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12 septiembre 2008

Nace un mega centro turístico en Brasil

El nordeste brasilero cuenta con unas playas de ensueño. Un clima muy propicio y una distancia de vuelo más corta con los lugares de origen de los principales centros emisores de turistas, en comparación con sus “hermanas” del sur de Brasil.

Estas razones deben haber pesado sin dudas en la elección del Estado de Ceará para asentar un proyeco turístico de enorme envergadura.

Se trata de un mega complejo que incluirá: 13 hoteles de cinco estrellas, 14 resorts, seis condominios, tres campos de golf y una playa de 12 kilómetros. Todo ésto en una superficie de 11 millones de metros cuadrados en Itapipoca, cerca de Fortaleza.

El proyecto de la Ciudad Nova Atlántida (que así se llamará) tiene condimentos de novela, por momentos romántica, por momentos de suspenso, ecológica y hasta policial.

Todo comienza hace varias décadas cuando un español emigrado a Brasil compra una superficie enorme de tierra en una zona, por entonces, muy primitiva. El señor se cansa de hacer dinero por muchos medios y comienza a darle forma al sueño de su “Ciudad”.

Los planes permanecen dormidos muchos años por algunos problemas que tiene el señor dueño con la justicia por el manejo de un dinero aparentemente un tanto sucio. Pero aparecen grandes empresas que ven el filón comercial y se asocian con él para concretar el complejo turísico.

Además, una ONG que lucha por los intereses de los indígenas se opuso a la autorización de este desarrollo inmobiliario al levantarse, a su juicio, en una reserva indígena. Este tema está por salir de los juzgados con un previsible fallo a favor del comercio.

En los próximos meses comienzan las obras que darán nacimiento, como ocurriera con Cancún en su momento, a una verdadera “ciudad turística” en el nordeste brasilero.

Vía: www.diariodelviajero.com

06 septiembre 2008

Argentina: Ecoturismo en Esteros del Iberá

Con una extensión de 1.400.000 hectáreas, los Esteros del Iberá (pcia. de Corrientes) son el segundo humedal más grande de Sudamérica y, por esa y otras valederas razones, las autoridades provinciales quieren convertir esa región en el principal destino de ecoturismo del país. Con ese objetivo se acaba de realizar en Buenos Aires el II Workshop Esteros del Iberá, del que participaron 64 expositores representantes de los municipios lindantes con la cuenca del Iberá.

El paisaje de los Esteros del Iberá es único: es una independiente y compleja red de humedales compuesta por bañados, esteros, lagunas, embalsados y cursos de origen pluvial que fueron formados por cauces o lechos abandonados del río Paraná. Su potencial turístico es muy amplio, aunque las actividades más requeridas son los avistajes de aves (hay más de 300 variedades) y la pesca del dorado.

Según cálculos oficiales, durante 2007 la región fue visitada por 25 mil turistas, lo que implicó un incremento del 20 por ciento con respecto a 2006. Y para este año se espera un crecimiento similar. Actualmente, los Esteros cuentan con 450 plazas hoteleras y durante 2008 se proyecta un aumento de plazas hasta llegar a las 550, de acuerdo a inversiones ya anunciadas.

Recover Shelter, un refugio reciclable

Matthew Malone es el diseñador del Recover Shelter, un refugio 100 por 100 reciclabe fabricado en polipropileno, que está pensado para situaciones de emergencia y desastres, dada su facilidad de transporte y montaje. Aunque también podría servir en deportes y viajes con cierto riesgo, como el montañismo.

Al mismo tiempo es una estructura totalmente ecológica, que no emite ningún tipo de sustancia gaseosa o química al medio ambiente.

Puede ser instalado por una sola persona en cuestión de minutos, y dada su estructura tipo acordeon, se puede disponer de diferentes maneras según las necesidades del momento. Por ejemplo, se pueden conectar varios para formar una estructura mayor.

Las crestas de la estructura se pueden usar para recoger agua de lluvia (ya que el material no es tóxico), y la cubierta se puede cubrir con otros materiales locales para hacerla más resistente y protegerla del sol, como ramas o gravilla.

Lo que no sabemos es si es sólo una idea o existe ya producción y venta del mismo, ni su precio. Pero seguramente no será ni muy caro ni muy pesado de transportar.

Sitio Oficial: Coroflot

Via: www.diariodelviajero.com

29 agosto 2008

Guatemala: Esculturas artísticas bajo el agua

Si te gusta el arte y a la vez te encanta sumergirte bajo las profundidades del mar te interesará saber que el escultor Jason de Caires Taylor ha creado un parque temático de esculturas artísticas bajo el agua en Guatemala.

