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02 septiembre 2009

El Salvador: Yendo de la playa al volcán

Selva, playas, lagos, volcanes, ecoturismo, ruinas mayas, aventura, shoppings... y todo en 20.792 km2, una superficie menor a la de la provincia de Tucumán. Así se podría resumir una de las grandes fortalezas turísticas de El Salvador, en Centroamérica: aquí, la mayoría de los destinos turísticos está a menos de dos horas de viaje de la capital, San Salvador, y la amplia variedad de propuestas turísticas satisface prácticamente todas las expectativas.

Sabores y aventuras

La capital salvadoreña tiene poco más de dos millones de habitantes y un estilo bien americano -grandes malls de compras, locales de fast food a cada paso-. Está en medio del "Valle de las Hamacas", así conocido por los movimientos de tierra que sacudieron la ciudad desde su fundación, en 1525, razón por la cual su arquitectura colonial es escasa. El mercado de artesanías de la ciudad se encuentra en un predio que supo ser cuartel militar. En el mercado se encuentran bellísimas máscaras talladas en madera, provenientes de la zona de Ahuachapán; cerámicas utilitarias de las comunidades lencas de Cacaopera o Guatajiagua; y bolsos y carteras tejidos con fibra de agave, con botones de semillas de un típico árbol local, el copinol. Pero muchas buenas artesanías provienen de la que es conocida en El Salvador como "la ciudad artesanal": La Palma.

Desde el centro histórico de la capital se ve la silueta del volcán Quezaltepec, uno de los 25 que elevan sus lomos en el país más pequeño de América Central. En la zona del volcán hay una ruta gastronómica que combina naturaleza, parajes de altura y estancias, con lugares sugestivos y que invitan a la tranquilidad como Café Miranda o Hacienda Cajamarca, que ofrecen paseos turísticos completos.

En muchas de estas estancias se aprecia el legado de la caficultura, ya que muchas de ellas aún conservan sus cultivos y sus selectos procesos de obtención del café. El centro se puede resumir en el Teatro Nacional, el Palacio Nacional y la Catedral Metropolitana, con un bello mural del artista Fernando Llort y, en el subsuelo, los restos de monseñor Oscar Arnulfo Romero, el famoso arzobispo asesinado en plena misa en 1980, cuando el país comenzaba a desbarrancarse hacia una cruenta guerra civil. Pero llegó la paz y, en los últimos años, los turistas, muchos de los cuales arriban en busca de aventuras. Así va, poco a poco, ganando adeptos el parapente, que se practica sobre todo en la zona de Entre Pinos, en Chalatenango, donde el cerro El Pital, de 2.700 metros sobre el nivel del mar, oficia de perfecta plataforma de lanzamiento. También hay kayaks en la bahía de Jiquilisco, rafting en los rápidos de los ríos que bajan de las montañas, como el Paz, el Lempa y el Guajoyo, o canopy en Apaneca, Ahuachapan. Cabalgatas, trekking y mountain bike son otras actividades cada vez más comunes en el país.

Por el mundo maya

Hasta El Salvador llega la frontera Sur de lo que fue el imperio maya, que se extendió por el sur de México, Guatemala y parte de Honduras. A 32 km de San Salvador, en el Valle de Zapotitán, vale la pena llegarse hasta San Andrés, que fue un sitio comercial, ceremonial y político maya que, se cree, en épocas precolombinas llegó a tener unos 10 mil habitantes. Hasta el momento se encontraron siete estructuras, entre ellas la gran pirámide escalonada de la acrópolis.

Pero aún hay mucho por excavar, como en todo el país: los sitios arqueológicos abiertos al público en El Salvador son hasta hoy nueve -el más importante, Tazumal-, pero se cree que en total habría al menos 600. Muy cerca está Joya de Cerén, un sitio muy valioso arqueológicamente porque posee las únicas ruinas de arquitectura doméstica de la cultura maya -no tiene monumentos ni pirámides, sino restos de viviendas, de cocinas comunales-. El lugar fue sepultado en el año 650 por una erupción del volcán Loma Caldera, que generó 12 capas de cenizas y conservó en muy buen estado las ruinas. Por su conservación y su valor cultural, Joya de Cerén fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1993, y es uno de los grandes tesoros del país.

