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11 marzo 2013
Perú, el imperio de tesoros escondidos
Bajo el eslógan “No mires la película. Vívela”, Perú pretende dar a conocer el turismo patrio a través de una serie de vídeos que giran alrededor de la historia de culturas preincas hasta la llegada posterior de los incas. Para ello, se recorren 5 de los destinos priorizados como Lago Titicaca, Cusco/Machu Picchu, Nazca/Paracas, Kuelap o Chiclayo/Trujillo.
A través de este concepto publicitario, se pretende animar a todos aquellos interesados en conocer la cultura peruana a que descubran este país en profundidad, mostrándote más cosas de las que conocías hasta la fecha sobre esos emplazamientos peruanos que de seguro te aumentarán las ganas de vivir nuevas experiencias en Perú.
06 marzo 2013
El sitio arqueológico de Ollantaytambo, en Perú
El sitio arqueológico de Ollantaytambo se encuentra a orillas del Río
Patachanka, cerca de la confluencia de éste con el Río Urubamba, en la
Región de Cuzco (a unos sesenta kilómetros hacia el noroeste de la
ciudad homónima), dentro de la Provincia de Urubamba en Perú, a una
altitud de casi tres mil metros.
En la antigüedad el Inca Pachacútec fundó allí una ciudad y un centro ceremonial, los cuales mucho después sirvieron como fortaleza para la lucha contra los conquistadores españoles y es la única de todas las ciudadelas incaicas que aún está habitada.
Hoy en día es un importante centro de turismo internacional, punto de partida del camino inca que lleva hacia Machu Pichu.
Una parada en el valle
Entre las ruinas podemos apreciar las magníficas calles empedradas que suben serpenteando hacia la cima, las que fueran terrazas de cultivo, la antigua fortaleza del lugar y el templo, desde el cual se tiene una particularmente impresionante vista del Valle Sagrado de la Cultura Inca.
El clima es siempre fresco allí, no sólo debido a la altura sino que entre los dos valles sobre los que se sitúa siempre está corriendo una moderada brisa.
Al parecer la palabra Ollantay es de origen aimara y significa mirador o atalaya, luego esa lengua fue perdiendo terreno frente al quechua y se cambió el nombre a Ullantay; la palabra que la acompaña, tambo, sirve para designar a los albergues que cada 20 o 30 kilómetros se levantaban a lo largo de los caminos principales, en los cuales se guardaban alimentos y leña no sólo para los que se hospedaran en ellos sino también para casos de necesidad de la población de las cercanías, todo con un perfecto sistema contable de entradas y salidas controlado mediante quipus.
Construcciones megalíticas
Llama poderosamente la atención el trabajo efectuado en la construcción de la ciudad-fortaleza, puesto que cada piedra parece haber sido tallada individualmente; especialmente se nota esto en el denominado Templo del Sol formado por seis rocas ciclópeas de unas setenta toneladas cada una, perfectamente pulidas y colocadas a la par con precisión milimétrica.
Sigue sin develar el misterio de cómo fueron transportadas hasta allí puesto que la cantera de la que se las extrajo está a cuatro kilómetros y quedaron muchas más sin emplazar.
Las calles de la actual ciudad están delineadas de forma recta y ocupan unas quince hectáreas o manzanas al norte de la plaza principal, en ella sirve de atractivo turístico una enorme roca con quince aristas que encaja a la perfección con las de la hilera superior y las de la inferior, otro misterio.
La mayoría de las casas datan de la época colonial española pero fueron erigidas sobre muros incas que se destacan por el color rosado de sus piedras.
Muchos piensan que las construcciones megalíticas ya estaban allí cuando la civilización inca tuvo acceso a ellas, pero mientras continúa la investigación sobre su origen nosotros podemos disfrutar de todo el entorno que es espectacular, unas vacaciones-aventura que difícilmente olvidaremos.
En la antigüedad el Inca Pachacútec fundó allí una ciudad y un centro ceremonial, los cuales mucho después sirvieron como fortaleza para la lucha contra los conquistadores españoles y es la única de todas las ciudadelas incaicas que aún está habitada.
