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06 abril 2009

La malaria y otras enfermedades tropicales aumentan entre los viajeros

Los destinos exóticos se popularizan y esto implica la llegada del ‘turismo de masas’, que muchas veces baja la guardia ante las más elementales normas de seguridad y precaución. Esto se ha traducido, en los últimos años, en un aumento de los casos de malaria y otras enfermedades tropicales.

Así lo han constatado los expertos en medicina tropical tanto en el Hospital Carlos III de Madrid como en las Jornadas Catalanas de Salud celebradas en Barcelona. En el hospital madrileño apuntan un aumento del 104% (es decir, más del doble) en los últimos cinco años, para enfermedades como la malaria o el dengue.

Antes de viajar a destinos tropicales exóticos, especialmente en África, es necesario informarse de las situaciones de riesgo y acudir a un médico con antelación en caso de que sean necesarias algunas vacunas.

Los riesgos aumentan cuando se realizan viajes poco planificados, muchas veces siguiendo ofertas de última hora. Hay que recordar que los médicos, además de administrar las vacunas, nos pueden aconsejar sobre otras medidas sanitarias. Algunos hospitales disponen de una unidad de atención al viajero que centraliza toda esta información.

Las cifras hablan por sí solas, ya que mientras las cifras de viajeros aumentan, las de vacunas disminuyen, o al menos así lo han constatado algunos hospitales. Así que antes de viajar a destinos exóticos, lo mejor consultar con el médico unas semanas antes, especialmente si dentro del grupo hay pacientes de riesgo como niños, embarazadas o personas con cualquier tipo de inmunodeficiencia.

A la vuelta del viaje, si no se tomaron las adecuadas medidas, hay que estar alerta y comunicar cualquier síntoma sospechoso urgentemente ya que la eficacia de los tratamientos aumenta cuanto antes de detecte la enfermedad.

En el caso de la malaria, los médicos advierten que si se detecta pronto el tratamiento es sencillo y no suele haber secuelas graves. Sin embargo, si la detección se demora o el diagnóstico es equivocado las consecuencias pueden ser fatales.

Via: diariodelviajero

Argentina: Conozca el imponente Valle de la Luna sanjuanino.

Ubicado en la provincia de San Juan,en Argentina,encontramos uno de los sitios más famosos e interesantes de toda la Argentina: el Parque Provincial Ischigualasto o más conocido como: Valle de La Luna. Envuelto en un paisaje desértico plagado de formaciones arcillosas, comprender más de 60 hectáreas convirtiendose en el principal atractivo turístico de la provincia.

Investigaciones geologicas confirman que fue alrededor de 60 millones de años atrás cuando las masas rocosas de las Cordilleras de los Andes apretaron a la zona de Ischigualasto contra las Sierras Pampeanas poniéndolas al descubierto y exponiéndolas a los agentes erosivos. De este modo, la naturaleza por sí misma ha tallado las más asombrosas siluetas que puedes apreciar al visitar el lugar.Son formaciones rocosas realmente interesantes; para que den una idea, los nombres que reciben son: “El Gusano”, “La Esfinge”, “El Submarino”, “El Hongo”, destacándose una de las màs impresionantes “Cancha de Bochas”, superficie plana sobre la que yacen esferas perfectamente pulidas en forma circular, conformadas por el mismo material del suelo.

Interesante por donde se lo observe, el Valle de la Luna tiene para ofrecernos un paisaje inigualable. Si estás próximo a visitarlo, te comento que se ubica a tan solo 300 kilómetros de la capital de San Juan y claro que, por ser un excelente atractivo turístico,, podrás encontrar cerca del Valle hoteles, restaurantes y todo aquello necesario para que tu, como turista, disfrutes de un excelente viaje.

Via: viajesunicos

Argentina: A caballo, por las alturas de los Andes

A la noche, la nena sale de la carpa para estar con su yegua. La crin de Rubia y el pelo de la nena tienen el mismo color de la miel oscura. La nena la llevó a tomar agua y le dio pasto en la boca. Es una yegüita consentida y al principio tomó la iniciativa, pero poco a poco la nena, de la mano de la guía de la cabalgata, fue imponiendo su autoridad y al fin terminaron jugando como dos amigas que juegan seriamente.

