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19 abril 2010

Los hoteles más escalofriantes del mundo

Existe una historia paralela de asesinatos, fantasmas, de hechos macabros, que en algunas ocasiones está asociada a determinados lugares, monumentos,…La realidad suele superar toda ficción y algunos hoteles guardan sucesos escalofriantes entre sus paredes.

Si te gustan las emociones fuertes, el portal de reservas de vuelos y hoteles HolidayChek ha realizado un listado de los hoteles donde han sucedido acontecimientos que nos pondrán los pelos de punta.

El hotel Timberline Lodge en Estados Unidos fue el escenario donde nada más y nada menos Stanley Kubrick rodó los exteriores de “Resplandor”. Se localiza en la montaña más alta de Oregón, rodeado de bosques de pinos.

Aunque el dueño nada tiene que ver con el personaje que interpretaba Jack Nicholson, no nos será muy difícil tener reminiscencias de aquellas escenas escalofriantes.

Turismo: Una travesía por los paisajes riojanos, entre bodegas y fincas pródigas en buenos sabores

Hay un circuito que pocos conocen en La Rioja ( Argentina). Un camino "boutique", de turismo rural, ecológico y consciente. Esta vez, nada de Talampaya, Chilecito, Cuesta de Miranda o el Valle de la Luna. El paseo arranca por la llamada "costa riojana", en la ruta provincial 75. Aquí hay un circuito de ocho productores viñateros y elaboradores de vinos caseros del cordón del Velasco: Sanagasta, Huaco, Agua Blanca, Aminga, Anillaco, Los Molinos, Anjullón, San Pedro y Santa Vera Cruz, pueblitos que no superan, cada uno de ellos, los 800 habitantes. Aquí hacen malbec "casero"; torrontés blanco y vinos dulces de tipo "añejo" cocido con técnicas ancestrales.

Frutos de la tierra

En Sanagasta, en la bodega de la familia de Pablo Romero Minniti, un empresario de 28 años, se puede apreciar el proceso. El recuperó la firma tras pasar 30 años cerrada. El vino casero de su finca Lomas Blancas se hace con uvas torrontés provenientes de viñedos propios. Ellos combinan el método tradicional de la bodega familiar y la aplicación de nuevas prácticas enológicas. La marca es Rincón del Indio y el lugar, bellísimo, rodeado de cerros silenciosos y aire limpio.

Nomás atravesar el portón y encontrar los barriles de 1850 y pico, el turista inicia un viaje en el tiempo. Se envasan, aproximadamente, unas 5.000 botellas al año y las viejas máquinas que se usaron entre las años 40 y 70 esperan para darle contenido al futuro museo que ampliará la atracción de la bodega.

La parada siguiente es en lo de Silvio Salvadores de la Puente, en Agua Blanca, un pueblo vecino de 800 habitantes. Su bodega, Casa India -6 mil botellas al año- homenajea a los aborígenes con la pintura rupestre de su etiqueta que evoca a una mariposa o a un cóndor en vuelo. Silvio recibe con aceitunas negras grandes y carnosas cosechadas en su finca y también con las deliciosas empanadas fritas en grasa que prepara su mujer. Ellos también venden dulce de leche de cabra y hasta hierbas de la zona ideales para preparar originales y digestivas tizanas.

Llegado hasta aquí, el visitante no puede pasar por alto la vecina Finca El Huayco, donde vive Michel Belin, un francés que recaló en la zona cuando se enamoró de Irene, una hija de riojanos. Hace un año que Michel cría cabras en la finca y elabora un licor de nuez, vino y naranja que es un rara maravilla.

Irene hace exquisitos alfajores con dulces de frutales y da clases de inglés a los chicos de Agua Blanca, con quienes ya montó una obra de teatro y preparan otra.

Ruinas arqueológicas

Al otro día, el programa lleva hasta el sitio arqueológico Pucará del Hualco. Allí, las ruinas diaguitas y los indicios de cómo eran sus días iluminan sobre un pasado tan ajeno y tan propio.

