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03 octubre 2008

Argentina: San Salvador y la ruta de los diques

Naturaleza, pesca y deportes náuticos en el circuito de los embalses Los Alisos, La Ciénaga y Las Maderas.

La geografía del noroeste argentino es una caja de secretos y sorpresas. Además de los famosísimos paisajes de la Puna, de los pueblos blancos de aire colonial y de los ríos furiosos que serpentean en la aridez de los valles, también es posible sorprenderse con sitios cuya estampa muchas veces no tiene nada que ver con lo que uno esperaría encontrar en esta parte de nuestro país. Esto ocurre en la llamada "ruta de los diques" de la provincia de Jujuy, un circuito poco conocido que se encuentra al sur de la ciudad de San Salvador y que rompe con los moldes habituales del paisaje jujeño.
En torno a los diques La Ciénaga, Las Maderas y Los Alisos, el desierto cedió parte de sus dominios para dar lugar a un oasis de vegetación que parece haber brotado de la nada. Gracias a la construcción de estas represas, en medio de la árida Puna es posible disfrutar de un fresco remanso donde los árboles muestran infinitas tonalidades de verde, practicar deportes acuáticos y soltar la pasión por la pesca deportiva.

De Los Alisos a El Carmen
Partiendo desde la capital jujeña en dirección sur, el primer hito del recorrido es el dique Los Alisos, situado a apenas 17 kilómetros de San Salvador. Enmarcado por laderas cubiertas por una increíble variedad de helechos, Los Alisos es un lugar ideal para realizar travesías de trekking y biking que permiten conocer la flora y la fauna característica de la región. En la zona alta se encuentra el Complejo Eva Perón, que permite acampar en un área desde la que se tiene una visión maravillosa del dique y además posee una pileta de natación y distintas instalaciones deportivas. El dique Los Alisos -al que se puede acceder por la ruta nacional 9 y por las provinciales 2 y 8- es desde hace tiempo una pequeña Meca para los amantes de la pesca, por la enorme cantidad de pejerreyes que habitan en sus aguas profundas y azules.

Continuando el paseo por la ruta 2 se atraviesan hermosos cerros cubiertos por un manto verde antes de llegar a las pequeñas localidades de La Almona, donde parten vuelos de parapente, y La Loma, que constituye el punto más alto del recorrido, a 1.450 metros sobre el nivel del mar.

Un poco más adelante se halla San Antonio, un pueblito encantador conocido en todo Jujuy por la calidad de sus quesillos, que son elaborados desde hace muchísimos años a partir de un método estrictamente artesanal.

Antes de girar por la ruta 9, que lleva a los embalses La Ciénaga y Las Maderas, se pasa por El Carmen, una villa dedicada a la producción de tabaco en la que también hay viñas y una pequeña bodega. El Carmen tiene una rica historia, ya que allí se aprovisionaban las tropas de Güemes y Belgrano durante la campaña del Ejército del Norte, y en el mes de julio es sede de una semana de festejos dedicados a Nuestra Señora del Carmen en los que abundan los productos típicos jujeños y también del sur de Bolivia.

Paraísos para pescadores
A pocos kilómetros de El Carmen se encuentra La Ciénaga, un magnífico espejo de agua que tiene muchos servicios especialmente orientados a los pescadores deportivos que llegan en busca de pejerreyes. En el Club Náutico La Ciénaga hay alquiler de botes de pesca, una pileta de natación y una hostería. En torno al dique también hay zonas de camping, asadores y un restaurante en el que preparan diferenes platos con el pejerrey de protagonista.

El embalse Las Maderas está prácticamente pegado a La Ciénaga, pero su extensión es sensiblemente mayor. Esta presa conforma un lago artificial de 960 hectáreas de superficie que, además de ser otro paraíso para los amantes de la pesca, ofrece actividades como windsurf, canotaje, paseos en lancha y esquí acuático.
Como sucede en Los Alisos y La Ciénaga, Las Maderas está rodeado por un paisaje profundamente verde, más parecido a una selva tropical que a la cercana Puna. Aun en pleno verano, el clima allí es fresco y agradable, con tardes de cielos abiertos que invitan a dormir una siesta arrullada por árboles susurrantes, agitados por el viento que corre entre los cerros jujeños.

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