Haight-Ashbury es el barrio hippie por antonomasia de San Francisco, ya de por sí una ciudad bastante hippie y alternativa.
Aquí, en 1966, además de gente tomando LSD sin reloj en la muñeca, uno se podía topar con un festival llamado Death of Money and Rebirth of the Haigh Parade (La muerte del dinero y el renacimiento del defile de Haight). Poco después se produjo el Summer of Love. Buen rollo, flores, drogas, amor libre, cantos tibetanos y ceremonias de bienvenida al solsticio de verano. Pero ya no es así, ni de lejos.
Mi impresión, al pasear por estas calles, es que estaba en un barrio de estética hippie, sí, pero de aires en realidad capitalistas, modernos, peripuestos. Es decir, un simple decorado. Un fue y ya no es.
En efecto, en Haight-Ashbury hay hippies pululando por doquier, pero muchos de ellos se nota a la legua que son ciudadanos pudientes, incluso mucho más pudientes de lo que yo voy a ser jamás. También hay infinidad de tiendas de ropa y cachivaches hippies (como una dedicada en exclusiva a la marihuana), pero todas desprenden un tufo a tienda para engatusar a turistas que tira para atrás. Además, los precios son tan elevados que incluso escandalizarían a una familia burguesa media.
No en vano, aquí también se celebró en 1967 el festival Death of Hippie Ceremony and Birth of the Free Man (Muerte de la ceremonia hippie y nacimiento del hombre libre). A finales de 1970, el barrio ya se había degradado (de aquí era Charles Manson, que en 1960 asesinó brutalmente a Sharon Tate, la esposa del cineasta Roman Polanski).
Es decir, que aquí huele a sándalo y pachuli, pero se vende a precio de oro. Como se venden camisetas carísimas con propaganda antisistema, incluso con consignas contra el capitalismo, lo cual no deja de ser una infantil paradoja. Sin embargo, no importa la contradicción cuando todo es tan denodadamente cool.
Los hippies se habían vuelto yuppies; o como decía Kurt Cobain refiriéndose al vocalista y guitarrista del mítico grupo folk estadounidense The Grateful Dead, Jerry Garcia: “Yo sólo me pondría una camiseta teñida si estuviera hecha con sangre de Jerry Garcia.”
Pero, exceptuando a Garcia, hay otro personaje de la época que merece que le prestemos un poco más de atención: Ken Kesey, el autor de la novela Alguien voló sobre el nido del cuco (1962), que Milos Forman adaptó cinematográficamente en 1975, con Jack Nicholson, más desbrozado que nunca, como protagonista. Kesey había estudiado en la Universidad de Stanford, trabajando como auxiliar del servicio psiquiátrico de un hospital en el que se llevaban a cabo investigaciones con mescalina, psilocibina y LSD.
Kesey se prestó voluntario a todos los experimentos, descubriendo las bondades de las drogas a fin de abrir las puertas de la percepción. No en vano, en 1964, junto a un grupo de amigos llamados Merry Pranksters (Alegres Bromistas), optó por hacer apostolado de esta convicción: compraron un destartalado autobús escolar, lo pintaron con mandalas y colores psicodélicos, lo bautizaron como Furher (Más allá) y recorrieron el país de costa a costa regalando jarras de zumo de naranja mezclado con LSD. El chófer era nada menos que Neil Cassady, amigo de Jack Kerouac y el inolvidable Dean Moriarty de El Camino. Podéis leer más acerca de estos autores en mi otra entrada de California dedicada a la Beat Generation: Generación Beat, escritores malditos, cirrosis y mala vida.
Pero todo ya es agua pasada en Haigh-Ashbury. Hasta el punto de que no de mis sabores favoritos de los helados Ben&Jerry es el Cherry Garcia, juego de palabras entre Jerry y Cherry (cereza), el líder de los Grateful Dead. Y a pesar de que me hace ver las estrellas, no, no lleva unos microgramos de LSD.
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17 abril 2013
Visita la estatua de la mujer que se negó a ceder su asiento a un blanco… y cambió el mundo
A veces, los pequeños actos, los más cotidianos en apariencia, por su efecto acumulativo con otros pequeños actos, al igual que las bolas de nieve que crecen y crecen cuando caen por una pendiente, son capaces de arrasar con lo establecido.
