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30 junio 2009

Mapa interactivo de las enfermedades del viajero

El diario español El Mundo publicó en su sitio web un interesante mapa interactivo para que las personas que estén por viajar a cualquier latitud del globo, puedan hacerlo informadas de los riesgos sanitarios a los que se expone.

Claro que la idea no es generar temores infundados o ansiedades innecesarias en aquellos que estén por emprender un viaje a zonas remotas, sino todo lo contrario.

Con este mapa, sólo debemos clickear en el país de nuestra elección en el mapamundi, para que entonces se despliegue un menú con las enfermedades correspondientes a ese país.

Una forma divertida de informarnos es la ruleta de las vacunas, que nos dice cuáles son las recomendables de aplicar cuando vamos a cada país.

De esta forma, estaremos perfectamente informados sobre las medidas de prevención, que suelen ser la herramienta más eficaz a la hora de combatir cualquier enfermedad.

Vía: El mundo

Pueblos de adobe al pie de las sierras

Existen sitios en los que todo sonido está de más. La zona conocida como "La Costa", 150 km al norte de la capital de La Rioja, es uno de ellos. Es una sucesión de pueblos al pie de las imponentes Sierras de Velasco, un cordón de 200 km de largo que atraviesa el centro de la provincia, y supera los 4.000 metros de altura. Son 13 caseríos conformados por muchas viviendas de adobe, entre criaderos de cabras, fincas de frutales y, en algunos casos, olivos. Calidez de arquitectura pueblerina casi detenida en el tiempo, con la eterna presencia de capillas. Como en los otros pueblos: Las Peñas, Pinchas, Agua Blanca, Chuquis, Anillaco, Los Molinos, San Pedro y Santa Cruz.

La zona ofrece actividades en la naturaleza, desde cabalgatas hasta pesca de truchas y excursiones entre las quebradas. La visita se enriquece con antiguas capillas, artesanías, dulces, quesillos, nueces y vino casero. Ocho pequeñas bodegas conforman un circuito turístico de vinos artesanales, que se producen con un sistema rudimentario. Algunas incluso ofrecen degustaciones, como Casa India, en Agua Blanca.

El viaje comienza por la sinuosa ruta provincial 75, desde La Rioja capital hacia el departamento Castro Barros. El recorrido puede hacerse en un día, saliendo muy temprano. A 30 km está Sanagasta, famoso por la iglesia de la Virgen de la Morenita, nombrada en una canción de Jorge Cafrune. A 1.015 msnm, sobre la calle principal está el mercado artesanal, en una antigua casona colonial, hoy Casa de Cultura. Se exponen obras de artesanos locales, y muchas veces se los puede encontrar durante las visitas. En el patio se exponen elementos de campo, sulkys y trapiches.

Pasando Sanagasta, el camino de asfalto recorre la orilla de la montaña, por donde se escurren las aguas cristalinas del río Huaco. Al subir sobre los faldeos, siguen cornisas con centenares de cardones. Aquí hay un parque geológico en estudio, único en su tipo por sus singulares hallazgos: huevos de dinosaurios.

En Pinchas, Doña Frescura, tejedora de tapices criollos, teje a la sombra de los parrales con un bastidor de madera, sistema milenario. Se especializa en paisajes norteños y motivos indígenas. Las montañas, siempre verdes, en invierno se ven casi azules. El trayecto continúa hasta Chuquis, para sumergirse en la historia provincial del museo Castro Barros. En Chuquis también atraen la capilla y La Yacurmana, una cascada que baja desde lo alto del cerro y se ve desde el pueblo.

Anillaco es el lugar ideal para comprar artesanías, aceitunas, vinos y dulces caseros. Sobre su calle principal hay varios negocios con delicias riojanas. Un camino de subidas y bajadas que se acerca cada vez más a la montaña llega a San Pedro y Santa Vera Cruz. A esa altura, los cactos ya conforman una multitud que parece bajar del cerro en procesión.

