Tilcara, Humahuaca, La Quiaca, Abra Pampa, lugares maravillosos dentro de una maravillosa provincia: Jujuy. Situada en un enclave decisivo fue territorio de numerosas batallas en la lucha por la Independencia del país. Antes de la llegada del conquistador europeo estaba habitada por varios pueblos, jujuyes, ocloyas y omaguacas principalmente, dedicados a la agricultura, al tejido y a la alfarería.
Belleza árida
Pese a la resistencia que opusieron el armamento invasor los derrotó y, luego de varios intentos fallidos, los españoles consiguieron fundar, en el año 1593, la ciudad de San Salvador en el Valle de Jujuy, que es la actual capital de la provincia. Valiosos testimonios históricos y artísticos dejan constancia de la admirable fusión que se dio entre las tradiciones de los pueblos primitivos y la Fe cristiana, entre ellos las hermosas tallas en madera que ornamentan la Catedral.
El paisaje increible de la región denominada La Puna, los múltiples coloridos de la Quebrada de Humahuaca y la fertilidad de los valles de los ríos configuran una síntesis de lo que es la geografía jujeña, en la que conviven regiones áridas de clima frío y seco con otras de exuberancia tropical, vegetación selvática, temperaturas elevadas y abundantes precipitaciones. Son dignas de destacar también las Salinas Grandes, ubicadas en el límite con la provincia de Salta, que nos muestran una inmensidad sobrecogedora, donde muchas veces cielo y horizonte se confunden, creando mágicos espejismos ante nuestros asombrados ojos.
Un paraíso para disfrutar
El norte y el oeste del territorio forman parte del relieve amesetado de La Puna. Las sierras e Santa Victoria y del Aguilar marcan el extremo oriental de esa árida extensión que tiene una altura media de 3.500 metros. En ella hay tierras altas como las sierras de Cochinoca o de Incahuasi y regiones bajas como en el Salar de Cauchari o las lagunas de Guayatayoc o Pozuelos.
Al oeste se yergue el Nevado de San Pedro y los cerros Tinte, Negro, Zapaleri y Vilama, todos con más de 5.000 metros. Los amplios valles, constituidos de material sedimentario, cobijan a las ciudades y la comunicación entre toda esa inmensa geografía se da a través de las quebradas; la más famosa es, sin duda, la de Humahuaca con su Río Grande. Otro importante río es el San Francisco, que toma caudal de numerosos tributarios, atraviesa las sierras sub andinas de Calilegua, Santa Bárbara, del Centinela y del Maíz Gordo, para desembocar en el Río Bermejo.
El Trópico de Capricornio divide la provincia casi por la mitad, por lo que podemos deducir que nos hallamos en un clima netamente tropical. Pero no olvidemos los desniveles del terreno: podemos pasar en un mismo día del clima glacial del altiplano al templado de las quebradas y de éste al cálido de los valles.
La fauna típica, presente en todas las fotos turísticas, son las llamas, las alpacas, las vicuñas y los guanacos. En cuanto a la vegetación predominan las cactáceas. En todo lo que el entorno nos ofrece se advierte una sensación de perpetuidad, como si los cambios y la modernidad no afectaran para nada esta bellísima zona norteña.
Belleza árida
Pese a la resistencia que opusieron el armamento invasor los derrotó y, luego de varios intentos fallidos, los españoles consiguieron fundar, en el año 1593, la ciudad de San Salvador en el Valle de Jujuy, que es la actual capital de la provincia. Valiosos testimonios históricos y artísticos dejan constancia de la admirable fusión que se dio entre las tradiciones de los pueblos primitivos y la Fe cristiana, entre ellos las hermosas tallas en madera que ornamentan la Catedral.
El paisaje increible de la región denominada La Puna, los múltiples coloridos de la Quebrada de Humahuaca y la fertilidad de los valles de los ríos configuran una síntesis de lo que es la geografía jujeña, en la que conviven regiones áridas de clima frío y seco con otras de exuberancia tropical, vegetación selvática, temperaturas elevadas y abundantes precipitaciones. Son dignas de destacar también las Salinas Grandes, ubicadas en el límite con la provincia de Salta, que nos muestran una inmensidad sobrecogedora, donde muchas veces cielo y horizonte se confunden, creando mágicos espejismos ante nuestros asombrados ojos.
Un paraíso para disfrutar
El norte y el oeste del territorio forman parte del relieve amesetado de La Puna. Las sierras e Santa Victoria y del Aguilar marcan el extremo oriental de esa árida extensión que tiene una altura media de 3.500 metros. En ella hay tierras altas como las sierras de Cochinoca o de Incahuasi y regiones bajas como en el Salar de Cauchari o las lagunas de Guayatayoc o Pozuelos.
Al oeste se yergue el Nevado de San Pedro y los cerros Tinte, Negro, Zapaleri y Vilama, todos con más de 5.000 metros. Los amplios valles, constituidos de material sedimentario, cobijan a las ciudades y la comunicación entre toda esa inmensa geografía se da a través de las quebradas; la más famosa es, sin duda, la de Humahuaca con su Río Grande. Otro importante río es el San Francisco, que toma caudal de numerosos tributarios, atraviesa las sierras sub andinas de Calilegua, Santa Bárbara, del Centinela y del Maíz Gordo, para desembocar en el Río Bermejo.
El Trópico de Capricornio divide la provincia casi por la mitad, por lo que podemos deducir que nos hallamos en un clima netamente tropical. Pero no olvidemos los desniveles del terreno: podemos pasar en un mismo día del clima glacial del altiplano al templado de las quebradas y de éste al cálido de los valles.
La fauna típica, presente en todas las fotos turísticas, son las llamas, las alpacas, las vicuñas y los guanacos. En cuanto a la vegetación predominan las cactáceas. En todo lo que el entorno nos ofrece se advierte una sensación de perpetuidad, como si los cambios y la modernidad no afectaran para nada esta bellísima zona norteña.