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12 febrero 2010

Panama, Placeres y lujo entre dos océanos

A primera vista, la Ciudad de Panamá no parece un país de Latinoamérica. Cuando se camina por la zona comercial, entre las calles en diagonales y las palmeras que se asoman con el océano de fondo, aparecen autos de lujo, personas que hablan con sus BlackBerry o salen de sus trabajos en busca de un café y una dona para llevar. Los shoppings -que ocupan hasta tres manzanas- trabajan sin parar con cientos de personas que entran y salen cargando bolsas de las tiendas más famosas.

En la costa, el ambiente se hace más playero pero no menos glamoroso: las chicas pasean en rollers y en los estéreos de los descapotables se escucha a todo volumen el reggaeton. Hay que levantar la vista para llegar a ver la hilera de los modernos rascacielos que bordean el agua. Por todo eso, los guías turísticos la llaman "la pequeña Miami". El paisaje natural es lo único que no habla de marcas ni culturas: el mar azul que se confunde con el cielo es como los que aparecen en los catálogos de turismo, que se miran con deseo a través de la vidriera de una agencia de viajes.

"Aquí te puedes vestir de pies a cabeza por 15 dólares, pero también hay un mercado de lujo porque te encuentras con las cuatro marcas más sofisticadas del mundo", dice Adriana Kudo, gerente del Grupo Roble (la empresa que desarrolló varios de los más importantes centros comerciales de la ciudad), mientras señala el más moderno de los seis shoppings que hay en Panamá: el Mall Multiplaza Pacific. Con un piso brilloso y enormes columnas plateadas, este centro comercial tiene 260 tiendas exclusivas. Es el paraíso de los fanáticos de las compras.

A esta altura del viaje, parece que Panamá busca diferenciarse: al desarrollo comercial -una pequeña réplica del estilo de vida en las principales ciudades de Estados Unidos- se suma un paisaje típico de Centroamérica. Hay playas a los costados (de un lado, el Pacífico; del otro, el Caribe), palmeras y árboles con diferentes tonalidades de hojas verdes. El calor y la humedad obligan a detenerse, mirar alrededor y confirmar que, si existe lo sublime, está en la naturaleza.

Olvidarse de todo

No pensar dónde ir a cenar, cuándo ir a bailar, en qué momento almorzar, si tomar un trago en la pileta o quedarse en la playa. Nada, o todo al mismo tiempo. Las ofertas hoteleras de Panamá apuntan a que el turista se olvide de llevar su billetera, porque paga una vez y lo demás es sólo para disfrutar. La última novedad en hotelería es el Breezes Resort & Spa Panamá, que opera bajo el sistema Super-Inclusive. ¿Qué quiere decir esto? Comida gourmet, habitaciones equipadas, bebidas internacionales, deportes terrestres y acuáticos, salones de juego, cinco piscinas, cuatro restaurantes, cuatro bares y playa, todo incluido e ilimitado. Este hotel está ubicado a menos de dos horas del Aeropuerto Internacional de Tocumen, en el exclusivo condominio Bijao, de la región de Santa Clara, y sobre una de las playas más bellas del Pacífico panameño. Rodeadas de vegetación tropical, estas playas solitarias son ideales para caminar y contemplar los movimientos del océano, que cambia drásticamente su marea entre la mañana y la tarde.

Un buen comienzo para entender por qué Panamá ni siquiera tembló con la crisis económica mundial es visitar el Canal. Esta conexión entre los océanos Atlántico y Pacífico, principal motor de la economía local, funciona con tres esclusas. El principal centro de visitantes está en Miraflores, que además de un museo y un centro de interpretación, ofrece la posibilidad de almorzar en un restaurante con vista al Canal. En este lugar es común ver gente que se levanta de un minuto a otro de su mesa, deja el plato de comida (no les importa que se enfríe el arroz con frijoles) y corre hasta las barandas de la terraza para ver pasar los enormes barcos que cruzan el Canal. De un lado y de otro, aparecen las cámaras de fotos: los turistas saludan a cinco marineros filipinos que se asoman en la cubierta de un barco que transporta petróleo. Después de esta experiencia, se puede visitar el Cerro Ancón, que ofrece una vista panorámica de la Ciudad de Panamá. En el camino suelen encontrarse osos perezosos, trepados en lo más alto de los árboles, y a los costados cientos de orquídeas, la flor nacional de Panamá.

