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27 diciembre 2008

Argentina: Los tesoros secretos de la Cordillera

Allí donde la provincia de La Rioja se empieza a mezclar con suelo chileno, en plena Cordillera de los Andes, hay un paraíso semioculto: la reserva Laguna Brava, creada en 1980 para preservar comunidades de vicuñas, flamencos y guanacos que, por la caza furtiva, estaban al borde de la desaparición. A 450 km al oeste de la capital riojana, la reserva tiene 5.000 hectáreas, y su nombre es el mismo que el de la mayor laguna de la región, con una superficie de 17 km de largo por 4 de ancho. La reserva abarca también lagunas menores que se forman en época de deshielos.


Tan deslumbrante como la meta final de este viaje es el camino hacia ella. Vamos por la Ruta provincial 26 -que cruza la Cordillera- hacia el paso internacional Pircas Negras. Dejando atrás el pueblo de Vinchina, una huella de tierra que se puede transitar con autos comunes asciende por la Quebrada de La Troya. Este pintoresco camino de cornisa, de unos 7 km, desemboca en el último pueblo antes de ingresar en la inmensidad de los Andes. Su nombre es Alto Jagüé, y su calle principal -que en verano, con los deshielos, se convierte en un río- es una huella profunda entre dos barrancos de tierra sobre los que se asienta un caserío. Las casas son de adobe, y sus pequeñas puertas y ventanas de madera, suelen permanecer herméticamente cerradas. Desde el destacamento de Guardafaunas, sale entusiasmado uno de los baqueanos que, por su conocimiento de la zona, registran el ingreso de turistas a la reserva y los acompañan en la travesía.

Desde Alto Jagüé el camino continúa por la Quebrada Santo Domingo, con suaves lomadas que, por los minerales del suelo, parecen recubiertas de terciopelos azules, verdes, violetas y anaranjados. La quietud de piedra de estos parajes desérticos se interrumpe cada tanto con la grácil carrera de guanacos y vicuñas.

La siguiente cuesta es la "Quebrada del Peñón", llamada así por las salientes rocosas en las montañas. Por la ventanilla desfilan enormes piedras que el sol pinta de dorado cuando de pronto, a la orilla de la ruta, vemos una curiosa construcción circular de piedra y argamasa (mezcla de cal y tierra) de 5 m de diámetro por 3,5 de alto. Su arquitectura -similar a la de un iglú- termina en una cúpula con una pequeña abertura en la parte superior. Es uno de los 13 refugios construidos en la zona entre 1864 y 1873 para alojar a los arrieros que conducían ganado a Chile durante la guerra de ese país contra Perú y Bolivia.

El ascenso continúa hasta los 4.000 metros de altura, cuando se abandona el camino principal para avanzar por una huella de ripio sobre las lomadas. Al acercarnos al centro del valle, aparece una laguna ovalada rodeada por majestuosos picos (el Veladero, el Bonete Chico y el Pissis, el segundo más alto de América). Un viento helado sacude sin pausa la escasa vegetación, compuesta por molles y coirones secos de color dorado. La serenidad inmóvil del ambiente se rompe cuando un centenar de flamencos rosados extiende sus alas y levanta vuelo. El paisaje despliega tanta belleza que, si el viaje terminara aquí, ya nos daríamos por satisfechos.

Cerca del cielo

Pero ascender al cráter Corona del Inca es un anhelo de todo apasionado del turismo aventura. Es la cima de una antigua montaña que, por la actividad volcánica, se desplomó sobre sí misma, formando un hueco de 5 km de diámetro. El fenómeno creó una especie de anillo, y el agua del deshielo de los penitentes -filosos montículos de hielo- se depositó en el centro, formando una laguna de aguas azul zafiro de 2 km de largo por 1 de ancho, y 350 metros de profundidad.