Tucumán Argentina: Por las sendas de las yungas

Una vida florida se recorre, profunda y graciosa, desde San Miguel de Tucumán. A lo largo de 100 km -en su mayor parte por caminos de cornisa-, el Circuito Chico enlaza Yerba Buena, el cerro San Javier, Villa Nogués, Raco, El Siambón y El Cadillal.

En Yerba Buena

Aquí ingresamos al bosque de yungas por una zona residencial de calles arboladas, por las que se encuentran restaurantes, shoppings y paseos y formidables chalés que ostentan los más pretenciosos jardines del país. Allí surge el cerro San Javier. Cuando llegue el verano, las flores serán una fiesta de colores y perfumes. Desde hace una década, la Reserva Experimental de Horco Molle investiga flora, fauna, geología y arqueología de las yungas. Abre al público todos los días, igual que los parques Sierra de San Javier, Aconquija y Percy Hill.

En todos se siente la fuerza de los arrayanes, guacanes, molles, lapachos, horcos y nogales. Los laureles, que apenas dejan ver el cielo, son un mundo de pajaritos. En una caminata, un "changuito" los va nombrando: celestino, naranjero, carrasquita, chingolo, garganchillo, picaflor, chalchalero. Caminar por el bosque sobre los cerros permite descansar, meditar y llenarse de oxígeno. En Yerba Buena también se puede cabalgar, practicar mountain bike o largarse en aladelta, parapente o trike (aladelta con motor). Los que se animan a volar en el cerro San Javier despegan de Loma Bola, a 1.330 m sobre el nivel del mar, con un desnivel de 800 m. Las condiciones son suaves, el acceso al despegue es cómodo y el aterrizaje, amplio. Dicen que es el mejor lugar del país para volar en parapente. Muchos llegan sólo para volar. Mientras se recorren los senderos, suelen verse esas aves coloridas planeando lentamente sobre el cerro.

Las cabalgatas transcurren por distintas sendas. Algunas salen de las yungas y descubren campos de limoneros (aquí está la mayor producción mundial) y caña de azúcar. Se realizan cabalgatas nocturnas, para ver cómo la luna tucumana derrama la luz de su preñez sobre ríos, árboles y ranchos dormidos.

A pie por el Parque Sierra de San Javier, el silencio, la frescura y el aire hipnotizan. El camino depara tesoros inesperados, viejos rieles y durmientes de quebracho de un antiguo funicular, un puente colgante, el hocico de una mulita que asoma de su cueva, un arroyito de piedras azules, un misterioso rincón de arcilla roja -al que mariposas de alas negras y violetas beben en secreto-, una vieja escuela, las huellas frescas de un chancho, la piel que abandonó una yarará y devoran las hormigas. Son joyas en el Jardín de la República. Desde el hospedaje en Yerba Buena, los paseos a la Puerta del Cielo, los restos del funicular y la Usina de la Quebrada son inolvidables. Al pie de la sierra de San Javier se extienden hacia el este Tafí Viejo, Yerba Buena, San Pablo, Manantial, Lules y San Miguel de Tucumán, ciudad de 900 mil personas.

Hacia el sur, a 35 km de la capital y a 1.300 m de altura, Villa Nougués luce formidables casonas de estilo normando, con muros de piedra del lugar, rodeadas de hermosos jardines. La sobriedad es casi mágica cuando en invierno la villa despierta cubierta de nieve. La aristocracia local erigió este lugar para escapar de la torridez del verano en San Miguel y, a la vez, tener una visión magnífica de la ciudad y la llanura tucumana. La villa veraniega de Raco se levanta en un apacible valle de suaves lomadas, ríos cristalinos, el aroma dulce y silvestre de las hierbas serranas y campesinos que suben por un sendero con catrecitos de tientos. El pueblo tiene un gran recuerdo de Atahualpa Yupanqui, que aquí se nutrió de los cerros tucumanos para hacer las mejores tonadas del folclore nativo.

