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27 julio 2009

Argentina: Un recorrido por los alrededores de Mina Clavero. Pueblos tranquilos, arroyos cantarines

Si no fuera uno de los conservacionistas más famosos del país, uno podría decir que Fabián Ramallo nació para contar historias. En el restaurante de la Fundación Cóndor, una solitaria construcción que balconea sobre las sierras del camino de las Altas Cumbres, en la provincia de Córdoba, Ramallo contagia su pasión por las aves y por el paisaje que lo rodea. Estamos a más de mil quinientos metros de altura, cerca de un cielo que parece pintado, rumbo al Valle de Traslasierra. El locro, la charla a la que van sumándose varios parroquianos, el vino y el sol, son buenos presagios de lo que seguirá.

Ramallo no es el único que encontró su lugar en este valle ubicado al oeste cordobés. Desde que José Gabriel Brochero, conocido como el Cura Gaucho, abrió a fines del siglo XIX la "Casa de Ejercicios Espirituales" en el pueblo que hoy lleva su nombre, cientos de peregrinos llegaron en busca de paz espiritual, de las milagrosas aguas de sus ríos y de su clima benévolo. Pasaron más de cien años desde entonces, y Traslasierra mantiene su mística.

Pero aún estamos en el kilómetro 69 del camino de las Altas Cumbres, escuchando historias de cóndores y pumas. "El cóndor tiene un destino de grandeza: nació para andar por el cielo", dice Ramallo con tono épico, mientras muestra la foto de Tupac, un cóndor de alas entumecidas que luego de 27 años de cautiverio fue rescatado y pudo volver a volar, a fuerza de cuidados y entrenamiento. Hace catorce años que la Fundación se dedica a la protección de estas aves. Y aunque hoy no tenemos la suerte de verlas planear entre las sierras, sí podemos imaginarlas a partir de los entusiastas relatos que acompañan el almuerzo.
El camino desciende en curvas y se ven los pueblos que brillan con sus techos plateados. Mina Clavero, Nono, los ríos, forman parte del mismo cuadro brilloso de tonos musgo y grisáceos.

De cerámica negra y té inglés

Dora nació en Liverpool -la ciudad de los Beatles-, y hace más de treinta años que decidió instalarse en Loma Bola, donde "por milagro" logró comprar la casona donde ahora sirve el té. Dora y su marido tienen ojos muy claros y hablan entre ellos un inglés de libro. En algún momento instalaron en esta casa un exclusivo internado bilingüe para hijos de embajadores y empresarios. Lejos de los años de docencia, hoy sirven el té en tazas verdes de cerámica con budín de banana, escones y otras delicias. "Las mismas que usó la princesa Diana", ironiza su marido, pero enseguida aclara que es una broma.

Loma Bola es un pequeño poblado a los pies de un Vía Crucis de catorce estaciones que subimos trabajosamente para obtener una panorámica del valle. El esfuerzo bien vale la pena, sobre todo si al descender uno se encuentra con la casa de té Villa Dora, o con un paseo por los jardines del antiguo y bellísimo hotel Loma Bola.Pero para llegar hasta aquí desde las Altas Cumbres hemos atravesado gran parte del Valle de Traslasierra, a través de la serpenteante Ruta Provincial 14.

El recorrido comenzó en Mina Clavero, ciudad famosa por su casino, por su buena infraestructura y por la figura de Héctor Recalde, el campeón de rally que puso esta región en los mapas del mundo. Precisamente por la Avenida Héctor Recalde se llega al Camino de los Artesanos, un recorrido entre las sierras de 18 kilómetros en el que varias familias muestran su producción de cerámica y tejidos con secretos guardados durante generaciones.

Una cruz marca la entrada del taller de Atilio López, donde uno puede ver cómo se fabrican perfectas piezas de cerámica negra. Pero aunque todo el proceso esté a la vista, el secreto está en la arcilla, y López explica que él sabe exactamente dónde encontrarla en uno de los ríos de la zona.