La excursión es una extenuante travesía que comienza cerca de la Laguna Brava, a través de Pampa del Veladero, un campo con arena volcánica. A la derecha del camino aparece de repente la postal más asombrosa: en una extensa ladera se levantan miles de penitentes que, pese a las temperaturas de la época, mantienen su helada forma puntiaguda.

Es entonces cuando comienza la ascensión más exigente: el único lugar para avanzar es el lecho del río Veladero, de poco caudal. Más adelante lo abandonamos para hacer un desvío de unos 500 metros, y tras la ventanilla aparece la cima de un gigantesco cordón montañoso. Los cerros Veladero y Bonete vigilan el valle, y varios grupos de penitentes se dispersan de manera espaciada.

De pronto, se ve de frente la cumbre nevada del cerro Pissis, que con sus imponentes 6.882 metros, eclipsa a sus vecinos. El GPS marca 5.500 metros sobre el nivel del mar cuando, finalmente, aparece la cumbre del Corona del Inca. En medio del resplandor blanquecino de los glaciares, que forman una especie de "corona de hielo", se despliega una laguna azul profundo. Su transparencia perfecta, y la blancura de la nieve que la rodea, crean un mundo de aura límpida y virginal. La sensación es la de haber llegado al núcleo mismo de un infierno extinguido, donde reina la paz más absoluta del universo.

Por América Latina, en ómnibus

Imagínese un pase que le permita a los turistas movilizarse en ómnibus por las distintas regiones de la Argentina y alcanzar varias ciudades en países como Uruguay, Brasil, Paraguay, Bolivia, Chile y Perú.

Con el antecedente del europeo Euroline -también un pase para viajar en ómnibus- o el famoso Eurail Pass -para trenes-, ya funciona en parte de América Latina el South Pass / Argentina By Bus. El objetivo principal es, claro, facilitar e incentivar los viajes de los turistas extranjeros en ómnibus. De la mano del Grupo Plaza, este pase abre las puertas a más de mil salidas diarias hacia unas 260 ciudades de los siete países ya mencionados.

"Tratamos de crear un producto bien flexible. Justamente, la gran ventaja de este pase es que no posee límite en el kilometraje a recorrer y se puede adquirir tanto en el exterior como en la Argentina, a través de agencias, de la Web o por vía telefónica", explica Marcos Sydor, director del South Pass.

Entre otras facilidades, el pase -por ahora destinado a extranjeros y argentinos residentes en el exterior- habilita a su portador a utilizar, por ejemplo, el recién inaugurado salón VIP de la terminal de ómnibus de Retiro.
A rodar

El funcionamiento de este sistema parece sencillo e ideal para aquel turista que viene a la región por más de 12 o 15 días y con el plan de recorrer varios lugares. El ahorro que implica la compra del South Pass dependerá de los viajes y los destinos que el pasajero planee hacer.

En principio, el viajero debe comprar el pase seleccionando la cantidad de días (corridos) durante los cuales hará uso del mismo (10, 14, 21, 30, 60 o 90 días) y según la categoría que le corresponda: Joven (hasta 25 años inclusive), Adulto, Familiar (2 mayores con un menor) y Adulto Mayor (para quienes tienen más de 60 años). El pase de 10 días para Adulto, por ejemplo, cuesta 160 dólares, y el de 21 días, 286 dólares; mientras que los que están dirigidos a los menores de 25, cuestan 120 dólares y 214 dólares por la misma cantidad de días.

El único requisito para el portador del South Pass es que antes de iniciar cada viaje, debe hacer la reserva para el destino y horario deseado -vale lo mismo para un servicio cama o semicama- y retirar el pasaje en las boleterías de las terminales de ómnibus donde se encuentre. Sin tener el pasaje en mano no se puede abordar un ómnibus.

Por otro lado, la planificación de los recorridos está, lógicamente, sujeta al mapa de rutas que cubre la empresa Grupo Plaza junto con otras empresas asociadas. De hecho en la web www.argentinabybus.com.ar que estará renovada y completa para los primeros días de enero- el viajero puede obtener el mapa y los destinos que puede alcanzar con su pase. "La idea es poder ayudar al viajero, desde la Web, para que pueda organizar su circuito, su viaje, a partir de las conexiones que le ofrece esta red", agrega Sydor.

