Se pueden hacer cruceros, deportes de invierno, practicar turismo rural, bucear, contemplar su flora y fauna y hasta ejercer como arqueólogo y paleontólogo. La inmensa variedad de las actividades que pueden realizarse en la Patagonia, la región geográfica ubicada en la parte más austral del Cono Sur de Sudamérica, es directamente proporcional a su colorido, su belleza y su majestuosidad.
La parte que corresponde a Argentina (la Patagonia se sitúa a caballo entre este país y Chile) es un territorio realmente mayúsculo. Está cargado de misterio, genera tal poder de atracción y seducción que el visitante sólo puede dejarse abrazar por la inmensidad de sus horizontes. Porque al fin y al cabo, el hecho de estar en la Patagonia argentina implica darse cuenta de lo insignificante que es el ser humano cuando se planta ante semejante estallido de naturaleza y magnificencia.
Es una explosión de sensaciones que se extiende por sus 930.000 km2 y de la cual se sienten tremendamente orgullosos sus 2.000.000 de habitantes. No es para menos, ya que en esta exuberante región, se encuentra la que hoy día es considerada la octava maravilla del mundo: el Perito Moreno.
Este imponente glaciar, ubicado entre los 47º y 51º de latitud sur, se extiende sobre el brazo sur del Lago Argentino, con un frente de cinco kilómetros de longitud y sesenta metros de altura. Bautizado con ese nombre en honor a Francisco Moreno, inquieto expedicionario de la zona austral y fundador de la Sociedad Científica Argentina, es una de las reservas de agua dulce más importantes del mundo.
Probablemente, el mayor espectáculo que ofrece el Perito Moreno es su derrumbe. Somos así. No es su formación lo que más nos atrae, sino la contemplación de una ruptura inesperada, una quebradura con la cual se levantan grandes capas albicelestes de hielo y nieve. El proceso es largo: en su avance, el glaciar represa las aguas del Brazo Rico del Lago Argentino, provocando que el nivel de aquel llegue a elevarse hasta 30 metros por encima del lago. Posteriormente, se crea un túnel con una bóveda de más de 50 metros que acaba cayendo debido a la actividad erosionante del agua.
Se trata sin duda de un cambio de estado apasionante: un juego de fuerzas que se ha repetido irregularmente y que ocurrió por última vez el 9 de julio de 2008. Antes de la quiebra, los visitantes más aguerridos y expertos pueden transitar sobre él, con ropas y calzados especiales y la ayuda de guías especialmente entrenados. Los menos atrevidos, los que prefieran contemplar a cierta distancia cómo es el danzar de la naturaleza, pueden hacerlo desde un sistema de pasarelas y miradores dispuestos a unos 400 m del glaciar.
La parte que corresponde a Argentina (la Patagonia se sitúa a caballo entre este país y Chile) es un territorio realmente mayúsculo. Está cargado de misterio, genera tal poder de atracción y seducción que el visitante sólo puede dejarse abrazar por la inmensidad de sus horizontes. Porque al fin y al cabo, el hecho de estar en la Patagonia argentina implica darse cuenta de lo insignificante que es el ser humano cuando se planta ante semejante estallido de naturaleza y magnificencia.
Es una explosión de sensaciones que se extiende por sus 930.000 km2 y de la cual se sienten tremendamente orgullosos sus 2.000.000 de habitantes. No es para menos, ya que en esta exuberante región, se encuentra la que hoy día es considerada la octava maravilla del mundo: el Perito Moreno.
Este imponente glaciar, ubicado entre los 47º y 51º de latitud sur, se extiende sobre el brazo sur del Lago Argentino, con un frente de cinco kilómetros de longitud y sesenta metros de altura. Bautizado con ese nombre en honor a Francisco Moreno, inquieto expedicionario de la zona austral y fundador de la Sociedad Científica Argentina, es una de las reservas de agua dulce más importantes del mundo.
Probablemente, el mayor espectáculo que ofrece el Perito Moreno es su derrumbe. Somos así. No es su formación lo que más nos atrae, sino la contemplación de una ruptura inesperada, una quebradura con la cual se levantan grandes capas albicelestes de hielo y nieve. El proceso es largo: en su avance, el glaciar represa las aguas del Brazo Rico del Lago Argentino, provocando que el nivel de aquel llegue a elevarse hasta 30 metros por encima del lago. Posteriormente, se crea un túnel con una bóveda de más de 50 metros que acaba cayendo debido a la actividad erosionante del agua.
Se trata sin duda de un cambio de estado apasionante: un juego de fuerzas que se ha repetido irregularmente y que ocurrió por última vez el 9 de julio de 2008. Antes de la quiebra, los visitantes más aguerridos y expertos pueden transitar sobre él, con ropas y calzados especiales y la ayuda de guías especialmente entrenados. Los menos atrevidos, los que prefieran contemplar a cierta distancia cómo es el danzar de la naturaleza, pueden hacerlo desde un sistema de pasarelas y miradores dispuestos a unos 400 m del glaciar.