Santa Vera Cruz, en la entraña de la montaña, está rodeado de nogales, álamos y arroyos que emanan los perfumes de la naturaleza. Seguramente eso motivó al ermitaño santafesino Dionisio Aizcorbe a instalarse allí hace más de 20 años. Para residir al pie de los cerros construyó un castillo, hoy atracción turística. El Barreal es el escenario del ritual religioso de El Señor de la Peña, cuyos orígenes se remontan a dos siglos. En el paisaje desértico hay una roca con un perfil parecido a un rostro humano, que fue identificado con Jesucristo y se convirtió en centro de peregrinación. Se cree que los aborígenes ya adoraban a esta formación ubicada en el departamento Arauco, reconocido por la variedad de aceitunas que produce. Si se desea extender el recorrido por más de un día, se puede ir hasta Aimogasta y conocer la Ruta del Olivo.

Cuba: Por los otros caminos de la isla

Cuba es ron, tabaco del bueno, del mejor. Che Guevara. Silvio Rodríguez y Pablito Milanés. Cuba es mar y sol. Varadero. También revolución, Fidel, salsa y el famoso malecón. Arroz con porotos negros, hoteles all inclusive y no al capitalismo como una autóctona elección. Cuba es paraíso en las guías turísticas, comunismo en los manuales de historia y emoción en las anécdotas del viajero. Nostalgia, melancolía y esperanza en las letras del trovador. Además, es medicina y educación. La isla de la fantasía para los poetas y la luna de miel que sueña el corazón.

Pero todavía hay más Cuba, bastante virgen del turismo masivo. Un interior profundo, místico, culto, que promete conmover tanto como todo lo clásico de Cuba. Lugares en donde empezó América, obsesiones de piratas y escenarios de leyendas. Mil y una festividades, la cuna del son, construcciones que valen todas las fotos, conversación garantizada, mucha seguridad, baile a toda hora, gastronomía fresca, un oriente, un occidente y, ante todo, gran hospitalidad a prueba de bolsillos austeros. El interior de Cuba está hecho para turistas con ansias de residentes.

Este viaje por el interior de la isla, partiendo de La Habana para unir Santa Clara y Santiago, recorriendo ciudades que son patrimonio de la humanidad, insume unos mil kilómetros de maravillas.

La entrañable transparencia

Las paredes y el techo están cubiertos con maderitas que le dan aspecto de caverna. Hay una llama eterna, pero está casi oscuro y reina el silencio frente al mausoleo del Che. Finalmente, sus restos están ahí. Lo lloran extranjeros, muchos que no son argentinos, y me pregunto por primera vez por qué la emoción se materializa involuntariamente en la piel.

Afuera pega fuerte el calor y en la gigantesca plaza de Santa Clara que se construyó sólo en su honor no circula nadie. ¿O sí? Es que es tan grande. Y un buen ejemplo de una de las manías de Fidel Castro: hacer plazas enormes y peladas para que nadie quede afuera.

Dejamos Santa Clara para llegar a Remedios, la cuna de la parranda, con más fiestas que el diablo. En la Plaza Martí, pese a ser mediodía de un jueves, hay jolgorio. Bailes, artesanías, carrozas y estandartes. Tres hombres se envalentonan con los fuegos artificiales aunque es de día. La gente se amontona lejos, en las veredas, y se estira con cautela para ver la explosión: "Cuidado, chica, que no son muy sofisticados los cohetes, nunca sabemos para dónde saldrán disparando".

Al caer la tarde, un mojito siempre espera en la confitería El Louvre o un cafecito en La Fe, ambas frente a la plaza principal. Al lado hay dos hoteles tradicionales, Mascotte y Barcelona, pero también es recomendable alojarse en casas de familia (entre 15 y 25 pesos convertibles cubanos o CUC, la moneda para extranjeros que tiene una paridad con el dólar).

"El precio depende también de lo que pueda el cliente", me recuerda el dueño del hostal China y Richard. Su servicio incluye desayuno casero y la búsqueda de la moto más económica para recorrer la zona. En Remedios casi no hay autos, pero hasta el mar queda cerquita de todo. Si se espía bien entre las calles, verá las playas desde el centro.

Riachuelos y tupida vegetación

Para llegar a Cienfuegos, la única ciudad fundada por franceses, toca una ruta sinuosa, de mayor altura, con vegetación tupida y riachuelos: vamos hacia el sur de la isla. Es divertido el detalle de la plaza principal: 144 sillas de hierro en hilera para quien quiera descansar. Alrededor, resaltan por su impecable conservación la Casa del Fundador, la Catedral Nuestra Señora de la Purísima Concepción, el Palacio Ferrer, el teatro Tomás Terry y el bar Palatino, donde, por dos CUC, se puede degustar el delicioso trago de la casa: licor de menta, jugo de ananá y ron. Y el resto de los cócteles, desde una limonada hasta un cubata, cuestan sólo un peso cubano. Hay que aprovechar la terraza, siempre hay buenos músicos y poetas dando vueltas por ahí.