La cabalgata que están haciendo recorre una zona de la Cordillera de los Andes. Los veinte jinetes, incluidos guías, explorarán un territorio al que se accede a caballo. Llegarán a 3.800 m y nunca bajarán de 2.500. Los organizadores, Pioneros Cabalgatas, la llaman "El Techo de América".

La tropa salió del valle de Uspallata para meterse directamente por los cerros asombrosamente gigantes de la Cordillera del Tigre. La cabalgata durará cinco días y cuatro noches. La marcha no es agitada. En la bienvenida los baqueanos dieron indicaciones: "No apuren a los caballos. Si las bajadas son empinadas, la rienda corta, el cuerpo para atrás".

Llevan varias horas por el desierto de Mendoza, entre arbustos, los gruesos cactos de espinas rojas y las piedras secas. La guía ha advertido que el primer día es para alejarse de la urbanización rumbo a los Andes, mientras humanos y caballos se conocen. El olor del caballo se les impregnará y algunos se sorprenderán de sentirlo tan íntimo. Estarán descubriendo que la relación entre los humanos y los caballos es anterior a cualquier memoria.

La tierra de la Cordillera está desolada por milenios de viento y aridez. Y sin embargo, está viva, no con la vida orgánica, sino con la vida que tienen los minerales. A lomo de caballo se ven los colores fluir por los cerros. Una ladera verde es roja en unos minutos, y luego negra. Un cañón profundo en un momento es un abismo y en otro es un rincón soleado y angelical. En este lugar, las luces, las sombras y los colores de los minerales han danzado sin parar desde el principio de los tiempos.

Cuando las sombras comienzan a alargarse los jinetes se apean y comienzan los preparativos para armar las carpas junto a un arroyo que corre por el valle angosto de Chacay. Se hace fuego, circula un mate en el silencio con el que se mastica el cansancio. Los caballos se dejan pastando en un manchón de pasto. El murmullo del arroyo retumba contra la ladera de una montaña lejana.

La misma vida

La gente se ha arrimado al fogón. Alguien está haciendo el asado. El contingente se ha formado al azar; la mayoría viene de mundos distintos, jamás se encontrarían en la ciudad, pero aquí viven la misma vida. Toman del mismo vino, comen la misma carne, escuchan el mismo silencio, los ilumina el mismo crepitar de las brasas.

La formación del grupo es una aventura más. Todo empieza a ser una aventura, cruzar el arroyo por una parte honda, el perro que los sigue, una tormenta intempestiva, el sombrero que se fue volando, el frío de la noche, la chica con fobia a los tábanos, el cóndor que ha aparecido en el cielo. La caravana marcha subiendo y bajando montañas por el Rincón de los Ranchillos. Los jinetes bajan por una ladera que parece no tener fin, van por un desfiladero, suben una falda empinada, llegan a una cumbre tan alta que desde allí pueden observar las rugosidades de la precordillera perderse hasta un horizonte que se confunde con el cielo. Mientras caminan ven cómo, lamiendo las montañas, se deslizan en silencio las sombras de las nubes. Todo es descomunal en los Andes. Un juez aficionado a la gesta de San Martín por esta zona se ha quedado en una elevación y observa al grupo bajar. Minúsculos en el paisaje infinito, los jinetes casi se le pierden de vista, son restos de pequeñas flores de colores. Piensa que sólo a caballo puede conocerse realmente este territorio.

La Cueva de la Bruja

Los jinetes dormirán una noche en la Cueva de la Bruja, en una cañada honda que enmarcan dos paredes que se enfrentan hasta más de 60 m. Están hechas de una roca de aspecto siniestro, negra, brillante y despojada de plantas. Cuando la oscuridad ha devorado todo, un estudiante de Letras está acostado sobre la montura que le ha quitado al caballo. Charla con una turista sueca, mientras de la cueva salen una luminosidad roja, risas y zambas que el resto canta junto al fuego. Los dos jóvenes observan hacia arriba la Via Láctea reventando de luz en la brecha que se abrió entre las murallas oscuras.