Ubicado en el departamento de San Blas de Los Sauces, está emplazado sobre una de las laderas de la quebrada de Hualco, sobre el Famatina. Desde allí, la vista es inmejorable: se ven los picos del valle Vicioso y todo el cordón que limita con la provincia de Catamarca.

El espectacular marco montañoso actúa como el perfecto escenario para las ruinas del Pucará, que son los restos de una antigua ciudad al estilo fortaleza precolombina, testimonio de los pueblos que vivieron en la región de Cuyo y el noroeste argentino.

El guía, Flavio Yapura, descendiente indígena, se encargará de resaltar toda la belleza e importancia del lugar. Eso sí, hay que llevar protector solar, sombrero, remera que cubra espalda y hombros, zapatillas y bermudas. La travesía incluye un circuito de media hora u otro de hora y media. Se divisan los cactos, el cañadón y restos de formaciones aborígenes, con objetos y piezas que revelan su presencia en la zona entre los años 700 y 1000 dC.

Parras y algarrobales

Bordeando el Famatina, el viajero podrá hacer pie en otro lugar cercano, La Posada del Monte, la pequeña localidad de Taco Manta, en el departamento de San Blas de los Sauces, a 170 km al noroeste de la capital riojana.

El dueño de esta casa de adobe y madera, rodeada de algarrobales, es Henry Sánchez que sale a saludar flanqueado por sus llamas: Ñusta (princesa), Soco (corazón) y Panta (algarrobo), en lengua indígena. En estas cinco hectáreas, Sánchez siembra frutales al pie de los cerros. Entre parrales abundantes y hamacas, hay lugar para saborear otro corderito a las brazas y degustar el pan recién salido del horno de barro.

La casa tiene cuartos con baño privado y está preparada para alojar al viajero. La construyó el mismo Henry, que además es arquitecto y muestra los canales por donde llega el agua, mediante un ingenioso sistema construido por los aborígenes y que aún hoy se conserva.

El viaje sigue cosechando delicias y sorpresas hacia el faldeo oriental de las sierras del Famatina. Vamos hacia Huayrapuca, una antigua casona de adobe donde el visitante puede alojarse, degustar exquisitos platos gourmet y hacer cabalgatas y excursiones.

En Huayrapuca se asiste a la elaboración de la producción de la nuez, uno de los frutos característicos de la zona, e incluso
participar de la cosecha durante el mes de marzo o ver cómo es la selección y el fraccionamiento hasta el envasado al vacío.

Paulo D'Alssesandro encontró y recuperó este lugar con la ayuda de su mujer, Claudia Chiavassa Bermúdez. Al principio, Paulo pensaba utilizar el lugar como depósito para su negocio de picadero de nueces y secadero de tomates. Pero los turistas no tardaron en llegar atraídos por la belleza y singularidad de la casa. Así surgieron las habitaciones estilo "boutique rural", cada una de ellas singularmente decorada.

Pero además de ojo para la casa, Claudia hace maravillas en la cocina. Fue discípula de Dolly Irigoyen y de Martiniano Molina y su carta ostenta, por ejemplo, una mousse de queso de cabra con menta y limón que puede causar adicción. Y eso sin hablar de las ensaladas condimentadas con todo tipo de hierbas. El menú lo completa un cordero al disco con salsita de torrontés, azúcar negra, soja, salvia y queso crema: se pagan con gusto esos 80 pesos.