El monasterio

Cerca de Raco, El Siambón ganó fama por el monasterio benedictino Cristo Rey. Si un lugar de la Argentina país se parece al cielo, es este valle. Los monjes, llegados hace medio siglo como retoños de la Comunidad de la Abadía del Niño Dios, de Victoria, Entre Ríos, trajeron la electricidad a la zona e instalaron una fábrica de dulces, un colmenar y una cortadera de piedras. Al pie del monasterio se pueden comprar productos que elaboran los religiosos, como dulces, miel, cosméticos y artesanías. El monasterio está hecho con piedras grises y rojas de los alrededores. Una roca del río Grande es el altar de la iglesia y a su pie fue colocado un recipiente, en el que los calchaquíes molían el maíz. El convento es lóbrego en el intenso verde de la yunga, cuando brilla bajo un aguacero.

Llegamos al final del Circuito Chico de Tucumán. Rodeado por el cerro Medici y las sierras de Medina, está El Cadillal, gran embalse de 11 km de largo. Han crecido en sus orillas cámpings y clubes náuticos. De lejos se ha llegado para comer un asado aquí, para meterse por última vez en los senderos de la vegetación maciza de estas yungas, Jardín de la República. Se va uno con tristeza de dejar atrás esa vida florida recóndita, listo para sentir añoranza de haberla perdido.

31 agosto 2009

La Patagonia: Aventuras y placeres allá en el lejano Sur

La Patagonia es un territorio límite en muchos sentidos, tanto por su lejanía de los principales centros urbanos como por sus paisajes desolados y su clima feroz. Cuanto más al sur, las estepas son más heladas y desiertas, los mares más bravos y la vida más parecida a una aventura que debe afrontarse día a día.

Es por eso que, desde mediados del siglo XIX, el extremo sur de América ha sido destino de exploradores, buscadores de oro, pistoleros y pioneros que tuvieron la dosis de locura necesaria para lanzarse hacia los confines del mundo en busca de fortuna. Como testimonio de la colonización de la Patagonia más austral -una gesta épica, pero también llena de episodios oscuros- queda un buen puñado de estancias que dan cuenta de lo dura y, a la vez, maravillosa que fue la vida en aquellos años.

En un viaje por Tierra del Fuego y el sur de Santa Cruz, es posible visitar muchos de estos establecimientos, que alguna vez supieron exportar lana a las principales metrópolis del planeta, y hoy combinan sus tradicionales actividades ganaderas con la recepción de turistas. En su mayor parte, se trata de hospedajes de tipo boutique, en los que es posible pasar la noche al calor de una salamandra y arrullados por el silbido del viento patagónico, disfrutar de un cordero asado a la cruz o perderse en cabalgatas por parajes de belleza virginal. Es, también, un viaje a un pasado plagado de historias asombrosas y leyendas, a veces alegres y a veces trágicas, como la propia historia de la Patagonia.

El secreto de Tierra del Fuego

En el corazón de Tierra del Fuego, casi a mitad de camino entre Río Grande y Ushuaia, se encuentra la Estancia Rivadavia. Fundada en 1925 por el colono croata José Antunovic, está situada en uno de los parajes más hermosos y secretos de toda la isla, en el que se combinan los últimos vestigios de la estepa que domina toda la franja norte y las montañas boscosas típicas de la zona más cercana a la costa del Beagle.

El viaje desde Río Grande es veloz cuando se transita por la Ruta Nacional 3, pero se complica al ingresar a la complementaria H, que avanza hacia el oeste, de espaldas al océano Atlántico. De todas maneras, la lentitud que impone el camino de ripio es un regalo que permite disfrutar sin prisas de paisajes magníficos, como el paso por la costa del lago Chepelmut, uno de los grandes secretos de Tierra del Fuego, rodeado de bosques de ñires que cobran un profundo color ocre durante el otoño.

A un costado de la ruta H, una tranquera que parece innecesaria entre tanta soledad marca la entrada a la estancia, cuyos dominios se extienden por nada menos que 10.000 hectáreas. Regenteada por Myrna, nieta de don Antunovic, tiene un elegante casco de típica estampa patagónica, estratégicamente situado sobre una suave colina desde la que se goza de una hermosa vista de las montañas y los bosques circundantes.