Eso fue lo que ocurrió con aquel mínimo acto de desobediencia que llevó a cabo Rosa Parks el 1 de diciembre de 1955, cuando se negó a ceder su asiento del autobús a una persona de raza blanca (en aquella época tan terriblemente cercana, los afroamericanos, y Rosa Parks era negra como el azabache, debían moverse a la parte de atrás de los autobuses públicos del sur de Estados Unidos, como en Montgomery, Alabama.)
Por este acto de rebeldía frente a la segregación racial en los autobuses, Rosa Parks fue encarcelada y multada con 14 dólares, lo que motivó que Martin Luther King, un pastor bautista que aún era un gran desconocido, celebrara una protesta pública, desencadenando a su vez más protestas contra otras prácticas de segregación. Y los afroamericanos conquistaron, poco a poco, más derechos civiles, gracias en parte a esta costurera de 45 años.
En 1956, la Corte Suprema de los Estados Unidos declaró que la segregación en el transporte iba en contra de la constitución estadounidense.
Visita el Capitolio
Esta pequeña pero inspiradora historia también puede servir como aliciente para hacer una visita al Capitolio, en la ciudad de Washington DC. Y es que este edificio que alberga las dos cámaras del Congreso de los Estados Unidos, localizado en el barrio Capitol Hill, una de las principales atracciones turísticas del país, ahora alberga, también, una estatua de la activista afroamericana Rosa Parks.
El presidente de Estados Unidos (el primero afroamericano) Barack Obama inauguró esta estatua en febrero de 2013 con estas palabras: “En un solo instante, con el más simple de los gestos, ella ayudó a cambiar Estados Unidos y el mundo.”
La estatua está en el Salón Nacional de las Estatuas del Capitolio, junto a otras personas que han permitido configurar la trayectoria de Estados Unidos. Parks, también, se ha convertido en la primera estatua afroamericana a tamaño natural de este salón (Sojourner Truth, una de las primeras mujeres negras que combatieron la esclavitud en el país, tiene un busto en el centro de visitantes del Capitolio).
Parks falleció en 2005 por causas naturales. Si ahora estuviera viva, tendría 100 años de edad. Pero si visitáis el Capitolio, descubriréis que sigue viva, allí sentada, renuente a ceder el sitio a otra persona que creía que no todos éramos iguales ante la ley.
Por cierto, el edificio del Capitolio, con su gran cúpula y otros dos edificios anexos a cada lado, todo un ejemplo del neoclasicismo arquitectónico estadounidense, merece también la visita si estáis por Washington por otro motivo importante: todavía existe por simple casualidad, o porque otro grupo de ciudadanos luchó por evitarlo con la misma valentía y arrojo que Parks.
Y es que el 11 de septiembre de 2001, cuando sendos aviones se estrellaron contra las Torres Gemelas, otro avión de pasajeros se dirigía a este lugar para estrellarse contra el Capitolio. Era el vuelo 93, que finalmente no alcanzó su objetivo debido a la lucha entre los pasajeros y los terroristas, que provocó que el aparato se estrellara en un área despoblada. Podéis asisitr a toda su odisea en la hiperrealista película United 93.
Finalmente, si algún día pasáis por Montgomery, Alabama, descubriréis una placa titulada “Bus Stop” en Dexter Avenue. El lugar donde Rosa Parks subió al autobús.
Eso fue lo que ocurrió con aquel mínimo acto de desobediencia que llevó a cabo Rosa Parks el 1 de diciembre de 1955, cuando se negó a ceder su asiento del autobús a una persona de raza blanca (en aquella época tan terriblemente cercana, los afroamericanos, y Rosa Parks era negra como el azabache, debían moverse a la parte de atrás de los autobuses públicos del sur de Estados Unidos, como en Montgomery, Alabama.)
Por este acto de rebeldía frente a la segregación racial en los autobuses, Rosa Parks fue encarcelada y multada con 14 dólares, lo que motivó que Martin Luther King, un pastor bautista que aún era un gran desconocido, celebrara una protesta pública, desencadenando a su vez más protestas contra otras prácticas de segregación. Y los afroamericanos conquistaron, poco a poco, más derechos civiles, gracias en parte a esta costurera de 45 años.
En 1956, la Corte Suprema de los Estados Unidos declaró que la segregación en el transporte iba en contra de la constitución estadounidense.
