-
-
-
-

30 junio 2009

Pueblos de adobe al pie de las sierras

Existen sitios en los que todo sonido está de más. La zona conocida como "La Costa", 150 km al norte de la capital de La Rioja, es uno de ellos. Es una sucesión de pueblos al pie de las imponentes Sierras de Velasco, un cordón de 200 km de largo que atraviesa el centro de la provincia, y supera los 4.000 metros de altura. Son 13 caseríos conformados por muchas viviendas de adobe, entre criaderos de cabras, fincas de frutales y, en algunos casos, olivos. Calidez de arquitectura pueblerina casi detenida en el tiempo, con la eterna presencia de capillas. Como en los otros pueblos: Las Peñas, Pinchas, Agua Blanca, Chuquis, Anillaco, Los Molinos, San Pedro y Santa Cruz.

La zona ofrece actividades en la naturaleza, desde cabalgatas hasta pesca de truchas y excursiones entre las quebradas. La visita se enriquece con antiguas capillas, artesanías, dulces, quesillos, nueces y vino casero. Ocho pequeñas bodegas conforman un circuito turístico de vinos artesanales, que se producen con un sistema rudimentario. Algunas incluso ofrecen degustaciones, como Casa India, en Agua Blanca.

El viaje comienza por la sinuosa ruta provincial 75, desde La Rioja capital hacia el departamento Castro Barros. El recorrido puede hacerse en un día, saliendo muy temprano. A 30 km está Sanagasta, famoso por la iglesia de la Virgen de la Morenita, nombrada en una canción de Jorge Cafrune. A 1.015 msnm, sobre la calle principal está el mercado artesanal, en una antigua casona colonial, hoy Casa de Cultura. Se exponen obras de artesanos locales, y muchas veces se los puede encontrar durante las visitas. En el patio se exponen elementos de campo, sulkys y trapiches.

Pasando Sanagasta, el camino de asfalto recorre la orilla de la montaña, por donde se escurren las aguas cristalinas del río Huaco. Al subir sobre los faldeos, siguen cornisas con centenares de cardones. Aquí hay un parque geológico en estudio, único en su tipo por sus singulares hallazgos: huevos de dinosaurios.

En Pinchas, Doña Frescura, tejedora de tapices criollos, teje a la sombra de los parrales con un bastidor de madera, sistema milenario. Se especializa en paisajes norteños y motivos indígenas. Las montañas, siempre verdes, en invierno se ven casi azules. El trayecto continúa hasta Chuquis, para sumergirse en la historia provincial del museo Castro Barros. En Chuquis también atraen la capilla y La Yacurmana, una cascada que baja desde lo alto del cerro y se ve desde el pueblo.

Anillaco es el lugar ideal para comprar artesanías, aceitunas, vinos y dulces caseros. Sobre su calle principal hay varios negocios con delicias riojanas. Un camino de subidas y bajadas que se acerca cada vez más a la montaña llega a San Pedro y Santa Vera Cruz. A esa altura, los cactos ya conforman una multitud que parece bajar del cerro en procesión.

Santa Vera Cruz, en la entraña de la montaña, está rodeado de nogales, álamos y arroyos que emanan los perfumes de la naturaleza. Seguramente eso motivó al ermitaño santafesino Dionisio Aizcorbe a instalarse allí hace más de 20 años. Para residir al pie de los cerros construyó un castillo, hoy atracción turística. El Barreal es el escenario del ritual religioso de El Señor de la Peña, cuyos orígenes se remontan a dos siglos. En el paisaje desértico hay una roca con un perfil parecido a un rostro humano, que fue identificado con Jesucristo y se convirtió en centro de peregrinación. Se cree que los aborígenes ya adoraban a esta formación ubicada en el departamento Arauco, reconocido por la variedad de aceitunas que produce. Si se desea extender el recorrido por más de un día, se puede ir hasta Aimogasta y conocer la Ruta del Olivo.

Noticias del mes (revisa por meses)