Villa La Angostura, en la provincia de Neuquén, es tan famosa por sus inverosímiles paisajes de lagos y montañas como por su excelente propuesta hotelera y gastronómica. Sin perder sus aires de aldea, el lugar atesora ciertos secretos que vale la pena descubrir.
Nada mejor que comenzar una visita a la zona con una excursión. Más exactamente, una salida náutica hacia Población Martínez, mezcla justa de naturaleza e historia. El recorrido comienza en el muelle de Bahía Brava, camino a la isla Menéndez, donde se entra en el estrecho Brazo del Rincón del lago Nahuel Huapi. Aunque sus contornos parezcan propios de una isla, este canal conduce a un territorio que forma parte del continente. Administrado para las visitas por Juan Carlos Martínez, paisano del lugar y nieto de españoles y mapuches que supieron convivir en esos pagos hasta la adjudicación de tierras a Parques Nacionales, el lugar conserva un aspecto de campo y montaña, y se aprecia de inmediato la cercanía con Chile al dirigir la vista hacia el cerro Tres Hermanas. Una vez en tierra comienza una caminata -que puede hacerse en su versión a caballo- que recorre varios km en ascenso y descenso por senderos de cañas compactas e intensas cortinas de coihues. Algunos son tan altos que exigen sentarse para poder ver su copa sin marearse. Una curiosidad del lugar la da el "alfombrado" de sus hojitas marrones, tan pequeñas como una uña, que caen de los coihues y crujen incesantemente bajo los pies.
Luego de subir y bajar por las entrañas de un bosque centenario, llegamos a una laguna que tuvo nombre de mujer: cuenta la historia que fue descubierta por la esposa de Newbery cuando éste frecuentaba las tierras y se la llamó "laguna Sofía", en su honor, pero luego Parques Nacionales cambió el nombre a "laguna Machete". "Aquí hay mucho que remite al origen del lugar. Por eso nos gusta preparar el viaje especialmente para cada cliente, desde el horario hasta la comida casera", explica Nicolás Olivieri Acosta, guía y encargado de varias excursiones de la zona. En el recorrido se visita también puerto Chucau (nombre de un pájaro autóctono), sobre la bahía que da a un antiguo aserradero, desde donde se emprende el camino de regreso.
Spa y sabores gourmet
Como todo verdadero viaje de placer requiere comodidad, atención y buena comida, nada mejor que regresar de un trajín cansador hasta la Bahía Las Balsas, un recodo paradisíaco donde el hotel del mismo nombre es la mejor combinación de rústicos escenarios con confort cinco estrellas. Se confirma de entrada con el spa, algo así como el lugar perfecto para desenchufarse del mundo: sauna, baño escocés, pileta climatizada y masajes relajantes. A la hora de la cena, la carta del chef Pablo Capoy propone un amplio recorrido por aromas frescos y típicos: desde tentempiés y entradas diversas hasta platos de cordero en dos cocciones, entrecote de ciervo con salsa de cassis o trucha patagónica en costra de tomillo. Postres, tragos y una cava construida con piedra y ciprés, con más de 140 etiquetas, enamoran al más escéptico. "Buscamos que los huéspedes estén relajados, como en casa, sin preocuparse por ningún detalle", explica Gabriela Pérez Millón, de prensa y comunicación del lugar.
La propuesta del hotel destaca por su énfasis en el detalle, el diseño de interiores, la atención personalizada y las distintas propuestas para una estadía inolvidable, aprovechando el mágico entorno circundante: las actividades van de pesca con trolling o mosca a cabalgatas por los bosques, paseos en canoa y bicis de agua y excursiones lacustres que unen navegación y aventura.
Verano en el centro de esquí
Luego de tanto relax, el siguiente es otro día intenso: la invitación es a Cerro Bayo, un centro de esquí boutique que propone "sumergirse" en su bosque. Anclado en plena cordillera, el complejo creado en 1978 puso en marcha un Club de Montaña veraniego, con salidas y actividades, desde trekking o rappel hasta caminatas y travesías a caballo entre lengas y coihues. Los circuitos de mountain bike y motocross se suman a su Parque Mágico, con juegos didácticos, estructuras inflables y canchas de fútbol. Porque más allá de ser un centro de esquí, Cerro Bayo brinda todos los servicios también en verano.
El centro afronta un programa de modernización que apunta a construir un estacionamiento y una góndola en la cumbre, y a trabajar en las pistas, mejorando las existentes y abriendo nuevas. En 2008 se anexaron 70 hectáreas al dominio original, y tiene para crecer 100% en la superficie esquiable. Aunque para algunos pueda parecer un detalle, lo cierto es que para las actividades al aire libre es fundamental contar con indumentaria adecuada, que brinde comodidad y sume tecnología de vanguardia. Por eso la cima del Cerro es el escenario perfecto para probar las nuevas prendas de la firma Gore-Tex, que incorporan membrana transpirable y a la vez impermeable, lo que permite permanecer secos y confortables bajo cualquier condición climática.