De locros, gatos y chacareras

En el pueblo de Nono damos una vuelta a la plaza para ver las antiguas construcciones de ladrillo a la vista, la iglesia y una auténtica pulpería. Allí tomamos un desvío que nos lleva a uno de los imperdibles de esta zona: el Museo Polifacético Rocsen. El Dique La Viña es otra de las paradas que impone la ruta hacia el Sur. Se trata de un paredón de más de cien metros que contiene las aguas del Río Los Sauces y forma un embalse. No muy lejos de allí, en el Club de Pescadores las Rabonas, damos un paseo en botes de alquiler.

Seguimos hacia Los Hornillos, Villa Las Rosas y Las Tapias, algunos de los pueblitos que se suceden con sus producciones de aceite de oliva, hierbas medicinales y artesanías. En invierno el paisaje es grisáceo: piedras y arbustos resecos brillan con fondo de sierras.Pero cuando uno llega a San Javier, el paisaje cambia: se impone el verde y la sombra de los árboles sobre las calles empedradas. El pueblo va trepando y uno no puede eludir la imponente sombra del Champaquí, el cerro más alto de la región, con una altura de 2.790 metros sobre el nivel del mar. Es domingo de peña junto a la iglesia de San Javier, y un grupo de chicas se acerca al escenario con sus polleras largas y el pelo engominado en larga trenza. Angel prepara el locro en una olla gigantesca desde las 8, y espera que esté listo para las 13. La gente prueba alguna que otra empanada, entre gatos y chacareras. La jornada sigue, dice el animador, "hasta que el cura nos eche porque tiene que dar la misa".

En la plaza, el pequeño Nicolás, de cuatro años, da la tercera vuelta en burrito, mientras su amigo Tiago lo lleva de la cuerda. Empedrados, viejas construcciones coloniales, sauces, ferias artesanales y el murmullo del arroyo que pasa discretamente bajo la calle son algunas de las imágenes que uno se lleva de San Javier. Yacanto está casi pegada a San Javier, y es famosa por su antiguo hotel en el que los ingleses solían pasar sus vacaciones a principios del siglo pasado. Vale la pena hacer una pausa para el almuerzo y pasearse por los jardines que enceguecen de tan verdes. La Población es el pueblo que sigue, con una paz mística en sus calles de tierra que trepan por el cerro. La ruta sigue hacia el Sur y se torna más solitaria. La vegetación se reseca otra vez y se cubre de espinas. Aparece un lindo pueblo con un nombre más que apropiado: da la impresión de que sólo podría llamarse La Paz. Un desvío de un par de kilómetros conduce a Loma Bola: entonces sí llegamos a la Casa de Té Villa Dora.

Volcanes, túneles y palmeras

Puede resultar difícil imaginar un paisaje de palmeras en las sierras cordobesas, pero es lo que uno encuentra cuando sale de Mina Clavero hacia el norte por la solitaria Ruta Provincial 15. La excursión hacia Los Túneles nos llevará todo el día.El panorama nada tiene que ver con lo que conocimos hasta ahora. Aquí casi no hay pueblos, y la vegetación achaparrada desaparece. Sierras, palmeras y volcanes solitarios: el paisaje parece importado de otras latitudes. Las palmeras caranday recortan sus siluetas desplumadas contra el volcán Boroa, una pirámide perfecta que parece calcada de un libro de geometría. El camino se interna entre las Sierras de Pocho, y aparecen algunos pueblitos con arroyos y rebaños de cabras. En Las Palmas entramos a una capilla de adobe de más de trescientos años, dedicada a la Virgen del Rosario.

El camino sigue, hasta que después de una curva aparece la espectacular vista panorámica de los llanos riojanos. Ingresamos a la Reserva Natural Chancaní, y descendemos por la montaña a través de cinco túneles construidos en 1930, una extraordinaria obra de ingeniería para la época. Poco antes de cruzar el último túnel, paramos en un mirador. Un muchacho tiene allí un puesto en el que vende arropes, alfajores y dulces regionales. "Hace un rato estuvieron los cóndores, pasaron tan cerca que hasta les veíamos los ojos", dice ante nuestra mirada incrédula. Pero tiene razón: levantamos la vista y los vemos planear sobre las montañas como grandes barriletes negros. Vuelan en silencio, impulsados por el viento. "Destino de grandeza"

25 julio 2009

Planifica tu vuelta al mundo on line

¿Siempre has querido dar la vuelta al mundo pero no sabes por donde empezar? La Star Alliance te da una mano. A través de su sitio web puedes organizar tu itinerario y reservar todos los vuelos, con un máximo de 15 paradas intermedias.