Si bien el South Pass fue pensado para incentivar el turismo receptivo, no se descarta que una vez que su funcionamiento esté asentado, el programa se extienda también a los viajeros argentinos.

20 diciembre 2008

Peru: Iquitos la ciudad más exóticas de todo Latinoamérica.

Iquitos estás considerada una de las ciudades más exóticas de todo Latinoamérica. Situada a unos 1.000 kilómetros de Lima, en Perú, en el área del Amazonas nororiental, Iquitos es ideal para las personas que quieran explorar la naturaleza virgen de la jungla, aprovechando los numerosos albergues que existen en plena selva y muy cerca de la ciudad.

Iquitos es el lugar ideal además para los turistas y viajeros que se animen a adentrarse en zonas de selva resguardadas como parques y reservas, donde existen aún lugares por descubrir y que jamás fueron explorados. La ciudad, es una curiosidad en sí misma: aislada por la densidad impenetrable de la selva, Iquitos es accesible sólo por vía fluvial o aérea, encontrándose al margen del río Amazonas, en la región de Loreto. El aspecto de la ciudad, en su mayor parte, es el de una aldea, poblada por la tribu de los Iquitos, de quienes la ciudad tomó finalmente el nombre al ser fundada en sintonía con la fiebre del oro y porteriormente, el furor del caucho.

Fue durante los años dorados entre los años de 1880 y 1912, que Iquitos vivió su época de máximo desarrollo y esplendor. La ciudad vivió mirando a Europa y alejada de la propia ciudad de Lima, a tal punto, que se importaron mansiones con materiales traídos del viejo mundo, incluyendo una casa diseñada por Gustave Eiffel que se puede observar en la actualidad en la Plaza de Armas. La Plaza es el eje de la vida social de la ciudad, que cuenta con curiosidades como las casas flotantes junto al río, todo un emblema de Iquitos, en el llamado barrio de Belen.

En la actualidad, Iquitos es la ciudad más importante junto al Amazonas en Perú. Cuenta con varios atractivos, pero para muchos, el especial interés por llegar a Iquitos se centra en su cercanía con zonas selváticas para explorar y disfrutar con el ecoturismo. La selva no sólo puede visitarse, sino también, vivirla en primera en persona en los albergues o lodges cercanos a las reservas naturales. Es posible internarse en el Amazonas en barcos de excursiones, o contratar guías para explorar zonas poco accesibles. Iquitos es una ciudad de poco desarrollo, e incluso muy pobre en muchas de sus zonas. Sin embargo, es una de las formas más recomendables de conocer una de las tantas caras del exuberante amazonas y su selva.

Isla de Pascua: maravilla de Chile.

Es una isla de Chile, pero está situada en Polinesia. Isla de Pascua es una de las más remotas porciones de tierra en el Océano Pacífico, y también una de las regiones más misteriosas. Isla de Pascua también se conoce como Rapa Nui, en el idioma original de los nativos de la isla, el pueblo rapanui. La isla de Pascua es uno de los destinos turísticos más emblemáticos de Chile, gracias a la fama global de sus moáis, las esculturas gigantes que custodian la isla como si fuera un enorme museo a cielo abierto.

La isla de Pascua, está situada a 3.526 kilómetros de distancia del continente americano, aunque mucho más cercana, están las islas Sala y Gómez, el punto más oriental de Oceanía. De origen volcánico, la Isla de Pascua es el resultado de la erupción de tres volcanes submarinos que emergieron a superficie hace más de tres millones y medio de años. Los tres volcanes al elevarse, conformaron una isla de forma triangular con un volcán en cada uno de los vértices. El volcán Maunga Terevaka, con 539 metros sobre el nivel del mar, es el más alto de la isla.

