que aprecien bien de cerca la diversidad de la fauna marina que merodea por los arrecifes de corales.

Tampoco aquí faltan playas para quienes quieren descansar y broncearse. Dos horas después, el viaje continúa. Muchos de los habitantes de Culebra -existen unos 3.000 residentes permanentes- ofrecen sus casas en alquiler, lo que no es una mala alternativa.

De uno u otro modo, el paso por la playa Flamenco resulta ineludible. Rodeada de palmeras y contorneada por la vegetación, con aguas cristalinas, templadas y en general tranquilas y con arenas suaves y casi blancas, Flamenco se ganó, con estricta justicia, el reconocimiento de ser "una de las mejores playas del mundo".

Como testimonio de la presencia norteamericana, que utilizó a Puerto Rico y Culebra como puestos de observación durante la Segunda Guerra Mundial, quedaron dos tanques Sherman encajados en la arena.

Luces sobre el mar

Siglos atrás, mucho antes de ganarse la consideración del turismo mundial, Culebra se constituyó en el refugio preferido de los más famosos piratas del Caribe, lo que demuestra que esos bandidos tan afines al saqueo de los navíos españoles como al ron, no eran nada tontos para elegir morada. La isla, hoy, sirve de refugio a muchas especies en vías de extinción, como la tortuga marina.

La naturaleza obsequió a Puerto Rico otra rareza maravillosa: las llamadas "bahías bioluminiscentes", un espectáculo nocturno que realmente sorprende y del que difícilmente uno vaya a olvidarse. Este fenómeno es provocado por unos organismos microscópicos, agrupados en colonias, de nombre rarísimo (se los conoce como dinoflagelados), que iluminan cuando se mueven las aguas.

Son como luciérnagas marítimas muy pequeñas y producen un efecto encantador. Nos cuentan que hay sólo cinco lugares en el mundo donde es posible asistir a este prodigio natural. Y acotan: "Tres de esos lugares son portorriqueños".

Los más atractivos están en Bahía Mosquito, en Vieques; y Laguna, en el poblado de Las Croabas, también dentro del municipio de Fajardo. Desde Laguna, para ser testigos de estas bioluminiscencias, hay que embarcarse cualquier noche en kayak. Los inexpertos no tienen nada que temer, son aguas mansas y el camino incluye un largo canal rodeado de manglares.

El simple movimiento de los remos, allí será acompañado por una especie de oleaje del aire, el desplazamiento de cientos de esas diminutas lucecitas fluorescentes que tienen la virtud de no ser el producto de ningún efecto especial. "Esto es belleza pura", nos dicen. Y entendemos que la obviedad no lo es tanto. Porque es belleza. Y es pura. Tienen mucha razón los portorriqueños cuando dicen que tienen de todo para pasarla bien. Y, en ese sentido, no son nada egoístas con los turistas

15 enero 2010

Platos exóticos: el cuy (cobaya) en Perú

Este post podría enmarcarse en la serie de publicaciones en las que recomiendo los platos que no deben dejar de probarse en determinados destinos. Pero, claro, no podría aconsejar comer algo que yo misma no probaría: el cuy, cuis, cobaya o conejillo de Indias muy tradicional en Perú.

Y eso es así no por su gusto ni sus valores nutricionales que, luego de investigar y preguntar, supe que eran dos motivos muy buenos como para probar, al menos un bocado. Todo se debe a un pre concepto y a la importancia del sentido de la vista a la hora de probar un plato.

Claro, es que el cuy es una especie de roedor andina y, además, se sirve entero en el plato e, incluso, puede adquirirse en las calles a modo de brocheta. Sí, con un palillo atravesando el animal. Una imagen que puede apreciarse, por ejemplo, en las calles más importantes de Cusco.

Recorrido de bodegas en Mendoza, Argentina

Las principales bodegas de la provincia argentina de Mendoza, se ubican en la localidad de Maipú, a 15 kilómetros al sur de la capital, también llamada Mendoza.

Se pueden visitar y hay un circuito para realizar en bicicleta a través del pueblo con señalización adecuada. Hay varios lugares donde se alquilan bicis (Bikes & Wine, Don Hugo, Maipu Bikes, entre otros). El alquiler cuesta de 20 a 30 pesos (unos 5 euros de promedio) y te entregan la bici con un mapa donde encontrarás las bodegas señalizadas.

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