A dos horas de la ciudad, se encuentra el Valle de Antón, en la provincia de Cocle. Es la caldera de un volcán que se eleva 600 metros sobre el nivel del mar; su paisaje selvático es para muchos un santuario de la meditación. El camino (hay perfectas calles para recorrerlo) está cubierto de plantas, con casitas que aparecen entre los árboles. A medida que se gana altura, las nubes comienzan a cubrir el cerro y las montañas. A uno de los cerros se le llama India Dormida porque según los pobladores adquirió esa forma de mujer en reposo. El Valle de Antón cuenta con un zoológico y tiene aguas termales, donde se ofrecen masajes y máscaras de barro a la sombra de los árboles. Por donde se busque hay excursiones por los bosques. Encontrarse con una víbora venenosa es uno de los riesgos que se corren al pasear por un volcán. El otro, más improbable en esta época, es que, de repente y sin aviso, deje de estar inactivo.

Haz tu propia ruta ecológica con las nuevas aplicaciones de Nokia

Hace poco te contábamos sobre la propuesta de Nokia para que sus móviles inteligentes tengan de forma gratuita navegación GPS y acceso a guías de viajeros como Lonely Planet y Michelin. Pero explorando un poco más, estos teléfonos realmente se traen entre manos aplicaciones interesantísimas para viajeros.

Entre ellas, se destaca el Green Explorer, que es parte guía de viajes, parte servicio de guía en el móvil, y parte guía de turismo sustentable. Ofrece contenidos de Lonely Planet, la WWF, la UNESCO, routeRANK y TripSketch.

El resultado es un portal de viajes ecológicos en el móvil, perfecto para consultarlo directamente en las rutas, con opiniones de usuarios recabadas y galerías de fotos de cada destino ofrecido. Se pueden consultar la localización de sitios del Patrimonio UNESCO, tips ecológicos de la WWF, y calcular la forma más eficiente ambientalmente de llegar a un destino desde otro.


Como forma parte de los Ovi Labs de Nokia, puedes guardar rutas y direcciones en el móvil, para recurrir a ellas después. Así, puedes convertir tu móvil en una guía GPS ambientalmente sustentable, si combinas todas las aplicaciones.

Todavía está en período de prueba, por lo tanto esta aplicación se irá enriqueciendo a medida que más y más usuarios agreguen fotos y comentarios de destinos ecológicos.

09 febrero 2010

Argentina: Payunia, la tierra de los volcanes

Es sin dudas uno de los paisajes más impactantes, y también más insólitamente bellos de la Argentina, y no está tan difundido aún como para atraer a grandes multitudes, lo que lo hace aún más atractivo para muchos. Lo cierto es que la Reserva Provincial La Payunia, en el sur de Mendoza, es un lugar único, que concentra alrededor de 800 conos volcánicos hoy exhaustos, pero que alguna vez hicieron de este lugar una sucursal del infierno.

El clima árido se encargó luego de hacer su trabajo, y preservó la zona prácticamente intacta luego de aquellas erupciones de hace siglos: los volcanes más jóvenes tienen unos 500 años; los más antiguos, un millón de años, lo que geológicamente quiere decir que son bastante recientes; apenas un rato en la evolución de la tierra, pero mucho para el hombre. Por eso, un recorrido por La Payunia, aunque para muchos pueda parecer un viaje a la Luna, es más bien una puerta al pasado, como asomarse por un rato a los orígenes del planeta.

Los colores de la lava

Las visitas a La Payunia -que está en la lista para ser declarada Patrimonio de la Humanidad- parten de la ciudad de Malargue, a menos de 200 km. Si se desea ir en vehículo propio -debe ser una 4x4, por los exigentes caminos de ripio-, es necesario contratar un guía; sin embargo, la mayoría opta por la excursión "todo incluido", que parte de la ciudad temprano por la mañana y regresa 12 horas más tarde.