Visita el Capitolio
Esta pequeña pero inspiradora historia también puede servir como aliciente para hacer una visita al Capitolio, en la ciudad de Washington DC. Y es que este edificio que alberga las dos cámaras del Congreso de los Estados Unidos, localizado en el barrio Capitol Hill, una de las principales atracciones turísticas del país, ahora alberga, también, una estatua de la activista afroamericana Rosa Parks.
El presidente de Estados Unidos (el primero afroamericano) Barack Obama inauguró esta estatua en febrero de 2013 con estas palabras: “En un solo instante, con el más simple de los gestos, ella ayudó a cambiar Estados Unidos y el mundo.”
La estatua está en el Salón Nacional de las Estatuas del Capitolio, junto a otras personas que han permitido configurar la trayectoria de Estados Unidos. Parks, también, se ha convertido en la primera estatua afroamericana a tamaño natural de este salón (Sojourner Truth, una de las primeras mujeres negras que combatieron la esclavitud en el país, tiene un busto en el centro de visitantes del Capitolio).
Parks falleció en 2005 por causas naturales. Si ahora estuviera viva, tendría 100 años de edad. Pero si visitáis el Capitolio, descubriréis que sigue viva, allí sentada, renuente a ceder el sitio a otra persona que creía que no todos éramos iguales ante la ley.
Por cierto, el edificio del Capitolio, con su gran cúpula y otros dos edificios anexos a cada lado, todo un ejemplo del neoclasicismo arquitectónico estadounidense, merece también la visita si estáis por Washington por otro motivo importante: todavía existe por simple casualidad, o porque otro grupo de ciudadanos luchó por evitarlo con la misma valentía y arrojo que Parks.
Y es que el 11 de septiembre de 2001, cuando sendos aviones se estrellaron contra las Torres Gemelas, otro avión de pasajeros se dirigía a este lugar para estrellarse contra el Capitolio. Era el vuelo 93, que finalmente no alcanzó su objetivo debido a la lucha entre los pasajeros y los terroristas, que provocó que el aparato se estrellara en un área despoblada. Podéis asisitr a toda su odisea en la hiperrealista película United 93.
Finalmente, si algún día pasáis por Montgomery, Alabama, descubriréis una placa titulada “Bus Stop” en Dexter Avenue. El lugar donde Rosa Parks subió al autobús.
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Estados Unidos: La ruta de The Walking Dead por Georgia
En los últimos años, la serie televisiva The Walking Dead ha sabido ganarse un buen número de fanáticos, y son ellos seguramente los interesados en participar de la ruta de The Walking Dead por el estado de Georgia, en Estados Unidos, donde está ambientada.
Como otros casos, un pequeño pueblo de 3.300 habitantes llamado Senoia – a apenas 40 kilómetros de Atlanta – ha ganado repentina fama con la serie, y miles de turistas de todo el mundo llegan a conocer la ciudad. Es que ha servido de escenarios a la ciudad de Woodbury, de ficción.
En la ruta no faltan sitios que serán reconocidos por cualquier seguidor, como el centro para los sin hogar Atlanta Union Mission, que ha servido para escenificar el hospital de la ciudad de ficción King County, donde el comisario Rick Grimes despierta de un coma para descubrir que el mundo ya no es lo que era, y que está rodeado de zombies, es el inicio de The Walking Dead.
También es posible visitar el Westside Park, donde habitan los supervivientes, en las afueras de Atlanta, o el CDC (Center for Disease Control, Centro de Control de Enfermedades), que es en realidad el centro cultural Cobb Energy Performing Arts Center.
Se puede visitar también el sitio donde se filmó el atasco en la carretera del final de la segunda temporada, en la autopista 20 en Henry County.
El mes que viene abrirá una tienda oficial de productos de la serie, y para fin de año, abrirá sus puertas un hotel-boutique tematizado.
Existen en Georgia muchos guías de turismo y agencias que muestran la ciudad de Senoia como escenario de ‘The Walking Dead ‘, pero si quieres hacerlo por tu cuenta, visita este blog (en inglés), que indica algunas locaciones de la serie en escenarios reales de Georgia.
Como otros casos, un pequeño pueblo de 3.300 habitantes llamado Senoia – a apenas 40 kilómetros de Atlanta – ha ganado repentina fama con la serie, y miles de turistas de todo el mundo llegan a conocer la ciudad. Es que ha servido de escenarios a la ciudad de Woodbury, de ficción.
