
A los gritos por el aire
Para colgarse de las alturas hay que abordar una de las 4x4 que trasladan hasta la pared frontal a la base, cercana a uno de los paradores más visitados en invierno. El viajecito sirve para ir calentando motores. Una vez en el lugar, el equipo de guías, todos ellos expertos de montaña, procede al chequeo de los arneses y las sogas de cada participante. No es un procedimiento simple y el rigor con que realizan el trabajo es una buena señal de seguridad. Después de eso se dan las instrucciones. No hay demasiados misterios; son directas, simples y claras, pero hay que concentrarse y no guardarse ninguna duda. El momento crucial llega sobre el filo de la montaña. La altura impone su consabido respeto, pero la tentación es irresistible. Una vez dado el paso trascendental, la sensación que se vive al encontrarse en el aire no tiene comparación. Con ese salto comienza un leve pero veloz descenso, que en su transcurso sobrevuela los medios de elevación (es curioso observarlos desde arriba), un pequeño arroyo y los paisajes envidiables de las entrañas de los Andes. En medio del camino los participantes comienzan a gritar, una reacción que le ha dado el nombre a la actividad.
La panorámica es sencillamente espectacular y da gusto girar en los ejes de los arneses ante ese magnífico espectáculo. Al llegar al tramo final, una red de contención asegura cualquier posible tropiezo, aunque es raro que esto ocurra, ya que los carriles disminuyen su velocidad solos, gracias a un sistema de frenado. Al volver a pisar tierra, la sensación dominante es siempre la misma: querer volver a subir.
Sobre el cierre de esta temporada, el equipo de montaña propone varios circuitos para recorrer estos paisajes. Desde los tradicionales paseos en bicicleta, las cabalgatas o el trekking, hasta tardes de remo en canoa por los ríos de deshielo. El rappel y la escalada esperan muy cerca de ahí, en la Pared de los Morros, el sitio exclusivo para todos los amantes del montañismo. Para los que nunca agotan sus energías hay otras alternativas, como las célebres salidas de buceo de altura en la laguna de Valle Hermoso o una buena mojadura en las aguas del río Atuel, escenario privilegiado del rafting.
Esta temporada, además, existe la posibilidad de hacer contacto con el terreno en cuatriciclos y boogies. Las salidas duran una hora, pero tratándose de grupos pueden planificarse incursiones más extensas. Todas ellas intensas y disfrutables.