Hoy en día es un importante centro de turismo internacional, punto de partida del camino inca que lleva hacia Machu Pichu.
Una parada en el valle
Entre las ruinas podemos apreciar las magníficas calles empedradas que suben serpenteando hacia la cima, las que fueran terrazas de cultivo, la antigua fortaleza del lugar y el templo, desde el cual se tiene una particularmente impresionante vista del Valle Sagrado de la Cultura Inca.
El clima es siempre fresco allí, no sólo debido a la altura sino que entre los dos valles sobre los que se sitúa siempre está corriendo una moderada brisa.
Al parecer la palabra Ollantay es de origen aimara y significa mirador o atalaya, luego esa lengua fue perdiendo terreno frente al quechua y se cambió el nombre a Ullantay; la palabra que la acompaña, tambo, sirve para designar a los albergues que cada 20 o 30 kilómetros se levantaban a lo largo de los caminos principales, en los cuales se guardaban alimentos y leña no sólo para los que se hospedaran en ellos sino también para casos de necesidad de la población de las cercanías, todo con un perfecto sistema contable de entradas y salidas controlado mediante quipus.
Construcciones megalíticas
Llama poderosamente la atención el trabajo efectuado en la construcción de la ciudad-fortaleza, puesto que cada piedra parece haber sido tallada individualmente; especialmente se nota esto en el denominado Templo del Sol formado por seis rocas ciclópeas de unas setenta toneladas cada una, perfectamente pulidas y colocadas a la par con precisión milimétrica.
Sigue sin develar el misterio de cómo fueron transportadas hasta allí puesto que la cantera de la que se las extrajo está a cuatro kilómetros y quedaron muchas más sin emplazar.
Las calles de la actual ciudad están delineadas de forma recta y ocupan unas quince hectáreas o manzanas al norte de la plaza principal, en ella sirve de atractivo turístico una enorme roca con quince aristas que encaja a la perfección con las de la hilera superior y las de la inferior, otro misterio.
La mayoría de las casas datan de la época colonial española pero fueron erigidas sobre muros incas que se destacan por el color rosado de sus piedras.
Muchos piensan que las construcciones megalíticas ya estaban allí cuando la civilización inca tuvo acceso a ellas, pero mientras continúa la investigación sobre su origen nosotros podemos disfrutar de todo el entorno que es espectacular, unas vacaciones-aventura que difícilmente olvidaremos.
¿Por qué es imposible conseguir un taxi entre las cuatro y las cinco de la tarde en Nueva York?
La Gran Manzana tiene muchos mitos. Uno de ellos es que tomar un taxi es una aventura; y que una vez tomado, puedes convertirte en una momia antes de llegar a tu destino debido a los atascos de tráfico. Si no hay atasco, es posible que el taxista conduzca a tal velocidad que te sientas por un momento en una persecución policial (yo aún estoy buscando el pulmón que me salió por la boca tras coger un taxi a las tres de la mañana en Las Vegas, conducido por un sosias de Chris Rock versión mal rollo). Pero todo eso son mitos más o menos exagerados.
Lo que no constituye en absoluto un mito es que, en Nueva York, resulta casi un milagro coger un taxi entre las cuatro y las cinco de la tarde. Quienes con lo consigue, dicen, se les queda la cara como si hubiesen visto a la Virgen o algo así.
La razón es bastante sencilla. Este pico de demanda coincide justo con el lapso de tiempo en el que los taxistas neoyorquinos se dirigen a los garajes de Queens para cambiar el turno.
Tal y como explica el profesor de periodismo de la Universidad de Nueva York Jay Rosen, en Este libro le hará más inteligente, editado por John Brockman:
Al tener que circular un mismo vehículo durante veinticuatro horas al día gracias a contar con dos conductores, es lógico que el cambio de turno se produzca en torno a las cinco de la tarde. Ahora bien, esta situación constituye un problema para la Comisión de Taxis y Limusinas de la ciudad de Nueva York (y un problema de difícil solución, cabría añadir).
¿Por qué son amarillos y pitan tanto?