Lo más interesante es que el portal nos presenta un planisferio, de manera tal que visualmente podemos imaginar la ruta que deseamos recorrer. Así, vamos marcando puntos en el mapa y armamos nuestro propio trayecto para dar la vuelta al globo, volando en cualquiera de las compañías que forman parte de esta alianza.

Sólo haces click en cada ciudad en donde deseas hacer una posta, añadiendo la fecha de cada partida, y listo: el sistema te devuelve calculado el precio del billete, con un precio especial. Si sólo estás planeando, puedes guardar tu itinerario creado de forma personalizada para más adelante.

Para tener una idea, una prueba del sistema de reservas, con el itinerario: Madrid – Estambul – Dubai – Hong Kong – Sydney – Los Ángeles – Nueva York – Madrid, cuesta unos 3.000 euros, así que evidentemente necesitas unos ahorros considerables para cumplir este sueño, pero de todas formas, no deja de ser una ventaja que ahora organizarlo sea mucho más fácil.

Vía: Diario del viajero

Argentina: Fin de semana en San Clemente del Tuyú

San Clemente del Tuyú no sería la que es sin el parque Mundo Marino, que está cumpliento justo su 30° aniversario. ¡el oceanario más grande de Sudamérica! La aventura comienza con el show de delfines y las orcas en el Estadio del Mar, podrás disfrutar no solo de sus saltos, sino además de acercarte al piletón y tocarle la naríz a uno de ellos. Posteriormente cruzas el parque de punta a punta para encontrarse con “los amiguitos de esmoquin”, que no han sido entrenados para deslumbrar a la audiencia, pero sí para enternecer con su andar particular.Los pingüinos despliegan sus destrezas frente a los ojos incrédulos de los más pequeños. Podrás ver algunos integrantes del parque con el ”Laboratorio Marino”, que ofrecen un espectáculo simpático, con moraleja ecológica incluida: los villanos que quieren contaminar el mar reciben su merecido.

Otras de las actividades que podrás disfrutar es del “Encuentro Submarino”, es una excelente manera de acercarse a los delfines, observándolos a través del acrílico de un piletón sumergido, también a bordo de una aerolancha podrás ver los hipopótamos y las aves. Por el parque se puede pasear en tren o hacer un recorrido en un safari terrestre. Pero en Mundo Marino no son todos shows de animales, sino que hay entretenidas representaciones infantiles, cómo: “Los Cantacuentos de Pinguy y Orky” y “Las aventuras submarinas del Nautilus”, que fascinan a los más pequeños, y ni que hablar de los juegos para niños, con sus puentes, redes colgantes… Ten presente que en el parque no está permitido ingresar con alimentos, de manera que el almuerzo es un costo extra obligado.

Via: viajesdestinos

Argentina: Ushuaia, el fin del mundo o donde todo comienza

Kenai mira con insistencia, ansioso, a Martín, el conductor de un trineo a punto de partir tirado por una formación de ocho perros huskies siberianos y alaskanos, en Llanos del Castor, un centro invernal cercano a Ushuaia, en Tierra del Fuego. Kenai sigue mirando fijamente hasta que Martín grita la esperada orden: "¡Okeeeeyyyy!" Entonces sí, se da vuelta y, junto a sus siete compañeros, arrastra con inacabable energía el trineo rumbo al bosque de lengas, donde se dibujan varios circuitos para estas divertidas excursiones de trineos tirados por perros.