Exactamente se encuentra en el lago Atitlán y se trata de un anillo de figuras humanas de proporciones reales. Están situadas en el interior de una zona de aguas claras. No son difíciles de avistar por los buceadores y, moviéndose bajo las aguas, los visitantes podrán disfrutar de los detalles artísticos creados por el escultor.

Además, se trata de esculturas en continua evolución de la vegetación subacuática y el arrecife moldeará las figuras a su antojo con el devenir de los años.

Además el lago de Atitlán se encuentra en el departamento guatemalteco de Sololá y goza de una espectacular diversidad natural y un legado bien marcado de la cultura precolombina.

Vía: Hidden Travel Gems

Festivales.com, todo sobre festivales en Latinoamérica

Cuando viajo me gusta informarme de los eventos culturales que hay en mi destino para las fechas previstas, la mayoría de veces existe alguna exposición o algún concierto interesante para no perderse.

Suelo consultar esta página, que recopila toda la oferta de festivales de España y Latinomérica, incluyendo todos los géneros y estilos. Cine, música, arte, circo, magia, teatro, multimedia, danza… cualquier evento está registrado y con una explicación que nos dará más detalles sobre el mismo.

Podemos buscar festivales por nombre, por provincia, por temas o por fechas, y también existe un mapa para conocer qué festivales hay disponibles en el área geográfica que nos interese. Además, en el caso de que exista, nos ofrecen el enlace al sitio oficial del evento en cuestión para poder ampliar información.

También cuentan con un directorio de managers, empresas, artistas y grupos, junto a un foro donde los profesionales pueden expresar sus peticiones, sugerencias u ofertas.

Todo, junto a la sección de noticias para enterarnos de lo último en festivales, hacen de la web un sitio muy recomendable para que no se nos escape ni un evento. Yo que pensaba que en septiembre, tras el boom veraniego, se acababan los festivales y… ¡sigue habiendo mucho donde elegir!

Via: www.diariodelviajero.com

25 agosto 2008

Ovnis made in Chile

No se podrá asegurar al turista que verá un ovni, pero que los hay, los hay. La semana pasada, el Servicio Nacional de Turismo de Chile (Sernatur) y el municipio de San Clemente -al sur de Santiago- lanzaron la primera ruta de turismo ufológico: un camino que pasa por sitios en los que desde 1995 hay avistamientos de ovnis, como la precordillera de Vilches, El Morrillo y la Reserva Nacional Altos de Lircay.

La zona de "El enladrillado", a unos 2.300 metros y con enormes bloques de piedra volcánica, se conoce entre los locales como pista de aterrizaje de ovnis. "Apoyamos la formación de esta ruta ufológica porque los expertos dicen que es una zona caliente para avistamientos", dijo Oscar Santelices, director de Sernatur, según un cable de AFP. El ufólogo Rodrigo Fuenzalida, presidente de la Agrupación de Investigaciones Ovniológicas de Chile, contó que entre 1995 y 1996 se registraron uno a dos avistamientos por semana. En febrero pasado, Fuenzalida fue testigo del fenómeno: "Era un objeto anaranjado, se ubicó a 400 metros de distancia con movimientos oscilantes".

Ecuador: Galápagos:

Un laboratorio viviente en el que Charles Darwin definió su teoría de la evolución. Parecen surgir como espejismos en pleno océano Pacífico. A primera vista, tienen el aspecto severo y áspero de esas tierras olvidadas en algún confín del mundo. Las Galápagos no poseen un verde tan frondoso como otras islas dispersas en este mar, pero esconden otras exuberancias. Los campos de lava y sus relieves teatrales sorprenden a quienes esperan hallar vegetación tupida y aguas cálidas y acogedoras. Y es precisamente el halo extraño de ese paisaje envuelto en brumas, rocoso y salpicado de cactus, lo que acentúa una bella sensación de fuga, que se experimenta sólo en esos sitios que nos arrancan de todo lo conocido y liberan nuestra alma de proa.

La llegada
Tal como hacían los exploradores del siglo XVI, el mejor modo de visitar Galápagos es en barco. No sólo porque permite recorrer todas las islas, sino para contribuir a los esfuerzos de preservación llevados a cabo por el estado ecuatoriano y entidades especializadas. La mayoría del archipiélago está deshabitado debido a la falta de agua dulce, lo que es una especie de bendición porque desalentó varios intentos de explotación organizada.