Esta salida tradicional incluye un desayuno en el paraje Bardas Blancas. Poco más al sur, en La Pasarela, donde el río Grande se encajona en la colada de lava más larga del planeta -de 185 km-, parte una ruta provincial de ripio que se interna hacia el este. Y enseguida empiezan a verse los volcanes, como El Morado, el Santa María o el Payún Liso, que, con 3.680 metros, es el más elevado de la zona. Su impresionante cráter tiene 400 metros de diámetro y 90 de profundidad.

De La Pasarela a la reserva son casi 50 km, y lo primero que impacta la vista y los sentidos es la zona conocida como Pampas Negras: varias hectáreas de lava fragmentada que ha creado un extraño arenal totalmente negro, como si se caminara sobre carbón. Muy cerca, y siempre andando sobre el suelo negro, se llega a Campo de Bombas, un área repleta de trozos de lava que, al caer y enfriarse, tomaron curiosas formas; las hay desde el tamaño de una pelota de fútbol a otras enormes, que eclipsarían a un Fiat 600.

Poco más adelante se pasa por Los Colores, un fantástico paisaje donde el suelo negro se mezcla con otro de tonos ocres y rojos, todo salpicado de coirones amarillos: nunca mejor puesto el nombre. Allí cerca está el Rial del Molle, donde un molle (flora autóctona) de más de 300 años provee la única sombra -en verano se agradece- de todo el recorrido. Al resguardo de esa sombra centenaria, dónde más, se disfruta un almuerzo.

Como un hobbit

Luego se ascienden las laderas del volcán El Morado, hasta el borde mismo del cráter. Caminando allí, a casi 2.300 metros sobre el nivel del mar, uno se siente como un hobbit llegando a la montaña, entre rocas volcánicas que parecen haber sido expulsadas ayer nomás. Al fondo, hacia el oeste, se ven las cumbres nevadas de la Cordillera de los Andes, y abajo el río Grande, transformado en un zigzagueante hilo de agua.

Durante todo el recorrido se avistan ejemplares de guanacos -hay más de 16.000 en toda la reserva-, choiques, piches y varios endemismos, que son especies únicas, que sólo se pueden divisar aquí. Entre ellos, el que más comúnmente se suele mostrar ante los visitantes es el lagarto cola de piche. Pero en total hay en La Payunia 70 especies registradas, de las cuales 37 están consideradas como "con alta probabilidad de avistamiento".


Transporte del futuro: el "zeppelin minimalista"


Varias veces al año encontramos noticias de algún medio de transporte que podría revolucionar nuestra manera de viajar en el futuro. Si bien en esta ocasión tal vez la idea resulte descabellada, quizás jamás se haga realidad o pareciera provenir del mismísimo Julio Verne, en cualquier caso, nunca está de más soñar con nuevos medios de transporte, como con este zeppelin minimalista.

El nombre del nuevo artefacto en cuestión es “Aircruise” y se trata de un estílo de zeppelin de diseño vanguardista y minimalista que utilizaría el hidrógeno como combustible. De este modo sería además un medio de transporte que cuida el medio ambiente.

Al contemplar el “Aircruise” uno se da cuenta que es más un fruto del diseño, de la compañía londinense que lo ha desarrollado, que de un estudio de ingeniería aeronáutica. Aún así ya hay muchos que adelantan que podría volar a una velocidad de 150 km/h y unir Londres con Nueva York en 37 horas.

Samsung se ha interesado en el proyecto y está decidido a realizar un estudio de viabilidad. Desde luego, si en algún momento el proyecto llegase a ser una realidad, no cabe duda que debe ser una experiencia única viajar de la manera suave y lenta que muestra el video.

Eso sí, no me lo quiero imaginar azotado por fuertes rachas de viento.

Página oficial: Seymourpowell

Argentina: Buenos momentos al pie de la Cordillera

Todo lo que quieras, un solo lugar". He aquí el eslogan de San Martín de los Andes, una aldea de montaña, junto al lago Lácar, en Neuquén. Y uno quiere todo, atragantándose, porque hay tanto y tan bello, que "faltan ojos". Por la ventanilla del bus, una ráfaga de verdes contrasta con el amarillo intenso de las retamas que, a ambos lados de la Ruta Nacional 234, crecen furiosas y trepan a los cerros con descontrol. El viajero las disfruta pero el lugareño refunfuña porque "son plaga", dice. San Martín de los Andes fue fundada en 1898 -un conglomerado de aserraderos- y desde 1937, cuando se creó el Parque Nacional Lanín, su carácter, su identidad, cobrarían un indeleble sello turístico.