Esta es una de las actividades con la que los centros invernales de Tierra del Fuego reciben a los visitantes que disfrutan del espectáculo único de la naturaleza más austral del continente: montañas y bosques de lengas y coihues cubiertos de blanco, ríos y arroyos a medio congelar que bajan suavemente las laderas, la Cordillera de los Andes que aquí, en el fin del mundo -o el comienzo de todo, como prefieren llamar al lugar los fueguinos-, desciende y se hunde en el Canal de Beagle. Un escenario tan espectacular como perfecto para realizar gran cantidad de actividades que en invierno, claro, se basan en el contacto con la nieve.

Esquí y cordero a la cruz

Son al menos 14 los sitios para practicar actividades invernales en Ushuaia, pero sin dudas la estrella es Cerro Castor, uno de los centros de esquí más nuevos y modernos de Sudamérica, 26 km al nordeste de la ciudad, por la ruta nacional 3. El pasado 9 de julio Castor festejó su 10° aniversario, con novedades como nueva telesilla, nueva pista y dos alfombras transportadoras -novedosos medios de elevación- en la cota 480. Así el centro suma ya 24 pistas y una temporada que por la latitud, el clima y la disposición geográfica -las pistas prácticamente no reciben sol en forma directa, por lo que la nieve se conserva más tiempo con excelente calidad-, se extiende desde junio hasta mediados de octubre.

Aquí las estrellas son el esquí y el snowboard, claro, pero también la buena mesa, sobre todo en el restaurante Morada del Aguila. Entre sus mesas, en torno de un gran fogón, el deporte favorito es contemplar el bosque nevado a través de los grandes ventanales. Bueno, al menos hasta que llega una suculenta y humeante cazuela de cordero. Además del cordero -que también se puede saborear asado a la cruz-, el otro gran distintivo de la gastronomía fueguina es la centolla, que en Cerro Castor se puede degustar incluso en sushi, en el cálido refugio de Cota 480, en medio de la montaña blanca.

Bajando del cerro, la ruta 3 surca, sinuosa, el Valle de Tierra Mayor, donde varios complejos invernales ofrecen aprender y perfeccionarse en actividades como caminatas con raquetas, excursiones en motos de nieve, trineos con perros y esquí de fondo. Y ya que Ushuaia es la "Capital Nacional del Esquí de Fondo", hay muchas pistas para elegir, e incluso travesías de más de un día, pasando la noche en carpa. El tercer fin de semana de agosto, la tradicional travesía de esquí de fondo "Marcha Blanca" une los distintos centros de este valle. Varios de ellos, además, ofrecen excursiones nocturnas por la nieve, que combinan raquetas, motos de nieve y trineos, y finalizan con una suculenta cena.

Cuando estamos por irnos de Llanos del Castor, un zorro colorado se acerca temeroso y curioso, resulta una víctima repentina de mil fotografías, y demora nuestra partida. A los "forasteros" este contacto con la fauna puede parecernos raro, pero es otro gran atractivo de la zona. También se ven guanacos, conejos, patos, carpinteros patagónicos y, claro, castores, especie introducida en la década del 40 que se transformó en plaga. Y aunque en invierno hibernan, una de las caminatas con raquetas aquí propone visitar una cercana castorera habitada.

"El tren de los presos"


"Aquí finaliza la Ruta Nac. N° 3. Buenos Aires, 3.079 km. Alaska, 17.848 km". El cartel, en el ingreso a la Bahía Lapataia, extremo sudoeste del Parque Nacional Tierra del Fuego, es sin dudas uno de los más fotografiados de todo el país. La foto con la señal tallada en madera de lenga parece un paso obligado de los turistas que bajan a contemplar la bahía en la que desemboca el río Lapataia, palabra de origen yámana -etnia originaria de la zona- que se traduce como "Bahía de la buena madera".

La nieve y el hielo obligan a caminar con cuidado por las pasarelas de madera que cruzan la turba -típico suelo de la zona, muy utilizado como abono natural-, y las nubes bajas y borrascosas ayudan a que por momentos el paisaje parezca en blanco y negro. Tan distinto a la primavera y el verano, cuando aquí todo es verde, flores y pájaros. El Parque Nacional tiene 63.000 hectáreas de extensión, y es el único del país que combina costa, bosques y montañas.