Una marcada arquitectura ecléctica, de colores pasteles y que conjuga estilos como el neoclásico, el art nouveau, el arte decó y el imperial se extiende más allá de la plaza. El mejor ejemplo está dado por el Palacio de Valle, donde funciona un distinguido restaurante y cada tarde se presenta una pianista con el don de animar. Como en La Habana, también hay un Paseo del Prado y un malecón que enmarca a la Bahía de Jagua, "adornado con cocoteros y mulatas", dice un guía al pasar.

Un atardecer allí ya es programa, al igual que una caminata por el Parque Martí, donde en 1916 un grupo de obreros construyó el Arco del Triunfo, el único que tiene el país.

De día, Cienfuegos es tranquilo, no suele haber demasiada gente en las calles, pero de noche es difícil resistirse al baile. La disco Costa Sur, al aire libre, entretiene con un espectáculo de bailarinas y karaoke, mientras que en Venni Moore vive la salsa, y van más lugareños. Hay que apurarse: todo cierra a las tres.

La ciudad museo

Romántica y colonial, Trinidad es la ciudad clave de Sancti Spiritus, una de las primeras localidades fundadas por españoles. Las calles de la antigua villa son como niñas bonitas y antiguas: impecables, distinguidas y hasta simpáticas. Los suelos son de lajas originales y brillantes, las casas muy altas, de colores vivos, con puertas enormes de madera y rejas de punta a punta. La gente se cuelga de ellas o pone hamacas cerca de la calle: en Cuba todo pasa afuera, en público. Si bien es una ciudad que sube y baja, Trinidad es para caminar y perderse, emborrachar la vista con estas construcciones que también evocan las barracas de esclavos, pero que hoy no dan sensación de encierro, si no más bien de un verano fresco, frutal.

Si uno no estuviese en esta isla ni conociera las reglas, pensaría que allí viven magnates o celebridades, pero no, sólo habita gente sencilla, la del pueblo.

La cálida playa Ancón, a 12 kilómetros del centro, sobre el Mar Caribe, es un placer por la mañana. Después, hay que ir a la Plaza Mayor. Si quiere historia vaya al Museo Municipal y, por arte decorativo, al Museo Romántico, uno de los más visitados e interesantes del país. Al atardecer, encuentre las escalinatas de la iglesia de la Santísima Trinidad y note qué caprichosas son: quieren ir para todas partes. Pero siga a la orquesta, directo hacia La Casa de Música, donde nadie paga por bailar ante artistas de calidad.

En Trinidad me invade una sensación extraña: olvidarme de que esto también es Cuba. Tal vez por la incongruencia entre una Habana de muros igualmente admirables, aunque tan castigados, y este rincón que parece de cuento, que hasta hace creer en el amor para toda la vida.

El plato roto

Camagüey es la provincia obligada para pasar al oriente de la isla. Por su irregular trazado urbanístico –cuentan que fue adrede, para que los piratas se extraviaran al atacar–, Camagüey también se llama la "Ciudad laberíntica", "Plato roto" y "Calle sorpresa". No es chiste, es muy fácil perderse. ¡A los lugareños también les pasa! Las calles forman triángulos y rectángulos deformes, grandes y pequeñitos, con y sin veredas, mientras que otros bloques son extensos y ondulados o medios círculos. Seguir con la vista a alguien, aunque vaya lento, puede durar segundos.

A Camagüey también le dicen "Ciudad de los tinajones", porque durante siglos la gente conservaba el agua de lluvia en enormes tinajas de barro. Cuenta la leyenda que si tomás agua de tinajón, te quedás a vivir para siempre ahí. Quise beber y beber.

Pese al devastador paso de dos ciclones el año pasado, esta ciudad también logró el reconocimiento de la UNESCO. Aseguran que el mérito es de los vecinos: con la ayuda material del gobierno, claro, en tres meses levantaron sus casas, si bien es cierto que varias son más una fachada que un hogar.

La mayoría de las calles son tan estrechas que los autos casi no pueden circular. El "Callejón de la miseria" es la calle más corta de Cuba (sólo ocho metros), mientras que el "Callejón funda del catre", la más angosta (no pasan dos caballos a la vez).