En la ruta no faltan sitios que serán reconocidos por cualquier seguidor, como el centro para los sin hogar Atlanta Union Mission, que ha servido para escenificar el hospital de la ciudad de ficción King County, donde el comisario Rick Grimes despierta de un coma para descubrir que el mundo ya no es lo que era, y que está rodeado de zombies, es el inicio de The Walking Dead.
También es posible visitar el Westside Park, donde habitan los supervivientes, en las afueras de Atlanta, o el CDC (Center for Disease Control, Centro de Control de Enfermedades), que es en realidad el centro cultural Cobb Energy Performing Arts Center.
Se puede visitar también el sitio donde se filmó el atasco en la carretera del final de la segunda temporada, en la autopista 20 en Henry County.
El mes que viene abrirá una tienda oficial de productos de la serie, y para fin de año, abrirá sus puertas un hotel-boutique tematizado.
Existen en Georgia muchos guías de turismo y agencias que muestran la ciudad de Senoia como escenario de ‘The Walking Dead ‘, pero si quieres hacerlo por tu cuenta, visita este blog (en inglés), que indica algunas locaciones de la serie en escenarios reales de Georgia.
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11 abril 2013
Time Lapse de las calles de Chicago
La ciudad de Chicago es uno de los grandes destinos turísticos de los Estados Unidos. Conocida como “La ciudad de los vientos”, tiene una energía muy particular. Tiene mucho de otras grandes urbes americanas como Nueva York o Los Ángeles, pero al mismo tiempo tiene un espíritu más sosegado.
Además, la cultura de la ciudad es tan rica que es un destino buscado por arquitectos particularmente, y por turistas de todo el mundo que se maravillan con sus grandes rascacielos, pero también con un rico pasado histórico, y también tiene multitud de parques, bosques, ríos, y otro protagonista importante como el gran lago Michigan, a cuya margen descansa la urbe.
La ciudad de Chicago está en el estado de Illinois, y recibe su apodo de Ciudad de los Vientos por la manera en la que las corrientes de aire corren a través de sus amplias avenidas, encajonadas por los altos edificios. Es la tercera ciudad en tamaño de los Estados Unidos – detrás de Nueva York y Los Ángeles –.
Sin dudas que la vista de sus magníficos e imponentes rascacielos, como así también de sus característicos puentes – que cruzan el Río Chicago uniendo el Loop con el resto de la ciudad al norte y al oeste –, además de la panorámica desde el lago, conforman un único espectáculo visual, que podremos ver en este vídeo en time lapse.
Algunos monumentos y esculturas urbanas son otros de los característicos elementos de Chicago, también plasmados en estas imágenes, que nos llevan a recorrer esta inquietante ciudad en apenas unos minutos.
Se utilizaron unas 30.000 tomas fijas realizadas entre julio y octubre de 2012 en el downtown de la ciudad.
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Visita la habitación de la escritora que no salió de ella durante 25 años
Existen casos célebres de personas que, tanto por decisión propia
como por obligación, han tenido que permanecer encerradas en sus
respectivas habitaciones durante meses o incluso años.
Casos de obligación como el de Ana Frank, que estuvo casi dos años y medio ocultándose con su familia y cuatro personas más de los nazis en Ámsterdam. Si viajáis a Holanda, no podéis dejar de visitar su habitación, ahora convertida en museo, pues conserva alguno de sus efectos personales, así como su famoso diario, que muchos de nosotros tuvo que leer cuando iba al instituto. Eso sí: preparaos para hacer cola, porque Anna Frank es todo un fenómeno de masas.
Hay también casos como el de las personas que deciden encerrarse en su habitación por propia iniciativa, o impelidos por sus códigos culturales, como los adolescentes japoneses que, superados por las exigencias del sistema educativo en particular, y de la vida nipona en general, deciden no salir más del cuarto, jugando a su consola, con sus tebeos, esperando que sus madres les pasen comida por debajo de la puerta. Este fenómeno incluso tiene nombre: Hikikomori.
Pero si queréis visitar una habitación/claustro/cárcel/concha poco conocida, que fue habitada por una escritora durante nada menos que 25 años… no perdáis la ocasión de viajar a Nueva Inglaterra, concretamente a Amherst.