Descubriendo un mundo

Una infinita cantidad de estímulos despiertan en el visitante una curiosidad insaciable. Al llegar, los datos desbordan y se cae en una suerte de entropía, que en lingüística y más precisamente para la semiótica, es el exceso de información y su consecuente caos. Con el pasar de los días, se apaciguan las ideas, se "metaboliza el atracón de paisajes" y celebramos el placer de estar ahí. Entonces decantamos y elegimos. Y llegamos a mirar lo que vimos: aquel cartel en la Municipalidad, "San Martín de los Andes, zona no nuclear, a favor de la vida y la paz". Es un texto en otro contexto.

Así, con una calma entusiasta, caminamos con tiempo hasta el lago y subimos a un bote que nos pasea por ese espejo azul. Estamos a 640 m sobre el nivel del mar y a 40 km de la frontera con Chile. Augusto Gorchs rema y describe el entorno con mucha pasión: "Aquel es un bosque de cipreses que crecen entre las piedras; las raíces tienen forma de cuña y se meten en las grietas para expandirse y alimentarse con lo que encuentran. Más allá, el roble pellín -que no es un verdadero roble- y el raulí. Los dos son endémicos", dice Augusto, que también organiza cabalgatas y turismo aventura.

De regreso, en el pequeño puerto, el profesor de Educación Física Bebe O´Connor prepara los remos para una práctica en grupo. Hasta la nueva y asoleada costanera llega el perfume a rosas y lavandas, que están en veredas y casas.

Antares Patagonia fue vivienda y hoy es una hostería 4 estrellas. Aunque allí uno no se hospede, se puede visitar. Afuera, un jardín con una piscina. Al entrar, una piedra de la casa de Yapeyú del general San Martín. En el salón de estar, muebles sirios del siglo XVIII hechos en plata, nácar y marfil, una Biblia de 1545 y, en el primer piso, otra reliquia: un bordado en canevá realizado por Manuelita Rosas. A los tesoros antiguos se suman instalaciones ultramodernas: diez suites y un salón para eventos con máximo confort.

El paisaje arquitectónico

Si hay algo que suma a la fisonomía de San Martín, es su peculiar arquitectura, cuidada por normas que se cumplen. Las viviendas de los pioneros -erguidas desde principios de 1900- se mantienen que da gusto. Es el caso de La Casa de Eugenia, un hotel boutique que en 1920 fue la primera sede de la Administración de Parques Nacionales. Al pie de la Cordillera, pintada de azul profundo y aberturas blancas, está construida en madera de raulí, un árbol omnipresente del Parque Nacional Lanín.

Otra casa próxima a abrir como museo es la de Rodolfo Koessler y su esposa, la escritora Bertha Ilg. Koessler fue el primero y único médico del pueblo por más de una década: partero, dentista, cirujano, farmacéutico. "Mi abuelo era un tipo extraordinario; tomaba su maletín, ensillaba el caballo y se iba al campo a curar enfermos. Algunos llegaban hasta esta casa, que compró en 1923, y se atendían en el consultorio. Guardamos todo lo que tenía: el instrumental, frascos con las drogas que usaba para formular medicamentos, muebles, ropa. Vamos a poner cada cosa como estaba antes porque queremos que la gente visite los 19 ambientes. Así se podrá apreciar cómo se vivía en la Patagonia de entonces", dice Federico Koessler.

La otra joya arquitectónica -sobre la ruta de ingreso a San Martín- fue levantada por el matrimonio de Roque Bello y Rosalía Contreras en 1900. La mujer tenía huerta, frutales, ovejas, caballos y vacas. Restaurada, tiene pisos y paredes de raulí, tapizados originales de papel inglés sobre las paredes, muebles históricos y ventanales con profusión de vidrios repartidos. "Era imposible traer vidrios grandes desde Buenos Aires; llegaban rotos", comenta orgulloso Juan Manuel Boschi, detallista a ultranza y dueño de Ku de los Andes, la parrilla gourmet que funciona allí. Cuenta con un menú excepcional y una carta de vinos editada por él, en función de la cava que armó con un sommelier. El plato principal ronda los $ 50. Para beber, obviamente los buenos vinos del Sur: el tinto malbec o pinot de El Calafate o algún blanco de Familia Schroeder. Muy bien logrados están la trucha al limón, el ciervo con mostaza ahumada y el bife de búfalo a las tres pimientas, que Boschi trae del delta entrerriano. Carne sabrosa, tierna y magra. De postre, volcán de chocolate o tarta tibia de manzanas.