En territorio del Cordón de Bonilla la tropa ha dado con una llanura y se han largado a la carrera. Cabalgando llegan a una zona donde se levantan montañas de polvo de tiza de colores: verde, naranja, blanco, violeta, rosa, amarillo, marrón. Alguien lleva al caballo hasta una pared y toca, y efectivamente, tiene la consistencia del talco. Poco después los jinetes están frente al Cerro de los Siete Colores. A la hora del almuerzo el sol es despiadado. El grupo se refugia en la sombra de unas piedras. Están hechas de una aglomeración de caracoles marinos. "Tomá", le dice una joven consultora de marketing a la nena, "te regalo un mejillón de cien mil años". El juez sanmartiniano interviene: "Este es el mismo sol que iluminó al general Las Heras en 1817, cuando pasó por acá para encontrarse con San Martín en Chile". El mismo sol, las mismas montañas, las mismas nubes. La Argentina se hizo a caballo. Y se vuelve a hacer cada vez que unos entusiastas meten la izquierda en el estribo, revolean la derecha sobre el lomo y, arriba, con esa dicha salvaje en el corazón, se largan a cabalgar.

28 marzo 2009

Saltos de Monday: Naturaleza en Paraguay

Si usted desea parajes diáfanos en su rutina, con laxantes naturales para el alma, rodeados de virgen flora y fauna, Paraguay nos brinda esta ocasión con sus majestuosos Saltos de Monday, ubicados en el parque municipal que lleva el mismo nombre, en el distrito de Presidente Franco, Departamento de Alto Paraná. Considerados una de las joyas naturales más emblemáticas de Latinoamérica, los mencionados saltos se llevan cada temporada los mayores aplausos y admiraciones de los turistas, en especial de los visitantes amantes de la ecología y biodiversidad.

Si se desea llegar a ellos, los medios de transporte guaraníes se encuentran aptos para su cometido. El buen estado y mantenimiento de la carretera que articula Saltos del Guiará con Presidente Franco le permitirán disfrutar de la verdosa y sensacional antesala a Monday. Luego, a la entrada del viaducto del kilómetro cuatro en Ciudad del Este, se dirige hacia el sur, y luego de recorrer diez kilómetros más, va hacia la mano derecha donde aparecerá un aviso, que es donde hallará el inicio hacia la aventura.

Con sus más de ocho hectáreas y su conmovedor y fresco clima, los saltos están complementados por una vegetación realmente abundante y de diversidades notables de vida. Y la panorámica es vista en todo su esplendor desde unos miradores próximos a los saltos, lo cual es una alternativa para los visitantes que deseen imágenes eternas con la cámara fotográfica. También se puede estar allí, en especial con pareja, en los crepúsculos y atardeceres: todo un monumento por inmortalizar con un flash.

Con sus más de cuarenta metros de altura, imponentes para la visión humana, se confeccionan de tres caídas matrices con algunas más menores, donde se despiden cerca de la desembocadura del Río Monday, esencial afluente de la margen derecha del de Paraná. Prodigios visuales derivados de la cascada espumosa con tonos níveos y dorados; el llamado al placer del sonido que emite la caída de las aguas sobre pedruscos de ingente imagen, o el espectacular vaho que emana de aquellas, son algunos de los tesoros ocultos de este pedacito del mundo.

Y claro, lo deportes que usted pueda imaginar están aquí. Así como puede darse un chapuzón en sus aguas cristalinas, también puede practicar el canotaje, siempre con precaución en las temporadas que recomienda la alcaldía antes mencionada. Y tal es así que diversos personajes de la farándula paraguaya, y sobre todo futbolistas conocidos de aquel país, han hecho de los Saltos de Monday su opción favorita en la llegada de las fiestas de fin de año.