La escritora a la que me estoy refiriendo es la célebre Emily Dickinson, que, si bien era una escritora sobresaliente, no supo gestionar muy bien sus emociones. Viéndose atormentada por la realidad reinante, la joven Emily decidió aislarse del mundo y encerrarse en su casa, en plan ermitaño.
Permaneció allí dentro durante 25 años, y durante ese tiempo sólo se permitió ver a su familia. Si venía alguna visita, entonces se limitaba a intercambiar algunas frases con ellos, sí, pero siempre desde una habitación vecina, sin interactuar directamente. Como si fuera una persona infectada con un virus que se contagiara a través del aire. O al contrario: como si la humanidad estuviera contagiada y ella quisiera permanecer sana.
Dickinson, al menos, se vestía para estar por casa, pero empezó a hacerlo exclusivamente de blanco: es decir, que allí dentro, siempre reclusa, de un lado para otro vestida de blanco, quizá habría resultado estéticamente parecida a un fantasma. Pero no se dedicaba a asustar al personal, sino a escribir. Escribía de forma obsesiva. Enfermiza. Y, además, no permitía a casi nadie que leyera sus poemas: salvo 5 poemas, tres ellos publicados sin su firma y otro sin que la autora tuviera conocimiento de ello, su voluminosa colección permaneció inédita y oculta hasta después de su muerte.
De esos 25 años de reclusión voluntaria, los últimos 3 años los pasó permanentemente en su habitación. Emily nació en 1830, y murió en 1886.
Ahora, la habitación de Emily puede visitarse en el museo que alberga la casa familiar de Amherst, en Nueva Inglaterra, Massachusetts, en la costa Este de Estados Unidos.
Casos de obligación como el de Ana Frank, que estuvo casi dos años y medio ocultándose con su familia y cuatro personas más de los nazis en Ámsterdam. Si viajáis a Holanda, no podéis dejar de visitar su habitación, ahora convertida en museo, pues conserva alguno de sus efectos personales, así como su famoso diario, que muchos de nosotros tuvo que leer cuando iba al instituto. Eso sí: preparaos para hacer cola, porque Anna Frank es todo un fenómeno de masas.
Hay también casos como el de las personas que deciden encerrarse en su habitación por propia iniciativa, o impelidos por sus códigos culturales, como los adolescentes japoneses que, superados por las exigencias del sistema educativo en particular, y de la vida nipona en general, deciden no salir más del cuarto, jugando a su consola, con sus tebeos, esperando que sus madres les pasen comida por debajo de la puerta. Este fenómeno incluso tiene nombre: Hikikomori.
Pero si queréis visitar una habitación/claustro/cárcel/concha poco conocida, que fue habitada por una escritora durante nada menos que 25 años… no perdáis la ocasión de viajar a Nueva Inglaterra, concretamente a Amherst.
La escritora a la que me estoy refiriendo es la célebre Emily Dickinson, que, si bien era una escritora sobresaliente, no supo gestionar muy bien sus emociones. Viéndose atormentada por la realidad reinante, la joven Emily decidió aislarse del mundo y encerrarse en su casa, en plan ermitaño.
Permaneció allí dentro durante 25 años, y durante ese tiempo sólo se permitió ver a su familia. Si venía alguna visita, entonces se limitaba a intercambiar algunas frases con ellos, sí, pero siempre desde una habitación vecina, sin interactuar directamente. Como si fuera una persona infectada con un virus que se contagiara a través del aire. O al contrario: como si la humanidad estuviera contagiada y ella quisiera permanecer sana.
Dickinson, al menos, se vestía para estar por casa, pero empezó a hacerlo exclusivamente de blanco: es decir, que allí dentro, siempre reclusa, de un lado para otro vestida de blanco, quizá habría resultado estéticamente parecida a un fantasma. Pero no se dedicaba a asustar al personal, sino a escribir. Escribía de forma obsesiva. Enfermiza. Y, además, no permitía a casi nadie que leyera sus poemas: salvo 5 poemas, tres ellos publicados sin su firma y otro sin que la autora tuviera conocimiento de ello, su voluminosa colección permaneció inédita y oculta hasta después de su muerte.
De esos 25 años de reclusión voluntaria, los últimos 3 años los pasó permanentemente en su habitación. Emily nació en 1830, y murió en 1886.
