El Glaciar Amalia, que recibe también el nombre de Skua Glaciar, se encuentra dentro del Parque Nacional Bernardo O’Higgins en el sur de Chile. Comienza en el Campo de Hielo Patagónico Sur (el cual se extiende de norte a sur por 350 kilómetros y está compuesto por 48 glaciares mayores, 46 de los cuales terminan en fiordos sobre el océano o en lagos interiores y dos lo hacen en la tierra, y más de 100 pequeños circos y valles glaciares), rodea en parte el glaciar que descansa sobre el Volcán Reclus y erosiona el lado norte de éste.
Una increíble región
Las principales puertas de acceso al parque se hallan en Puerto Natales, en Caleta Tortel, en Puerto Edén y en Villa O’Higgins.
El Glaciar Amalia es una larga silueta de 21 kilómetros de largo descendiendo de la Cordillera de los Andes con dirección oeste, tiene un ancho aproximado de un kilómetro y una altura de cincuenta metros, cubriendo una superficie de 158 metros cuadrados; es un glaciar en retroceso, habiendo perdido en cuarenta años unos siete metros de su longitud total.
Para llegar hasta allí un confortable crucero, que tomamos en Puerto Montt, nos lleva por el Canal de Darwin camino al Océano Pacífico, un hermoso trayecto que demanda alrededor de dos horas,con extraordinarias vistas e infinita paz. Al salir de él nos encontramos con pequeñas islas que son verdaderos santuarios de aves.
Faros y cascadas
Desde allí pasamos al Canal Trinidad que se une con el Canal Wide y eventualmente con el Seno Eyre, para ir hacia el Glaciar Pío XI, el más largo de la zona. Como el canal es en algunos lugares bastante estrecho hay pequeños faros sobre las rocas que avisan a los barcos de la proximidad de la costa.
Podemos observar,además, numerosas cascadas que parecen brotar de las paredes montañosas, son el fruto del derretimiento de la nieve en las altas cumbres. También vemos depresiones con forma de letra U en las laderas y eso nos indica que allí hubo alguna vez un glaciar.
Navegando por el Estero Peel nos encontrarnos con el Glaciar Amalia donde numerosos pingüinos y otras aves nos reciben. De allí pasamos al Estero Calvo desde el que pueden observarse otras seis de esas inmensas masas de hielo.
Las aguas se llenan de témpanos flotantes que reflejan la luz solar produciendo distintas tonalidades; todo es calma y quietud.
Una de las regiones más australes del mundo y una de las de mayor belleza, imposible el visitarla y no enamorarse de ella.
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