Lo curioso es que si las cifras sorprenden a los turistas extranjeros mucho más desaniman a los habitantes del país, quienes deben hacer piruetas para mantener el ritmo de vida y de compras que siempre han llevado.
Muchos han optado por bajar sus consumos o suspender gastos superfluos mientras que otros se las ingenian descubriendo alternativas más económicas, como es el caso de la Feria La Salada, el nuevo fenómeno de los últimos años.
Situada en el conurbano bonaerense, hablamos de un mercado que nació en forma espontánea en 1991 cuando algunos vendedores comenzaron a ofrecer artículos de distinto tipo, mayoritariamente prendas de vestir, en unos terrenos abandonados de la localidad de Ingeniero Budge. Pronto la feria se transformó en un importante polo comercial hasta llegar a ser la más grande de Latinoamérica.
No sólo eso, con el correr del tiempo La Salada se “profesionalizó”, adaptándose a los cambios e inaugurando un galpón con tiendas que hoy se alquilan a un precio de 20.000 dólares el metro cuadrado, cuatro veces más que lo que cuesta en Puerto Madero, uno de los barrios más exclusivos de la Capital Federal.
Más allá de su popularidad, la feria se transformó en un paseo turístico para quienes desean comprar una gran cantidad de productos a precios muy bajos. Tal es la afluencia de compradores que hoy día se organizan “tours de compras” que invitan a visitar el mercado de Ingeniero Budge para comprar todo tipo de artículos.
Muchos de estos tours llegan en buses organizados desde distintas provincias del país aunque también hay excursiones desde Uruguay, Bolivia y Brasil. Y luego están los turistas que se acercan desde la Capital Federal para realizar sus compras y vivir una experiencia única en un recinto ferial que durante la noche se transforma en un hormiguero. ¿Por qué?
La gran salvedad de la feria es que su horario de atención es por la noche, a partir de las 23 horas. Es entonces cuando los feriantes abren las puertas de sus negocios para cerrarlas sólo cuando han agotado su amplia mercadería, que va desde ropa, calzado y marroquinería, hasta telefonía, electrodomésticos, electrónica de consumo, muebles, artículos para el hogar y juguetes.