¡Venga! Paraguay, cuna de la naturaleza viva y eterna le espera con los brazos más que abiertos. Saltos de Monday es una buena excusa para salir del estrés y robarle unos minutos a sus parajes y arquitecturas en que la mano del hombre fue, puramente, espectadora.


Bolivia: Entre anacondas y delfines rosados

Un sueño reparador y en pie a las 7.30 horas para completar un plan sugerente. Ir en busca de la temida anaconda en la selva boliviana. No fue fácil encontrarla. Su cuerpo huidizo y la escasez de charcos en los que viven dificultaron su búsqueda. El brillo del rocío pronto dio paso a un sol que derretía. Dos horas y media de caminata por la sabana tuvo su recompensa. Una anaconda de escasos dos metros se enrolló en las piernas del guía para nuestro disfrute. Pueden matar a un hombre, ésta no, por suerte. Nosotros no pudimos tocarla, los repelentes que usamos para ahuyentar (es un decir) a los mosquitos le mataría. Son muy sensibles al contacto con la piel.

Con el objetivo cumplido, las miradas al regreso pusieron más atención a todo aquello que nos rodeaba, como esa piel mudada de una serpiente, al esqueleto de un mono que yacía sobre el tronco de un árbol, o esa amenazante colmena repleta de abejas. Por el pasto llegamos a una nueva laguna rodeada de azules flores que reposaban sobre el agua. Las sorpresas del día no habían concluido.

De nuevo en el bote, la siguiente parada sería un baño junto a delfines rosados. Por fin tendría la ocasión de verlos e incluso de sentirlos. En una zona donde el río se ensancha en forma de meandro, se detuvo la barca. En ese instante, un caimán que descansaba en la orilla saltó hacia el agua en nuestra dirección de forma estruendosa. ¿Acaso sería allí dónde íbamos a sumergirnos? La respuesta afirmativa del guía no resultó tranquilizadora. “Donde están los delfines rosados, no están los caimanes. No hay nada que temer”.

Esperanzada, pero con recelo de que así fuera, me tiré a al agua. Ese color chocolate del río impedía ver cuál era la ubicación de los delfines, tan sólo sus resoplidos’ alertaban de que estaban muy cerca. Pero pronto se volvían a sumergir y les volvías a perder de vista. Un juego sin fin que duró algo más de una hora. No te tocan, al menos que sientan que eres su amigo’, en ese caso te mordisquean los dedos de los pies. Es cuestión de confianza. La misma que tienes que tener de que los caimanes que te observan desde la orilla no se van a arrojar hacia donde tú estás.

Concluida esta experiencia, el sol iba cayendo. Rojo potente se escondió entre la maleza, iluminando de una forma muy especial el horizonte. Ya por la noche surgió el espectáculo: la vida nocturna de los caimanes estaba a tan sólo dos palmos de nosotros. Iluminar con linternas los cañaverales y las orillas de los ríos fue descubrir esos ojos rojos, amenazantes, ensangrentados, como si de bombillas se tratara. Una exhibición que enmudece las palabras.

Por Mar Peláez

Los europeos podrán recorrer libremente Centroamérica

Hace poco hablábamos de El Salvador, un país centroamericano que quiere expandirse como destino de ecoturismo, y además brinda una riqueza cultural vasta, producto del crisol entre los mayas y los colonizadores españoles. Estas características son extensivas a toda la región, aunque cada país tiene su impronta propia. Y la buena nueva, es que los europeos tendrán libre tránsito por Honduras, Nicaragua, El Salvador y Guatemala, evitando tediosos trámites de aduana al recorrer toda esa zona del continente americano.

La noticia fue hecha pública por Marisol Argueta de Barillas, canciller salvadoreña, y alcanza a quienes tengan visa de Europa -espacio Schengen-, de los Estados Unidos o de Canadá.

La Comisión de Homologación de Visas, con miembros de los cuatros países, decidió tomar esta medida hace apenas algunos días, con el fin de fomentar la industria turística en la región.

Para Argueta, este es “un nuevo paso importante en la integración migratoria y en la apertura del país al mundo”.