De un aspecto virtualmente deforestado, en donde un antiguo bosque originario ha desaparecido por completo a lo largo de miles de años, en la Isla de Pascua apenas hay unos pocos árboles y un paisaje ondulado de costas abruptas bajo un clima tropical de gran influencia oceánica. La isla, apenas poblada, varía permanentemente su cifra gracias a la llegada de turistas. El principal centro poblado se encuentra en Hanga Roa. La única ruta de vuelo que conecta con la Isla de Pascua a diario proviene de Santiago de Chile, la capital del país.


La isla de Pascua, con sus playas desiertas y los gigantescos moáis dispersos y agrupados en sectores de la isla, fue declarada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 1995. Las estadías en la isla, permiten realizar excursiones de exploración y jornadas de sol y playa. El principal evento de la isla, es la fiesta de Tapati, durante la primera quincena de febrero. En el festival de Tapati se realizan rituales ancestrales, además de competencias tradicionales de gran atractivo. La isla de Pascua, marcada por la cultura y tradiciones de los rapanui, es sin dudas un destino que deja marcado a cada visitante.

Colombia: Buceando en la isla de Malpelo

En esta oportunidad partimos hacia Colombia donde les tenemos preparado un paraje de gran belleza, ideal para los amantes del buceo que podrán admirar las riquezas submarinas de la zona.

Se trata de la isla de Malpelo, desde donde se llega por medio de una embarcación desde el Puerto de Buenaventura, en un recorrido de unas 30 horas para finalmente llegar a un entorno único.

Una vez en el sitio podremos observar una formación de roca volcánica de unos 376 metros del altura y que constituye el destino preferido por aficionados de las inmersiones ya que es la única manera de acceder a las otras 11 estructuras de piedra se ubican alrededor.

Entre los mayores atractivos destacamos la increíble cantidad de fauna marina, muy estudiada por científicos de todas partes del mundo, además de ser uno de los pocos lugares donde se puede observar al tiburón martillo.

Un paraíso natural verdaderamente sorprendente que quienes lo sepan apreciar seguramente no dudarán en volver para seguir viviendo experiencias inolvidables.

Vía: Sobre Turismo

17 diciembre 2008

Chile: ¿Flores en el desierto?

Llegaremos hasta el continente americano, más exactamente a América del Sur para conocer un curioso lugar que se encuentra al norte de Chile entre la Cordillera de los Andes y el Océano Pacífico: el Desierto de Atacama.

Cuando mencionamos la palabra “desierto” automáticamente viene a nuestra mente la imagen de una sediento paisaje, de climas extremos y de difícil acceso, y aunque en el caso de Atacama no estaríamos equivocados ya que se trata de uno de los más áridos del planeta registrando en su parte central hasta 400 años sin recibir lluvias.

Pero en otros puntos de este llamativo desierto, como por ejemplo desde el norte de la ciudad de Vallenar hasta Copiapó, cuando caen pocos milímetros de agua, dan paso a un extraño fenómeno natural que se convierte en un bello y atractivo espectáculo para quienes tienen la oportunidad de observarlo.

El agua que llega al suelo -generalmente entre los meses de septiembre y noviembre- provoca que las semillas y bulbos que se encontraban bajo el suelo en estado latente comiencen a germinar formando una increíble cubierta de flores y hierbas entre las que predominan la malvilla, la garra de león y la pata de guanaco, que trae aparejado la visita de diferentes especies de aves, insectos y otros animales.

En la zona también podemos mencionar otros lugares muy recomendables como una visita al Parque Nacional del Pan de Azúcar, el bosque de Fray Jorge, la Laguna Verde o el Valle del Río Elqui. Cabe señalar que el desierto de Atacama será proximamente atravesado por el Rally Dakar.