Una buena opción para adentrarse en el Parque es tomar el Tren del Fin del Mundo, un ferrocarril turístico, con pintorescas locomotoras a vapor, que hace el mismo recorrido que décadas atrás -desde comienzos del siglo XX hasta 1952- hacía el tren que transportaba a los presos del presidio de Ushuaia, hoy convertido en museo. Los numerosos troncos de árboles talados que se ven en los alrededores de las vías, enmarcadas por el río Pipo y el monte Susana, son el recuerdo del trabajo que debían realizar los reclusos de entonces: conseguir madera para la cocina y la calefacción del presidio.

Sobre el Cabo de Hornos

El atardecer siempre tiene un encanto especial en la Patagonia, y ni qué hablar si se disfruta desde una piscina climatizada con vista al Canal de Beagle, o desde un comedor con grandes ventanales, chocolate humeante de por medio. Todo esto es posible en el hotel Los Cauquenes, en un nuevo barrio de la ciudad que casi "se moja los pies" en el Beagle.

Hacia el otro lado se divisa la Cordillera, en uno de cuyos rincones el pequeño centro de esquí Glaciar Martial, que ofrece más actividades en la nieve -incluyendo un circuito de canopy en el bosque- y también una de las vistas más espectaculares de la ciudad de Ushuaia, el canal y, detrás, las cimas nevadas de Chile.

Con esa vista seguramente sólo pueden competir las que se consiguen desde el Pipper Cherokee que realiza vuelos de bautismo desde el aeroclub local. Hay distintos circuitos para elegir: se puede volar sobre lagos, montañas, estancias como Harberton o Rivadavia, el Canal de Beagle y el faro Les Eclaireaurs. O llegar hasta el mítico Cabo de Hornos, ese encuentro de océanos responsable de tantos naufragios. El aeroclub está armando un nuevo espacio de turismo cultural: el museo aeronáutico más austral del planeta. Ya cuenta con un viejo DC3 restaurado, y recientemente inauguró una réplica del emblemático "Cóndor de Plata", aquel biplano que, al mando del alemán Gunther Plüschow, pasó a la historia por ser el primero en sobrevolar estas tierras frías y ventosas, allá por 1928.

21 julio 2009

Mapa de puntos Wifi en Buenos Aires

Por suerte, ya son muchísimas las ciudades del mundo que nos ofrecen la posibilidad de ir con nuestros ordenadores portátiles y conectarnos en muchos puntos de la ciudad vía Internet inalámbrica, de manera tal de poder contarle a los familiares y amigos que se quedaron en casa cómo nos está yendo en nuestra travesía.

Buenos Aires, la capital argentina, es una de estas ciudades y gracias a sitio PC Fix podemos encontrar fácilmente mediante un mapa de Google los sitios en los que podemos conectarnos.

Esta guía Wifi de Buenos Aires incluye las zonas del conurbano, es decir, de la provincia de Buenos Aires pero aledañas a la ciudad.

Debajo del mapa la información gráfica se amplía con un listado con los lugares en los que se indica el nombre de la tienda, restaurante, centro comercial o café que ofrece el servicio, la dirección exacta y el barrio o zona en el que se ubica.

Ésta es una de esas herramientas simples que ofrece la informática, pero no por ello menos útil ni valiosa a la hora de tener en cuenta durante nuestro viaje.

Vía: Diario del Viajero

Chile: Diario de viaje "Al otro lado de los Andes"

El viaje a Chile cobra sentido antes de llegar a destino. En el preciso instante en que el avión sobrevuela los picos nevados de los Andes, uno siente que para describir la sensación de volar sobre esta maravilla natural no alcanzan las palabras. O sobran. Y después de un sinfín de reflexiones, comienza una compulsión por fotografiar las montañas. ¿El resultado? Imágenes preciosas, con el sol dorando las nieves eternas, que aparecen como una maqueta pintada a la perfección sin lograr hacerle justicia al paisaje real.