El Famatina no se toca

A la mañana siguiente, bien tempranito, hay que abrigarse porque arriba, en la montaña, la temperatura baja. Arrancan las excursiones desde Huayrapuca -viento colorado- y la primera escala es en un caserío cerca de la mina La Mejicana, con los lavadores de oro. Como lo hacían los incas en este mismo lugar, Graciela y José Caliba -un matrimonio y sus hijos- nos enseña como se filtra la arena que esconde el precioso metal. El proceso es mágico y dan ganas de aplaudir cuando el oro aparece luego del zarandeo de la paila, una especie de palangana cónica. Graciela aprendió el oficio de su marido y él, a su vez, de sus padres. Con movimientos circulares, descartan el hierro y el zirconio para dejar sólo el metal precioso. De unos 5 mil kilos de arena zarandeada -unos 25 días de trabajo- obtienen unos 8 gramos de oro. Es un trabajo de paciencia: cada gramo da para hacer un hilo de oro de extensión inexacta por el que los artesanos pagan unos 110 pesos. Esto explica por qué, a pesar de trabajar con el preciado metal, los Caliba viven con lo justo y con bastante menos también. Y por qué en todos lados se lee: "El Famatina no se toca", desde que la minera canadiense Barrick Gold, estuvo explorando el cerro y amenazó con arrasarlo además de generar mil problemas relacionados con la contaminación de la zona. Olvidando por un instante el conflicto ambiental y político (tema del documental Oro impuro de Pino Solanas), Graciela invita con una tizana de menta, cedrón, yerba larca, muña y ajenjo. Otra delicia, y van...

La excursión sigue bordeando el Famatina. Ahora, una nube espesa vuelve fantasmagóricos los paisajes, tapa los precipicios y deja ver con un velo el Cañón del Ocre. Un color amarillo fuerte que todo lo tiñe.

Impresiona y el río que corre por la zona, las zapatillas, los jeans, los dedos, el aire, todo ahora es ocre. Las camionetas deben avanzar por el ripio y manejarse con destreza por la montaña.

El final de este viaje sucede donde corresponde: en otra bodega. Se trata de Valle de la Puerta en Chilecito. En esta finca conviven las uvas y los olivos. La bodega, construida en 2002, es una de las mejor equipadas tecnológicamente. En su planta se procesa un aceite de oliva reconocido mundialmente por su gran calidad. Inevitable la degustación, entonces, de vinos, aceites y unas gloriosas empanadas caseras.

Dicen que los buenos viajes se terminan queriendo que no terminen. Tienen razón. Y este es uno de esos casos.

No se puede acceder al Cristo Redentor de Río de Janeiro por derrumbes

Las abundantes lluvias que cayeron en las últimas semanas sobre la zona de Río de Janeiro

han provocado toda clase de destrozos materiales y la lamentable pérdida de vidas humanas, debido a los desprendimientos de lodo desde los cerros que la rodean.

Las intensas lluvias han provocado el derrumbe de árboles, rocas, y sobretodo deslizamientos de tierra que bloquearon las carreteras al emblemático monumento que mira a la urbe carioca desde las alturas.

De esta forma, no es posible acceder al Parque Nacional Floresta da Tijuca donde está el Corcovado, cerro que acoge al legendario Cristo Redentor ya que no sólo las carreteras están bloqueadas sino también el tren turístico que lleva a los visitantes a las alturas del cerro.

Por ello, quienes tienen previsto viajar a Río de Janeiro deberían saber que no podrán realizar este tradicional paseo que ofrece una de las mejores panorámicas de Río al menos por seis meses, ya que las autoridades calculan que el cierre se extenderá aproximadamente por ese período, y al mismo tiempo demandará varios millones de reales su restauración.

16 abril 2010

Viajes: Donde el gran Cassius Clay sigue noqueando

Su elegante estilo de pelea consistía en "flotar como una mariposa y picar como una abeja", dijo alguna vez. Sus guantes de boxeo se conservan en el museo del Instituto Smithsoniano. Y su historia está en el recuerdo de millones de personas, porque Cassius Clay fue tres veces campeón mundial de los pesos pesados, pero además representa como pocos el espíritu libertario de la década de 1960. Para contar la leyenda e inspirar a otros, en 2005 se inauguró en el centro de Louisville, Kentucky -la ciudad donde Clay nació el 17 de enero de 1942- el complejo cultural Muhammad Ali Center, que costó sesenta millones de dólares. En el edificio, de tres pisos, hay espacio suficiente para recordar la historia deportiva del boxeador, su época y su movida biografía. Los organizadores dicen que la idea del museo es interpelar a los visitantes "en su corazón, su espíritu y su imaginación", para difundir los valores de "crecimiento personal, integridad y respeto por los otros".

