-
-
-
-

11 marzo 2009

Chile: El archipiélago de las leyendas

Las islas de Chiloé y sus bellísimos paisajes. Un territorio de singular identidad, con fantásticas historias y el intenso sabor de su cocina.

Esta extensa y desolada playa en la que rompen, furiosas, las olas del Pacífico sur, parece el sitio ideal para que aparezca el Caleuche, al que, aun sin atrevernos a decirlo expresamente, ansiamos ver. Pero no, parece que hoy tampoco se deja ver. Está sí esa densa bruma que confunde los contornos del mar y el cielo, están el silbido del viento, las constantes nubes que dejan ver el sol entre chaparrón y chaparrón y la silueta de los acantilados con los que la Cordillera de la Costa se zambulle en el mar. Y están los gaviotines, que los habitantes originales llamaban chelles y que, por su paso al castellano (chillwe quiere decir "lugar de chelles" en idioma mapudungun o mapuche) terminó dando nombre a esta tierra tan extraña como fascinante: Chiloé, en el extremo sur de Chile.

Tierra de brujos, leyendas y pescadores, de campesinos y corsarios, Chiloé es un hechizo de praderas verdes, fiordos y canales; un raro paisaje que remite a las colinas de Irlanda o de las highlands escocesas, al sur del Pacífico.

Para ser exactos, hay que decir que Chiloé no es una isla sino un archipiélago que, además de la Isla Grande, comprende un gran número de otras islas e islotes de menor tamaño, que hospedan en total unos 160 mil habitantes. Y albergan, sobre todo, una particular historia, una cultura muy propia -por la mezcla de tradiciones indígenas e hispánicas, por el medio ambiente insular, por el aislamiento en que vivió la zona por mucho tiempo- y una cantidad de leyendas y mitos que asombran por su originalidad y su inventiva.

Como la del Caleuche, ese barco fantasma que, dicen todos aquí, recorre permanentemente los fiordos y canales. Tiene aspecto de velero antiguo, es de color blanco, su cubierta principal está llena de luces, y en él se oye siempre música de fiesta. Para pasar desapercibido, puede transformarse en tronco de árbol, roca o animal marino, o navegar bajo el agua. Según la versión del mito, su tripulación está formada por los brujos de Chiloé, por los muertos en el mar, por esclavos o por quienes pactaron con los brujos para obtener riquezas.

En la Isla Grande

Es raro ver una ruta que siga derecho hasta hundirse -literalmente- en el mar. Pero es lo que pasa con la ruta 5 chilena, que nace bien al norte -límite con Perú- y recorre el país a modo de columna vertebral. Pero en el puerto de Pargua, frente a la Isla Grande de Chiloé, la lengua de asfalto se sumerge en el canal de Chacao. Allí atracan los ferries que cruzan este célebre canal -en otros tiempos temible para los navegantes, y escenario de más de un naufragio legendario-, para depositar, 35 minutos más tarde, autos, motos, colectivos, camiones y peatones en la otra orilla, donde la ruta 5 emerge de las aguas para seguir viaje hacia el sur.

Llegar a Chiloé al anochecer puede no ser recomendable si no se conoce la ruta -el tránsito de buses y camiones es intenso-, aunque puede ser una ventaja si se tiene la suerte, por ejemplo, de ver aparecer la luna tras la Cordillera de los Andes, reflejada mágicamente en las aguas. O llegar a última hora a una cabaña encaramada en la cima de una colina de las afueras de Castro, para contemplar las lucecitas tintineantes en el fiordo y sorprenderse con el paisaje de las primeras luces de la mañana: praderas verdes que se hunden en un mar azul surcado por coloridos barcos de pescadores, casas de madera como de cuento y esbeltas torres de iglesias -de madera, como todas las iglesias de la isla-. Aquí afortunadamente la modernidad parece haber llegado -asfalto, autos cero km, señal de celular en todos los rincones, bancos, servicios- suavemente, como con respeto, sin destruir lo que en tantos años logró conservarse.