El casco cuenta con cuatro dormitorios amueblados con buen gusto y clasicismo, en los que se respira un inconfundible aire a autenticidad rural, con aromas a troncos quemados en la chimenea y a dulces caseros cocinados durante horas en ollas de cobre. La estancia es famosa por la gran variedad de actividades al aire libre que propone, muchas de las cuales implican un importante esfuerzo físico. Es por eso que el casco ofrece elementos de confort que se agradecen mucho al regresar de las excursiones, como una sala de estar siempre cálida y con hermosas vistas, o un comedor en el que aguardan cada noche platos típicos de la zona, protagonizados por truchas, cordero y frutos rojos.

Entre las numerosas excursiones que se pueden realizar desde la estancia se destacan los paseos en cuatriciclos que van atravesando bosques de lengas y ñires hasta llegar al Chepelmut o al un poco más lejano lago Yehuin, donde se suele realizar un picnic antes de pegar la vuelta. También se organizan cabalgatas y es posible presenciar el espectáculo conmovedor de la doma de caballos salvajes, que allí se realiza con un método paciente y muy poco agresivo con los animales que vale la pena ser visto.

Al caer la noche, se impone un cordero al asador, que se cocina mientras en torno al fuego circulan los vasos de vino y las anécdotas sobre caballos ariscos, nevadas catastróficas y plagas de castores.

En la costa del Beagle

La Estancia Harberton es un hito ineludible en una visita a Tierra del Fuego por muchas razones. Para empezar, allí es donde comenzó la historia de la colonización de la isla, cuando, en 1886, el pastor anglicano Thomas Bridges decidió instalarse con su familia en la entonces virginal costa del Beagle. A diferencia de muchos otros estancieros de la zona, que persiguieron a los habitantes nativos o contrataron pistoleros para que lo hicieran, los Bridges fueron protectores de los yámanas, el pueblo originario de la franja sur de Tierra del Fuego.

El trayecto desde Ushuaia puede hacerse en barco o por la ruta complementaria J, que recorre la costa del Beagle, pasando por lugares llenos de encanto como la laguna Victoria y un mirador que da a la isla Gable. En el camino aparecen también varios ejemplares de las famosas "lengas banderas", árboles inclinados por la acción de los vientos furiosos que barren la costa del Beagle.

La estancia se encuentra en una bella bahía protegida de los vientos y cuenta con un antiguo casco que ha sido recientemente remodelado para recibir visitantes, en habitaciones dobles y triples, todas equipadas con baño privado. Declarada Monumento Nacional en 1999, Harberton atrae cada año a centenares de turistas por dos grandes razones. Una es su famosa casa de té, situada justo frente a las aguas del canal, donde es posible disfrutar de una pastelería deliciosa, elaborada con dulces de frutos típicos de la zona, como el ruibarbo. La otra gran atracción de la estancia es la Museo Acatushún, impulsado por la bióloga norteamericana Natalie Goodall, que alberga una impresionante colección de aves y mamíferos marinos y es considerado como uno de los más importantes de su tipo en Latinoamérica. En sus salas hay esqueletos completos de ballenas, delfines y los enigmáticos zífidos (que habitan aguas profundas), hallados por los investigadores del museo en distintos lugares de la costa de la isla.

Otros de sus puntos fuertes son los paseos y las excursiones, entre las que se destacan las cabalgatas por la llamada "Ruta del Atlántico" y las caminatas autoguiadas por las antiguas sendas frecuentadas por los Bridges y sus amigos yámanas, que pasan por bosques, arroyos y castoreras.

Al sudoeste de Santa Cruz

Había que tener una gran necesidad de soledad -o fobia con el resto del mundo- para asentarse en 1917 sobre la costa sur del lago Viedma, al sudoeste de la actual provincia de Santa Cruz. Vaya a saber uno que deseos o fantasmas perseguían al finlandés Alfred Ramström cuando decidió cruzar el mundo e instalar una granja en ese lugar que aún hoy -un siglo más tarde- continúa siendo un canto a la soledad. En honor a su cuidad de origen, Ramström bautizó a su establecimiento como Estancia Helsingfors. Años más tarde, su hijo Knud comezó a levantar el casco actual de la estancia y en torno a ella plantó secuoyas, hayas y cedros, que hoy protegen y adornan uno de los hospedajes rurales más cautivantes de toda la Patagonia.