Ahora, la habitación de Emily puede visitarse en el museo que alberga la casa familiar de Amherst, en Nueva Inglaterra, Massachusetts, en la costa Este de Estados Unidos.
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Tour de las Olas en El Salvador
Las playas de El Salvador ofrecen un escenario natural de privilegio para la práctica del surf, y es por ello que se quiere posicionar a nivel internacional como un destacado destino de surf.
Es por ello que surge la iniciativa Tour de las Olas de El Salvador, que forma parte de la Ruta denominada Sol y Playa. Se trata de las playas favoritas de los surfistas es este país centroamericano para la práctica de este popular deporte.
Playa la Paz o Punta Roca, Playa El Sunzal, Playa El Tunco y Playa El Zonte. En el oriente del país están Punta Mango y Playa Las Flores en El Cuco y San Miguel, son las playas ideales para el surf de El Salvador.
Se considera a El Salvador uno de los diez mejores países del mundo para la práctica del surf. Durante el pasado año, se llevaron a cabo importante certámenes internacionales de este deporte, como la la Copa Quiksilver que contó con la participación de 160 surfistas profesionales, y se llevó a cabo en la Playa Punta Roca, por ser ‘la octava mejor Ola’ en este sentido.
Otra actividad relevantes del sector fueron la Octava edición del Campeonato de Surf Latin Pro El Salvador, organizado por la Asociación Latinoamericana de Surf (ALAS) y la Federación Internacional de Surf junto al apoyo del Ministerio de Turismo, en la Playa el Sunzal, y que reunió a más de 120 surfistas de Latinoamérica.
Cabe señalar que El Salvador ofrece una estupenda gastronomía, al tiempo que es un buen sitio también para realizar otros deportes acuáticos como Kayaking en las playas de Intipucá, Snorqueling, buceo y Tubbing en el Golfo de Fonseca, Buceo en Los Cobanos, Sonsonate, Liberación de Neonatos (Tortugas) en La Barra de Santiago, Pesca artesanal y Jet Sky en la Bahía de Jiquilisco ó Pesca deportiva en el Estero de Jaltepeque y La Costa del Sol, entre otras alternativas.
Es por ello que surge la iniciativa Tour de las Olas de El Salvador, que forma parte de la Ruta denominada Sol y Playa. Se trata de las playas favoritas de los surfistas es este país centroamericano para la práctica de este popular deporte.
Playa la Paz o Punta Roca, Playa El Sunzal, Playa El Tunco y Playa El Zonte. En el oriente del país están Punta Mango y Playa Las Flores en El Cuco y San Miguel, son las playas ideales para el surf de El Salvador.
Se considera a El Salvador uno de los diez mejores países del mundo para la práctica del surf. Durante el pasado año, se llevaron a cabo importante certámenes internacionales de este deporte, como la la Copa Quiksilver que contó con la participación de 160 surfistas profesionales, y se llevó a cabo en la Playa Punta Roca, por ser ‘la octava mejor Ola’ en este sentido.
Otra actividad relevantes del sector fueron la Octava edición del Campeonato de Surf Latin Pro El Salvador, organizado por la Asociación Latinoamericana de Surf (ALAS) y la Federación Internacional de Surf junto al apoyo del Ministerio de Turismo, en la Playa el Sunzal, y que reunió a más de 120 surfistas de Latinoamérica.
Cabe señalar que El Salvador ofrece una estupenda gastronomía, al tiempo que es un buen sitio también para realizar otros deportes acuáticos como Kayaking en las playas de Intipucá, Snorqueling, buceo y Tubbing en el Golfo de Fonseca, Buceo en Los Cobanos, Sonsonate, Liberación de Neonatos (Tortugas) en La Barra de Santiago, Pesca artesanal y Jet Sky en la Bahía de Jiquilisco ó Pesca deportiva en el Estero de Jaltepeque y La Costa del Sol, entre otras alternativas.
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EL SALVADOR
06 abril 2013
El verdadero Robinson Crusoe, y la isla más literaria del mundo
Seguramente a todos os suena el náufrago Robinson Crusoe, un personaje inventado por el escritor Daniel Defoe, y del que luego han bebido mil historias de náufragos, islas perdidas y aventuras marítimas. Lo que probablemente no sepáis es que ese personaje existió de verdad, aunque nunca se llamó así… y de hecho, estuvo durante tiempo muy enfadado con Defoe.