Todo el recorrido arranca en un pequeño cine, donde los visitantes ven un cortometraje que resume la vida del boxeador. Era el mayor de los dos hijos de un pintor de brocha gorda -Cassius Marcellus Clay- y de un ama de casa, Odessa Grady Clay. Los dos hermanos, Rudolph y Cassius, fueron criados por su madre en la religión bautista. La familia tenía como antepasados a esclavos del Sur estadounidense en el siglo XIX, Cassius Clay era el nombre del dueño de los esclavos.

Cuando tenía 12 años alguien le robó al futuro boxeador su bicicleta Cruiser Deluxe. En la comisaría donde fue a hacer la denuncia, el joven Cassius se hizo amigo de un oficial de policía, Joe Martin, que le dio las primeras enseñanzas de boxeo en Louisville. También frecuentó el gimnasio del entrenador local Fred Stoner, quien lo acompañaría en su trayectoria amateur -como profesional su entrenador sería Angelo Dundee- hasta que en 1960 ganó la medalla de oro en las Olimpíadas de Roma. La anécdota es que cuando volvió de Roma, Clay quiso entrar a un bar pero lo echaron por ser negro: la barra del bar está reconstruida en el Ali Center y se oye una voz que dice "tú no puedes entrar". Molesto por el incidente, el boxeador cuenta en su autobiografía que aquel mismo día tiró su medalla olímpica al río Ohio.

Memorabilia

Fue en el año 1964 cuando Clay se unió a los musulmanes negros y cambió su nombre por el de Muhammad Ali. En 1967 perdió el título de campeón y su licencia de boxeador profesional por oponerse a la Guerra de Vietnam -era "objetor de conciencia"- y la situación se prolongó hasta que la Corte Suprema falló a su favor. Para esa época ya era amigo de intelectuales y artistas como Norman Mailer, Budd Schulberg y Joyce Carol Oates. Muchos de sus compatriotas lo veían como un símbolo del "orgullo negro", era la época de Martin Luther King y la lucha por los derechos civiles.

Después de ganar su título de campeón en la pelea contra Sonny Liston, en 1964, Clay reveló su conversión al islam y su amistad con el líder negro Malcom X. Habló en universidades y conmovió a los jóvenes que se resistían a combatir en Vietnam. Mediático, de respuestas rápidas, Clay era un auténtico "showman": vivió la época del promotor de boxeo Don King y el auge de la televisión. Luego de cuatro matrimonios y nueve hijos, se transformó en un embajador honorario de Naciones Unidas y las misiones de paz, premiado por Amnesty International. Hay más de mil libros sobre su vida e innumerables películas, pero el récord se lo lleva la editorial alemana Taschen: en 2004 le dedicó "GOAT", un lujoso libro de Howard Bingham cuyo precio al público era de 7.500 dólares.

El gran bailarín

Ese carisma tan especial pareció revivir en las Olimpíadas de Atlanta en 1996 cuando el boxeador -con su cuerpo tembloroso por el Mal de Parkinson que sufre desde 1984- llevó la antorcha olímpica en la apertura de los juegos. La escena está recreada en el Ali Center, pero hay mucho más para recordar. Por caso, las imágenes de "When we were kings", el documental de Leon Gast que ganó el Oscar de 1996. La película recuerda la pelea contra George Foreman en Kinshasa, Zaire, el 30 de octubre de 1974, donde Clay recuperó el título de campeón.