Días de playa

Verano, sol y más de 30 grados de temperatura. Está para ir a la playa Catritre, el balneario más próximo a la ciudad, en la margen izquierda del Lácar; a Quila Quina, adonde se accede por la Ruta de los Siete Lagos o en lancha, con arena fina y rodeada de un bosque que exhibe robles, ñires, maitenes y radales. La villa homónima y cercana es hábitat de mapuches de la comunidad Curruhuinca. Viven en casas con cercos de palo a pique, huertas y corrales. Muchos tienen puestos de artesanías. Otra opción es la playa de Yuco, a 30 km de San Martín por la ruta 48 que conduce hacia Chile, con piletones y un camping libre.

Mientras uno se asolea o duerme una siesta a la sombra, otro puede generar adrenalina extra con cuanto deporte náutico se le ocurra (kayak, windsurf, kitesurf, remo o rafting) en los lagos Lácar, Machónico y Machónico Chico y los ríos Hermoso y Aluminé. Conviene contratar a un guía experimentado.

Las estrellas se ven más cerca y la luna, más grande. Por eso las cabalgatas nocturnas o diurnas son un placer para grandes y chicos, así como hacer trekking en el cerro Chapelco, que no tiene nieve y se convierte en un gran parque de diversiones. Los más corajudos trepan el Lanín hasta la cumbre del volcán o hacen mountain bike por los circuitos de montaña que ofrecen un exigente ascenso y algunos descensos muy veloces. El ciclismo de altura está muy de moda y lo bueno es pedalear en cornisas de curvas bien cerradas. Lo mismo que el canopy, que lleva a deslizarse hasta 250 m a 25 km por hora, colgado del arnés del cable de acero entre las copas de árboles.

Las historias y las vidas

La pesca con mosca dejó de ser un deporte para transformarse en un ritual y un "duelo de caballeros" entre el pescador y su presa. Varias clases de truchas y salmones esperan el desafío. Los habitués conocen cada cm cúbico de arroyo, lago o río; los que recién empiezan, contratan un guía de pesca.

Héctor "Toti" Palmer es un pintor autodidacta que vende originales y serigrafías a fanáticos pescadores. Junto a más de veinte artistas, integra La Ruta del Arte, un producto turístico y cultural creado por Juan Sabatini y su mujer Claudina. Consiste en visitar a los pintores, artesanos, tallistas en madera y creativos del lugar, en sus propios talleres, para interactuar con ellos y observar sus obras. Tras ellas se pueden hurgar historias que dejan pensando, como la de Darío Mastrosimone, un contador porteño. Cansado de Buenos Aires, vendió todo y partió con su familia a San Martín de los Andes, buscando una vida mejor. Su proyecto de vivir de la pintura fue por demás ambicioso. "Con el maestro Georg Miciu aprendí la técnica del espatulado en óleo. Mi inspiración, así como la paleta de colores, las obtuve en este paisaje", recuerda y señala la gama de verdes que se ven tras el gigantesco ventanal de su atelier. En la Ruta también está la arquitecta Eugenia Morano, que llegó a San Martín desde La Plata para la construcción del Complejo hotelero Rincón de los Andes. Ahora diseña botas, zapatos y zuecos.

Golf y buena mesa

También por la ruta 234, los verdes se reproducen y se afelpan, como en una ondulada alfombra natural. Es el campo de golf del Chapelco Golf y Resort, diseñado por Jack Nicklaus, quien fue considerado el mejor jugador del mundo. Tiene un exclusivo club house, un lodge a la vera del río Quilquihue y el hotel Loi Suites, el único 5 estrellas de San Martín. La cancha respeta la topografía, con 18 hoyos entre montañas y bosque andino. Para el amante del golf, es un paraíso, a 18 km del centro y a 7 km del aeropuerto.