Llegué a Camagüey en plena celebración de la fiesta del barro y del fuego, que dura una semana. En el centro urbano, más de ochenta artesanos sacan sus mesas a la calle y trabajan para después concursar entre sí. La antigua Plaza del Carmen también rinde honor al barro con estatuas en tamaño natural de los diversos personajes del pueblo, obra de la artista Martha Jiménez Pérez. Allí funciona su atelier y ella convida una charla animada sobre los secretos del lugar.

Por menos de cinco CUC se puede tomar desde ahí una bicitaxi, y llegar, entre otros sitios, hasta el Parque Ignacio Agramonte, rodeado por museos y confiterías. Los taxistas son buenos guías, pero recuerde arreglar el precio antes.

Ciudad heroica

La Sierra Maestra es imponente. No deja indiferente al visitante, lo mete de lleno en la historia: Cuba nació en Santiago de Cuba.

En el Parque Céspedes, centro del casco histórico y político, se vivieron hechos de interés universal, como la primera venta de esclavos de América, la declaración de la independencia y el anuncio de Fidel al mundo de que había triunfado su revolución. Allí también se encuentra la casa más antigua del continente, donde residió el conquistador español Diego Velásquez, y el monumento con los restos del líder nacional José Martí.

Para seguir repasando hitos, está muy bien visitar el museo del Cuartel Moncada: impresionan los elementos de tortura para los revolucionarios al gobierno de Batista. Creyentes –y no creyentes– pueden peregrinar hasta la iglesia de la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona nacional.

"Los cubanos somos fanáticos religiosos, pero no practicantes devotos", me aclara un nuevo amigo. Así, cual Luján, hacen colas para dejar objetos en comodato y a cambio de milagros.
No obstante, se celebran pocas misas y la venta de recuerdos es infinita. En lugar de panchos, bocados de cerdo al horno por dos pesos. Desde el santuario se ven las minas de cobre. Son un ícono del lugar.

Con ganas de un paseo más rápido y urbano, me trepé a una de las 13.000 motos que circulan por la ciudad. Son más baratas y efectivas que los taxis; en Santiago hay bastante tráfico. Fijamos con el conductor en seis CUC todo el viaje, que respondía además a un itinerario. Me puse el casquito –como los antiguos cascos de guerra– y partimos.

Pasamos por el Balcón de Velásquez –tiene una serena vista de la ciudad–, el Museo del Ron –dicen que el de Santiago es el mejor– y terminamos en la Casa de la Trova: desde el mediodía se estaban presentando artistas y la gente sigue entrando o mira desde la puerta.

El ambiente es familiar, nadie paga ni un peso, la música no pide permiso al cuerpo. Pienso que en Cuba el que quiere aprende a bailar, aprende. Y me acuerdo de Ricardo, que hacía unos días me había convencido: "Tu cierra los ojos y no pierdas el ritmo, recuerda nunca perder el ritmo. Lo demás, déjamelo a mí".

24 junio 2009

Brasil: Un tour por las favelas cariocas

Río de Janeiro es uno de los destinos turísticos más apreciados del mundo, ello no es ninguna novedad. Pero como en la mayoría de las grandes ciudades de Latinoamérica, en esta ciudad conviven la pujanza y el desarrollo con la abrumadora realidad de la pobreza, que afecta a 2 millones y medio de habitantes de las urbes latinas más pobladas: el 29% de su población.

Lo que es un fenómeno verdaderamente curioso que se da en Río y en otras ciudades también, es que las favelas – como llaman los cariocas a los barrios pobres – se han convertido en punto turísticos, y hay itinerarios que ofrecen a los extranjeros recorrer las calles de los barrios marginados para saber cómo viven sus residentes.

Los contrastes lo chocan a uno: sobre la línea del mar, los barrios acomodados y las suntuosas casas de playa. Hacia la cima del morro – suerte de cerros que desembocan al mar – se amontonan las precarias viviendas de miles y miles de caricoas menos favorecidos. La Rocinha es la favela más grande de Latinoamérica, donde viven nada menso que 200.000 brasileños.

Se dice que en las favelas se esconde un número indeterminado de terroristas islámicos, de narcotraficantes y de maleantes de toda índole. Grupos comando antagónicos conviven en esta zona y a veces desatan verdaderas guerras.