Castro y los palafitos

La mayoría de los pueblos y ciudades del archipiélago se concentran en la Isla Grande, como Castro, que con cerca de 40 mil habitantes, es la capital de la provincia de Chiloé desde que, en 1982, le arrebató ese título a Ancud. Fundada en 1567 en la zona central de la isla, Castro es la tercera ciudad más antigua de Chile con existencia continuada, y su historia mezcla huilliches y chonos -habitantes originarios de la zona- con conquistadores españoles, jesuitas, franciscanos y piratas: en el año 1600, la población fue ocupada durante dos meses por el corsario holandés Baltazar de Cordes, para ser luego nuevamente arrasada por otro holandés: Hendrick Brouwer.

En Chiloé, además, se construyó la goleta Ancud, primer buque de guerra fabricado en Chile, que desde el archipiélgo partió para tomar posesión, en 1843, del Estrecho de Magallanes, a nombre de la naciente república. La tripulación, compuesta fundamentalmente por chilotes, fundó el Fuerte Bulnes, actual Punta Arenas.

Hoy, las callejuelas en subibaja de Castro concentran comercios y servicios, entre las clásicas construcciones en madera tapizadas con vistosas tejuelas de alerce, dotadas de balcones y miradores y pintadas de colores. El centro neurálgico es la plaza central, frente a la Iglesia de San Francisco -Patrimonio de la Humanidad-, cuyo templo primitivo fue destruido por un incendio en 1902 y reconstruido en 1912. Para protegerla, el exterior fue cubierto con chapas, pero su interior se conserva totalmente de madera -incluidos el vía crucis y los ornamentos-, y es deslumbrante. Sus torres se elevan a 42 metros de altura, y se ven desde varios km a la redonda.

Un encantador paseo es el que desanda la avenida Pedro Montt, a dos cuadras de la plaza pero varios metros más abajo, a orillas del mar. El paseo visita el puerto, la feria artesanal y los palafitos, singulares construcciones de madera sobre pilotes enterrados en el fondo del mar, que surgieron para aprovechar mejor la ribera durante la expansión comercial del siglo XIX, y de los que hoy sólo quedan algunos ejemplos en Castro y en Mechuque, una de las islas Chauques. Una bellísima postal de los palafitos, y del centro de Castro encaramado en la cima de la colina, se consigue desde la península de Ten-Ten, un par de km al norte.

Pero hay que ir atento, porque si a la vera del camino se aparece un hombre pequeño y deforme cuyas piernas terminan en muñones, porta un hacha de piedra o bastón de madera y luce un gorro cónico, es el Trauco. Este personaje mitológico, se dice, habita en los bosques cercanos a las casas y se dedica a enamorar a las mujeres, aunque no es tan atento con los hombres: con su aliento, puede dejarles la boca torcida o condenarlos a muerte.

El mercado de artesanías Lillo se luce con trabajos en madera, vistosos tejidos en lana y cestos y canastas hechos con fibras vegetales. Además, en el mercado del puerto se encuentra una gran variedad de mariscos, y los varios restaurantes de Castro son una buena opción para adentrarse en la rica gastronomía chilota, que utiliza la papa en casi todas sus versiones y se basa en mariscos, pescados y carnes de vacas, cerdos y corderos que se crían en el campo.

Durante el verano, y los domingos durante el resto del año, varios sitios ofrecen curanto en hoyo, el plato más típico de Chiloé. Se prepara en un hoyo en la tierra donde se colocan piedras calientes y, encima, donde se colocan piedras calientes y, encima, capas de pescados, mariscos, carnes, embutidos, vegetales y legumbres, cada capa separada por hojas de una planta típica llamada pangue o nalca o, en su defecto, de parra o repollo. Un espectáculo no sólo por su sabor, sino también por su larga y compleja preparación.

La ciudad de los tres pisos

La ruta 5 serpentea hacia el sur por lo alto de la meseta, y 15 km al sur de Castro, un desvío baja hasta Chonchi, un puerto conocido como "la ciudad de los tres pisos" por sus fuertes desniveles, con la llamativa iglesia celeste y amarilla de San Carlos de Borromeo, que hace equilibrio en la pendiente.