Tras arribar en avión al aeropuerto de la isla de Baltra, superar una estricta revisión para evitar la entrada de elementos contaminantes del hábitat local y pagar el acceso al parque (US$ 50), se ingresa formalmente a Galápagos.

Un bus nos traslada hasta un embarcadero cercano para tomar una lancha con destino a la isla de Santa Cruz. En el trayecto hacia el puerto, una fugaz vista de Baltra adelanta los paisajes que veremos en la mayor parte de las islas, tan desolados como inquietantes.

En Santa Cruz otro bus atraviesa la isla de norte a sur hasta Puerto Ayora, donde viven las 12.000 almas que habitan la región. Allí abordamos el crucero que durante varios días nos guiará para develar los secretos de uno de los destinos naturales más emblemáticos de todo el planeta. Antes de embarcar, vale la pena tomarse un tiempo para recorrer la isla, donde funciona la Estación Científica Charles Darwin.

Las fachadas multicolores de las casas, cubiertas de flores, pretenden imprimir un forzado aire tropical. Hoteles, restaurantes y comercios de souvenirs se despliegan a lo largo de la avenida principal, previsiblemente llamada Charles Darwin.

Atardece y el intenso aroma a mar lleva calle abajo hacia la Costanera. Es allí en donde los pelícanos rodean a los pescadores comerciales -que limpian la cosecha recién extraída del mar para la venta- a la espera de algún descarte.

Otra curiosidad de Santa Cruz -una de las tres islas habitadas junto a San Cristóbal y La Isabela- es su carretera, que cruza la isla de lado a lado, cuyos carteles advierten a los automovilistas que moderen la velocidad en zona de cruce... ¡de tortugas!

Un repaso a la historia
El Parque Nacional Galápagos, integrado por trece islas principales, seis menores y cuarenta islotes, se halla a unos 960 kilómetros de la costa ecuatoriana. La ciencia lo define como una de las áreas naturales más significativas del mundo y un extraordinario laboratorio de la evolución. ¿Por qué? Sobran las razones que fundamentan todo esto. Fue aquí donde, en 1835, un joven naturalista inglés, Charles Darwin, halló evidencias que redondearon su teoría sobre la evolución de las especies, lo que le aseguró al archipiélago un lugar en la historia de la ciencia.

Por eso, el descubrimiento accidental de las islas, tres siglos antes, por parte del obispo de Panamá, Tomás de Berlanga, no pasó de ser un hecho anecdótico. El barco que lo llevaba hacia Perú, en 1535, quedó inmovilizado por la falta de viento y una corriente oceánica lo arrastró hasta las islas, a las que bautizó como Las Encantadas, porque estaban envueltas en bruma y parecían moverse.

En una carta enviada al rey Carlos V, el religioso informaba sobre la presencia de "lobos marinos, tortugas y galápagos tan grandes, que podían llevar a un hombre encima de ellas". Era la primera señal. Teniendo en cuenta que las Galápagos son de origen volcánico, es decir, emergieron desde las profundidades del océano, la noción de aislamiento es absoluta. Según las estimaciones de Darwin, gran parte de la flora y la fauna llegaron hasta allí del mismo modo que Berlanga: a bordo de balsas vegetales o empujados por vientos y corrientes, arribaron pájaros, reptiles y mamíferos marinos, que evolucionaron según las características del particular medio.

Esto, para el estudioso inglés, proporcionó la posibilidad de acercarse al "gran fenómeno, el misterio de los misterios: la primera aparición de nuevos seres sobre la tierra".

De hecho, el 50 por ciento de su flora, el 75 por ciento de sus aves, la cuarta parte de sus peces y casi todos sus reptiles no se encuentran en ningún otro lugar del planeta.

La travesía continúa
La noche, cerradísima, nos sorprende navegando en el crucero. Alguien se queja por la falta de estrellas, que convierte la baranda de cubierta en el único horizonte visible. Los cielos estrellados no son muy frecuentes en Galápagos. Pero cuando la bruma se desplaza milagrosamente por Las Encantadas, dicen, se abren iluminadísimas noches de plata.

Habrá que esperar. Mientras tanto, disfrutamos de este verdadero hotel flotante, cuyas amplias comodidades hubiesen agradecido en sus tiempos los sacrificados Berlanga y Darwin.

Despertarse con el tierno sonido de la voz de los delfines y sentir, al abrir los ojos, que el suelo se mece son, acaso, las confirmaciones más placenteras de que uno se

encuentra fuera del mundo. Al menos, de ese viejo conocido en el que a diario se corre detrás de no se sabe qué, como quien busca una salida de emergencia.