Llegar a Helsingfors no es sencillo, pero cada kilómetro de ripio recorrido desde El Calafate por la ruta nacional 40, y luego por la provincial 21, vale la pena.

Se encuentra a mitad de camino entre El Calafate y El Chaltén, bien metida hacia la cordillera, en medio de un paisaje dominado por la figura del monte Fitz Roy y las aguas turquesas del lago Viedma. El antiguo casco ha sido reciclado para adaptarse a la exigencia de visitantes que llegan de la Argentina y el extranjero. Cuenta con ocho habitaciones, algunas de ellas equipadas con jacuzzi, y otras con ducha escocesa, un comedor donde todas las noches tienen lugar cenas de estilo gourmet y una sala de estar ideal para disfrutar de sus célebres pisco sour al calor de la chimenea.

Desde la hostería parten nuemerosos senderos de trekking que recorren quebradas, miradores y lagunas, pero sin dudas su punto fuerte reside en las excursiones embarcadas que llegan hasta las mismas paredes del glaciar Viedma. Partiendo desde el embarcadero de la estancia, y tras un paseo de 40 minutos por el lago, la lancha se coloca justo delante del glaciar, cuyas paredes alcanzan más de 60 metros por encima del nivel de las aguas. Se trata de una experiencia única y conmovedora, que se completa con una caminata por la morena lateral del glaciar, donde es casi imposible no sentirse abrumado por la inmensidad helada de este glaciar que no tiene nada que envidiarle en magnificencia a su mucho más famoso vecino Perito Moreno.

Experiencias únicas

A orillas del lago San Martín, lejos de cualquier vestigio de civilización, en una de las zonas más vírgenes de la Patagonia, se encuentra la Estancia El Cóndor, un sitio ideal para los amantes de la aventura y la naturaleza en estado puro. No cuenta con los altos estándares de confort de las estancias anteriores, pero brinda en cambio la posibilidad de vivir experiencias únicas de vida al aire libre y conocer la cara más auténtica de los gauchos patagónicos.

El casco de la estancia tiene un hospedaje con cuatro habitaciones sencillas y entrañables, una biblioteca y un comedor con chimenea en el que se ofrecen comidas elaboradas con productos de su propia huerta y carnes de los novillos que allí se crían. Para recordar toda la vida son las cabalgatas que parten desde el casco y bordean el lago para luego internarse montañas adentro hasta el puesto La Nana, habitual refugio de arrieros. Allí, durante los meses de verano, se hace noche en bolsas de dormir, sin más protección que la de un cielo rebosante de estrellas y tan amplio como las estepas mágicas y desiertas de la Patagonia.

Museo de Imagen y Sonido en Brasil

El estudio Diller Scofidio + Renfro fue el ganador del concurso abierto para diseñar el nuevo Museo de Imagen y Sonido que tendrá lugar en Río de Janeiro, Brasil. El importante museo incluirá galerías, áreas de educación, auditorios, cafés, bares, restaurantes y como si esto fuera poco, una sala de cine al aire libre sobre su techo.

Se estima que su construcción concluirá en el año 2011. La arquitectura del Museo de Imagen y Sonido de Río toma como punto inicial las playas de Copacabana en sí; mar, arena, montañas, peatones, bañistas y bicicletas. Es así como nace este peculiar museo, siendo parte de la continuación de la rambla que bordea la playa, constituyendo una suerte de pasarela que se quiebra, formando diferentes niveles a medida que aumenta su altura.

De esta forma, el museo se hace llamar como boulevard vertical, siendo parte indiscutida del entorno, e invitando a los turistas y pobladores a disfrutar de sus exposiciones y enseñanzas, intercaladas mediante espacios interiores y exteriores que se asoman a la costa.

El Museo se concibe como un instrumento de apreciación de la ciudad de una manera diferente: sus grandes pasarelas permiten dar al turista una visión de la playa Copacabana y de la ciudad en sí en forma panorámica, siendo un sitio privilegiado para tomar un aperitivo, comer platos típicos, disfrutar de la cultura y ver un filme bajo la luz de las estrellas.