Vía: Vuelta al Mundo


Peru: Ruta económica para visitar Macchu Pichu


Crónica de diciembre 2008 de cómo llegar a Machu Picchu de la forma más económica desde Cuzco a través de Olaintambo, Santa María, Hidroeléctrica y Aguas Calientes.

Al llegar a la estación de autobuses de Cuzco ya teníamos a un buen grupo de gente ofreciendo sus hostales y tours. Preguntamos, ilusos, si alguno nos podía ofrecer información sobre la forma más económica de viajar hasta Machu Picchu. Sabíamos que existía una ruta que evitaba los abusivos precios en los trenes a través de Santa María y queríamos probarlo para evitar así los más de 150 dólares que cobran por el trayecto en tren hasta Aguas Calientes.

Una mujer nos informó de que podíamos trazar ese recorrido y nos invitó a su hostal donde nos ofreció un mate de coca (ideal para aclimatarse a la altura) y trató de vendernos un recorrido similar por la friolera de 140 dólares. Con la excusa de visitar una ONG en las inmediaciones de Cuzco -que además era cierto- nos largamos.

En la esquina encontramos a la señora Catalina. Una vieja que regienta un puesto de caramelos y periódicos en la calle. Le preguntamos sobre cómo llegar a Aguas Calientes de la forma más barata.

Nos informó sobre los combis y autobuses que parten de la ciudad en dirección a Quillabamba. Tomamos un taxi y por 3 soles llegamos a la terminal de combis.

Por lo visto, nos advertieron de una manifestación en los pueblos del valle. La gente había salido en protesta por los altos precios de la vida cotidiana y el escaso presupuesto que el gobierno destina a la mejora de carretera y los pueblos vecinos a Cuzco.

Por lo visto podíamos llegar hasta Huiros donde quizás podríamos tomar otro combi en dirección Santa María. Probamos suerte. Subimos al cambi pagando 30 soles por cabeza. Los combis suelen partir cuando van llenos y tuvimos suerte. De todas maneras, nos informaron que suele llenarse uno a cada hora. En el interior se encontraba un alemán que pretendía realizar el mismo recorrido.

Partimos de Cuzco y tras unos cuantos kilómetros paramos en la preciosa localidad de Olantaimbo donde existe una vertical ciudad inca en un paraje merecedor de estar al nivel de Machu Picchu.

Seguimos camino ascendiendo la selva más tropical hasta llegar a un collado a unos 4,300 metros de altura donde parecía que pudiéramos tocar los glaciares con la palma de las manos.

A partir de ahí empezamos a descender contemplando parajes desolados de vegetación con casas dispersas y algunas llamas pastando a sus alrededores.

A medida que descendimos más volvimos a la húmeda y espesa selva donde empezamos a constatar la realidad de la revuelta que estaba ocurriendo por la zona.

Al principio encontramos rocas en medio del camino que parecían haber sido retiradas, así como árboles cortando la carretera. Al llegar a la población de Huiros, un enrome boquete en la tierra nos hizo parar. El conductor salió a dialogar y tras un pago de 50 cts de sol por cabeza nos allanaron el boquete y pudimos pasar, no sin quedarnos atrapados en su interior y arrancar más de tres veces para poder salir.

No tardamos demasiado en encontrar más piedras y árboles bloqueando el camino hasta que finalmente dimos de cara con una previsible caravana de furgonetas y camiones parados en el camino.

Fuimos a echar un vistazo y encontramos una gran hoguera en medio del camino y un buen grupo de hombres obstaculizando la vía, la mayoría en estado ebrio. La cosa parecía ir para largo. Encontramos otros turistas que llevaban más de seis horas parados. Nosotros llevábamos unas cuatro horas de viaje en ese momento y quedaba poco para el anochecer. Preguntamos a cuánto quedaba para llegar a Santa María y nos dijeron que en una hroa andando podríamos llegar.

Comentamos la jugada y no nos lo pensamos dos veces. Cogimos la mochila y junto con el alemán nos dispusimos a caminar con el frontal hasta Santa María. La idea era dormir ahí y a la mañana siguiente partir en dirección a Hidroeléctrica donde podríamos tomar el tren hasta Aguas Calientes por unos cuantos soles.