Aquí, las urgencias, son diferentes: debemos apurar el café ya que en un rato dejaremos el barco a bordo de las pangas (gomones) rumbo a nuestra primera excursión.

La expedición empieza por los acantilados de la caleta Tagus, tapizados por cangrejos zapaya, una de las más de cien especies de cangrejos que se hallan en la zona, enormes, de color rojo en la parte superior y azul en la inferior. Las pinzas largas imponen respeto, especialmente porque los zapayas están siempre alertas a los objetos en movimiento, por lo que es difícil acercárseles. Pero si se permanece inmóvil caminan sobre los pies, del mismo modo que lo hacen las iguanas marinas. Toda una experiencia.

Más tarde desembarcamos en La Isabela, la más alta de las islas (culmina a 1.646 metros sobre el nivel del mar). Emprendemos la marcha por uno de los 52 senderos autorizados. Lo que más se observa aquí son las especies de piqueros: los hay de patas azules, rojas y enmascarados.

Es indispensable no salirse de las huellas para mantenerse a distancia de los animales. Sólo así se pueden presenciar momentos únicos en los que la naturaleza reproduce su ciclo, como el cortejo entre dos piqueros "patas azules". Ese juego de amagues, danzas, alas desplegadas y silbidos agudos es uno de los espectáculos más bellos. Un grupo de lobos marinos descansa sobre unas rocas y las pieles secas descubren su verdadero color dorado.

Más allá...¿pingüinos?. Sí, de plumaje parecido al de Magallanes, pero más pequeños. En ningún otro sitio del planeta podrían convivir iguanas y pingüinos. Este hecho sorprendente se debe a la coincidencia de corrientes frías y cálidas que, al no mezclarse y conservar sus propios niveles de salinidad, facilitan la cohabitación de muy variadas especies y favorecen una armonía ecológica que apasiona a los estudiosos.

Desde lo alto
Un sendero ascendente lleva hacia la chimenea secundaria de un volcán inundado de agua salada. Uno de los tantos, que pueden aparecer o desaparecer ya que, aseguran los guías, el proceso de formación de las Galápagos aún no concluyó. Algunos rezagados del grupo nos perdemos en una postal: desde arriba, 400 metros sobre el nivel del mar, se ve el barco detenido en el canal, donde hace varios siglos anclaban bucaneros y cazadores de ballenas.

Después del almuerzo, la panga nos lleva a la isla Fernandina. No se ven tortugas. Para hallarlas habrá que llegar al volcán Alcedo, a cinco horas de marcha.

Ahora caminamos por un descomunal campo de lava. Un manto petrificado y rugoso que fluyó a más de mil grados de temperatura dejando escalonamientos, repliegues y formas impensables entre los que prosperan los cactos de lava, unas formaciones cilíndricas con espinas amarillas y flores blancas.

Sobre nuestras cabezas, en un gran escalón, se asoma una iguana enorme ( 13 kilos promedio y más de un metro de largo) para observarnos. Parece lanzar una mirada absolutoria a un grupo de estadounidenses uniformados de riguroso color caqui explorador, con gorro a lo Gilligan incluido.

Nos quedamos así, mirándonos, pero no percibo una actitud amenazante. Tampoco es indiferencia o mansedumbre, es confianza. Advertirlo es emocionante. Tal vez lo más sorprendente de Galápagos es descubrir que existe un reino animal que no conoce la desconfianza, algo de lo que pecamos quienes ocupamos la cúspide de la escala evolutiva.

Hacia La Española
Navegamos toda la noche hacia la isla Española. Allí nos esperan las estrellas que reclamamos desde que pisamos el archipiélago. El desembarco se hace en la Bahía Gardner, el mejor sitio para el buceo. Y es allí, bajo el agua, donde hallamos un cielo repleto de estrellas. Vivas, coloridas, que se desplazan lentamente sobre un fondo de conchillas rosadas.

Tras la pista de los "peces murciélago" nos mezclamos con cardúmenes multicolores. Tantos, que no advertimos la presencia de tiburones y delfines a los que no hay que acercarse, pero son ellos los que no guardan ninguna distancia. Nos descubren sin ningún conflicto, acompañándonos, y es inevitable entregarse a una felicidad instintiva, casi "animal", nunca antes sentida. ¿Será el mundo del revés? ¿Mundo? Hace seis días que no tengo idea de qué sucede en él. Y eso, a veces, puede ser maravilloso.

Por: María Zacco

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