Cerca de Chonchi parte la ruta -asfaltada hace poco- que se interna 40 km hacia el oeste, hasta el Parque Nacional Chiloé, a orillas del Pacífico abierto. Desde el puesto de guardaparques parten senderos que se internan en el bosque valdiviano, una densa vegetación formada por árboles siempreverdes, arbustos y plantas trepadoras, donde habitan el pudú, uno de los ciervos más pequeños del mundo, y el zorro chilote o de Darwin, en peligro de extinción. Aquí está la extensa y desolada descripta playa en el comienzo de esta nota, que remite al fin del mundo.

Sólo 19 km al norte de Castro está Dalcahue, un encantador pueblo estirado sobre la costa, que deslumbra con la Iglesia de Nuestra Señora de Los Dolores y su portal de 9 arcos, Patrimonio de la Humanidad. Y una feria de más de cien años de tradición, donde los artesanos de las islas exhiben una gran variedad de tejidos de lana y artesanías en madera tallada.

El transbordador es el medio que todo el mundo utiliza para cruzar a la isla Quinchao -5 minutos de viaje-, con los vistosos poblados de Curaco de Velez -famoso por sus maestros carpinteros, constructores de casas y barcos- y Achao, con Santa María de Loreto, la más antigua de las iglesias chilotas que permanecen en pie, construida alrededor de 1730. En la corta avenida costanera se suceden restaurantes que, dicen, permiten saborear las mejores ostras de todo el archipiélago.

Brujerías

Hace miles de años, Chiloé era tierra firme, dice la leyenda. Hasta que apareció, desde sus dominios marinos, Caicai Vilu, la serpiente del mal, enemiga de la vida terrestre, e inundó el territorio. Entonces Tenten Vilu, la serpiente del bien, diosa de la tierra y la fecundidad, elevó el nivel de la tierra. Producto de esta lucha, que duró muchos años, los valles quedaron sepultados bajo el mar, y los cerros convertidos en bellas islas.

Este origen mitológico parece haber marcado a fuego la historia del lugar. Se dice, por ejemplo, que aún hoy la Fiscalía de Castro recibe de tanto en tanto denuncias por brujerías, una práctica que en Chiloé tiene una larga tradición, que se remonta a la llegada de los españoles, cuando la zona estaba habitada por chonos, cuncos y huilliches, quienes no abandonaron completamente sus ritos pese a adoptar el catolicismo. Muchos de estos mitos, así como los conocimientos sobre el uso de las plantas como medicina o veneno, se mantuvieron en secreto.

Y tanta fue su influencia que, en 1880, el gobernador de Chiloé decidió llevar a juicio a varios acusados de integrar "La Recta Provincia", una sociedad de brujos que regulaba la hechicería en el archipiélago, que contaba con numerosos integrantes y ejercía gran influencia entre los campesinos. Acusados y encarcelados varios de sus miembros, la brujería fue perdiendo poder oficialmente, pero sus mitos perduran hasta hoy en parte de la población.

Al sur del Parque Nacional Chiloé se extienden densos bosques que, para la mente del viajero ávido de leyendas, bien pueden ser el hábitat perfecto para el Trauco, el Invunche, la Fiura, la Voladora o la Viuda, entre muchos otros personajes mitológicos.

Más al sur, la larga ruta 5 encuentra su fin en Quellón, ciudad fundada en 1905 por una compañía que extraía alcohol de la madera de los bosques. Hoy es el principal puerto de la Isla Grande, base de la poderosa industria salmonera y de la extracción de productos de mar. Habría que ver si los tripulantes del Caleuche acuerdan con el fuerte desarrollo industrial que, a partir del famoso salmón del Pacífico, está adquiriendo este mítico archipiélago.

05 marzo 2009

Otavalo, el mayor mercado indígena de Sudamérica en Ecuador

Dentro de Imbabura, la provincia de los lagos en Ecuador, se encuentran numerosos poblados de artesanos indígenas en medio de un paisaje de colinas de gran verdor y volcanes. Es una tierra encantadora y con gran historia que inspira a muchos de los vendedores del mercado de Otavalo, una feria multicolor que expone las obras de arte indígenas más representativas de la región.

a ciudad de San Luis de Otavalo está situada a una hora y media al norte de Quito, y es una comunidad descendiente de la etnia indígena Kichwa, famosa por la habilidad con los productos textiles de coloridos y diseños representativos de la cultura andina. Por ello, sin dudas el mayor atractivo de la ciudad es su mercado tradicional, uno de los más antiguos mercados indígenas en funcionamiento, un paseo plagado de colores, olores y sabores para recordar.