En la propuesta gastronómica de San Martín se destaca el rubro de los chocolates. Mamusia y Tatus vivían en Polonia y emigraron a la Argentina. "Mi abuelo era contador y mi abuela cocinaba; hacía chocolates para sus amigos y vecinos. Se le ocurrió abrir las puertas de la casa y empezar a vender", dice Faustina, nieta y mano derecha de Tatus. Más que una fábrica, es una gran cocina, donde un puñado de profesionales prepara más de 60 variedades de chocolate, que sólo se venden en una esquina de la calle San Martín, con las paredes pintadas con flores y guardas a todo color.

Para una comida típica, El Regional ofrece tablas de fiambres y encurtidos, y bocados calientes como gulash, acompañados por cervezas artesanales. Ahumadero El Ciervo ofrece exquisitos salamines de ciervo y jabalí, ahumados de trucha al vacío y hongos secos o en escabeche. Mario se dedica a salar, secar y ahumar las carnes salvajes con maderas de la zona, imprimiéndoles un aroma especial.

Chivito, cordero patagónico, lechones y parrillada de achuras es la especialidad de La Posta Criolla y Patagonia Piscis. Para mariscos, paellas, tostones con langostinos, cazuelas o salmón, El Mesón de la Patagonia, a cargo de Juana y Raúl Duarte. Con chicos, algo rápido y sabroso se puede ordenar en La Barra. Alan Wettstein tiene pastas artesanales y pizzas que son manjares y, de regalo, una formidable vista al Lácar.

Aires de Oriente

Para presupuestos de amplio espectro (desde cabañas y hostales a 5 estrellas), gustos diferentes y un paisaje que no sólo se contempla: también se vive.

La hostería Lahuen Co acaba de inaugurarse en el área protegida de bosque andino-patagónico del Parque Nacional Lanín, a 82 km de San Martín de los Andes. Todo el complejo Lahuen Co, Eco Resort y Spa termal se realizó con estrecha interacción entre guardaparques y la familia Kopyto, dueña de la idea.

El spa termal fue concebido con el asesoramiento del maestro japonés Eiji Mino Sensei, del Centro Zen Shiatzu. Tiene cuatro piscinas internas a distintas temperaturas y externas. Se comienza por el tepidarium (piscina con agua a temperatura corporal, 37°) y se avanza hasta los 42° antes de pasar a las duchas con varios grifos y el almuerzo.

Al llegar, Shizuto Masunaga propone 20 minutos de ejercicios de estiramiento. Por la tarde, realiza masajes que pueden tomarse al aire libre. Hay más propuestas: caminatas, paseos por el lago, avistaje de aves y expediciones de montaña con diferente nivel de dificultad. Las salidas son con guías bilingües y se extreman las precauciones.

En Lahuen Co no hay señal para celulares, televisión ni teléfono y el servicio wi fi es condicional. No pueden ingresar niños y hay menú para celíacos, diabéticos, vegetarianos y comidas livianas.Lahuen Co organiza vuelos privados entre los aeropuertos de Bariloche y Chapelco. Desde ahí, la camioneta del resort transita la estepa, el bosque y la selva valdiviana y recorren ocho lagos, lagunas con playas de arena volcánica, un escorial de lava petrificada y el volcán Achén Ñiyén, cerca de las termas de Epulafquen, donde está el spa.

Y nada más. Ni menos. Irse de San Martín de los Andes es incorporar al archivo personal la existencia de otro de esos "lugares en el mundo" que parece increíble que existan en paralelo al vértigo y las tensiones de las grandes ciudades. Pero no fue un sueño. Está allí. Y siempre queda la posibilidad de pegar la vuelta.

05 febrero 2010

La ventaja de hablar la lengua de un país en tus viajes

La posibilidad de que un viaje soñado sea una experiencia única, enriquecedora y a la vez sea una oportunidad donde practicar un idioma es una combinación única. Brasil brinda la posibilidad de “vivir y sentir” el Portugués desde el mismo momento en que uno comienza a planificar su itinerario de viajes y visitas.