Buena parte de la congestión de Nueva York se debe a los más de 12.000 taxis registrados. Y todos son amarillos. Porque el fundador de la empresa Yellow Cab Company, John Herz, leyó un estudio de la Universidad de Chicago que señalaba que el amarillo era el color más fácil de localizar.
Pero lamentablemente se avecinan cambios, y ya no nos sentiremos como en una película cuando viajemos a Nueva York (al menos hasta que no existan suficientes películas en las que aparezcan reflejados estos nuevos cambios). Uno de los cambios es el modelo de vehículo mayoritario: Hasta ahora eran Ford Crown Victoria. A partir del 2013, pasarán a ser del modelo Nissan NV200, que tienen aspecto de furgoneta.
El otro cambio tiene que ver con el omnipresente color amarillo: han empezado a circular los nuevos taxis de color verde manzana, que se moverán por la parte alta de Manhattan y los distritos exteriores de la ciudad, el Bronx, Brooklyn, Queens y Staten Island. Pero los taxis amarillos y los verdes no se mezclarán demasiado, porque los verdes prestarán servicio en aquellas partes de la ciudad en las que hoy es difíci conseguir un taxi (amarillo).
Los taxis neoyoquinos también se caracterizan por tocar demasiado el claxon. Muchas personas creen que esto sucede porque nadie ha regulado el uso del claxon. Una propuesta ciudadana concluyó que había una solución al respecto: que en el interior del taxi también sonara el claxon, hasta el punto de que molestara tanto al conductor como al paseante: así el taxista se lo pensará dos veces antes de darle al pito.
Lo que no constituye en absoluto un mito es que, en Nueva York, resulta casi un milagro coger un taxi entre las cuatro y las cinco de la tarde. Quienes con lo consigue, dicen, se les queda la cara como si hubiesen visto a la Virgen o algo así.
La razón es bastante sencilla. Este pico de demanda coincide justo con el lapso de tiempo en el que los taxistas neoyorquinos se dirigen a los garajes de Queens para cambiar el turno.
Tal y como explica el profesor de periodismo de la Universidad de Nueva York Jay Rosen, en Este libro le hará más inteligente, editado por John Brockman:
Al tener que circular un mismo vehículo durante veinticuatro horas al día gracias a contar con dos conductores, es lógico que el cambio de turno se produzca en torno a las cinco de la tarde. Ahora bien, esta situación constituye un problema para la Comisión de Taxis y Limusinas de la ciudad de Nueva York (y un problema de difícil solución, cabría añadir).
¿Por qué son amarillos y pitan tanto?
Buena parte de la congestión de Nueva York se debe a los más de 12.000 taxis registrados. Y todos son amarillos. Porque el fundador de la empresa Yellow Cab Company, John Herz, leyó un estudio de la Universidad de Chicago que señalaba que el amarillo era el color más fácil de localizar.
Pero lamentablemente se avecinan cambios, y ya no nos sentiremos como en una película cuando viajemos a Nueva York (al menos hasta que no existan suficientes películas en las que aparezcan reflejados estos nuevos cambios). Uno de los cambios es el modelo de vehículo mayoritario: Hasta ahora eran Ford Crown Victoria. A partir del 2013, pasarán a ser del modelo Nissan NV200, que tienen aspecto de furgoneta.
El otro cambio tiene que ver con el omnipresente color amarillo: han empezado a circular los nuevos taxis de color verde manzana, que se moverán por la parte alta de Manhattan y los distritos exteriores de la ciudad, el Bronx, Brooklyn, Queens y Staten Island. Pero los taxis amarillos y los verdes no se mezclarán demasiado, porque los verdes prestarán servicio en aquellas partes de la ciudad en las que hoy es difíci conseguir un taxi (amarillo).
Los taxis neoyoquinos también se caracterizan por tocar demasiado el claxon. Muchas personas creen que esto sucede porque nadie ha regulado el uso del claxon. Una propuesta ciudadana concluyó que había una solución al respecto: que en el interior del taxi también sonara el claxon, hasta el punto de que molestara tanto al conductor como al paseante: así el taxista se lo pensará dos veces antes de darle al pito.