Argentina: Las cumbres en las que reinó el inca

A diez años del gran hallazgo arqueológico de Llullaillaco, una visita al museo, las momias y las ruinas de Sta. Rosa de Tastil.

Cuentan que más de un visitante se mostró indignado al observar las vitrinas del Museo Arqueológico de Alta Montaña (MAAM) por pensar que allí se exhibían réplicas del hallazgo arqueológico conocido como "Los Niños del Llullaillaco". Es que las tres momias y sus 170 objetos de ofrendas se encuentran casi intactas, tal como las dejaron los incas hace cinco siglos en la cima del volcán Llullaillaco, en Salta.

Creado para resguardar, estudiar y difundir uno de los descubrimientos arqueológicos más importantes de los últimos años, el museo se encuentra equipado con la más moderna tecnología pese a ocupar un edificio señorial de mediados del siglo XIX ubicado frente a la plaza principal de la ciudad de Salta. A metros de la Catedral y del Cabildo histórico, tiene como prioridad la conservación de su colección preciada, con un control automático de sus salas que mantiene el aire filtrado y desbacterizado, a una temperatura constante de 18° C y una humedad relativa de 45 por ciento. Además, cuenta con un sistema de iluminación que varía su intensidad en las vitrinas ante la presencia o no de público.

Según explica el director del MAAM, Miguel Xamena, en una visita guiada al pasado incaico, para las culturas americanas precolombinas la naturaleza era sagrada, en especial, las montañas. Es por eso que el estado inca le dio suma importancia y construyó en las cimas pequeños edificios para los rituales religiosos, hoy llamados "adoratorios o santuarios de altura". De las 200 montañas con restos arqueológicos situados en la Cordillera de los Andes, sólo Salta tiene 40. Y de todos los picos de la región, el volcán Llullaillaco es el más alto, con 6.739 metros de altura, en el límite con Chile.

Precisamente, este año se cumple una década desde que el arqueólogo norteamericano Johan Reinhard, junto a colegas argentinos y peruanos, descubrió las tumbas incas más altas de la región y, quizás, del mundo. Recientemente, la antropóloga forense Angélique Corthals dirigió una nueva investigación de los cuerpos momificados en busca de respuestas sobre la muerte de los niños que fueron reveladas en un documental de National Geographic Channel.

"No son simples objetos que se exponen en una vitrina. Son seres humanos cuya exhibición puede generar diferentes tipos de reacciones y sentimientos. Por eso el visitante puede elegir si desea o no observar los cuerpos, con respeto y silencio", se advierte.

El ritual y la polémica

Uno de los rituales más importantes del calendario inca era la Capacocha, que puede traducirse como "obligación real". Entonces se hacían fiestas de gratitud y sacrificios. Los niños de Llullaillaco tuvieron que recorrer 1.600 km desde Cusco hasta el volcán de la ofrenda, vestidos con su mejor ropa. En el camino, les daban de beber chicha (alcohol de maíz) para bajarlos dormidos a un pozo de 1,67 m de profundidad, junto a un rico ajuar. Para los incas, los niños no morían, sino que se reunían con sus antepasados.

Entre los objetos encontrados hay ushutas (sandalias de cuero y lana), vasijas, peines y estatuillas de camélido y antropomorfas (cuerpos de oro y plata vestidos en miniatura y tocados de plumas).

En cámaras con cápsulas crioconservadoras a 20° bajo cero, el MAAM guarda las tres momias. La "Doncella", de 15 años, está sentada con las piernas cruzadas y un vestido marrón claro. Fue encontrada con un tocado de lana y plumas blancas, que hoy se exhibe junto a una estatuilla de plata. Su largo cabello está peinado con pequeñas trenzas y su rostro pintado con pigmento rojo. El "Niño", de 7 años, está atado y sentado con la cara sobre las rodillas. Los rastros de sangre y saliva en su manta indican una lesión interna, por lo que Corthals sospecha una muerte violenta. Sin embargo, Mario Bernaski, ingeniero del MAAM, tiene su hipótesis: "Puede haber sufrido un edema pulmonar por la altura del volcán y pueden haberlo atado porque estaba agonizando o muerto cuando llegó a la cima".