Para el final queda el paseo fotográfico por la siempre colorida ciudad, donde el aroma a chocolate artesanal y los imperdibles del pueblo, como la feria de artesanos o el bosque de arrayanes, completan un viaje perfecto para relajarse y disfrutar a pleno.
Nada mejor que comenzar una visita a la zona con una excursión. Más exactamente, una salida náutica hacia Población Martínez, mezcla justa de naturaleza e historia. El recorrido comienza en el muelle de Bahía Brava, camino a la isla Menéndez, donde se entra en el estrecho Brazo del Rincón del lago Nahuel Huapi. Aunque sus contornos parezcan propios de una isla, este canal conduce a un territorio que forma parte del continente. Administrado para las visitas por Juan Carlos Martínez, paisano del lugar y nieto de españoles y mapuches que supieron convivir en esos pagos hasta la adjudicación de tierras a Parques Nacionales, el lugar conserva un aspecto de campo y montaña, y se aprecia de inmediato la cercanía con Chile al dirigir la vista hacia el cerro Tres Hermanas. Una vez en tierra comienza una caminata -que puede hacerse en su versión a caballo- que recorre varios km en ascenso y descenso por senderos de cañas compactas e intensas cortinas de coihues. Algunos son tan altos que exigen sentarse para poder ver su copa sin marearse. Una curiosidad del lugar la da el "alfombrado" de sus hojitas marrones, tan pequeñas como una uña, que caen de los coihues y crujen incesantemente bajo los pies.
Luego de subir y bajar por las entrañas de un bosque centenario, llegamos a una laguna que tuvo nombre de mujer: cuenta la historia que fue descubierta por la esposa de Newbery cuando éste frecuentaba las tierras y se la llamó "laguna Sofía", en su honor, pero luego Parques Nacionales cambió el nombre a "laguna Machete". "Aquí hay mucho que remite al origen del lugar. Por eso nos gusta preparar el viaje especialmente para cada cliente, desde el horario hasta la comida casera", explica Nicolás Olivieri Acosta, guía y encargado de varias excursiones de la zona. En el recorrido se visita también puerto Chucau (nombre de un pájaro autóctono), sobre la bahía que da a un antiguo aserradero, desde donde se emprende el camino de regreso.
Spa y sabores gourmet
Como todo verdadero viaje de placer requiere comodidad, atención y buena comida, nada mejor que regresar de un trajín cansador hasta la Bahía Las Balsas, un recodo paradisíaco donde el hotel del mismo nombre es la mejor combinación de rústicos escenarios con confort cinco estrellas. Se confirma de entrada con el spa, algo así como el lugar perfecto para desenchufarse del mundo: sauna, baño escocés, pileta climatizada y masajes relajantes. A la hora de la cena, la carta del chef Pablo Capoy propone un amplio recorrido por aromas frescos y típicos: desde tentempiés y entradas diversas hasta platos de cordero en dos cocciones, entrecote de ciervo con salsa de cassis o trucha patagónica en costra de tomillo. Postres, tragos y una cava construida con piedra y ciprés, con más de 140 etiquetas, enamoran al más escéptico. "Buscamos que los huéspedes estén relajados, como en casa, sin preocuparse por ningún detalle", explica Gabriela Pérez Millón, de prensa y comunicación del lugar.
La propuesta del hotel destaca por su énfasis en el detalle, el diseño de interiores, la atención personalizada y las distintas propuestas para una estadía inolvidable, aprovechando el mágico entorno circundante: las actividades van de pesca con trolling o mosca a cabalgatas por los bosques, paseos en canoa y bicis de agua y excursiones lacustres que unen navegación y aventura.
Verano en el centro de esquí
Luego de tanto relax, el siguiente es otro día intenso: la invitación es a Cerro Bayo, un centro de esquí boutique que propone "sumergirse" en su bosque. Anclado en plena cordillera, el complejo creado en 1978 puso en marcha un Club de Montaña veraniego, con salidas y actividades, desde trekking o rappel hasta caminatas y travesías a caballo entre lengas y coihues. Los circuitos de mountain bike y motocross se suman a su Parque Mágico, con juegos didácticos, estructuras inflables y canchas de fútbol. Porque más allá de ser un centro de esquí, Cerro Bayo brinda todos los servicios también en verano.
El centro afronta un programa de modernización que apunta a construir un estacionamiento y una góndola en la cumbre, y a trabajar en las pistas, mejorando las existentes y abriendo nuevas. En 2008 se anexaron 70 hectáreas al dominio original, y tiene para crecer 100% en la superficie esquiable. Aunque para algunos pueda parecer un detalle, lo cierto es que para las actividades al aire libre es fundamental contar con indumentaria adecuada, que brinde comodidad y sume tecnología de vanguardia. Por eso la cima del Cerro es el escenario perfecto para probar las nuevas prendas de la firma Gore-Tex, que incorporan membrana transpirable y a la vez impermeable, lo que permite permanecer secos y confortables bajo cualquier condición climática.
Para el final queda el paseo fotográfico por la siempre colorida ciudad, donde el aroma a chocolate artesanal y los imperdibles del pueblo, como la feria de artesanos o el bosque de arrayanes, completan un viaje perfecto para relajarse y disfrutar a pleno.