Había oscurecido y sólo perros y mosquitos parecían habitar el lugar. Al cabo de unos treinta minutos Juan pegó un grito que sólo podía traer funestas consecuencias: "¡¿Donde está mi saco?!"

Tras deliberar me ofrecí para subir al pueblo nuevamente y recoger el saco. Ellos me esperarían en el mismo lugar. Puse un ritmo ligero y al llegar al pueblo encontré no una sino dos hogueras ardiendo y cortando el paso a los vehículos. Pude incluso ver una bandera perunana en ascuas. El increíble monopolio chileno-peruano que tiene la compañía ferroviaria pide precvios abusivos e dólares a los turistas y nada de ello llega a los locales de la zona. Protestaban por el alto precio del gas (además no hay que olvidar que la mayor parte del gas que se produce en Perú sale de los alrededores de Cuzco) y por la construcción de una carretera digna en la zona.

Llegué al pueblo y encontré a todas las furgonetas y camiones aparacados en la vía principal. No recordaba la cara del conductor, ni la matrícula, ni tan siquiera el color de la furgoneta... Así que empecé a alumbrar con el frontal el inteiror de cada una de las furgonetas. La gente empezó a preguntarme y la curiosidad en el pueblo por mi búsqueda se convirtió en una nueva conversación en la acalorada noche. Gracias a ello, apareció una niña que recordaba como pasajera en el combi. Me indicó al conductor, fuimos juntos a la furgoneta y felizmente encontramos el saco. Me dfspedí, no sin dar un caluroso beso a la niña y emprendí el camino de vuelta para encontrar a mis compañeros de viaje.

Tras devolver el saco a Juan, descansar y tomar un cigarrillo emprendimos nuevamente la marcha. Caminamos una hora más en la oscura noche de la selva y encontramos una nueva hoguera cortando el camino con unos cuantos locales a su alrededor. Amables nos indicaron el camino.

A la pregunta "¿Cuánto queda hasta Santa María?" nos respondieron "Una hora". Las medidas en los pueblos aconstumbran a ser muy dudosas. Al cabo de 15 minutos volvimos a preguntar y nos dijeron "Dos horas".

No quisimos desmoralizarnos y a paso firme seguimos andando bajo la noche, la neblina y rodeados de la espesa selva.

Mosquitos y perros nos saludaron centenares de veces y finalmente, tras tres horas de camino llegamos a Santa María. Eran las 10 de la noche.

En el único hostal que vimos abierto cenamos, nos duchamos y nos fuimos a dormir no sin tomarnos una cerveza Cuzqueña celebrando la vuelta a la civilización.

Acordamos un coche (taxi) para las seis de la mañana. Por 12 soles por barba acordamos llegar directamente hasta la estación de trenes de Hidróeléctrica pasando por Santa Teresa.

Así lo hicimos. Partimos a las seis junto a otros locales. El alemán decidió quedarse en el pueblo. Siguiendo el precipicio que contornea la silueta del río, llegamos a Santa Teresa en una hora aproximadamente.

Ahí compramos los billetes del tren para Aguas Calientes. 8 dólares. Cada vez que veo precios en dólares en un país que no es Estados Unidos me pongo de mala leche. No puedo evitarlo. Tras unos 20 minutos más de noche llegamos a la estación donde tuvimos tiempo de sobra para desayunar bien en los estantes que miran la vía del tren y tomar finalmente el tren que parte hacia Aguas Calientes a las 8:30 de la mañana.

En apenas media hora nos encontrábamos en la estación de Puente Ruinas donde la silueta del Huayna Picchu nos saludaba.

Ansiosos, bajamos del tren e iniciamos una ascensión por escalera de una hora que nos llevó a la entrada principal de Machu Picchu.

Via: viajablog

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