La feria de artesanía de Otavalo es la feria de artesanía indígena más grande de todo Sudamérica, y es el lugar ideal para comprar los coloridos productos textiles indígenas realizados en telares manuales. Además, en la feria se venden productos agrícolas y alimentos. El paseo en Otavalo, se extiende por el resto del pueblo y sus alrededores, entre posadas coloniales adaptadas para el alojamiento, en parajes tranquilos y con el aire puro de los Andes.

Varias jornadas serán suficiente para disfrutar del lugar, la gastronomía y el descanso reparador, además de realizar caminatas, cabalgatas o excursiones en medio de una cultura y paisajes fascinantes. Los recuerdos del lugar viajarán con nosotros, aunque no será muy extraño encontrarnos con algunos de los telares en un sitio remoto: los productos de Otavalo son famosos y requeridos en todo el mundo.

Brasil: Caprichos nocturnos en San Pablo

La ciudad brasileña de San Pablo, como toda gran urbe, nunca duerme – una virtud que hoy en día no es sólo de Nueva York –. En este sentido, ofrece muchas alternativas para quienes tienen un antojo de madrugada, y desean comer algo sabroso, digamos, a las 3 ó 4 de la mañana. Las opciones son ilimitadas y para todos los gustos.

Sujinho es un clásico para ir a comer de madrugada, en particular su sucursal de la Rua da Consolação, que se especializa en comida a las brasas. Su bisteca bovina de 700 gramos es la sugerencia.

Para turistas más jóvenes, se recomienda sitios de comidas rápidas como Joakin´s, Burdog y Black Dog. Las clásicas hamburguesas, patatas fritas, hot dogs, waffles y milk shakes, bien al estilo americano. Pero si os tienta más una porción de pizza, debéis dirigiros a O Pedaço de Pizza, valga la redundancia, donde se puede ordenar una sola porción, de la variedad que más nos guste, incluyendo la de chocolate.

Kayomix es un sitio oriental, para quien guste de esta cocina étnica. Y si sólo se necesita un poco de café con algo que lo acompañe, la alternativa son las panaderías, como la Galeria dos Pães, Bella Paulista, Dona Deôla o Vanilla Caffé, donde no faltarán un cappuccino y un pedazo de tarta, por ejemplo.

Nada más reconfortante que irse a dormir satisfechos y con el estómago lleno, para al día siguiente seguir descubriendo San Pablo.

Peru Tarapoto, ciudad del Amazonas Peruano

Esta ciudad del amazonas peruano, al noreste de Lima, es una caja de preciosas sorpresas, por su rica y variada flora y fauna.

Me habían dicho que Tarapoto era una clásica ciudad de la selva pero para mí, que nunca había estado cerca al Amazonas, fue ese delicioso olor a tierra mojada después de la lluvia, palmeras y música tropical. Como con aquellos lugares con personalidad propia, la conexión es inmediata en este lugar de la selva alta del noreste peruano, ubicado en el departamento de San Martín, a poco más de una hora en avión de Lima.

Al llegar, muchos turistas van hacia los hoteles fuera de la ciudad, pero para conocer Tarapoto de verdad hay que quedarse por lo menos un día ahí. Una de las cosas que más me gustó fue la sensación de aventura y libertad en la vida cotidiana; gracias a las motos. Por todos lados vimos señoras bien arregladas, hombres con aire rudo y familias de hasta tres miembros, montados en motocicleta. Y como en moto la vida es más sabrosa, decidimos hacer lo mismo

Me habían dicho que Tarapoto era una clásica ciudad de la selva pero para mí, que nunca había estado cerca al Amazonas, fue ese delicioso olor a tierra mojada después de la lluvia, palmeras y música tropical. Como con aquellos lugares con personalidad propia, la conexión es inmediata en este lugar de la selva alta del noreste peruano, ubicado en el departamento de San Martín, a poco más de una hora en avión de Lima.