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App de la gastronomía callejera de Río de Janeiro
Las calles de Río de Janeiro esconden muchos tesoros, y entre sus muchas manifestaciones culturales, una de las que más llama la atención de los viajeros es la gastronomía callejera, manifestada en infinidad de puestos de comidas al paso que ofrecen una gran diversidad de delicias para probar.
Si te desconcierta tanta variedad, puedes recurrir a una app de gastronomía callejera en Río de Janeiro, una guía completísima que además tiene un portal de Internet y nos permite sumergirnos en este mundo, donde es posible comer desde una tradicional feijoada – arroz y frijoles con carne de cerdo – pasando por los “salgadinhos” – bocadillos salados – y terminando en las globales hamburguesas.
Se trata de la “Guía carioca da gastronomia de rua” (“Guía carioca de la gastronomía callejera”), obra del director de documentales Sérgio Bloch. La idea de esta guía surgió al realizar precisamente un documental sobre la comida callejera, llamado “Na boca do povo”.
Así surgió hace cosa de un año la primera guía de comidas callejeras en Río, a lo que siguió una segunda edición y una página web.
Y ahora se incorpora la novedad de la aplicación para smartphones, “O chefe ambulante” (“El cocinero ambulante”), lanzada próximamente, que ayudará a que el usuario pueda localizar los diversos puestos de comida de acuerdo a sus preferencias.
El turista descubre así tesoros como las caipirinhas del mercado callejero del barrio Laranjeiras, o el de zumo verde de Estela, quien asegura que la ayudó a combatir un cáncer.
02 marzo 2013
El invierno de Nueva York es más frío que el de Islandia
Aunque Islandia nos parece el paradigma del castañeteo de dientes y de los carámbanos colgando de las cejas, lo cierto es que el invierno de Nueva York es más cruento que el de Islandia.
La Corriente del Golfo se abre paso desde el Golfo de México atravesando el Atlántico hacia el Norte de Europa, donde desencadena un clima relativamente templado, calentando el agua y el aire. Así que Islandia, y sobre todo el norte de Europa, se atemperan.
Sin embargo, Nueva York está casi 3.000 km más al sur que la isla de Islandia, y por encima pasa la gélida Corriente del Labrador, cuya temperatura se encuentra 12 ºC por debajo de la Corriente del Golfo.
La Corriente del Golfo se abre paso desde el Golfo de México atravesando el Atlántico hacia el Norte de Europa, donde desencadena un clima relativamente templado, calentando el agua y el aire. Así que Islandia, y sobre todo el norte de Europa, se atemperan.
Sin embargo, Nueva York está casi 3.000 km más al sur que la isla de Islandia, y por encima pasa la gélida Corriente del Labrador, cuya temperatura se encuentra 12 ºC por debajo de la Corriente del Golfo.
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NOTAS
Visitando Perú: La Fortaleza de Kuelap
La Fortaleza de Kuelap está ubicada en el norte de Perú, a 3000
metros de altura, dentro del Valle de Utcubamba (que en lengua quechua
significa campos de algodón), en el Departamento de Amazonas y está
asociada con la cultura Cachapoya.
La estructura consta de una inmensa e imponente muralla exterior de piedra que albergaba varios edificios. Al parecer su construcción comenzó hacia el siglo VI a.C. y estuvo ocupada hasta la época de la colonización española.
Pasaron posteriormente cientos de años hasta que se volvió a tener conocimiento de su existencia a mediados del siglo XIX.
Imponentes edificios de piedra
La gran ciudadela debe haber demandado un considerable esfuerzo humano en su realización, mide más de 600 metros de largo y sus murallas se elevan a casi veinte metros del piso. Se accede a ella a través del pueblo de El Tingo, situado a 1800 metros sobre el nivel del mar.
Una vereda por la que transitan caballos, bordeando la orilla izquierda del Río Tingo nos lleva hacia Marcapampa y posteriormente a Kuelap.
En su interior hay distintos niveles o plataformas que sirven como base a unas 400 edificaciones, la mayoría cilíndricas; de ellas perduraron sólo las partes inferiores y en algunas se observan frisos decorativos con pájaros o eslabones de cadena.