Es posible que esta vista -la aérea- sea la más espectacular e intimidante, pero lo cierto es que la Cordillera estará en todo momento en el horizonte de Santiago. Una ciudad marcada por los contrastes entre su casco histórico y los barrios modernos; con próceres familiares -empezando por el mismísimo San Martín- y los anuncios de festejos para el Bicentenario en 2010; y la gran demanda del turismo de negocios y convenciones. Pero al mismo tiempo, la capital chilena funciona como la puerta de entrada para la mayoría de los destinos turísticos, con rutas que parten hacia el desierto del norte, los lagos del sur, los cercanos centros de esquí y la diversidad que presenta el Valle Central, con sembrados agrícolas y viñedos, desde las montañas hasta la costa marina.

Aun para quienes ya conocen la ciudad, lo mejor es recorrer primero el Centro Cívico de Santiago. Se trata del área donde se concentran las principales dependencias y edificios de gobierno, como el emblemático Palacio Presidencial La Moneda de cara a la Plaza de la Constitución. En tanto, frente a la fachada sur de La Moneda -como se lo llama en forma coloquial- se sitúa la Plaza de la Ciudadanía, en cuyo subsuelo fue inaugurado un centro cultural, que posee exposiciones permanentes e itinerantes.

A pocos metros se encuentra la histórica Plaza de Armas -surgió con la fundación de Santiago de Nueva Extremadura, en 1541-, flanqueada por la Catedral Metropolitana y el Museo Histórico Nacional. Imperdible, su recorrido se remonta a la Conquista Española y termina en una vitrina con los restos de los anteojos de Salvador Allende y la portada del diario El Mercurio de 1973: "Junta militar controla el país".

Muy recomendable, para conocer el Parque Metropolitano hay que tomar un funicular y subir por el cerro. La primera estación es el zoológico, y luego, sigue hasta la cima. Allí encontramos una cantidad insospechada de ciclistas, contemplando la panorámica de la ciudad y mezclados con extranjeros que compran souvenirs y el típico mote con huesillo.

En plena hora "del taco" (hora pico) y un tránsito caótico, llegamos a Sanhattan. Así llaman los chilenos a la zona más moderna de la ciudad, proponiendo un juego de palabras entre Santiago y Manhattan. Un ejemplo de esta cara santiaguina es el flamante hotel W, con un concepto innovador, urbano y sofisticado. En el rubro gastronómico se destaca Puerto Fuy, que ofrece detalles como cata de cervezas y de sales, una carta de aguas, ocho tipos de azúcar y perfumes para postres.

Hacia Viña del Mar y Valparaíso

En una hora y media de auto llegamos a Viña del Mar, moderna, alegre, balnearia, soleada. En "la ciudad jardín" (siempre hay flores) se respira un aire de veraneo permanente, aunque estemos en invierno. También junto al Pacífico se encuentra Valparaíso, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Recuerda a Nueva Orleans, a las construcciones sobre los morros de Río de Janeiro, a la bahía de San Francisco, a Nápoles... Tiene algo de todos y de nadie que la hace única. Como los ascensores para subir o bajar de los cerros, las calles de los ateliers, el Paseo Atkinson y el famoso Café Turri. Aquí -como en La Chascona de Santiago, o en Isla Negra-, están presentes las huellas de Pablo Neruda. La Casa Museo La Sebastiana tiene escaleras angostas, objetos personales, rarezas -hasta un caballo de calesita en el comedor- y ventanales hacia las casas coloridas y el mar.

Entonces, un fragmento del autor de "Una casa en la Arena" lo resume todo: "El Océano Pacífico se salía del mapa! No había dónde ponerlo. Era tan grande, desordenado y azul que no cabía en ninguna parte. Por eso lo dejaron frente a mi ventana".

Se asciende al parque metropolitano de Santiago en funicular, y desde la cima se aprecia la ciudad con la Cordillera de fondo.

Peru: Lima en 10 revelaciones

El cebiche, el arte, las historias y el pisco. La capital peruana, un mundo intenso y multicolor, se puede descubrir dejándose tomar por sorpresa, o con la ayuda que proporciona la autora de esta nota que hace foco en todo lo que no se debe pasar por alto. Desde la vida cotidiana hasta las tradiciones prehispánicas.