Al llegar, muchos turistas van hacia los hoteles fuera de la ciudad, pero para conocer Tarapoto de verdad hay que quedarse por lo menos un día ahí. Una de las cosas que más me gustó fue la sensación de aventura y libertad en la vida cotidiana; gracias a las motos. Por todos lados vimos señoras bien arregladas, hombres con aire rudo y familias de hasta tres miembros, montados en motocicleta. Y como en moto la vida es más sabrosa, decidimos hacer lo mismo

01 marzo 2009

Chile y su misteriosa Laguna Roja

¿Quieren conocer un lugar verdaderamente sorprendente?… Si la respuesta es afirmativa entonces deben viajar hasta el norte de Chile, a la localidad de Camiña al interior de la ciudad de Iquique para visitar la misteriosa Laguna Roja.

Esta zona del territorio chileno, ubicada a 3.500 metros de altura, históricamente ha sido poblada por la cultura aymara y que como toda antigua civilización han sabido conservar los secretos y leyendas de su tierra que se han ido develando recientemente.

Un caso muy particular se manifiesta en la Laguna Roja, que según cuenta la historia, es dueña de una maldición que cubre a quien se acerca a sus aguas de color rojo. Es por esto que nadie sabe donde queda exactamente ya que no figura en los mapas ni tampoco que profundidad tiene y se toma como explicación de la desaparición de miles de aymaras que en otros tiempos bebieron de sus aguas.

Muy cerca de la Laguna Roja se encuentran otros dos espejos de agua, pero en este caso son de color amarillo y verde de las cuales se dice que comienzan a burbujear al verse rodeadas de gente desagradable, por lo cual se cree que todas estas acumulaciones de agua coloreada son propiedad del mismo diablo.

Muchos estudios han sido realizados en este lugar por expertos biólogos que aseguran que el color se debe a diferentes especies de algas que viven en sus profundidades, pero el misterio aún sigue en pie por lo que se recomienda realizar las excursiones a la zona acompañados por personas que conocen la región.

Vía: Locura Viajes

El carnaval de Río de Janeiro ya tiene su nueva campeona

Hace algunos días comentábamos sobre el carnaval carioca y toda su magia, y también, la reñida competencia entre las doce principales escolas do samba para obtener el campeonato del carnaval 2009. Este año les tocó en suerte a Académicos de Salgueiro, una de las favoritas que no ostentaba este título desde hacía 15 años.

Cuando desfilaron en la segunda velada, el público en las gradas sacó a relucir los estandartes rojos y blancos – colores distintivos de la agrupación – mientras coreaban “campeá” – campeona – ya que la gente la había elegido antes que el jurado.

Este es el 9no. título que obtiene Salgueiro. Hay que tener en cuenta que Beija Flor, la segunda, obtuvo 398 puntos, apenas uno de diferencia con la actual campeona. Beija Flor fue campeona dos años seguidos, el año pasado y el anterior. Portela y Vila Isabel fueron terceros y cuartos respectivamente.


El tema o enredo de Salgueiro para 2009 fue “Tambor”, haciendo referencia a la influencia de ese instrumento de percusión en la historia de la humanidad, en el plano religioso y cultural, por ejemplo.

Argentina: En la ruta de los daneses

Dentro del mosaico de identidades que fue la Argentina de fines de siglo XIX y principios del XX, la inmigración danesa fue pequeña pero pujante. Los primeros colonos se asentaron en el campo, principalmente en una extensión que une las actuales ciudades de Tres Arroyos, Necochea y San Cayetano, al sur de la provincia de Buenos Aires. Hoy, sus descendientes, continuadores de la historia, ofrecen un circuito turístico llamado "El corredor danés", donde transmiten sus tradiciones rodeados de un bucólico paisaje rural y a pocos kilómetros del mar.

Piedras fundamentales

Tercera a nivel mundial, después de Estados Unidos y Australia, la inmigración de dinamarqueses hacia la Argentina fue de unas 18 mil personas entre 1857 y 1930. A diferencia de aquellos dos países, aquí mantuvieron sus costumbres y no se abrieron fácilmente a los hábitos locales, lo que favoreció a la continuidad de sus instituciones y festividades hasta hoy, en que los gauchos daneses combinan el aeblekage (postre con manzanas) con el mate.