Sin embargo, estos barrios tienen una vida propia y una cultura muy rica. La mayoría de los habitantes son trabajadores pobres que no pueden pagar los departamentos de otros barrios. Es bastante segura la visita, ya que como se quiere evitar que aparezca la policía, no roban.

Por más contradictorio y controversial que pueda ser, este tipo de visitas hace que uno conozca la realidad más profunda de un país, aquella cara que se quiere ocultar al turismo convencional.

Vïa: Ocho leguas

Destino; Venezuela

Una tierra de contrastes, Venezuela ofrece al viajero la belleza y variedad de actividades, con un espesor deliciosos de selvas que invitan a la aventura, playas de arena blanca, montañas cubiertas de nieve en los Andes y de la cascada más alta del mundo, son todos los aspectos que Venezuela combina como un destino inolvidable.

La República Bolivariana de Venezuela tiene una población: 24.011.000, con una Superficie de 882.050 kilómetros cuadrados entre sus más grandes ciudades podemos destacar Caracas, Maracaibo, Barquisimeto, Valencia, Ciudad Guayana.

Su idioma es el español y su moneda oficial el Bolívar, la religión Católica es la predominante en todo el país con un 96% de adeptos.

El majestuoso río Orinoco se extiende por 2.150 kilómetros de largo originándose cerca de la frontera de Brasil, en el sur de Venezuela, posee muchas islas con densa vegetación que salpican el delta y el hogar de los Warao una tribu indígena.

Sus casas están sobre pilotes para evitar la inundación y la vida gira en torno a los cursos de agua circundantes, muy cerca está la ciudad de Bolívar, una bulliciosa ciudad tropical con una fuerte influencia en la arquitectura colonial de su pasado.

Desde allí se puede acceder a visitar el Salto Ángel, la cascada más alta del mundo, este increíble producto de la naturaleza tiene una caída ininterrumpida de agua a más de 800 metros (16 veces la altura de las Cataratas del Niágara).

La mejor manera de ver la inmensidad de estas caídas es tomar un vuelo que le dejará sin palabras al ver la enorme estructura que la naturaleza ha construido.

Via: viajesudamerica

Elige el mejor asiento del avión en tu vuelo

Elige el mejor asiento del avión en tu vuelo para volar de la forma más cómoda posible, sobre todo cuando no tienes un boleto de primera clase. Los asientos ubicados a la altura de las alas son los que tienen más comodidad facilitada por el mayor espacio existente.

Si lo que más buscas a la hora de volar es la tranquilidad y el silencio, entonces elige el mejor asiento del avión en tu vuelo alejándote de la zona de los baños. Es que en esa zona del avión circula mucha gente durante todo el viajes.

La comodidad en el vuelo está también en poder estirar las piernas y entonces elige el mejor asiento del avión en tu vuelo seleccionando un asiento de la primera fila o los que se sitúan a un lado de las salidas de emergencia.

Esto evita que tengas un asiento delantero demasiado cerca. Con estos consejos podrás elegir el mejor asiento para tu vuelo.

Via: blogreservas

21 junio 2009

Volar como perros y gatos

Dentro de poco menos de un mes despegará el primer avión dedicado al transporte de perros y gatos. No es chiste. Si no hay cambios de planes, el debut de la línea aérea que decidió rescatar a las mascotas de las bodegas -donde hasta ahora viajaban instaladas en jaulas- se producirá el 14 de julio. Se trata del primer vuelo de Pet Airways ("Aerolínea Mascota") que partirá del pequeño aeropuerto de Teterboro, a 16 kilómetros de la ciudad de Nueva York.

La idea fue concebida a partir de la visible aflicción que suelen manifestar los dueños de los animales por el estrés que éstos sufren durante los vuelos, al ser confinados al poco agradable ámbito de las bodegas.

La novedad no sorprende: sucede en los Estados Unidos, país en el que se le rinde un verdadero culto a los animales domésticos y donde, según estadísticas, la población de perros y gatos se acerca a los 80 millones.

En el caso de este primer vuelo (Teterboro-Washington-Chicago-Denver y Los Angeles), la tarifa del boleto es de 149 dólares por "pasajero". Todo está previsto para que éstos experimenten un vuelo confortable, atendidos por el personal de a bordo. El avión tiene capacidad para llevar 50 animales y 19 humanos. Los dueños de la compañía evalúan ampliar el servicio a otras especies.

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