1. Historias del Hotel Bolívar

Con una ubicación excepcional e histórica, en el corazón de Lima y al frente de la Plaza San Martín, (Jirón de la Unión N° 958), este emblemático hotel es uno de los pocos octogenarios que quedan en pie. A 20 minutos del aeropuerto y 15 del distrito comercial de Miraflores, fue edificado lujosamente para alojar a presidentes y altos dignatarios de gobierno de la época republicana. Después de haber sufrido los embates del tiempo, los sismos y los conflictos de intereses, fue puesto en valor y su arquitectura conserva hoy el diseño original (obra del Arq. Rafael Marquina, 1924-1925) que lo convirtió en Patrimonio Histórico Cultural. Pero hay otra historia que Juan de la Cruz, ex empleado del hotel, sabe contar. Y es la de sus huéspedes "entre las sábanas" y la de toda verdad (y nada más que la verdad) sobre el pisco. Historias como la del actor Orson Welles, que solo y en una noche, bebió cuarenta y dos copas. O la de Ava Gadner, otra diva pero de Hollywood, quien -"post-pisco"- salió corriendo por los pasillos en bata transparente. "Allí, en esa mesa -señala De la Cruz-, estuvo una tarde Jorge Luis Borges." También solían venir otros escritores como William Faulkner y Ernest Hemingway. Armando Manzanero, José Luis "El puma" Rodríguez y Mick Jagger pasaron por aquí. Y también presidentes como Charles de Gaulle, Raúl Alfonsín "y nuestro Alejandro Toledo, quien la noche de las elecciones presidenciales de 2000, se bebió unos cuantos tragos de pisco puro, antes de salir al balcón y hablarle a la multitud", cuenta entusiasmado aunque lo haya dicho cientos de veces.

2. El pisco

Lo del pisco es irrefutable: se produce en Perú desde fines del siglo XVI y es una variedad de aguardiente de uvas. No es chileno. El pisco es una palabra quechua que significa "avecilla". Tomó su nombre del puerto ubicado a 300 km al sur de Lima, desde donde se transportaba hacia España y diversos países de América del Sur. Lo del pisco sour es otra cosa. Surgió circa 1920 en el Bar Morris, del estadounidense Víctor Morris, que se inspiró en el sour británico (modo de beber el gin) y creó la receta. Dicen que uno de los mozos del Morris se la llevó al bar del Gran Hotel Bolívar y el trago se hizo allí legendario. Sin duda, el hotel es "el" lugar para los sedientos de leyendas.

3. La Huaca Pucllana

Si camina por Miraflores -una zona "paqueta"- se va a encontrar con una pirámide de adobe del tamaño de un estadio de fútbol. La construcción data del siglo V dC. y pertenece a la cultura Lima, que floreció entre los años 200 y 700 dC.: era un pueblo de artesanos mansos, sin ejército, que adoraba el mar. Pero el edificio y su entorno se usaban para ceremonias religiosas y políticas. Es uno de los últimos hallazgos arqueológicos de la ciudad, descubierto y puesto en valor por un equipo científico, que inició sus investigaciones en 1981. Hasta ese momento, los vecinos lo habían convertido en basural. Hoy se asoma entre casas, librerías, cines y boutiques, generando visuales surrealistas. ¡No se puede creer!

4. La cocina fusión

En Lima conviven tres culinarias típicas: la costeña, la andina y la selvática. Pero hay que sumarle una cuarta, que revolucionó el mundo gastronómico, y es la cocina de fusión, donde lo nacional se mezcla con lo foráneo. Ejemplo: el tradicional tiradito de atún se sirve con salsa de maracuyá, con miso y wasabi. Sin embargo, otra corriente le hace culto a lo criollo: es la que ofrece cientos de variedades de papines andinos (feítos de aspecto pero sabrosos como ninguno), de muchos colores y un gusto exquisito. Hay un restaurante que tiene una carta con 600 platos y ya figura en el Libro Guinness. Otro con un circo en su interior: mientras el equilibrista cruza el aire por el fino alambre, la gente devora anticuchos o comida de chifas (o sea, china).