Cada verano, viajan a Brasil miles de argentinos, el intercambio comercial y cultural con la vecina nación no para de crecer. La posibilidad de visitar territorio brasilero es para los argentinos una posibilidad de revalorizar su historia, tradiciones, sabores y sonidos, una aproximación a la naturaleza y un contacto con el silencio y la tranquilidad tan buscada. Para muchos viajeros argentinos, visitar Brasil es una experiencia chocante, ya que el idioma Portugués presenta dificultades, tanto en la forma oral como en la escrita. Por eso, para aquellos viajeros con planes de visitar el vecino país, es muy recomendable exponerse al idioma previo a la fecha de su viaje.

El Portugués para viajeros representa la posibilidad de aprender vocabulario clave y todas aquellas destrezas necesarias para poder comunicarse con tranquilidad en el avión, en la aduana, en la reserva de hoteles y traslados. Todo este aprendizaje impactará sobre la estadía, la cercanía a cada nuevo sitio histórico y en cada charla informal con los habitantes de cada región, resultando en experiencia más gratificante a nivel humano. La aproximación a la lengua previa al viaje puede hacerse de forma dinámica, interactiva, a través de videos, degustaciones, muestras de arte, lectura de revistas y materiales originales, para que el acercamiento cultural y afectivo sea apropiado por todos los sentidos.

Qué hacer en las Cataratas de Iguazú

Las Cataratas de Iguazú, en el estado de Misiones, en Argentina, es quizás uno de los lugares más visitados del mundo. Este Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO consta de 275 caídas de agua, que se pueden admirar desde senderos y pasarelas, además de viajes en barco, así como en un pequeño tren que llega hasta la Garganta del Diablo, la parte más alta de las cataratas. Un auténtico paraíso a disfrutar en alguna de las muchas ofertas de viajes que suelen salir para Iguazú.

Durante siglos, los indios guaraníes habitaron esta zona, y llamaron a estos saltos de agua Iguazú, que significa Agua Grande. El explorador español, Alvar Núñez Cabeza de Vaca, fue el primer europeo que vio las cataratas en 1541. Durante el siglo XVII, la región estaba habitada por las misiones jesuitas que buscaban convertir a los indios guaraníes, además de protegerlos de los Bandeirantes portugueses, o cazadores de esclavos.

Precisamente, la película de La Misión, cuenta la fascinante historia de los misioneros jesuitas en esta región, y fue filmada en parte en la Isla de San Martín de las Cataratas de Iguazú.

Hay una amplia variedad de pasarelas y senderos en el Parque Nacional de Iguazú. Por la mañana temprano es el mejor momento para caminar por la pista forestal del Sendero Macuco, donde veréis mucha avida silvestre y aves. El circuito superior y el inferior son dos pasarelas principales a lo largo del río Iguazú, con unas fabulosas vistas esperándonos en cada esquina.

El Paseo Superior nos lleva por la parte superior del Salto Bossetti y la Catarata de San Martín, mientras que el Paseo Inferior zigzaguea por la parte inferior de los saltos, desde donde un ferry llega a la Isla de San Martín. Tener en cuenta que, durante la temporada alta habrá mucha cola para hacer cualquiera de estos dos paseos.

El Tren Ecológico de la Selva cruza lentamente el parque nacional y para en varios puntos de las pasarelas, con la última parada en la Garganta del Diablo. Hay una pasarela que corre a todo largo del río, hasta la Garganta del Diablo, donde quince cataratas se unen para formar la caída más grande e impresionante de todo Iguazú.

Una maravillosa visita guiada es la que se puede ofrecer coincidiendo con la luna llena. Es una excursión nocturna de tres horas, durante tres noches, a lo largo de las cataratas, y que incluye la cena. La entrada a las Cataratas de Iguazú es de 30 pesos por persona, con el segundo día a mitad de precio si queremos volver al día siguiente.

Puerto Iguazú, la ciudad más cercana, tiene alojamiento y comida para todos los turistas y todos los presupuestos. Para los mochileros, hay una muy buena relación calidad-precio en el alojamiento, sobre todo en el albergue Hostal Inn, situado en la carretera principal entre Puerto Iguazú y las cataratas. También hay un camping en el extremo sur de la ciudad, Camping el Pindo.

La mayoría de los turistas llegan a Puerto Iguazú en avión. Hay vuelos regulares entre Puerto Iguazú y Buenos Aires. Otras opciones son el autobús, aunque se tarda veinte horas desde Buenos Aires, o en coche.

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