Un pilar de la colectividad es el Colegio Argentino Danés de Micaela Cascallares, creado en 1917 y uno de los pocos en el mundo que es rural, pupilo y de enseñanza de cultura e idioma daneses. Precedidas por una frondosa arboleda, las banderas de Argentina y Dinamarca flamean en la tranquera que abre paso a tres edificios de principios de siglo, de clásico estilo nórdico. El principal, en blanco, alberga el comedor y las habitaciones de los sesenta chicos que hoy viven allí de lunes a viernes.

Además del gran gimnasio, cuenta con una huerta y un gallinero, mantenidos por los alumnos, y se encuentra en un sereno entorno de 80 hectáreas que invita al descanso. Por esta razón, el colegio ofrece alojamiento a turistas, durante la temporada de vacaciones y fines de semana.

Otra institución importante es la sociedad danesa Dannervirke de San Cayetano. Aquí, cada año se realiza la fiesta de San Juan, con bailes y comidas típicas, que culmina con la tradicional "quema de la bruja". Afincado a orillas de una apacible laguna invita a la caminata y al agroturismo. El club ofrece la posibilidad de disfrutar de un día de campo, con opción de camping y gastronomía criolla o danesa.

En medio del parque, una estructura de madera cubierta por un techo de chapa permite jugar al bowling aéreo o danés.

Cerca de allí, en Tres Arroyos, se encuentra la Iglesia Protestante danesa. Como es una capilla fuera de Dinamarca, es considerada de puerto, a pesar de estar en medio de la pampa bonaerense. Es por ello que, en su interior, la bella maqueta de una fragata cuelga del techo. A pocos metros se encuentra el cementerio ya que, según sus costumbres, ambos deben estar en el mismo predio.

Prolijo y arbolado, se destaca un gran dolmen: figura de tres piedras con la que los antepasados vikingos honraban a sus muertos.

Los gauchos nórdicos

El circuito estimula al turismo rural. Hay estancias con entornos bucólicos como San Juan, una antigua morada con laguna privada; El Escondido, a sólo 12 kilómetros del mar y San Severo, que incluye la enseñanza de gastronomía danesa y juegos infantiles. En todas, los relatos de los descendientes daneses matizarán la estadía. Entre ellas, se destaca: Blaavandshuk (pronúnciese Plovansúk). El nombre de la finca significa "punto de agua azul" y remite a la ciudad danesa donde nacieron los fundadores de los actuales campos. Sus 350 hectáreas en la zona de Copetonas (cercana a Tres Arroyos) albergan el casco, un chalet de los años 50 que funciona como hostería, y museo familiar. Porque José Christiansen, su dueño, es un recopilador de objetos con historia. "Sólo un montón de cosas viejas", dice él. Por ejemplo: el altar donde se casaron sus padres; una máquina para cortar leña inventada por su familia; diarios de 1918 en castellano y danés; fotos antiguas; bordados y hasta una villalonga -la "camioneta de los sulkys", cómo la define José-, en la que se puede dar una vuelta por la estancia. Desde aquí, se puede hacer una excursión a la cascada Mulpunleufu del río Quequén Salado, que serpentea hacia el mar. En esta zona y en Arroyo Seco se hallaron restos arqueológicos que hoy se observan en el interesante Museo José Mulazzi de Tres Arroyos.

Y también, el mar

Un buen complemento para el recorrido es la playa y el mar. Abundan por aquí las conocidas y también las otras, agrestes e interminables, verdaderos remansos. El balneario Reta, entre Claromecó y Monte Hermoso, con sus médanos cubiertos de protectores tamariscos permiten disfrutar del lugar todo el año. Estas costas, además, obsequian con el regalo del sol que sale y se pone en el mar, por lo que cabalgar durante esas horas es una maravilla. Y si de placeres se trata, la gastronomía danesa espera con sus sabores en el Centro Danés de Tres Arroyos. En esa sede social hay manjares como Frekedeller (albóndigas fritas), katofler (papas) con persele sovs (salsa blanca con perejil), trifle (un postre con ciruelas, amaretis y crema) y citronfromage (espumilla de limón). Y a la hora de brindar, acquavit, sólo para los valientes. Y Skaal! (Salud!)

Noticias del mes (revisa por meses)