Para entender este estallido culinario, vaya al Mercado Central y entre a una cebichería. "El cebiche es el sushi latinoamericano" (lo dijo Douglas Rodríguez, un excelente cocinero cubano norteamericano, creador de la corriente "Nuevo Latino":el plato consta de pescados crudos (aunque cocidos por maceración en jugo de lima o limón), trocitos de ajíes "temperamentales", cebolla, sal y hojas de cilantro fresco. Camine por la avenida La Mar, muy cerca de la Costa Verde que bordea Miraflores, y coma el típico o el de fusion al que le ponen mango y curry.

5. Los parques

Con un encanto especial está el Olivar: tiene 450 años y nos tienta a caminarlo sin prisa pero sin pausa. Tiene más de 2.000 árboles cargados de aceitunas y está en el exclusivo barrio de San Isidro. La leyenda dice que creció de tres ramas que plantó San Martín de Porres, el santito negro del Perú. Otra opción es la caminata por la Costa Verde, desde su malecón (muelle) de Chorrillos hasta el barrio La Punta en el Callao. No es difícil toparse con algunos vecinos ilustres haciendo jogging: Mario Vargas Llosa sale cada mañana si está en Lima, con ropa deportiva.

6. Barranco

Es el distrito que congrega a la mayoría de la comunidad artística limeña. Escritores, poetas, artistas plásticos y músicos pasan sus días bajo un clima creado por antiguas casas coloniales, cercanas al mar. En todos los bares y pubs presentan música en vivo. Y puede ocurrir que en alguno, lo encontremos a nuestro Fito Páez o a los ibéricos Joaquín Sabina y Joaquín Cortés, el bailarín flamenco. Show gratis, mucha emoción. No debe irse de Lima sin haber pasado por allí.

7. Shopping

Tiendas para no perderse son las que están a unos pasos del malecón de Barranco. Aquí se consiguen objetos súper originales, artesanalmente manufacturados. Vale la pena también entrar al centro comercial construido sobre el acantilado de Miraflores: los locales miran al mar lo que añade hedonismo extra.

Consejo: la cestería, las joyas en plata y los tejidos es la clave del breve shopping.

8. Peñas

Pregunte dónde están las que no son para turistas y vea bailes típicos. Son muchos; pero basta con un huayno -género musical y danza andina, precolombina- o una marinera, baile nacional del Perú. Aquí se aprecia el ritmo del cajón -instrumento afroperuano- y de la zampoña, una especie de flauta con varios tubos de cañas. Agende: todos los martes actúa la agrupación Brisas del Titicaca en el distrito de Breña.

9. Misa en quechua

Hasta hace poco, se daba solamente el segundo domingo de junio. Es una celebración en el idioma de los incas, hecha para las distintas comunidades originarias de las provincias, que llegan a la Catedral de Lima con sus santitos en andas. Se estudia la posibilidad de que haya más misas de este tipo. Pregunte si ya están en marcha. Más allá de lo litúrgico, es una oportunidad para escuchar el idioma.

10. Tesoros limeños

No podía quedar afuera el patrimonio cultural. Es imposible abarcarlo en su totalidad, si el viajero dispone de un día o dos en Lima. Lo más sensato es elegir entre la Catedral, Santo Domingo, San Francisco o La Merced, templos católicos coloniales, sacudidos varias veces por temblores pero aún de pie.

Entre las casas, seleccione entre el Palacio de Osamblea, el Torre Tagle, la Casa Aliaga o la Riva. Y en cuanto a los museos, a menos que tenga mucho tiempo y sobrado interés, visite uno. Por ejemplo, el Museo de Arte de Lima, uno de los principales del país, ubicado en el Paseo Colón en pleno cercado de Lima. Su área de exposición es de 4.500 m2 incluyendo las salas de la colección permanente y de las exposiciones temporales. Este museo permite realizar un fascinante un recorrido por la historia de la cultura peruana, portagonizado por salas dedicadas al arte precolombino, a las expresiones coloniales de las famosas escuelas limeñas y cusqueñas, a los maestros de la platería, a los pintores costumbristas del siglo XIX y XX y a los artistas plásticos contemporáneos.

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