En el recorrido por el Ali Center los visitantes pueden "hacer sombra" o pelear con "el más grande", mientras reciben lecciones de boxeo en la voz de Laila. No faltan vitrinas con los cinturones, guantes, shorts y batas que acompañaron a Clay en su carrera. El récord impresiona: en sus 61 peleas, ganó 56 (37 fueron por nocaut) y perdió 5. Parecía bailar sobre el ring como Sugar Ray Robinson, el peso mediano que siempre fue su ídolo.

Viaje al norte argentino

El Norte argentino (NOA) se consolidó como uno de los destinos argentinos más elegidos tanto por el turismo nacional como internacional. La oferta hotelera no para de multiplicarse con opciones para todos los bolsillos, y sumado a la gastronomía original de la región, a los paisajes que no os dejarán de sorprender -puesto que en cortas distancias se pasa de la total aridez a las más frondosa vegetación-, a la ondulación del horizonte, a la cultura milenaria de sus habitantes, unida al trato cálido, hacen de este viaje una opción que no puede dejar de lado ningún viajero que visite el país del sur del continente.

Quienes se decidan a hacer el viaje por el Norte Argentino pueden optar por recorrer las provincias de Salta, Tucumán o Jujuy. En Salta hay mucho por conocer: la capital de la provincia que lleva el mismo nombre es una hermosa ciudad, con infinidad de museos para descubrir. Entre ellos se destaca el Museo de Alta Montaña (MAAM) que tiene en exhibición las momias de los niños del Llullaillaco, una experiencia inolvidable.

También se puede pasear en el telesférico del Cerro San Bernardo, caminar por sus calles adoquinadas con sus edificios históricos de una arquitectura exquisita. Por las noches, no dejen de pasar por la calle Balcarce y concurrir a alguna "peña" -restorantes de comida típica donde se cena mientras se disfruta de diversos espectáculos de baile y música-. Se puede partir en excursiones a un pequeño pueblo llamado Cach,i al que se llega tras un par de horas de atrevesar un camino por los cerros que os deslumbrará. Y también conocer la ciudad vitivinícola de Cafayate.

Jujuy obliga a detenerse a recorrerlo por ser un lugar imperdible en cualquier viaje al Norte Argentino. Los pueblos que componen la Quebrada de Humahuaca, declarada Patrimonio de la Humanidad, son pequeños enclaves al pie de imponentes cerros y unidos todos por la falla que lleva ese nombre. Purmamarca es famosa porque allí se encuentra el Cerro de los Siete Colores, Tilcara por sus carnavales ancestrales, Humahuaca por su oferta de productos artesanales únicos. Todos por su cultura que sobrevivió los embates más diversos a través de la historia, y por su gente que conserva la memoria y atestigua esa riqueza cultural.

Tucumán es la tercera provincia que compone el Norte Argentino, y se ha ganado el apodo de "jardín de la república" por sus hermosos paisajes rebozantes de vegetación. Su capital, San Miguel merece recorrerse por sus edificios históricos y su buena gastronomía. El máximo exponente del paisaje idílico de praderas verdes es Tafí del Valle, una hermosa ciudad flanqueada por ríos. Allí se pueden hacer cabalgatas, dar paseos en cuatriciclo o bicicleta y disfrutar del contacto con la naturaleza.

El viaje por el Norte Argentino les resultará de una riqueza extraordinaria. Los contrastes de su cultura, la variedad de sus paisajes, el descubrimiento de formas de vida muy distintas os dejarán con ganas de volver, os aseguro.

Turismo: El rincón de las buenas artes

En el paseo costanero de la ciudad de Formosa en Argentina, frente al río Paraguay, el viajero se topa con los amplios pabellones de la "Casa de la Artesanía" dependiente del Instituto de Comunidades Aborígenes de la provincia.

Aquí se venden obras originales de los tobas, wichis y pilagás. Esas son las tres etnias formoseñas: treinta mil personas que cotidianamente trabajan en los obrajes y en el campo, en los aserraderos y hornos de ladrillos. Muchos de ellos son, también, buenos tejedores, escultores o alfareros. En los salones de la "Casa de la Artesanía" -ubicada en San Martín 802- es posible enterarse de los secretos de su trabajo: ellos mismos, los artesanos, cuentan lo que hacen ante los turistas dispuestos a oír sus historias y a no regatear por la compra.