Para su preservación, se muestra un niño por vez y rotan cada 4 meses. Ahora está expuesta la "Niña del Rayo", de 6 años, sentada con el rostro en alto y parte del cuerpo quemado por el rayo que la alcanzó después del entierro.

Ruinas de Santa Rosa de Tastil

Son 100 km hasta Santa Rosa de Tastil, para continuar el tour arqueológico en busca de vestigios indígenas. Se llega por un camino inolvidable, entre montañas multicolores de formas fantásticas. Lo mejor es visitar las ruinas con un guía, para entender la disposición de estas viviendas, petroglifos y espacios públicos preincaicos que abarcan 12 ha, a 3.200 mts. de altura. En este caso, Christian Vitry explica la reciente teoría sobre la presencia del inca en el lugar. Es que estas tierras guardan tantos tesoros como misterios.

29 agosto 2009

Un concurso intenta averiguar cuál es el Mejor Destino Gay del Mundo

El colectivo gay es un público muy interesante para los empresarios del turismo debido a su mayor poder adquisitivo y a su gusto por los viajes y el lujo. Es así que muchas ciudades en el mundo se autodenominan gay friendly. Pero, ahora, la prensa especializada ha decidido elegir al Mejor Destino Gay del Mundo a través de un concurso organizado por el canal Logo que pertenece a MTV.

Así, este canal dedicado al público GLBT (gays, lesbianas, bisexuales y transexuales) de la mano del sitio web de turismo gay Trip Out Gay Travel, han comenzado a buscar aquella ciudad que les sienta mejor. Así, las opciones son las siguientes: Río de
Janeiro, Barcelona, Buenos Aires, Londres, Montreal y Sidney
.

De este modo, estos cinco destinos fueron elegidos por periodistas, editores, profesionales de viajes y colaboradores de la web y del canal pero, el veredicto final, será dado por el público a través de su voto online.

Los mejores paseos de La Habana, Cuba

La Habana, capital de Cuba se conserva sin grandes cambios en su fisonomía desde hace décadas, tanto como para generar en los viajeros que la visitan la sensación de internarnos en el túnel del tiempo. La Habana, es tan especial e interesante en su totalidad como lo es aún más en sus paseos y atractivos más concurridos. A continuación, repasamos algunos de los mejores paseos (e imperdibles) de La Habana.

La Plaza de la Catedral: con el marco de la iglesia jesuita del siglo XVI, sus mesas al aire libre en restaurantes y sus shows musicales, el ambiente de la plaza es imperdible.

El Malecón. Nadie pasa por La Habana sin pisar su Malecón, la explanada en la bahía con ocho kilómetros de extensión, donde pareciera que todo sucede. En el Malecón, la vida social de la ciudad se entremezcla con los turistas. Los sábados por la noche es el lugar donde divertirse.

Paseo Martí, Paseo del Prado. con un boulevard arbolado, que a fines del siglo XVIII era epicentro de los paseos en carruajes, en medio de palacios y mansiones, el Paseo Marti conserva un aire nostálgico, con construcciones en ruinas pero recordando el esplendor de la zona, junto a numerosos vendedores y artistas callejeros.

Feria de artesanías. En la Calle Tacón, funciona el mercado de artesanías al aire libre de La Habana, un lugar ideal para pasear y descubrir pequeñas obras de arte para llevar de recuerdo. No muy lejos, funciona el mercado de libros de segunda mano.

Parque Central. En uno de los extremos del Paseo Martí, se encuentra el Parque Central, un punto de reunión donde los habitantes de la ciudad se sienten muy a gusto al aire libre, y junto al magnífico edificio del Capitolio.

La Torre. En Vedado, podemos ascender a lo alto del Edificio Focsa para obtener en su piso 36, algunas de las mejores vistas en altura de La Habana.

Calle Neptuno. Si se trata de realizar compras y conocer mejor el sistema cubano, nada mejor que un paseo por ésta calle, para encontrar todo tipo de artículos en un particular ambiente y colorido. Otra calle imperdible es la Calle Obispo, un concurrido punto de reunión.

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