Y es que Defoe, para escribir la popular novela de viajes Robinson Crusoe, se inspiró en las aventuras de un marino escocés llamado Alexander Selkirk, que se vio obligado a sobrevivir en una isla del Pacífico después de que se le abandonara a su suerte por un presunto caso de amotinamiento.
Selkirk sobrevivió en aquella isla nada menos que cuatro años y cuatro meses. Tras ser rescatado, conoció a Defoe, al que le narró toda su aventura, incluso cediéndole algunas páginas escritas de su puño y letra.
Defoe no tardó en convertir esa historia en la gran novela que todos conocemos, pero Selkirk se sintió robado, lo que contribuyó a que nunca se pudiera adaptar de nuevo a la civilización (cuatro años en una isla son muchos años, que se lo digan a los protagonistas de Lost).
Selkirk, finalmente, murió en una cueva que se había construido en la parte trasera de su casa, rodeado de gatos, a fin de sentirse de nuevo como en la isla.
Visitando la isla de Crusoe
La isla en la que sobrevivió Selkirk fue oficialmente rebautizada como Robison Crusoe el 1 de enero de 1966 (lo que añadió más oprobio a la biografía de Selkirk, canibalizada por la ficción de Defoe).
La isla se encuentra en el océano Pacífico, a 700 km de Santiago de Chile. De origen volcánico, la isla pertenece al archipiélago Juan Fernández, descubierto por el marinero español entre 1563 y 1574. El lugar es una mezcla de isla perdida y lugar conectado con el mundo: no en vano, los isleños (unos 700) van a caballo pero tienen conexión a Internet.
A 80 metros de la orilla del mar, en Puerto Inglés, se halla la gruta Robinson Crusoe, donde presuntamente se alojó Selkirk.
A 565 metros de altura podéis visitar también el Mirador Alejandro Selkirk, donde el propio Selkirk se pasaría horas y horas oteando el horizonte en busca de la más mínima señal de la embarcación que finalmente le salvaría.
Sobre el año 2000, una expedición que viajó hasta la isla Robison Crusoe se encontró con instrumentos náuticos del siglo XVII, que probablemente habían pertenecido a Serkirk, el verdadero Crusoe.
Y es que Defoe, para escribir la popular novela de viajes Robinson Crusoe, se inspiró en las aventuras de un marino escocés llamado Alexander Selkirk, que se vio obligado a sobrevivir en una isla del Pacífico después de que se le abandonara a su suerte por un presunto caso de amotinamiento.
Selkirk sobrevivió en aquella isla nada menos que cuatro años y cuatro meses. Tras ser rescatado, conoció a Defoe, al que le narró toda su aventura, incluso cediéndole algunas páginas escritas de su puño y letra.
Defoe no tardó en convertir esa historia en la gran novela que todos conocemos, pero Selkirk se sintió robado, lo que contribuyó a que nunca se pudiera adaptar de nuevo a la civilización (cuatro años en una isla son muchos años, que se lo digan a los protagonistas de Lost).
Selkirk, finalmente, murió en una cueva que se había construido en la parte trasera de su casa, rodeado de gatos, a fin de sentirse de nuevo como en la isla.
Visitando la isla de Crusoe
La isla en la que sobrevivió Selkirk fue oficialmente rebautizada como Robison Crusoe el 1 de enero de 1966 (lo que añadió más oprobio a la biografía de Selkirk, canibalizada por la ficción de Defoe).
La isla se encuentra en el océano Pacífico, a 700 km de Santiago de Chile. De origen volcánico, la isla pertenece al archipiélago Juan Fernández, descubierto por el marinero español entre 1563 y 1574. El lugar es una mezcla de isla perdida y lugar conectado con el mundo: no en vano, los isleños (unos 700) van a caballo pero tienen conexión a Internet.
A 80 metros de la orilla del mar, en Puerto Inglés, se halla la gruta Robinson Crusoe, donde presuntamente se alojó Selkirk.
A 565 metros de altura podéis visitar también el Mirador Alejandro Selkirk, donde el propio Selkirk se pasaría horas y horas oteando el horizonte en busca de la más mínima señal de la embarcación que finalmente le salvaría.
Sobre el año 2000, una expedición que viajó hasta la isla Robison Crusoe se encontró con instrumentos náuticos del siglo XVII, que probablemente habían pertenecido a Serkirk, el verdadero Crusoe.
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