Pero hay tres estructuras que se destacan dentro del conjunto, el bautizado como El Tintero, emplazado al sur de la más grande de las plataformas, cuya torreta con forma de cono invertido desafía todas las leyes de la gravedad; La Atalaya, que es otra torre circular, elevándose en el punto más septentrional y El Castillo ubicado en un espacio preponderante dentro del entorno, más arriba incluso que la plataforma superior.
Fortaleza o granero, la guerra o la paz
Al primero de los niveles se accede por tres portales, dos ubicados en el frente mirando hacia el este y el tercero ubicado al oeste. El mejor preservado tiene un ancho de tres metros y lo flanquean altas paredes que se van aproximando una a la otra hacia el interior, permitiendo de esta forma el paso de una sola persona, al parecer esto habrá sido como medida de seguridad, temiendo invasiones o saqueos.
Cuando los arqueólogos cavaron cerca de la puerta hallaron una tumba que tenía diseños alegóricos grabados en los bloques de piedra, tales como serpientes y cráneos.
El descomunal conjunto arqueológico disponía de un sofisticado sistema de drenaje para el agua de lluvia, en la actualidad las cañerías se hayan obstruidas por restos de las viviendas.
Se piensa que la mayoría de las construcciones han de haber sido silos, graneros y depósitos de otro tipo de alimentos, por lo que el título de “fortaleza”, cual si hubiera servido en caso de guerra, podría aplicarse como “refugio” para los habitantes de la zona en caso de alguna emergencia.
En las cercanías, a orillas de la Laguna de las Momias, fueron encontrados cinco mausoleos con enseres y utensilios clasificados como pertenecientes también a la cultura Cachapoya.
Un lugar con mucho por descubrir, con mucho para aprender sobre una de las grandes civilizaciones de la América precolombina.
La estructura consta de una inmensa e imponente muralla exterior de piedra que albergaba varios edificios. Al parecer su construcción comenzó hacia el siglo VI a.C. y estuvo ocupada hasta la época de la colonización española.
Pasaron posteriormente cientos de años hasta que se volvió a tener conocimiento de su existencia a mediados del siglo XIX.
Imponentes edificios de piedra
La gran ciudadela debe haber demandado un considerable esfuerzo humano en su realización, mide más de 600 metros de largo y sus murallas se elevan a casi veinte metros del piso. Se accede a ella a través del pueblo de El Tingo, situado a 1800 metros sobre el nivel del mar.
Una vereda por la que transitan caballos, bordeando la orilla izquierda del Río Tingo nos lleva hacia Marcapampa y posteriormente a Kuelap.
En su interior hay distintos niveles o plataformas que sirven como base a unas 400 edificaciones, la mayoría cilíndricas; de ellas perduraron sólo las partes inferiores y en algunas se observan frisos decorativos con pájaros o eslabones de cadena.
Pero hay tres estructuras que se destacan dentro del conjunto, el bautizado como El Tintero, emplazado al sur de la más grande de las plataformas, cuya torreta con forma de cono invertido desafía todas las leyes de la gravedad; La Atalaya, que es otra torre circular, elevándose en el punto más septentrional y El Castillo ubicado en un espacio preponderante dentro del entorno, más arriba incluso que la plataforma superior.
Fortaleza o granero, la guerra o la paz
Al primero de los niveles se accede por tres portales, dos ubicados en el frente mirando hacia el este y el tercero ubicado al oeste. El mejor preservado tiene un ancho de tres metros y lo flanquean altas paredes que se van aproximando una a la otra hacia el interior, permitiendo de esta forma el paso de una sola persona, al parecer esto habrá sido como medida de seguridad, temiendo invasiones o saqueos.
Cuando los arqueólogos cavaron cerca de la puerta hallaron una tumba que tenía diseños alegóricos grabados en los bloques de piedra, tales como serpientes y cráneos.
El descomunal conjunto arqueológico disponía de un sofisticado sistema de drenaje para el agua de lluvia, en la actualidad las cañerías se hayan obstruidas por restos de las viviendas.