Aquí hay cestería pilagá hecha con hojas de palma, carandillo y totora. Abundan los tapices wichis tejidos en lana de oveja coloreada con tinturas naturales, que hacen recordar los diseños del arte abstracto. No faltan las tallas wichis de figuras humanas en madera perfumada de palo santo con incrustaciones de hueso o las tradicionales "yicas", que son bolsos de mano tejidos con "chaguar", una fibra vegetal que crece en la orilla de los ríos. Los tobas se destacan por sus cacharros de cocina en arcillas y cerámicas -con figuras de búhos, palomas y tucanes- de color blanco y negro. También hacen estupendos arcos de caza.

Técnicas ancestrales

A la hora de definir la compra, es bueno que el turista sepa todo el trabajo que hay detrás de una artesanía para apreciarla en su real valor. Por ejemplo: conseguir veinte tiras de fibra de "chaguar" para hacer un ovillo lleva todo un día. Un bolso de mano -una "yica"- necesita tres ovillos de distintos colores, pero además la tarea de hilar y tejer lleva una semana de trabajo cuando el bolso es de gran tamaño. Colorear el tejido también lleva su tiempo, se hace con resina de algarrobo y semillas de guayacán. Las tallas en madera de palo santo con formas de pájaros -como los colibríes, cardenales y calandrias- se lijan a mano, igual que los encastres de hueso. Y además el lustrado de la madera se hace con cera silvestre que debe buscarse en el monte. El resultado final es, entonces, el fruto de la paciencia.

En la provincia de Formosa hay 110 comunidades estables de aborígenes: 32 son tobas y viven en el este del territorio, en la zona que va desde el río Paraguay hasta Pozo del Tigre.

En el centro de la provincia viven 15 comunidades pilagás, ubicadas en Pozo del Tigre, Las Lomitas y Fortín Soledad. Al oeste, hacia Salta, existen 63 comunidades wichis. Hay mucha influencia guaraní en el este formoseño, algo que se destaca en las comidas a base de mandioca, maíz, batatas y zapallos, o en el popular "tereré" -que es el mate frío- o en el uso de ropas de lona para entrar al monte, o en las polcas y chamamés.

En cambio, hacia la región salteña y santiagueña pesa en Formosa la cultura quechua: hay comidas a base de carne, se usan ropas de cuero -polainas, guardamontes- y la música trae aires de bagualas, coplas, zambas y chacareras.

Claro que, como ocurre en las culturas aborígenes, hay roles bien marcados: tejer es cosa de mujeres, tallar la madera es cosa de hombres.

13 abril 2010

Turismo: San Pablo Elogio de la desmesura

Con sendas dosis de vértigo y glamour, se sube al helicóptero a las nueve de la noche. Es un viernes estrellado, sin viento, con luna llena: el escenario perfecto para recorrer San Pablo a la altura de sus rascacielos vidriados. Hasta el estadio del Morumbí se encuentra totalmente iluminado gracias a un partido de fútbol en juego, ofreciendo una postal imprevista, maravillosa. Y uno no puede más que decir "Obrigada", aunque sea con el pensamiento.

La gran metrópolis de Brasil intimida y desconcierta al ser más equilibrado. Entonces nos explican que para ganar en seguridad y tiempo, es habitual el uso del helicóptero como medio de transporte. Aun para ir a cenar, como es nuestro caso, para lo cual aterrizamos sobre el mismísimo techo del restaurante.