Vía: Expreso

23 marzo 2009

Argentina: Un castillo y mil leyendas

Como un vigía, en un lugar inesperado, el Castillo de Mandl domina el paisaje serrano de Córdoba. Imponente, se encuentra rodeado no sólo por una magnífica postal de La Cumbre sino por su propia historia, en la que no faltan las leyendas.

En pleno Valle de Punilla se levanta el último reducto en la Argentina del millonario austríaco Fritz Mandl. Allí vivió por temporadas con sus últimas dos esposas al llegar como refugiado con su Rolls Royce y una tonelada de oro en lingotes. Y tras su muerte en Viena, en 1977, se desató una guerra por su herencia que culminó con la remodelación de la residencia y su reciente apertura al turismo.

Como si no bastara con sus bellas mujeres y su adinerado entorno social, Mandl le imprimió al Castillo el inconfundible sello del diseñador francés Jean Michel Frank. Sí, el cultor del minimalismo en el siglo XX. De la mano de Frank, de Diego Giacometti y el mobiliario de la prestigiosa Casa Comte, fueron eliminados los elementos que caracterizaban al lugar como una fortaleza más que una residencia y logró un estilo muy de avanzada para los años 40.

Los salones y las suites del castillo, por donde han pasado personalidades históricas y de la nobleza a lo largo de los años, se caracterizan por su equilibrio de elegancia y confort. A su vez, cada habitación es única, tanto en su mobiliario como en su estilo.

Con 2 mil metros cuadrados cubiertos y 11 hectáreas de extensión, el lugar convoca en muchos sentidos. Atrae a los visitantes que gustan de la buena gastronomía y del silencio en medio del verde de las sierras, tanto como a los devotos del turismo aventura o del golf. Y por supuesto, a los expertos en historia, arte, diseño y cine.

Precisamente, a cinco minutos del Castillo se encuentra La Cumbre Golf Club. Fundada en 1924, esta cancha típicamente inglesa cuenta con 18 hoyos en un entorno natural más que saludable. En tanto, el trekking, las cabalgatas, los circuitos en bicicleta y el parapente son algunas de las opciones de recreación al aire libre que el visitante puede disfrutar durante su estadía.

Todo es historia

Para conocer los orígenes del castillo no hay que remontarse muy lejos en el tiempo. Sólo hasta 1930, cuando el médico rosarino Bartolomé Vasallo lo mandó a construir como residencia veraniega. Por aquellos años, su estructura ostentaba torres y almenas y era conocido como "el fuerte". Pero sólo una década más tarde pasaría a manos del millonario austríaco Fritz Mandl.

Como si se tratara de un personaje de película, Mandl tuvo una vida tan agitada y polémica como difícil de sintetizar. Podemos empezar por contar que heredó una fábrica de armas en Austria con la que ayudó a pertrechar a la Alemania de Hitler. Sin embargo, llegó a la Argentina a mediados de la década del 40 huyendo del nazismo.

Hijo de un padre judío y una madre católica, Mandl se casó en segundas nupcias con la actriz vienesa Hedy Lamarr, que filmó el primer desnudo total de la historia del cine. Mandl lucía siempre un clavel rojo en la solapa, fumaba sólo cigarros Havana y coleccionaba trajes (llegó a contabilizar 278). Además, le vendió armas a Francia y Suecia, a Alemania y Hungría, a Polonia y Suiza, y a los dos bandos durante la Guerra Civil Española, entre tantos otros países.

Como en la guerra, para Mandl en el amor también valía todo y tuvo más amantes que esposas, que fueron cinco. Se casó por cuarta vez con la argentina Gloria Vinelli y por último, con Monika Brueckelmayer. Luego de la muerte de Mandl en Viena en 1977, el Castillo cerró sus puertas durante largos períodos hasta que comenzó su restauración para devolverle el esplendor de antaño.

El Castillo funciona como hotel desde enero de 2007, ofreciendo un refugio lleno de historia y tranquilidad. Y un silencio que guardan sus muros, guardianes fieles de tantos secretos...

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