Se piensa que la mayoría de las construcciones han de haber sido silos, graneros y depósitos de otro tipo de alimentos, por lo que el título de “fortaleza”, cual si hubiera servido en caso de guerra, podría aplicarse como “refugio” para los habitantes de la zona en caso de alguna emergencia.
En las cercanías, a orillas de la Laguna de las Momias, fueron encontrados cinco mausoleos con enseres y utensilios clasificados como pertenecientes también a la cultura Cachapoya.
Un lugar con mucho por descubrir, con mucho para aprender sobre una de las grandes civilizaciones de la América precolombina.
01 marzo 2013
México: Las ruinas de Dzilbilchaltun
En los últimos tiempos ha sido imposible eludir la cultura maya en la península de Yucatán, en especial durante el pasado mes de diciembre de 2012, cuando las teorías conspirativas que predecían el fin del mundo.
Hoy me gustaría que viajasemos hasta una de las ruinas más pequeñas y sin pretensiones de México, pero que poseen un encanto especial: las ruinas de Dzibilchaltún.
Situadas a unos dieciséis kilómetros al norte de Mérida, los investigadores especulan que este pequeño grupo de ruinas se asienta en este lugar por la proximidad a la región productora de sal de la costa.
Esa costa, que da la bienvenida a las olas del Golfo de México, es la sede de la playa de la ciudad de El Progreso. Esa costa es también, según cuentan, el lugar donde el meteorito que posiblemente acabó con los dinosaurios.
Dzibilchaltún fue ocupado por miles de años. La ciudad se expandió y se convirtió en una ciudad de tamaño medio. El Templo de las Siete Muñecas, que está lleno de piedras y cubierto por otro edificio de alrededor de 800 dc, es la estructura más famosa en las ruinas.
Si podéis visitar las ruinas en la época del equinocio de primavera, veréis un espectáculo particular cuando el sol atraviesa directamente a través de una ventana y sale por otro orificio del edificio cercano más pequeño.
Cercanos a las ruinas además podréis encontrar un cenote de aguas cristalinas que entre las frondosidad de la naturaleza y las ruinas otorgan un tinte mágico al lugar. El nombre del Cenote en cuestión se llama Xlakah.
Las pendientes pronunciadas y pequeñas ventanas de las estructuras de Dzibilchaltun hipnotizan a los visitantes. En el pasado habitaban en este lugar 40.000 habitantes lo que la convertían en una de las ciudades más grandes de Mesoamérica.
Con la entrada al sitio arqueológico está incluido el acceso al Museo del Pueblo Maya.
Hoy me gustaría que viajasemos hasta una de las ruinas más pequeñas y sin pretensiones de México, pero que poseen un encanto especial: las ruinas de Dzibilchaltún.
Situadas a unos dieciséis kilómetros al norte de Mérida, los investigadores especulan que este pequeño grupo de ruinas se asienta en este lugar por la proximidad a la región productora de sal de la costa.
Esa costa, que da la bienvenida a las olas del Golfo de México, es la sede de la playa de la ciudad de El Progreso. Esa costa es también, según cuentan, el lugar donde el meteorito que posiblemente acabó con los dinosaurios.
Dzibilchaltún fue ocupado por miles de años. La ciudad se expandió y se convirtió en una ciudad de tamaño medio. El Templo de las Siete Muñecas, que está lleno de piedras y cubierto por otro edificio de alrededor de 800 dc, es la estructura más famosa en las ruinas.
Si podéis visitar las ruinas en la época del equinocio de primavera, veréis un espectáculo particular cuando el sol atraviesa directamente a través de una ventana y sale por otro orificio del edificio cercano más pequeño.
Cercanos a las ruinas además podréis encontrar un cenote de aguas cristalinas que entre las frondosidad de la naturaleza y las ruinas otorgan un tinte mágico al lugar. El nombre del Cenote en cuestión se llama Xlakah.
Las pendientes pronunciadas y pequeñas ventanas de las estructuras de Dzibilchaltun hipnotizan a los visitantes. En el pasado habitaban en este lugar 40.000 habitantes lo que la convertían en una de las ciudades más grandes de Mesoamérica.
Con la entrada al sitio arqueológico está incluido el acceso al Museo del Pueblo Maya.
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