Diez minutos después del despegue, llegamos al sofisticado Buddha Bar, ubicado en Villa Daslu, en un edificio que alberga tiendas exclusivas de joyas e indumentaria.
Absolutamente desmesurada, la ciudad ostenta números que no hacen más que recordar la grandeza paulista: cuenta con 18 millones de habitantes de 50 nacionalidades (a los que hay que sumarles los 11 millones de visitantes que recibe por año), 410 hoteles de las más prestigiosas cadenas internacionales, 12.500 restaurantes con 52 tipos de cocinas diferentes, 15.000 bares, 160 teatros, 110 museos, 260 salas de cine, 40 centros culturales y siete estadios de fútbol.

Y eso no es todo. En San Pablo se realizan 90.000 eventos al año, hay 77 shoppings y 240.000 tiendas, y se consumen 720 pizzas y 278 sushis ¡por minuto!

Todo es historia
Los orígenes de San Pablo se remontan al 25 de enero de 1554, cuando se celebró una misa en un colegio construido por jesuitas portugueses interesados en catequizar a los indígenas de la región. Aún se conservan vestigios de aquella construcción en el sitio llamado Pateo do Collegio (Patio del Colegio). Cabe destacar que durante 157 años el pueblo recibió el nombre de Piratininga y fue el punto de partida de numerosas expediciones que buscaban metales preciosos.
La modernización de San Pablo comenzó hacia fines del siglo XIX de la mano de los inmigrantes y con la cultura del café, que trajo riqueza y permitió su crecimiento. ¿Por qué? El cultivo de café en la región Sudeste impulsó la construcción de carreteras y la estación de tren para dar salida a los granos y las bolsas que iban con rumbo al puerto de Santos, mientras que los inmigrantes hacían el camino inverso, para servir de mano de obra en esa producción.
En las proximidades del famoso colegio fundacional, la mayor ciudad de Sudamérica tiene atractivos como la Catedral da Sé, el Monasterio de São Bento, el Marco Cero –o el marco del Trópico de Capricornio–, la Sala São Paulo, el edificio Copan y la Pinacoteca con sus 4 mil obras. Tanto de la Torre del Banespa como del Terraço Italia es posible tener una vista de 360 grados de la ciudad.

Itinerarios temáticos
Si bien la imagen de San Pablo está fuertemente vinculada al turismo de negocios, diversos operadores han comenzado a comercializar a través de las agencias de viajes nueve temas novedosos y 31 itinerarios diseñados a la medida de los visitantes. Bienestar, Romance, Familia, Verde, Arte y Fashion son algunos de ellos. Es que la ciudad ofrece una gran variedad de spas, locales especializados en tratamientos médicos y de belleza y gimnasios, además de restaurantes de gastronomía natural. Y al contrario de lo que muchos piensan, San Pablo no es sólo una sucesión de edificios y hormigón: posee muchas áreas verdes y parques, destacándose la Sierra da Cantareira –uno de los mayores bosques urbanos del mundo– y el área de protección ambiental Capivari Monos, con su extensa mata atlántica, dos aldeas indígenas y una rica fauna, que permiten la práctica del ecoturismo.

La tendencia creciente de la ciudad consiste en trascender su condición de puerta de entrada al país (posee los dos aeropuertos más movidos de Brasil: Congonhas y Guarulhos) para continuar desarrollándose como destino de placer, de lujo y de compras.
Con múltiples facetas, en San Pablo conviven los restaurantes de fama internacional con las delicias de la gastronomía popular (la empanadilla de feria es quizás el mejor ejemplo de ello), los viajes en helicóptero con el turismo en subterráneo, los espacios de arte y de diseño vanguardistas junto a un museo del fútbol que hace uso de la tecnología de punta.

El programa "Quédese un día más", precisamente, tiene como propósito estimular a los turistas –sobre todo, a los que vienen por negocios o eventos– a prolongar su estadía y aprovechar la gran oferta de entretenimiento. De esa forma, "Un día cultural" propone una jornada a la altura de ciudades como Londres o Nueva York, donde se impone un paseo por una de las principales arterias: la famosa e impactante Avenida Paulista. El Museo de Arte Brasileño, el Conjunto Nacional, la Livraria Cultura y el Museo de Arte de San Pablo (MASP) no pueden quedar afuera del recorrido.

Diferentes o sofisticados
En cambio, la propuesta "Un día diferente" puede comenzar con los deliciosos croissants de almendras de la panadería Pain de France, para seguir hasta Vila Madalena y caminar por calles como Harmonia, Aspicuelta, Fidalga y Wisard. Es que allí se concentran talleres de artistas jóvenes, showrooms y locales innovadores. Si el lector camina en dirección al Instituto Tomie Ohtake, se encontrará con un edificio de formas innovadoras y vidrios espejados en negro y rosa.Entonces podrá disfrutar de una comida en el agradable restaurante del lugar, o bien, optar por el Ritz en la zona de Jardins. En el último caso, la Galería Ouro Fino es una parada obligatoria para quien quiera actualizarse en moda, música electrónica y diseños en sus 110 tiendas eclécticas.

Pero se equivoca quien piense que diversión es sinónimo de gastar mucho en San Pablo. Desde centros culturales y teatros populares hasta shows, exposiciones y cafeterías con precios muy accesibles pueden encontrarse en toda la gran metrópoli. A ello pueden sumarse las tiendas de la famosa avenida 25 de Março.

La contracara podría ser el circuito que propone "Un día sofisticado", ya que el lujo está siempre presente en esta ciudad versátil, donde el tránsito avanza a ritmo cansino en las horas pico y puede llegar a crispar los nervios del más devoto budista zen. Es que San Pablo es en la actualidad el mayor polo de consumo de lujo de Brasil, con tiendas de las marcas más caras del mundo y filiales de los más famosos clubes y discotecas internacionales. El eje de las avenidas de las Naçoes Unidas y Brigadeiro Faria Lima o el barrio de Jardins no decepcionarán ni siquiera a los compradores compulsivos.

El fútbol, pasión de multitudes
Junto al Estadio Municipal Paulo Machado de Carvalho, conocido por todos como estadio Pacaembú, se encuentra el recomendable Museo del Fútbol (Museu do Futebol), con una exposición sensorial e interactiva, donde los visitantes pueden escuchar los relatos originales de partidos emblemáticos o los cantos de las hinchadas, revivir jugadas inolvidables, y hasta patear penales.
Otra alternativa que vincula al fútbol con el turismo es el estadio del Morumbí, donde juega el Sao Paulo y será una de las sedes del Mundial 2014. Sorprende poder tomar una gaseosa en el resto-bar, sobre un deck de madera del que cuelgan numerosas pantallas LCD, a escasos metros del campo de juego. Sin alambrado, sin foso, sin perros.

Shoppings y marcas
Morumbí también es el nombre de uno de los mayores shoppings. Con excelentes restaurantes (como el Barbacoa) y numerosas tiendas, el lugar ya forma parte de la historia de la moda en la ciudad, ya que ahí comenzó la tradicional Fashion Week.

Como el fútbol, comprar es otra de las pasiones paulistas. Pionero en Latinoamérica, el shopping Iguatemi fue inaugurado en 1966, entre los barrios Jardins e Itaim. Con VIP para clientes frecuentes, reúne el mayor número de tiendas de lujo. En cambio, el Ibirapuera es el shopping más grande pero está dirigido a presupuestos diversos. En pleno Jardins, la calle Oscar Freire y sus adyacentes forman el principal polo de marcas internacionales a cielo abierto. Armani, Ralph Lauren, Cartier, Tommy Hilfinger, Roberto Cavalli, Versace, Louis Vuitton y Bulgari son algunos ejemplos. Ya con sus autos caros cargados de bolsas, turistas y lugareños todavía tienen 59 calles especializadas en 51 segmentos. Como la Gabriel Monteiro da Silva, centro del diseño; la Florencio de Abreu, para herramientas; y Rua do Seminário, de sombreros. Por eso, damos fe: San Pablo es todo lo que se dice de ella. Y más también.

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